17. Hank Maccoy.
Natasha.
Luego de la cena, decidí llevar a Hank a mi oficina. Él entro y comenzó a observar cada sitio de forma minuciosa, le ha llamado la atención. He notado eso, él siempre observa todo, pero cuando algo le atrae, se queda de aquella forma.
—¿Y bien, Hank? ¿Qué horarios son conveniemtes para tu escuela?—Pregunté y él se sentó delante mío enseñando la carpeta que traía con sus horarios, aparentemente.
—Bien, he pensado en trabajar por las tardes junto a usted, incluyendo los finales de semana, ya que sabe que necesito el dinero, pero también debi estudiar y eso.
Observé sus horarios, las horas y lo que yo le pago, todo organizado de buena forma. Es un buen chico.
—Grandioso, querido. Todo organizado, desde la mañana.
—Sí, muchas gracias, señorita Natasha.
—No hay de que. ¿Te quedas a comer postre?—Pregunté y él negó.
—Debo regresar a casa. Mamá entrará a trabajar un turno antes por lo que debo estar allí para dormir con mis hermanos.
—Oh. ¿Es lejos?
—Cuarenta minutos en transporte, caminando no lo sé.
—Te llevaré. Seguramente tardamos menos.—Dije yo rápidamente.
Él asintió.
—Gracias, señora.
Salimos de la oficina y él chocó con Max al abrir la puerta, la rubia quedó manchada con postre. Observó a Hank y abrió la boca espantada, con vergüenza salió corriendo sin recoger los tazones. Decidí tomarlos y llevarlos a la cocina mientras buscaba con que limpiar.
Hank no dejaba de disculparse bastante espantado, él realmente parecía sentirse mal por estropear la ropa de Maxinne.
—Dios. En serio lo lamento, no la vi, no fue mi intención. No creí que ella venía, creí que no había nadie tras la puerta. En serio lo siento tanto, Oh, Dios.
—Hey, Hank. Está todo bien. Fue un accidente. Mi esposa hablará con ella. No te preocupes.
—¿Puedo hacer algo por ella? Oh, Dios. Soy un tonto.
—Hank, todo está bien. Relajate, mi esposa hablará con Max. Ella está bien, tú estás bien. Ahora iremos hasta tu casa.
Enjuagué mis manos y luego las sequé con algo de papel de cocina. Dejé todo en su sitio, y Wanda dijo que ella limpiaría el helado mientras yo me iba.
Tomé mi abrigo y mis llaves. Hank iba bastante nervioso, lo cual se me hizo nuevo. Él jamás está nervioso. Eso es extraño...
—¿Ansioso?
—¿De verdad ella está bien? No quiero que crea que soy un tonto, señorita Romanoff. No quería molestar a su hija.—Insistió.
—Hank, mi hija está bien.—Contesté y me quedé en silencio. Suena extraño llamarla hija, pero es más práctico.
—¡Tú, tonto niño que ha manchado a mi hermana!—Gritó Jack. Ambos nos giramos y un dardo de su pistola nerf pegó directamente en la espalda de Hank.
—Jack, no, no...—Comencé y volvió a disparar repetidas veces obligando a Hank a salir. —Jack, no. Jack, cielo, por favor.
Nada. Me ignoraba. Suspiré. Joder. Nadie me habló de ésto.
—Jack, basta.—Lo regañé. Él soltó la pistola de juguete y se fue corriendo. Mierda. Creo que lo he espantado. —¡Jack!—Llamé nuevamente y él no volvió. Mierda.—Mierda.—Repetí en voz alta.
—En serio lo lamento...—Insistió Hank. Le pedí que haga silencio.
—No te preocupes.—Insistí yo de la misma forma.—Vamos, se te hará más tarde de lo que ya es.
Salimos de casa y nos metimos a la camioneta rápidamente. Debo solucionar las cosas con Jack, no puedo simplemente ponerme triste pensando que le he hecho sentir mal. ¿Qué hace ese niño conmigo? En serio no me gusta pensar que le he hecho sentir triste, eso me pone triste a mí.
[•••]
Wanda.
—¿Max? ¿Puedo entrar?—Pregunté tocando la puerta. La vi gritar contra su almohada en una especie de crisis adolescente.—¿Maxinne?
—¡Sólo Max y déjeme sola!—Gritó molesta. Ay.—¡Me siento avergonzada!
—Los tazones están bien, he limpiado el suelo y todo están bien. Lavaré tu camiseta, relájate, cariño.—Murmuré entrando lentamente..
