Capítulo 17: Ella y Él...
Un bello espacio verde hasta donde la vista se podía alcanzar. Árboles enormes, arbustos frondosos, bellas flores, pasto verde. El mas hermoso y perfecto paisaje.
Un niño entre los 8 y 9 años se encontraba jugando con una pelota de fútbol junto a una niña y dos niños más.
-¡Hijo! -gritó una hermosa mujer con un vestido rosa pálido.
-¿Qué es mamá? -preguntó el niño.
La mujer sonrió con dulzura -Hay alguien a quién quiero que conozcas.
-¡Pero estoy jugando! -miró a sus amigos.
-No importa -habló una aterciopelada voz de mujer.
-Hermanita... -llamó la del vestido rosa.
-¿Tía? -se sorprendió -¿No estabas en el hospital? -vio que cargaba algo entre sus brazos -Eso es...
La mujer sonrió -La personita que ha estado esperando para conocerte.
Los otros tres niños permanecieron en silencio pues era de mala educación interrumpir una conversación ajena. Y por supuesto que ellos eran niños buenos y bien educados.
-Ella es tu prima -le dijo su tía al tiempo que se agachaba hasta su altura -Ven a verla.
El niño sentía curiosidad pues debido al embarazo de su tía toda su familia había estado como loca. Su abuela no paraba de tejer, su madre se la pasaba al lado de su tía y su tío al igual que su padre también andaban raros.
Al poco de enterarse que su querida tía tendría un bebé pudo notar que cada vez el tema salía a luz y él estaba presente todo el mundo le sonreía tontamente.
El niño vio un pequeño bebé envuelto en una pañoleta rosa con unos pequeños aretes de oro.
-Es... ¿Una niña? Tan suave...
Al tocar delicadamente su pequeña mejilla con un dedo los ojos de la bebé se abrieron de par en par.
-¿Eh? -se sorprendió el niño.
La bebé lo miró y sonrió mientras sujetaba el dedo del niño.
La madre de la recién nacida sonrió -Tal parece que le agradas mucho.
-¿Si?
-Así es, por eso tendrás que cuidarla ¿De acuerdo?
El niño la miró sin comprender pero tampoco dijo que no.
-Veras hijo mío... -hizo su aparición un hombre
-Cariño...
-Cuándo una mujer le entrega su cariño a un hombre el deber de éste es protegerla y quererla.
-Pero yo soy un niño y ella un bebé.
Otro hombre hizo su aparición y se rió voz alta -Pero algún día ella será tan bonita como tu madre y tía, así como tu serás un hombre fuerte y valiente.
-Dime... -continuó la madre de la recién nacida -¿Podrías prometernos que siempre cuidaras de nuestra pequeña hija?
-Humm... ¡Está bien! -respondió el pequeño y salió corriendo hacia sus amigos.
Los adultos se quedaron viendo a los 4 niños jugar mientras mimaban y hacían morisquetas para la recién nacida.
-Me pregunto... -habló la madre del niño -¿Cuándo deberíamos contarle?
-Bueno... -comenzó su marido.
-No hay prisa -dijo su hermana.
-¿Quizás el año que viene? -opinó su hermana mayor.
-Tarde o temprano se enterara que está comprometido con nuestra hija, así que el momento no importa -miró a su hija -¿Verdad preciosa?
-Pero no quiero que mi hijo se sienta confundido en el futuro...
-¿Eh? -expresó su marido.
-¿Pero y si por no saber se enamora de otra? ¡Mi niño podría molestarse y rebelarse! ¡No quiero eso! ¡Pero también quiero que se case con mi sobrina!
Su hermana se rió con disimulo -En ese caso... ¿Qué tal cuándo la niña sea más agraciada?
-Sólo tenemos que esperar un poco más cariño -aconsejó su esposo.
8 Meses Después...
Una bella y pequeña niña se encontraba dando pequeños y torpes pasos.
Llevando un hermoso vestido rosa claro, una fina camperita de hilo tejida, un inmaculado par de zapatitos blancos y unas pantimedias de igual color, su escaso cabello de recién nacida ahora le llegaba hasta los hombros y dos pequeñas colitas adornaban la caída de su corta cabellera.
A pequeños y torpes pasos salió al exterior donde abundaba la naturaleza.
-¡¿Eh?! -gritó un niño de 10 años -¿¡Qué haces aquí?! -corrió hacia la pequeña -¡Ven aquí! -la alzó en sus brazos -¡Chicos regresare en un rato! -avisó a sus amigos.
-¡Bien! -respondieron dos niños y una niña.
-Hay que ver... -miró a la niña -Eres muy traviesa -regañó.
-¡Jejeje! -se rió la pequeña mientras agitaba los brazos.
Él se rió en un poco también -¡Eres tan linda! -le basó la mejilla y la apretó un poco más.
-¡Jejeje! -ante la muestra de afecto recibida sonrió más ampliamente -Y-Yo quelo.
-¿Eh? -se sorprendió el niño -Tú... -su mente se paralizó ante una acción de la niña.
