21. Recuperando.

Natasha.

Han pasado días en los que Max ni siquiera me volteado a ver. Ayer ha llegado tarde, Wanda ha dicho que tenía una cita, tampoco ha charlado demasiado con ella, aunque si más que conmigo, de todas formas me pone feliz saber que lo suyo no se ha ido por un tubo.

—¿Estás triste, señora mamá?—Preguntó Jack en un susurro en mi oído mientras veíamos las caricaturas. Una sensación extraña me recorrió el vientre y sonreí mientras abría lentamente mis ojos para ver su rostro inquieto. —Claro, que lo he notado.

Negué levemente.

Él me ha llamado señora mamá.

—No podría estar triste teniéndote cerca, Jack. ¿Cómo podría estarlo? —Pregunté. —¿Cómo me haz llamado?—Pregunté.

—Señora mamá. Es que eso eres. Una mamá. —Murmuró.—Me cuidas, me compras deliciosos dulces y galletas, me ayudas a peinarme y además cuidas de la otra señora mamá.—Enumeró con sus dedos.—Me ayudas a lavarme las manos y los dientes. Mi madre no era así, pero en las películas que habían en el sótano y los cuentos que Max nos contaba, las señoras mamás eran así como tú. Muy bonitas, olían bien y cuidaban de sus hijos. Eso es lo que hace una señora mamá.

Me acomodé en el sofá y él siguió pegado a mi pecho reposando su cabello sobre mí.

No contesté a lo que dijo. No supe como reaccionar, no me molesta para nada, de hecho, es lindo.

No lo buscaba sinceramente, no... Lo he hablado con Wanda antes de adoptarlos, mucho antes de casarnos incluso, y esto realmente me toma por sorpresa, pero es que... ¿No es malo, no? La psicóloga de Jack me recomienda seguir siendo su figura de apego, mantener esos lazos significa seguir jugando con los camiones monstruo, ver películas y comer galletas juntos, nunca tuve una madre que me enseñara como cuidar de un niño, pero me hace sentir bien poder hacer ésto, aunque extraño cosas de mi vida antes de ellos, supongo que era divertido beber una cerveza cada vez que quisiera, y juntarme más con mis dos mejores amigos, aunque también estoy ignorando a Yelena lo más que puedo mientras Wanda pregunta a Kate por ella, no me interesa saber si ha encontrado algo y va a odiarme, sólo quiero que sepa que la amo, pero no tengo tiempo por los niños.

Los uso como excusa, pero a su vez no puedo negar que disfruto compartir con Jack cada vez que tengo un poco de tiempo libre.

—¿Jack?—Hablé y no contestó.—Voy a ser sincera contigo, nunca he tenido la necesidad de tener un bebé, no es lo que quiero, pero definitivamente si tuviese un hijo como tú... Mis pensamientos serían diferentes. —Sonreí.—Suena ilógico, y sé que te gustan las cosas con lógica, pero no puedo explicar lo feliz que me haces, así como me hace bien oírte llamarme señora mamá... Incluso si sólo lo seré temporalmente. Tus padres serán afortunados de tenerte en el momento en el que te tengan.—Susurré. Bajé la mirada al no oír una respuesta y lo vi dormido. Mi camiseta tenía hilillos de baba al igual que su mentón.—¿Por qué no me dijiste que dormirías? Debí parecer una estúpida.

—Yo te oí.—Murmuró Wanda. Me giré y la vi con la camiseta empapada. Mi vista se dirigió a sus senos, ella enarcó una ceja molesta.—Natasha.

—Perdón, ya regresé. Lo siento. Muy torpe de mi parte. Aquí estoy. Atenta y pendiente. —Elevé uno de mis pulgares mientras con mi otro brazo abrazaba al pequeño quien roncaba levemente contra mi pecho.—¿Qué oíste?

—Lo quieres demasiado.

—También quiero a Jean. Son niños. Es difícil no encariñarse con ellos, ¿no lo crees?—Pregunté y ella se encogió de hombros.—¡Oh, vamos! Lo sabes, adoras a Jean.

—Tenemos algo especial, como tú con Jack...—Murmuró ella.—Pero los quiero por igual, a los tres.

—¡Tres! Lo había olvidado. Son tres, pero una de ellas me odia.

—Ella no te odia.—Dijo Wanda ordenando los juguetes que los pequeños dejaron en el suelo mientras jugaban en la tarde. Eso fue antes del baño de Jean.—Supongo que se asustó, no ha mencionado aquella salida, y no quiero presionarla a hablar de ello.

—Ni siquiera me mira. Voy por ellos a la escuela, sube con audífonos y no cruza la mirada conmigo. Ni siquiera me saluda. "Hola, Natasha. Gracias por venir por mí" ni siquiera eso.—Murmuré molesta.—Ella me odia. No hay más. Me odia y no va a dejar de hacerlo ni siquiera si me vuelvo una cocainomana como su...

