13. Jack, como el pirata.
Natasha.
Abrí los ojos y me espanté. Jack estaba delante mío observando.
—Jack. ¿Qué pasa?—Pregunté somnolienta notando que aún no son ni siquiera cinco de la mañana.
—Hola, señorita Natasha. No puedo dormir, he tenido una pesadilla en donde era un pirata. Jack, como el pirata. ¿Cree que podría dormir aquí?—Susurró y observé a Wanda dormir plácidamente a mi lado. Le ha costado que Jean no llore hoy, por lo que no creo que sea justo que yo le pida que se despierte para que Jack pueda acomodarse.
—¿No te gustaría que te lea un cuento en tu habitación?—Pregunté y él pareció meditarlo, sin embargo, negó.—¿Seguro?
—Uh, sí, por supuesto. Me gustaría dormir con usted, señorita Natasha. Me gusta sentir sus abrazos.
Asentí lentamente. Rasqué mi nuca y vi mis pantalones en el suelo.
—Bien, ve a tu habitación. Iré en unos minutos a dormir contigo, ¿te parece?
—¿Se quedará hasta que amanezca?—Preguntó desconfiado. Asentí.—¿Me lo promete?
—Claro, hombrecito.—Susurré aún adormilada. —Ya voy.
Él salió de la habitación y me levanté para buscar un pijama de cuerpo completo en el armario, cuando lo encontré, decidí ir al baño, lavarme la cara para espabilar un poco y luego de vestirme, bajé a la habitación de los niños.
Pasé fuera de la habitación de Max. Me acerqué a la puerta ya que la vi abierta.
—Te he dicho que ya no vendo aquellas cosas, no vuelvas a llamar por eso... No, te estoy...—Sé que no debería oír conversaciones ajenas, pero sinceramente esto se oye importante y...
—Señorita Natasha, ¿ya viene?—Oí la voz de Jack y me alejé de la puerta rápidamente.
—Espera.—Oí hablar a Max. Caminé hasta Jack y lo tomé en brazos. Oí la puerta de la habitación de Maxinne cerrarse. Mierda.
—Bien, hombrecito. Vamos a dormir.
—Grandioso. Me gusta dormir, me gusta dormir muchísimo. ¿Le gusta dormir muchísimo? Los gatos duerme aproximadamente diecisiete horas, otros más. Ojalá yo fuese un gato. ¿Le gustaría ser un gato, señorita Natasha?—Preguntó animadamente. Sonreí. Es lindo. Aunque en ocasiones me marea con tanta información y por la forma rápida en la que habla. Es como una caricatura andante, y sinceramente me ha hecho las tardes más divertidas desde que llegaron.
—Claro, los gatos son buenos animales, me gustan mucho. ¿Te gustan los gatos?—Pregunté y se encogió de hombros.
—Nunca he visto uno. Sólo conozco al señor don Piolín.—Murmuró refiriéndose a mi pequeño saco de pulgas, llamado hijo cachorro.
—Entiendo. Es un buen compañero y amigo. ¿Haz jugado con él?
—Me asustan los animales, señorita Natasha.
Lo recosté y me recosté a su lado analizando eso.
—¿Por qué? Nunca haz visto animales...—Murmuré mientras veía a Jean dormir en su cama plácidamente.
—Porque papá tenía dos perros enormes de color negro, eran malvados, los usaba para asustarnos, y una vez sacrificaron a uno en el jardín, ese día lloré demasiado, ladraba muy, muy fuerte y he llorado, me desmayé, y cuando desperté, estaba en el sótano con mis hermanas.
Me quedé en silencio cuando oí aquella parte de su historia. Dejé ir un suspiro cansado. No es que mi vida en el orfanato fuese fácil, preparándome cócteles desde los once años para que a mi y mis mejores amigos no les sucediera nada, al menos tuvimos protección que otros niños no tuvieron, abusos, agresiones y muchas cosas desagradables... Incluso que algunos de esos señores adinerados se encargaran de algunos niños "bonitos" del orfanato. En esos momentos adoraba no ser considerada bonita para el gusto de los compradores.
—Bien, ven aquí.—Susurré acercándome para abrazarlo. Él me observó con sus grandes ojos azules.
—¿Sabe algo, señorita Natasha? Jamás creí que tendría una mamá. —Murmuró antes de bostezar y cerrar los ojos.—Y ahora por un tiempo, tendré dos. Eso es fantabu...Fantabu...—Suspiró y lo vi dormirse mientras mi mano acariciaba su cabello.