—¡No se trata de la estúpida camiseta, no entienden nada!
Realmente no estoy entendiendo, no es que me interese demasiado, es decir, claro que quiero saber, pero no estoy actualizada a lo que ahora les molesta a los jóvenes. A su edad yo seguía jugando a las escondidas.
Era malísima, pero aún así jugaba. Me molestaba perder, claramente a ella no le molesta perder. A no ser que sea haber perdido la dignidad delante de Natasha, lo cual es absurdo, porque la odia tanto como a mi, o eso creo, luego está Hank, pero... Oh.
—¿Es por Hank?—Pregunté y ella dejó ir otro grito. Cubrí mis oídos un poco.—Ya veo... Él es un año más grande que tú, creo que dos. ¿Lo conoces?
—¡No, pero quería conocerlo! ¡Ahora pensará que soy un bicho raro y no querrá que le hable!
No sé que tanto le guste esa idea a Natasha... Conociéndola, dudo que le agrade ver a Max y Hank salir.
—Max, Hank estaba tan nervioso como tú al verte. Puede que todo el mundo sea ciego en éstas cosas, pero yo noto las intenciones, le gustaste. Y ahora sé que él a ti, aunque no viene demasiado.
—¡¿Qué?! ¡¿Cómo que no?! ¡Pero si ya lo conocía! ¡No era la primera vez!
Me encogí de hombros.
—Nunca había venido a casa. Lo conocí en una construcción en la que Natasha trabajó, pero no es que realmente yo lo conozca como tal, fue nuestra primera cena con Hank.
—¡¿Por qué debo ser tan desdichada?!—Preguntó aún sollozando. Dios. ¿Éste es el futuro del país?
—Max, relájate. Es sólo un chico. Creí que tenías novio. Ese tal Lucas del que hablabas con Natasha en el almuerzo ayer.
—Lucas y yo hemos acabado lo nuestro...—Dijo entristecida.—No es su asunto.
—Sólo quiero ayudar, Max. Un consejo o lo que sea, no quiero entrometerme. Son tus asuntos, pero a tu edad también me gustaba que el abuelo me escuchara y aconsejara.
—¿El abuelo Charles?
—¿Quién más?—Bromeé y ella sonrió. Está sonriendo, por algo que dije.
[•••]
N
atasha.
Al volver a casa, estaba todo en absoluto silencio, y también a oscuras, excepto por mi esposa quien como habitualmente cuando llegaba tarde, me esperaba sentada en su sofá con un libro entre sus manos y la luz de la mesa junto al sofá encendida.
—Hola, preciosa.—Saludé en un susurro. Ella se giró y me dedicó una sonrisa. Me acerqué hasta ella para poder besarla. Estaba desmaquillada, probablemente ya hizo todo eso de su limpieza facial para dormir, o como le llame. —¿Ya están dormidos?
—Jean acaba de dormirse, Jack estuvo esperándote cinco minutos, que para él fueron dos horas y Max tuvo una crisis nerviosa que no acabo de comprender.
Me puse en alerta casi de inmediato e iba a levantarme, pero ella me detuvo subiendo sobre mi regazo.
—Pero Max...—Comencé y ella tomó mis manos llevándolas a su trasero. —Wanda...
—Quédate quieta, déjame explicarte. Y no quiero que te enfades con ella, es una adolescente y tiene ojos, para mirar. ¿Bien?—Preguntó y asentí bastante extrañada.—Ella gustó de Hank.—Mi mandíbula se tensó.—Y se avergonzó con lo del postre, lloró, gritó, pataleó todo lo que pudo y ahora está... Durmiendo, pero me costó que duerma, lo suficiente como para tener que abrazarla. Ella quiso que la abrace y lloro hasta dormirse.
Okay, eso es raro.
—¿Max y un abrazo? ¡Tiene quince! ¡A nadie le gustan los abrazos a esa edad! A mi no me gustaban.
—Ni a mí, pero... Luego, vi junto a su almohada, una caja de pastillas...—Murmuró.
—¿Es de lo que me hablaste hace unos días?—Pregunté y ella negó.—¿Y que era?
—Son pastillas anticonceptivas. Por lo que Max... Las usa, no sé con que propósito, sólo sé que allí las tiene y es algo que me gustaría hablar.
Tragué saliva.
—¿Lo hablarás con ella?
—Hablaremos.
—No.
—¿Qué? Nat.
—¡No, no! Yo no quiero saber que es lo que hace, prefiero creer que es una niña dulce y...