—Nat.—Me regañó Wanda.

—¿Cómo quién?—Preguntó Max. Tragué saliva.

Mierda. La he cagado. La he cagado, la he cagado, la he cagado.

—No, yo...

—Como mi madre. Dígalo. Muy bien. Que lindo como charlan sobre mí y mi familia cuando no estoy presente y mis hermanos pequeños duermen.—Gritó. Jack se despertó exaltado, cubrí sus oídos y él se escondió en mi cuello.

—Lo asustas. Cálmate por favor.

—¡Tú lo perdiste, él pudo espantarse peor que ahora, y no hiciste nada!—Gritó señalando a Wanda.

—No le hables así a ella. Ella no tiene la culpa, yo lo descuidé, fue mi...

—¡Claro que tú eres la culpable, eso lo sé, pero ella también por justificar todas tus estupideces!—Gritó Max.

—¡Comprábamos tu estúpido regalo de cumpleaños!—Grité yo y lamenté no seguir yendo a terapia. Éstos niños realmente harán que quiera apuñalarme un día de éstos.

Jack salió corriendo a esconderse bajo la mesa.

—¡Pues no quiero un jodido cumpleaños!—Gritó nuevamente y salió de casa pegando un portazo.

Wanda se quedó en su lugar en silencio y luego corrió a ayudar al pequeño Jack.

—Ven aquí, amor. No te haré nada, ven aquí...—La oí y quise huir de allí en ese momento. ¿Es ésto lo que sienten los padres que desean abandonar a sus hijos? Porque si es así, claro que puedo ver lo mucho que se siente. —Ven, cielo...—Me giré y la vi tomarlo en brazos. Jalé mi cabello molesta.

Quiero llorar y ni siquiera entiendo la razón, ¡No lloro hace mucho! No sentía ésto, no así, no éste dolor.

—Nat, llévalo arriba contigo, haz que duerma. Debo llevar a Max hasta su antigua casa, le prometí rescatar algunos objetos de...—Se quedó en silencio.

—La cocainomana...—Susurré con sarcasmo. Aguanté las ganas de llorar cuando Wanda observó directamente a mis ojos mientras me entregaba a Jack.

—Te amo...—Susurró ella acariciando mi mejilla y aparté el rostro. No quiero que me vea llorar. No necesito ésto ahora. Prometí ser de ayuda.

—Ya vete. Te ha de estar esperando. Necesitamos que soporte al menos a una de nosotras antes de que deban irse.—Murmuré dándome la vuelta y caminando hasta las escaleras. Sentí el suspiro de Wanda casi erizarme la piel de la espalda. Cerré mis ojos y sentí las lágrimas caer.

Jack las tomó con sus pequeñas manos y acarició mi rostro en silencio. Sin decir nada subimos a la habitación, le quité los zapatos y lo ayudé a recostarse. Para tener diez años es bastante delgado y pequeño, todo debido a la desnutrición y mal cuidado en que lo tenían sus padres.

—¿Podemos ver una película?—Preguntó Jack y le extendí el control remoto del televisor.

Me recosté a su lado. Ya no quiero llorar. Jack me hace bien.

Estar con él es como encontrar a alguien tan inocente que jamás notará lo malo que haces, a sus ojos siempre seré la misma buena mujer que cree que soy, sin importar quienes sean mis padre,  no me ve como todos me vieron en su momento, una posible futura drogadicta debido a lo que eran sus padres. Él me quiere.

Con que así se siente tener un hijo.

[•••]

Wanda.

El camino fue casi en silencio. Yo no dije nada, Max tampoco, puse algo de música. Ella en aquél momento habló.

—Que música de mierda.

Solté una risotada y los recuerdos afloraron a mi mente. Una de nuestras primeras citas. Natasha y yo en su camioneta, ella me dejó elegir la música y al ponerle la canción más extravagante que encontré, me ha dicho exactamente la misma frase molesta, ahora no se acostumbra a oír su música al salir. Siempre necesita de mi sublime gusto musical, sobretodo de Taylor Swift. Ella no podría negarse a Taylor, sabe que la amo.

Natasha no contestó a mi "te amo" al salir, pero supongo que está intentando esconder sus emociones... Algo que hacía cuando nos conocimos... Parece estar retrocediendo con los niños... Me preocupa. Fueron años de terapia que parecen estar yéndose a la mierda, y todo por... Por querer ayudar de la forma en que no la ayudaron a ella.

Estacioné el auto frente a su casa sin decir nada. Max observó el sitio.

—Iré contigo, sé que quizá deseas privacidad, pero por órdenes de la corte, debo acompañarte y documentarlo.

Ella asintió y no se movió ni un solo centímetro de su asiento.

—¿Sucede algo?—Pregunté luego de que habían pasado cinco minutos en los que no salía del auto. —¿Qué ocurre?

