14. Maxinne.

Natasha.

-¿Y qué tal estuvo su primer día en la escuela?-Pregunté con una sonrisa mientras los niños subían a la camioneta. Wanda acomodaba el cinturón de Jean y jack.

-Grandioso, he aprendido sobre la tabla periódica.-Murmuró Jack.-Además la maestra me ha dado varias estrellas doradas por acabar mi tarea antes de tiempo. He avanzado y ahora sólo debo leer un par de cosas.

Asentí mareada ante tanta información. El pequeño Jack tiene la habilidad de informarte sobre diez cosas en menos de veinte segundos. Habilidad que podría serle útil en un futuro si desea ser orador motivacional o algo.

-¿Y a ti, Jean?-Pregunté viendo a la pequeña besar amorosamente la mejilla de mi esposa quien aún no podía subir al auto. Sonreí. La castaña no respondió, siguió besando el rostro de Wanda.-Grandioso. ¿Max?

-Bien.-Contestó poniéndose los audífonos a tope con música que probablemente yo no oiría, pero eso decía de Taylor Swift y Wanda me tiene oyéndola diario.

-Bien...-Murmuré observando el volante. -¿Saben? El sábado al fin podrán conocer a los padres de Wanda. Ellos están felices de que nos reunamos a cenar por ustedes.

-¿Abuelos? Grandioso.-Dijo Jack. Wanda me dedicó una sonrisa y acabó por subirse al auto junto a Jean.

-Uh, no hay espacio.-Dijo Jack.

-Ven aquí, hombrecito.-Palmeé el asiento del copiloto.-Ya tienes edad para ser mi compañero de viaje.

El pequeño pasó junto a su hermana quien lo miró en la seriedad común que posee Max. Joder. Creo que ella aún nos odia.

-Bien, hora de ir a casa.-Murmuré y encendí el auto.

[•••]

Wanda.

-¿Max?-Pregunté entrando en la habitación de la mayor de los niños. -Acabo de entrar, necesito tu ropa usada.-Murmuré.-Y también saber si quieres pizza o pollo para la cena.

Absolutamente nada.

Comencé a recoger la ropa desde el suelo metiéndola en el cesto, tomé uno de sus pantalones y cayó una pequeña bolsa con polvo de color blanquecino dentro.

-Oh, Dios...-Murmuré. -¿Natasha?-Pregunté en voz alta.

-¿Qué hace aquí?-Preguntó Max tras de mí.-¿Por qué toma mis cosas?-Dijo arrebatándome aquella bolsa de las manos.-¡Fuera!-Gritó y salí sin poder siquiera explicarle que sucedía.

Es que, no soy imbecil, claramente aquello no era aderezo para ensaladas ni azúcar para el café. Conozco las drogas, trabajo para un sitio en donde vemos casos terribles en niños de menos edad que Max.

Y no es que no confíe en mi esposa, pero no quiero acercarla a un entorno que sé, es traumático para ella, viéndolo desde el lado de que su hermana pequeña fue adicta después de todo lo que ella luchó para mantenerla apartada de aquello.

No es justo para Natasha, y tampoco me gustaría decírselo, pero hemos prometido ser honestas respecto a los pequeños si queremos que funcione.

-¡En casa, mi amor!-Gritó Natasha desde la entrada.

Automáticamente mis preocupaciones se esfumaron y sonreí.

-Te he comprado algo bonito, porque eres mi chica bonita.-Murmuró apareciendo en el pasillo frente a mí.-Allí estás, amor.

Se acercó para besarme. Acaricié su rostro observando las manchas de pintura en su rostro.

-Estás manchada...-Murmuré intentando borrar un poco de aquello con saliva.

-Que maternal.-Murmuró.-Te he comprado algo bonito, cariño. Te gustará. Úsalo en la cena con tus padres.-Me entregó una bolsa de una tienda bastante cara.

-No puedo aceptarlo, es demasiado costoso.

-¿No puedo darle un regalo a mi esposa si quiero? Acéptalo o se lo daré a Tony.-Dijo ella. Giré los ojos.-Se una buena chica y quédate con ello, prepararé el almuerzo y luego iré con Jack y Jean a jugar al patio.

Asentí.

No debería arruinar la facilidad con la que está desenvolviéndose con los niños. Ella realmente se lo está tomando como si fuesen vacaciones, no le ha costado adaptarse a ellos, ni ellos adaptarse a ella... Excepto por Max, aún me parece algo lejana.

Tal vez debería... Ignorarlo y... Pensar en como solucionarlo.

[•••]

Wanda.

-Preciosa, me voy a trabajar.-Murmuró mi esposa besando mi cuello con suavidad.-Te amo... Te amo, te amo.-Dijo y acaricié su mejila sin abrir los ojos.

-¿Qué hora es?-Pregunté.

-Cuatro de la mañana.