—A mi también me gusta cuando Wanda acaricia mi cabello.—Murmuré.
Sólo llevan unos días aquí y me entristece pensar que la familia que los llegue a adoptar, no los vaya a cuidar tan bien, pero bueno... Es lo que debe ser.
Wanda y yo no tenemos material para madres, no es lo que unos niños esperarían como madres, y no podemos ofrecerles mucho más, planeo acabar la remodelación de la casa que mis abuelos me han dejado, y espero venderla, luego de eso quiero comprar un bar, y mi esposa tiene un horario exigente, además, amamos nuestra soledad, barra, estabilidad como pareja.
Y con niños aquí, no tenemos tiempo de hacer lo que hacíamos antes, ya saben, lo normal, hacer el amor sobre la mesa en donde en las fiestas invitaremos a toda nuestra familia a comer una deliciosa cena, que acabará con Wanda y conmigo repitiendo aquello luego de unas cuantas copas de vino, vodka o un poco de yerba.
Sólo un poco, no somos consumidoras frecuentes ni nada de eso. En ocasiones lo hacemos para relajarnos luego de un día estresante.
Uh, en fin, ese no era el punto. Debo reparar algunas cosas, muchas casas, mi relación con Yelena, quien aún no sabe que es mi hermana, y no pretendo que lo sepa, ya que no quiero arruinar su perspectiva sobre su padre, un padre ficticio que no se parece para nada al bastardo que nos metió en mamá y todo eso. Mamá también era una desgraciada, pero al menos tuvo la decencia de abandonarnos para no arrastrarnos a toda su miseria.
Aprendí a vivir con ello, tomé terapia por años, y al llegar a los treinta ya estaba bien, eso no significa que lo que pasé no me haya afectado, pero también sé que no cambia que soy una buena persona, soy feliz, tengo la vida que me merezco y soy exitosa. Estoy bien, y hoy estoy ayudando a unos niños para evitarles pasar por todo lo que yo pasé.
Incluso si ellos ya vivieron un infierno antes de entrar allí, antes de siquiera... Conocer unos padres amorosos. Ellos... Sufrieron demasiado.
—Oh, Dios.—Murmuré y cerré los ojos.
No debo culparme por cosas que no puedo controlar, yo no los conocía.
[•••]
Wanda.
—Hey, todo está bien, sólo entrarás unos minutos, charlarás con la doctora y...
—Mamá, entrar.—Dijo Jean señalándome. —Mamá y bebé. Entrar.
Natasha quien jugaba a perseguirse con Jack unos metros más allá, estaba riendo en voz alta.
—¿Familia de Jack Holland?—Preguntó un doctor.
—Yo.—Dije levantándome.
Mi esposa se acercó con el pequeño en brazos, ambos risueños, como dos mejores amigos que juegan comunmente.
Entramos en la consulta y el doctor se sentó acomodando unos papeles. Llevamos varios días realizando pruebas diversas a los tres niños, Max, hoy decidió ir a la escuela, sin embargo, no creo que esté incómoda en casa, pero si considero que está algo inquieta sin tener algo en lo que ocupar su mente.
—Bien. Ustedes son las tutoras de Jack Holland. Tomen asiento.
Natasha se sentó con Jack en su regazo mientras yo mantenía a Jean aferrada a mi cuello.
—¿Qué sucede, doctor? ¿Está todo bien?—Preguntó Nat. Tomé su mano y ella entrelazó nuestros dedos.
Noté el nerviosismo por la forma en que observó toda la habitación al entrar, además de que su pierna no deja de moverse mientras acaricia una de las manos de Jack.
Jack y ella realmente están construyendo algo hermoso. Incluso si Natasha niega estar generando lazos, es algo que no podríamos haber evitado, ¿cómo ìbamos a evitar generar lazos con ellos? Estamos cuidando de ellos, y tratamos de enforcarnos en su salud y educación, además de convivir y compartir. No es sólo alimentarlos y darles un sitio cómodo, es entregarles una familia.
Hoy temprano me he encontrado a Natasha durmiendo con Jack en su cama, ella realmente está comenzando a comportarse como una madre preocupada de las pesadillas de su pequeño, y no le veo lo malo. No entiendo que le avergüenza.
—No sucede nada malo, es un diagnóstico inicial, que debe ser comprobado con demás exámenes que le ordenaré para realizar.
—¿Qué clase de exámenes?—Pregunté y él me entregó una hoja, un folleto y cosas con información sobre el autismo.