—Nat, el sexo... No debemos ser ingenuas, existen adolescentes que comienzan su vida sexual antes de lo que corresponde, no es que exista una edad determinada, pero claramente hay procesos que es mejor no adelantar, y aunque quince años aún me parece bastante pronto, no podemos fingir que no es algo que no sucede comúnmente, y si ella comenzó su vida sexual, al menos podríamos agradecer que toma precauciones, aunque aún existen cosas que podemos ayudarla a evitar.
—¿Qué cosas?
—Enfermedades e infecciones de transmisión sexual. Es pequeña, y a su edad los hombres... De hecho, me atrevo a decir que a cualquier edad, dejan la responsabilidad en las mujeres y... No es justo, porque es importante cuidar más cosas que sólo los embarazos no deseados.
—No quiero hablar de ésto.
—Nat, no podemos ser como fueron antes, es un tema que no debería ser tabú, la educación sexual debe estar presente en los niños, ella está en una edad en que ese despertar romántico comenzó... Y creerá que él será el amor de su vida, y no siempre es así.
—Bien, bien, bien, bien.—Dije rápidamente. Masajeé mi sien.—Hablaremos con ella cuando se despierte, pero... Por favor, encárgate tu de...
—La llevaré al doctor. Sólo quiero que sienta que puede hablar de ésto con ambas.
¡No es que no quiera! Es que me aterra pensar en Max haciendo cosas de adultos, cosas que yo hago, ya, ya sé, pero es diferente. Para mi ella es una niña y ya.
—Sé que te asusta ese cambio de mentalidad, pero es lo que conlleva... Tener hijos.
—No son nuestros hijos. No tenemos hijos aparte de Piolín.—Murmuré. Wanda me miró en silencio y salió de mi regazo. ¿Qué?— ¿Qué dije?
—Te espero en la habitación.
—Oh, Wanda. Por favor. Ninguna quería...
—Nat, tengo sueño. Te espero en la habitación. Joder. Excelente.
Bien, pues que así sea.
—Ya voy...—Murmuré dejando mis zapatos en el suelo.
—Dejaré tu pijama en tu almohada.
—Te amo.—Murmuré.
—También te amo.
Subió las escaleras. No me gusta ir a dormir luego de un roce de éste estilo, jamás discutimos, nos entendemos bien y sabemos charlar, pero... ¡Joder! Razón número uno para no tener niños. Agradezco que ninguna los quiera.
[•••]
Me desperté bastante temprano para ser sincera, preparé el desayuno e hice diferentes cosas esperando a que Wanda no estuviese enfadada, no sé como funciona ésto, ya que nunca discutimos, pero ahora que lo hemos hecho, debo saber como hacer para revetirlo.
Hemos desayunado y ha actuado como normalmente, no me habló feo, ni dijo alguna cosa fuera de lugar. Todo estaba bien y eso me hizo sospechar. ¿Y si planea abandonarme? ¡No entiendo a las esposas! No sé como funcionan y llevo años casada con ella, ¿cómo puede haberse enojado? Y... ¡¿Por qué?! ¡¿Qué dije?!
—Nat, Max está libre.
—Hey, cariño. Me gustaría saber si estás enfadada y la razón. —Hablé directamente.
Wanda me miró en silencio y negó.
—No estoy enfadada. Pero... ¿Podemos hablarlo luego? Ahora lo importante es hablar con Max.
Asentí y ambas nos paramos fuera de su habitación. Tocamos la puerta y cuando nos permitió pasar, ingresamos.
—Hey, Max. Me gustaría charlar contigo sobre algo...
—¿Qué sucede?—Preguntó quitándose los cascos y observándonos con su típica cara de póquer.
—¿Tomas anticonceptivos?—Pregunté yo y luego retrocedí dejando la responsabilidad en mi esposa. Wanda me trajo hacía delante nuevamente de un sólo tirón.
—¿Revisaste mis cosas otra vez?—Preguntó a mi esposa.—¿No puedes sólo meterte en tus asuntos? ¡Por qué les importa!
—No he revisado nada. Estaban junto a tu almohada, Max. No queremos regañarte.
—¡No pueden, no son nada de mí!—Se quejó.
Wanda se quedó en silencio, se dio media vuelta y salió de la habitación rendida. Creo que incluso pude ver como sus ojos se habían cristalizado rápidamente.
Me giré a Max quien pareció arrepentirse de sus palabras.
—No debías hablarle así. Ya hablaremos tú y yo.
Ella dejó ir un suspiro y asintió cabizbaja. Ugh, me di asco. Acabo de regañar a una niña.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top