Abrí los ojos rápidamente.

-No te irás justo ahora.

-Debo ir, acabaré a las ocho, a las nueve iré por mis gafas nuevas, luego debo ir por Max a la escuela, hoy saldrá temprano, o algo así me dijo ayer por la noche.

-Max está muy callada desde que llegaron...-Murmuré acomodándome mejor en la cama.-Ni siquiera habla con su terapeuta. Ni siquiera menciona algo respecto a lo que le contamos.

-No es que lleven demasiado aquí como para hablar, y tiene quince años, es una adolescente. Yo a los quince tampoco quería hablar demasiado.-Dijo mi esposa tomando sus cosas.-Hablaré con ella, creo que quizá necesita que alguien se acerque, ya sabes.

-Nos hemos enfocado demasiado en los pequeños. Creo que... Ambas podríamos pasar más tiempo con ella, quizá lo necesita, además no creo que... Sea un no certero, probablemente podemos charlar con ella.

-¿El terapeuta no ha dicho nada?-Preguntó Natasha y negué.

-Como te dije, ella no habla. Sólo espera a que la hora pase, luego sale de allí y viene a casa.

Natasha asintió.

-Bien. Hablaré con ella, la llevaré a comer helado. ¿quieres venir?-Preguntó y negué.

-No puedo, iré con Steven.

-¿Y los niños?

-Tienen sesión en el jardín de la corte. Es grupal.

-¿Max no va?

-Max exigió que al cumplir los quince dejen de obligarla.

-Aún tiene catorce.

-En dos semanas cumple los quince. Ya no es necesario llevarla.-Susurré y besé la mejilla de mi esposa.-Ya vete, te amo.

-Te amo.-Dijo uniendo nuestros labios nuevamente para luego acercarse a la puerta, observarme y regresar para besarme un par de veces más. -Te amo, te amo, te amo, te amo...

-Si no te vas ahora, nos tomará más que una sesión de besos...-Susurré y ella mordió su labio inferior.-Y sabes que ésto de la abstinencia llamada "niños" no está funcionando.

-Es por eso que trabajo tanto...-Dijo dejando ir un suspiro.-Bien, me voy.

[•••]

-Entonces la niña tiene droga en tu casa y finges que no.-Dijo Steven cruzando sus piernas y tomando su taza de té.

-No vende droga. Eso creo. No lo sé, sólo encontré aquello.

-¿No haz buscado entre sus cosas?-Preguntó rápidamente.-Wanda. Eres la madre.

-No invadiré su privacidad porque sospecho que...

-¡Vende o consume cosas extrañas!-Dijo mi mejor amigo y escondí mi rostro entre mis manos. -¡Wanda, por favor! Es una niña de catorce años, sabes como funciona esto. Haces el informe y va a la correccional o la internan, no puede estar cerca de sus hermanos si sigue los patrones de sus padres.

-Steven. Es una niña. Si llego a separarla de sus hermanos... Max, los ama. Max y sus hermanos son uno. Se tienen entre ellos y ya.

-Fácil. Entrega a la niña y te quedas con los pequeños. -Dijo serio.-Cariño, te adoro, y te conozco. Natasha y tú, se encariñan de los pequeños, ¿y luego? ¿Quién quiere a la más grande? Nadie, sólo está causándoles problemas, además de que probablemente sólo seguirá aquél camino que eligieron sus padres, y sus hermanos no necesitan más de eso. Son pequeños, pueden reformarse.

-Steven, sólo escúchate. No es Pablo Escobar, es una niña, de catorce años, su padre no la crió, vivió con un hombre que los maltrataba a ellos y a su madre, mientras que ambos abusaban de sustancias, tuvo que criar a dos niños, como si nada, y todo en quince años. Jamás ha tenido un cumpleaños y... Tú quieres que a dos semanas de cumplir años, la separe de sus hermanos y la envíe a criar alpacas a una correccional.

-Sí, exactamente.

-No, yo...-Me quedé en silencio. La razón por la que Yelena cayó en la adicción, fue porque creía que jamás sería feliz. Natasha era una gran hermana, pero no acostumbraban a demostrarse afecto. Le faltaba cariño. -Creo que tengo una idea...

-¿Qué idea?-Preguntó mi mejor amigo. -¿Incluye emborracharnos? Me hace falta.

-Dejé de beber.-Murmuré.-Bueno, decidí ya no beber.

Él me observó espantado, casi ofendido diría yo.

-Tengo a tres niños bajo mi cuidado. Natasha escondió todo el licor en la azotea y yo me mantengo al margen. -Mencioné.-Bien, mi idea es darle una fiesta de cumpleaños impecable a Max, sus amigos, un dj, lo que sea. Y lograr que se incluya en el plan familiar, poder ayudarla, y reinsertarla.

