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París devastada por caída de misterioso objeto celeste

Estrasburgo, Fra., 3 Feb (AFP).- Un objeto celeste no identificado estalló la mañana de este jueves sobre París, Francia, causando la devastación del área conocida como el Gran París, que comprende la propia ciudad y las comunas de Argenteuil, en el departamento de Val-d'Oise; Savigny-sur-Orge, Juvisy-sur-Orge, Viry-Châtillon y Paray-Vieille-Poste, en Essonne.

Con la mayor parte de la cadena de mando del gobierno francés reportada como desaparecida, ha sido el ejército el encargado de declarar el estado de emergencia, mientras el Parlamento Europeo anunció una reunión urgente para evaluar la situación y determinar las acciones inmediatas.

Los países vecinos —Alemania, Bélgica, España, Italia y Suiza— se declararon en estado de alerta, a la vez que ofrecieron su ayuda inmediata al gobierno francés, mientras Inglaterra y Estados Unidos ya están preparando el envío de cuerpos de rescate.

En redes sociales, múltiples Organizaciones No-Gubernamentales (ONG's), grupos de expatriados franceses y otras organizaciones civiles ya comenzaron la recolección de ayuda humanitaria para los posibles sobrevivientes.

La Agencia Espacial Europea (ESA) descartó que haya más meteoritos en camino a la Tierra, pero pidió al público que se mantenga atento a la posible caída de fragmentos del bólido principal. Hasta el momento se han reportado incidentes de caídas de fragmentos en lugares tan lejanos como Kiev, Ucrania; Moscú, Rusia, y Casablanca, Marruecos.

Por su parte, la Agencia Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA) declinó hacer comentarios, pero fuentes internas, que hablaron bajo condición de anonimato, declararon que los especialistas especulan que se trató de un bólido de entre 50 y 250 metros de largo que estalló entre cinco y 10 kilómetros por encima de la superficie terrestre.

Manacor, Mallorca, España, 3 de febrero

—¿Señores Martín?

—Diga, díganos, enfermera, ¿cómo está nuestra niña? ¿Está bien? ¿Cómo salió de la operación?

La madre se retorcía las manos mientras el padre le apretaba fuertemente los hombros y ambos veían con ansia a la enfermera, quien hojeaba mecánicamente algunos formatos en un portapapeles de acero inoxidable.

—Salió bien de la operación, pero todavía se encuentra en estado grave —dijo tendiéndoles los documentos —los doctores les darán un informe tan pronto sea posible. Por lo pronto, necesito que me firmen unos papeles.

Anselmo tomó el portapapeles e Inés se derrumbó en una silla. Ambos estaban agotados. Todo había ocurrido demasiado rápido. Un sonido como el de un gran martillo golpeando una piedra. El grito de Alba. La sangre que salpicó el rostro de Andy, la bebé. Alba cayendo al piso y sólo entonces, una especie de sonido que Ernesto, su hijo mayor, describió como un estallido sónico.

La ambulancia se había tardado siglos en llegar y cuando lo hizo, los paramédicos estuvieron a punto de llamar a las autoridades para que la declararan muerta en el lugar. La bala o el objeto, había entrado por el parietal izquierdo y se había alojado justo en la cisura interhemisférica, a la mitad entre el tronco y rodete del cuerpo calloso, es decir casi exactamente a la mitad del cerebro.

Sin embargo, justo cuando el paramédico estaba hablando con la policía, Alba se movió. Una especie de convulsión sacudió el cuerpo regordete, ante la incredulidad de los técnicos de emergencias y el grito esperanzado de la familia entera.

Veinte minutos después, Alba entraba al quirófano, con su vida en manos de Dios y de los doctores. Los cirujanos no habían podido hacer gran cosa, de modo que ahora todo había quedado en manos de Dios.


Milpa Alta, Ciudad de México, 3 de febrero

—¡Rápido, creo que lo vi caer por acá!

Se hacía tarde y la luz de día en un bosque es algo terriblemente engañoso, un instante puedes ver perfectamente todo a tu alrededor y al siguiente no alcanzas a verte la punta de la nariz. Sin embargo, ninguno tenía la menor intención de volver.