—No... No estoy lista para volver.—Confesó. No apartaba su mirada de la ventanilla. Seguramente queriendo ocultar las lágrimas que veía caían por sus mejillas. Ésto me parece familiar.

—¿Por qué lloras? ¿Quieres un momento a solas?—Pregunté y ella asintió. —Saldré del auto.

Bajé y ella se quedó allí. Decidí caminar hasta la entrada de su casa. Observé las instalaciones casi derrumbándose. El moho, la pintura gastada y el óxido haciéndose presente incluso fuera de la estructura.

Nat. También te amo, y te amo mucho. Lamento no haber contestado.

Sonreí.

Wan. Te conozco desde hace muchos años. Llevo diez preguntándome el por que he dicho que sí a casarnos, y cada vez que te veo débil, lo recuerdo, porque te amo, incluso cuando debería creer que no me amas.

Nat. Nunca podría no amarte, Wanda. Eres el amor de mi vida. Lo siento, necesitaba estar sola.

Observé a Max. ¿No es irónico que se parezcan tanto y ahora parecieran odiarse? Cuando antes Max parecía odiarme a mí, extraño.

Wan. Algunas personas necesitan la soledad para no explotar. Lo comprendo. Te amo. Estaré allí en un rato.

Leí un "te amo más", iba a contestar, sin embargo la bocina del auto me hizo observar a la castaña. Max me llamaba con sus manos. Caminé hasta el auto y entré por mi lado. La vi observarme en silencio.

—¿Cómo supo que estaba llorando?—Preguntó luego de un rato.

—Vi el reflejo de la ventanilla, Max.

—Maxy.—Corrigió. Sonreí y antes de darme cuenta, ella estaba sobre mí abrazándome.—Lo siento...

Ya he dicho. Es igual a Natasha.

—Tranquila...—Susurré.—Yo sé. Estabas molesta, necesitabas estar sola, por eso haz explotado antes.

—Es mi madre. No puedo evitar querer defenderla incluso si no se lo merece...—Sollozó y acaricié su cabello cada vez más pelirrojo.—No quiero verme como ella, porque sé que es una persona horrible que no se merece mi perdón, pero... No puedo evitar amarla.

Suspiré.

Natasha.

—Nat comprende mejor de ésto que yo, créeme, creo que por eso ella odia tanto a tu madre, y sé que nosotras no somos nada de ustedes...—Murmuré.—Pero queremos entregarles una familia, incluso si es sólo de forma temporal. Como aquellas familias instantáneas.

Ella asintió lentamente.

—Y sé que debes estar muy molesta por la forma en que se ha referido a tu madre, pero créeme cuando te lo digo, ella te entendería mejor que yo, yo voy a cuidar de ti, pero Natasha te quiere, y probablemente ambas lograrían acompañarse muy bien si lo intentaran.

—Me odia. He sido muy mala con ella.

—Nat no es rencorosa. Ella sólo quiere entenderte y que hables con ella, así como puedes hablar conmigo...

Max se quedó en silencio.

—Si quieres disculparte con alguien, que sea con ella y con Jack. Yo tengo a mi esposa hace diez años, y conozco su caracter, irónicamente es idéntico al tuyo, pero tal parece... Que yo le hago bien.

—Ella lo dijo.

—¿Uhm?

—Natasha. Dijo que usted era alguien de confianza. Tenía razón.

Sonreí mientras seguía acariciando su cabello.

—¿Quieres ir por helado? No debemos venir hoy, puedo aplazar ésto.

—Por favor... Y muchas gracias, de verdad.

Sonreí.

Un déja vú.

[•••]

Natasha.

—¿Señora mamá bonita?—Preguntó Jack y abrí los ojos. Estaba quedándome dormida.

—Dime, cariño.

—¿Tendré que irme a algún sitio ahora que Max y usted discuten tanto?

Tragué saliva.

—Que no quiero irme, pero entiendo si ya no me quiere, no importa, yo siempre la querré un muchísimo.

No debo abrir la boca cuando estoy molesta.

—No, hombrecito. Tú estarás aquí conmigo, no te irás a ningún lado. ¿Qué sería de mí sin ti?—Pregunté en un susurro. Él sonrió.

—¿Para siempre de los siempres?—Preguntó él también susurrando. Asentí.

—Para siempre de los siempres, Jack.

—¡Grandioso, soy Jack Romanoff Maximoff!—Festejó y yo sonreí observándolo bailar en la cama. Cayó sobre mi cuerpo y besé su cabello.

Oí el llanto de Jean.

—Oh, oh. La detective Jean ha despertado.—Dijo él.

—Ya veo. Deberíamos ir a ayudarla, detective Jack.

Él asintió bajando de la cama y decidí seguirlo.

A veces desearía poder quedarme con ellos, y realmente querer hacerlo.

Pero no se puede.

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