-¿Cómo un proyecto?-Preguntó él y giré los ojos. -Entiendo que sientas que tienes aquél poder de curar a las personas, pero que funcionara con tu esposa...

-Steven. Natasha no era ninguna adicta, y no tiene un problema con las sustancias.

-Lo tenía con el alcohol, y me atrevería a decir que...

-Steven.-Dije molesta.

-Bien, lo siento. Perdón. Estoy... De tu lado, lo sabes. Adoro a Natasha y a ti. Cuenta conmigo en lo que deseen para la fiesta, te ayudaré.

-¿De verdad?-Pregunté y él asintió.

-Somos mejores amigos desde que nos conocimos. ¿Crees que te dejaría sola? Jamás, cariño.

Abracé a Steven con fuerza. Claro que somos mejores amigos, él y yo hemos estado codo a codo con el otro desde que llegamos al trabajo. Estuve a su lado cuando su novio lo dejó, y él estuvo para mí cuando Natasha y yo tuvimos una pequeña separación en medio de nuestra relación.

-Gracias por ser mi mejor amigo, Steven. Y por apoyarme en ésto.

-Acepté que metieras tres niños a tu casa, claro que te apoyaré si quieres robar un banco.

[•••]

Natasha.

La rubia venía saliendo de la escuela, charló con un muchacho y eso puso mis sentidos en alerta. ¿Y ese pejelagarto quién es? ¡Es decir, aún es una niña! Se ve bastante mayor.

Él besó su mejilla, ella se sonrojó. Bajé la ventanilla del auto y la vi aparecer delante de la puerta.

-Hola.-Saludó. Seria como siempre.

-Hola, Max. ¿Quién era tu amigo?-Pregunté. Ella se sonrojó.

-Uh, yo... Se llama Lucas. Es del equipo de basquetbol.-Dijo nerviosa. Asentí. Con que Lucas...

-¿Y es tu amigo?-Pregunté nuevamente.

-Sí.

-Bien. Podrías invitarlo a casa.-Murmuré.

-¿Qué? Es decir, ¿de verdad?

Asentí encendiendo el auto y poniéndome en marcha.

-Sí.

-Wow. Muchas gracias. En serio... Le diré.-Me sonrió.

-¿Quieres ir por un helado?-Pregunté y negó. Maldición. Me había sonreído, fue un avance.-¿A casa entonces?

-Sí. Tengo tarea.

-¿Necesitas ayuda con eso?-Pregunté y ella negó. -¿Estás segura? No me molesta ayudar. Soy buena en las matemáticas. En caso de que sea de matemáticas.

-Es de ciencias.

-Grandioso. ¿Sobre qué?

-La fecundación.-Contestó y frené de golpe viendo el semáforo en rojo.

-¡¿Qué?! ¡¿Por qué?! ¡¿A tu edad?!-Pregunté rápidamente. Ella me miró extrañada. Bien, Natasha. No estás siendo la mamá cool, relájate.-Es decir... A toda onda.-Murmuré y me maldije mentalmente por haber dicho eso. ¿A toda onda? ¿Qué carajos?

-Nadie dice eso.-Dijo comenzando a reír. Me sonrojé.

-No sé que expresiones se usan hoy en día. Lo lamento.-Dije avergonzada y ella le restó importancia con la mano.-Quise ser cool.

-No importa. Eres bastante cool.

-¿Lo crees?-Pregunté rápidamente y ella asintió.-Bien. Grandioso. Creí que me odiabas.-Admití.

-No, no las odio. Sólo no me gustan los adultos. No confío en los adultos.

-Somos buenas adultas.-Dije rápidamente retomando el camino. Ella me observó y se encogió de hombros. -¿Qué significa eso?

-No las conozco. Tratan bien a mis hermanos. Eso me sirve.

-¿No te gustaría que te trataramos bien a ti?-Pregunté yo.

-Ya lo hacen, me tratan bien. Me dan las cuatro comidas y tengo un cuarto con baño para mí sola.

-Esas son comodidades. Hablo de integrarte como miembro de la familia. He notado que no hablas mucho.

-No hace falta. No soy una niña pequeña, y no soy lo que los padres eligen para quedarse.-Murmuró. Me quedé en silencio.-No necesito que intente convencerme de que me quieren como a mis hermanos. Noto que ellos son importantes, los quieren, yo sólo estoy aquí de paso, y espero que en algún momento, mamá logre salir de rehabilitación o algo y pueda volver por nosotros, de lo contrario, yo me encargaré de mis hermanos. No quiero su lástima o compasión. Sé que no les importo realmente, soy una adulta ante sus ojos.

Me quedé en silencio, no supe que contestar a eso.

Ella...

Uh...

Me siento extrañamente triste.

Nota de autor:

En un rato la otra actualización. He pensado que éste fanfic tenga 30 o 35 capítulos *acaba en 70

-Codi.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top