—¡No tan rápido, weyes! No los alcanzo.

Ni siquiera el Roger. De hecho, nadie entendía exactamente cómo era que se les había pegado. Usualmente no se juntaba con el grupito de Ricardo, de hecho usualmente no se juntaba con nadie, excepto con Romina, su novia... de hecho, nadie sabía cómo era que Roger tenía novia.

—Lo siento, "niño maceta", pero nadie te invitó a venir.

"Niño maceta". Así le decían en el barrio porque una vez, cuando todos tenían entre 8 y 12 años, había intentado robarse una maceta de un puesto en el tianguis. El vendedor lo había atrapado y lo retuvo con la intención de entregarlo a la policía; por fortuna, alguien había avisado a su mamá y ella había tenido que pagar la maceta al triple, para que el tipo no levantara cargos. Lo que más odiaba de aquel día no era el apodo, sino que nadie, ni su mamá, le había preguntado para qué quería la maceta.

Tropezó y maldijo a todos los dioses. Aquel defecto congénito en su columna vertebral no lo dejaba ni siquiera caminar bien. Escoliosis congénita leve que se había agravado en su adolescencia; no amenazaba su vida pero... vaya, definitivamente nunca sería el heredero de las glorias de Maradona, ni mucho menos de Pelé.

Todos la habían visto: una línea brillante que cruzó el cielo en la madrugada, cuando todos los chicos de su edad comenzaban a salir de sus casas para ir a la secundaria de la colonia y luego, un fuerte sonido como de una explosión. Aquel día, los salones prácticamente se quedaron vacíos, simplemente, los chicos decidieron "irse de pinta", para buscar lo que a esas horas ya todos sabían lo que debía de ser: un fragmento del "Bólido de París".

En medio del enojo, arrancó un puño de tierra para aventárselo al árbol más cercano, pero de inmediato lo sintió. El grito desgarró el bosque y Roger estaba casi seguro de que, a la distancia, había escuchado las risas burlonas de la pandillita, que siguió alejándose a través de la cada vez más profunda oscuridad.

Estaba caliente, endemoniadamente caliente. No alcanzaba a ver qué era, solo sabía que era esférico, liso y tan, pero tan caliente que se había pegado a su mano. Necesitaba ir a un doctor.

Hipando y sorbiendo las lágrimas, logró levantarse y se resguardó en el hueco de un árbol. No tenía agua, ni comida, tenía hambre y frío, pero moverse de noche por el bosque era peligroso y con su... defecto, era casi un suicidio. Tendría que esperar a la mañana para volver a casa.

Malabo, Bioko Norte, Guinea Ecuatorial, 4 de febrero

—¡Rápido, rápido, acelera, acelera! (1)

Lo más seguro era que Balboa ni siquiera lo escuchaba. La motocicleta volaba por la calle semi-vacía de la madrugada, sólo unos cuantos obstáculos ocasionales se atravesaban en su camino y el conductor, con más suerte que habilidad, había logrado esquivarlos casi todos.

Detrás, el rugido de dos autos modificados se sentía cada vez más cerca, casi opacado por el sonido de disparos al aire, aullidos salvajes y gritos con toda clase de insultos y palabras soeces que les ordenaban que se detuvieran.

El conductor aceleró al máximo, tratando de perderlos, mientras Garbanzo trataba de echarle una ojeada al botín. Había caído hacía unas dos horas justo en la frontera de su territorio. Balboa, Mongrel y él habían llegado primero, pero el imbécil de Panwe Hlem (2) y sus Funky Boyz no quisieron entender razones.

La inevitable persecución había iniciado cuando Mongrel sacó su pistola, pero uno de los F's fue más rápido y le descerrajó un tiro en la cabeza. Su sacrificio no había sido en vano, al menos les había dado tiempo a él y a Balboa de escapar, pero ahora tenían a Panwe Hlem y casi una docena de los suyos pegados a sus traseros como si fueran una maldita pipa de crack.

No tenía idea de cuánto podría valer, pero a menos de veinticuatro horas del Evento París, ya se había desatado una guerra de ofertas en internet, que iban desde los cien hasta el millón de dólares, por cualquier fragmento del Bólido. La pieza era relativamente pequeña, tal vez del tamaño de una canica grande, pero Garbanzo no pensaba venderla por menos de mil de los verdes.