—Pues... La clase que se le deben realizar para confirmar lo que los especialistas que hemos tratado Jack en los últimos días, sospechamos.
—¿Y eso es?—Preguntó mi esposa. Le enseñé el folleto. Ella lo tomó mientras Jack simplemente jugaba con los dedos de Natasha.
—No sé si han tenido la oportunidad de analizar las conductas de Jack. Por ejemplo, en este momento, él está aquí, pero no está aquí.—Murmuró pasando su mano delante de Jack quien parecía estar completamente concentrado en la mano de Natasha u su reloj.—Jack. —Habló siendo ignorado.—Ahora necesito que alguna de ustedes le hable.
—Hombrecito.—Habló Natasha y él rápidamente prestó atención.
—¿Ya podemos irnos, señorita Romanoff?—Preguntó y Nat negó.
—Vuelve a lo tuyo, yo te aviso.
—Oh, okay, señorita Natasha.
El pequeño apartó su mirada de Nat y volvió a lo suyo.
—Claramente y de forma negligente no fue detectado con anterioridad, pero nosotros logramos reconocer algunos signos. Jack tiene la habilidad de disimular su mirada, y suponemos que lo aprendió como medio de supervivencia debido al entorno en el que creció. No es que el realmente mantenga una mirada en quien le habla, él se detiene a observar un punto que lo haga disimularlo.—Mencionó enlistando varias cosas.—También notamos un fuerte apego emocional a la señorita Romanoff. Habla de ella como si fuese la única persona en el mundo que ha cuidado de él, como si fuese su mejor amiga. ¿Ha mencionado algo de eso?
Natasha sonrió levemente.
—Él ha dicho que agradece que ahora tendrá dos mamás temporalmente. —Dijo Natasha. La observé. —Lo dijo anoche antes de dormir, cuando me ha levantado por sus pesadillas.
—¿Eso qué significa?—Pregunté yo observando al doctor.
—Que como Natasha Romanoff es su figura de apego, de ser claro nuestro pre diagnóstico, consideramos que por la forma en que debemos tratar su espectro, no deben separarse.
—¿Por qué dice "tratar"? Como si fuese una enfermedad o problema que se cura. Ser autista no es malo, está bien, es normal, es completamente normal.—Dijo Natasha a la defensiva.
—No, señorita. Me refiero a tratar con sus terapias, medicamentos en casos de que sean necesarios y disminuir el impacto que han tenido tantos años en los que él se ha obligado a reprimir su condición, para nada mala.—Señaló el doctor. Natasha más relajada, asintió. —No creo que deban buscar tan pronto una familia que reemplace lo que ustedes hacen, no hasta que el pequeño tenga un diagnóstico claro y sea presentado de forma lenta y autorizada por su terapeuta.
—No se preocupe por eso. No estamos ansiosas por darlos en adopción. —Dijo Natasha. Enarqué una ceja recordando en la mañana como me preguntó sobre las familias interesadas y yo le dije que aún no había comenzado una búsqueda porque no he tenido tiempo.
Cosa que es cierta, pero a la vez, es porque no sé si soportaría dejar a Jean, no aún.
No hasta que esté segura de que ellos tres están bien.
—No he comenzado a buscar una familia adoptiva.—Comenté. Natasha me observó fijamente.
Ambas nos estamos ocultando cosas, no creo que estemos siendo sinceras con la otra, y eso no es grandioso.
Al salir de la consulta nos observamos en silencio.
—¿Por qué?—Preguntó y yo supe a que se refería. Con un movimiento de cabeza, señalé a Jean.
—¿Y tú?—Pregunté.
—Somos amigos.—Señaló a Jack.
—También quiero a Max.—Mencionamos al unísono. Sonreímos.
—Entonces... Que no sean sólo unas semanas hasta que estén bien. Aseguremos que... Realmente tendrán una familia y luego...
—Sí. —Concordó Natasha.—Y seamos sinceras al respecto, nada de esconder cosas. Somos un equipo.
—Somos mejores amigas y esposas.—Murmuré. Natasha asintió y se encorvó para unir nuestros labios.—Te amo, Bob.
—Y yo a ti, cariño. Te amo casi tanto como a mis herramientas. —Murmuró.
—¿Tan así? Eres toda una romántica.—Dije con sarcasmo mientras ella me dedicaba una sonrisa que sabía en cualquier momento me pondría de rodillas.
Pero no aquí, no delante de nuestros niños.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top