Una ráfaga de ametralladora sonó casi en sus orejas y, por un mero reflejo, Balboa dio un volantazo para doblar en la esquina más cercana.

—¡Cuidado, cuidado! ¡Frena! ¡¡Frenaaaaaaa!!

Todo fue inútil, iban demasiado rápido y la barrera de contención estaba demasiado cerca. Alguien había cerrado la avenida, chispas eléctricas volaron cuando se estrellaron con un auténtico bosque de reflectores, los cuales rodeaban un amplio espacio en el medio de la avenida Norris.

Garbanzo no tenía idea de en qué momento habían llegado tan lejos, pero esa no era su preocupación, ni siquiera el hecho de haber sido proyectado a cien kilómetros por hora tras estrellarse la motocicleta, ni mucho menos el hecho de que Mongrel se hubiera desnucado al impactarse contra un bolardo.

No, lo único que le preocupaba era la bola dorada que ahora volaba justo frente a sus ojos. Pero ni siquiera eso le preocupó por mucho tiempo. Su cabeza, cubierta por un sólido casco negro, se fue a estrellar contra algo mucho más blando, algo que lanzó un agudo grito mientras ambos daban volteretas en medio de un amplio rectángulo que de repente se volvió totalmente negro tras haber sido de un blanco brillante.

Un instante después, la misma negrura cerró su mente, cuando el amasijo de hierros retorcidos que había sido la motocicleta, cayó envuelta en llamas sobre ambos. Lo último que Garbanzo vio fue su trofeo incrustado justo en el centro de un esbelto torso femenino.

Zona Cero, 6 de febrero

El dolor era agónico, sin embargo, también era casi lo único que le permitía saber que seguía con vida. Con un último esfuerzo, logró levantar la piedra que era el último obstáculo hacia la salida. Su cara estaba empapada de su propia sangre y su cuero cabelludo ardía por una casi gigantesca raspadura que, seguramente, dejaría cicatriz.

La piedra cayó causando un pequeño alud en el cerro de escombros de lo que una vez había sido el auditorio principal del Lycée Molière. Dalel y Abrielle habían estado en el paso de gato, escondiéndose de miradas indiscretas. Dalel llevaba un tiempo tratando de seducir a la chica de cabello rubio y tetas diminutas, que despertaban sus más insensatas fantasías.

Y justo, justo había logrado robarle un beso cuando su mundo se volteó de cabeza, literalmente. Lo primero que sintió fue algo como el golpe de un martillo justo en el centro de su espalda. Luego la onda de choque debilitó los sólidos muros y el sismo terminó de echarles encima el edificio entero.

Su último recuerdo eran los gritos aterrados de la maestra Eulalie y de los chicos del grupo de teatro de Terminale, junto con los golpes de reflectores, tubos, sacos de arena y otros tantos elementos de la tramoya que se le venían encima. Luego negrura y luego nada.

Nunca supo qué fue de Abrielle, ni tampoco cuánto tiempo pasó inconsciente, lo único que tenía absolutamente claro era el dolor. Su brazo derecho estaba destrozado y su cara estaba cubierta de costras de polvo y sangre seca. Logró arrastrarse por entre el laberinto de escombros; su cuerpo, exageradamente delgado, no tenía problema alguno para pasar a través de espacios ridículamente pequeños.

Finalmente, logró erguirse casi en la cima de la colina de escombros. El cielo estaba tan oscuro como si fuera de noche, pero a lo lejos se alcanzaba a ver el resplandor de reflectores que apuntaban al cielo.

Por instinto, buscó algo con qué cubrirse la nariz. El ambiente estaba inundado de una densa nube de polvo que caía como una fina lluvia, tiñendo de gris su blazer negro.

Bajó con cuidado del cerro de escombros y sorteó la devastación que la rodeaba, con rumbo a donde se veía el resplandor de un grupo de reflectores y, al mismo tiempo, se escuchaba ruido de motores y de altavoces gritando instrucciones... ¿en inglés?

Su brazo la mataba, a tal grado que casi ocultaba otro extraño dolor en el centro de su espalda. No lo alcanzaba con las manos, pero los restos de una vidriera le dejaron ver un agujero perfectamente redondo en su saco y en ese momento dedujo qué era aquella extraña sensación entre su nalgas: sangre seca que había escurrido de la herida.

Su área de estudio eran las artes escénicas, no la medicina, pero la palabra "cuadraplejia" no dejaba de rondar en su cabeza, junto a un enorme signo de interrogación... de color rojo... parpadeante.

No reconocía absolutamente nada, todo eran colinas de escombros, ocasionales restos de señales de tránsito, semáforos y árboles derribados, arrancados prácticamente de raíz.

Su segundo pensamiento al ver su ciudad destruida fue un estallido nuclear, sin embargo, seguía viva. Tampoco era científica, pero si la explosión no la había matado, los niveles de radiación lo habrían hecho en menos de los casi cincuenta minutos que le había tomado recorrer poco menos de un kilómetro.

Por fin, escuchó las voces a la vuelta de un gran cerro de escombros entre los cuales destacaban los restos desmembrados y desparramados de maniquíes, que le dieron un susto mortal al verlos a la distancia.

No sabía qué esperar, realmente, tal vez rescatistas, bomberos, cuerpos de emergencia... paramédicos, pero seguro no era lo que estaba frente a sus ojos.

—¡Alto!

El hombre aquel, enfundado en un traje contra desechos peligrosos camuflado y cuyo rostro estaba cubierto por una máscara anti-gas, caminaba hacia ella gritando en inglés y apuntándole con un rifle, llamando la atención de otros detrás de él.

Corrió. Corrió como alma que llevaba el diablo. No supo porqué, realmente, necesitaba ayuda con urgencia, pero algo en su panza le decía que no debía quedarse ahí.

Un tropel de pasos se escuchó a su espalda, seguido por el ruido de motores encendiendo. Seguramente no tenía oportunidad alguna, pero aun así no dejó de correr...

De repente, el suelo cedió bajo sus pies y un oscuro túnel se la tragó. Instantes después, el ruido de motores pasó unos tres metros sobre su cabeza, seguido por golpeteo de pasos, estática de radiocomunicadores y una voz que gritaba "Find him!".

Presunto dossier de la ONU asegura que Bólido de París era un OVNI

Washington, DC, 9 Feb (AP).- Una serie de documentos filtrados por una fuente anónima y divulgados por Wikileaks y Anonymous parecen revelar que el objeto que cayó en París, Francia, seis días atrás no fue ninguna clase de meteorito sino "algún tipo de objeto con un diseño inteligente".

Lo que se alcanza a rescatar de los documentos —fuertemente censurados y que recopilan información de fuentes tan diversas como la NASA, la ESA, la Mossad, la CIA, la FSB RF, la Cruz Roja y la OTAN— es que el presunto bólido era algún tipo de nave tripulada de aproximadamente 300 metros de largo que estalló parcialmente debido a algún daño sufrido previamente.

Cabe recordar que la Zona Cero, como se ha denominado al lugar del estallido, fue acordonada inmediatamente por efectivos militares franceses y estadounidenses, con una serie de cercos de seguridad que han hecho imposible acercarse a menos de 10 kilómetros del sitio preciso del impacto.

Esto parece confirmar los rumores y especulaciones que han circulado desde hace seis días en internet, donde todo tipo de personas han mostrado restos de la ahora presunta nave espacial que han sido hallados por todo el mundo, muchos de ellos que claramente parecían ser algún tipo de componente mecánico y/o electrónico.

Hasta el momento, ninguna de las agencias mencionadas ha hecho alguna declaración en torno a los documentos, que aparentemente son el dossier que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha recopilado sobre el evento, el cual ha tenido repercusiones en todo el mundo, desde climáticas, hasta religiosas y, principalmente, económicas.

La secretaria general de la ONU, la peruana Eva María Santollo, anunció que dará una rueda de prensa este jueves a las 15:00 horas tiempo del este de Estados Unidos, sobre esta presunta filtración.

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Notas del traductor:

(1).- Traducido del fang.

(2).- "Loco corazón", en fang.

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