-¡Muuaa! -amplifico el sonido de un beso y sonrió -¡Jeje!
Toda la escena fue presenciada por dos mujeres.
-Creo que llegó la hora ¿No hermanita?
-Juju... Eso parece.
-¡Mamá, Tía! -gritó el niño -¿Dónde están? Se supone que deberían estar cuidando de ti...
La niña se aferró a la ropa del niño -Yo quelo.
-Hijo, veo que la trajiste contigo.
-Mi lindo sobrino te vez tan tierno con ella en brazos.
-¿Dónde estaban? Ella salió afuera sóla -las regañó.
-Bueno, de no haber pasado no habríamos visto tan hermosa escena -comentó a tía.
-¡Aa... q-q...!
-Fufu... ¿Qué tiene de malo?
-¡No le digan a nadie! -gritó el niño.
-Está bien hijo... -habló su madre -Ella es tú prometida después de todo.
-...
-¿Hijo?
-¿Estás bien?
-Jejeje -se rió la pequeña -¡Muuuaaa!
-¡Ah! ¡Tú...!
-Tal parece que ella está feliz por la noticia -dijo su madre.
-¿Qué es eso de prometida?
-Bueno... Quizás tu madre lo expresó mal.
-¿Entonces?
-¡Hump! Yo no me expresé mal, sólo elegí el camino más corto.
-Confundiendo al niño... -miró a su sobrino -Bueno, verás...
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Una enorme y hermosa sala se encontraba tenuemente iluminada por un buena cantidad de velas.
-Hay que ver... Irse la electricidad en un momento así, y aquí.
Una única vela se encontraba sobre una pequeña mesa redonda, la cual iluminaba cuatro copas de cristal y una botella de vino.
Cuatro adultos, dos mujeres y dos hombres, se sentaron en dicha mesa.
-Entonces, ya se lo dijeron -habló un hombre.
-Si -respondió una mujer.
-Pero mi hermana confundió al niño en un inicio.
-¡Díos! ¿No pudieron esperar? Pobre de mi hijo...
Una mujer suspiró -Ah... tener una madre cómo mi hermana... -negó con la cabeza.
-¡Oye! -reclamó la aludida.
-¿Y? -ante la cara de total desconcierto de ambas mujeres continuó -¿Cómo terminó esa historia? Digo, enterarse que está comprometido con nuestra hija desde que nació es... bueno...
-Yo también quiero saber. Dependiendo de eso quizás deba ir yo a hablar con él.
-¡Ah! No hay hielo... -habló la más joven.
-No te preocupes yo voy -dijo la mayor.
-Gracias -respondió, cuando creyó que no la oiria habló -Deberías ir, quizás tus palabras le ayuden un poco. Se veía algo confundido, intenté explicárselo con el mayor tacto posible, pero sigue siendo mucha información para un niño.
-Creo que tienes razón, en seguida regresare.
-¿Eh? ¿A dónde va?
-Dijo que aún está un poco preocupado, así que fue a verlo.
-Mooh -infló las mejillas en una acción infantil -preocuparse por algo como eso -miró a su cuñado -Tú no irás a molestar a mi hijo también ¿O si?
Casi se ahoga con el vino -¡Coff... coff... coff...! -la miró incrédulo.
-No me saldrás con que eres de esos padres celosos para con sus hijas.
-¡P-Por supuesto que no iré a decirle nada al niño! Mi hija es muy pequeña aún, así que no tengo que preocuparme por algo como eso.
La más joven se sonrió con gracia, eran así desde su juventud. A esa edad siempre pensó que ellos terminarían casándose, pero no fue así. Ella terminó casándose con él y su hermana con el que fue el mejor amigo durante su primera infancia, ya que durante su adolescencia se vieron separados como por una gran pelea, aunque ese no fue el caso.
-Eso dice ahora -pensó su esposa -Quiero verlo en un par de años... Nuestra hija ya es bella y tierna siendo tan pequeña, cuando el momento llegue no dejará que el niño se le acerqué.
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Al irse de la mesa subió una escalera y recorrió un amplio pasillo hasta que se detuvo en una puerta.
Tocó un par de veces y como no obtuvo respuesta entró -¿Hijo?
-¿Humh? ¿Papá? -preguntó más dormido que despierto -¿Qué pasa?
-Yo... -un pequeño bulto se removió entre las mantas -¿Qué es...?
-¿Eh? -quitó con delicadeza las telas -Estaba asustada así que la traje conmigo.
-Ya veo... -la pequeña se encontraba aferrada a las ropas del niño y en sus ojitos cerrados se podían ver restos de lágrimas -Está dormida.
-Si... -bostezo -Me costó un poco, pero conseguí que se durmiera -la niña se removió un poco -Mi brazo debe ser incómodo.
Su padre sonrió -Pero si no te suelta no podrá usar una almohada.
-Papá ¿Por qué viniste? -preguntó ya más despierto.
-Es por lo del compromiso...
-Ah, eso...
Se sorprendió por la poca reacción -¿No quieres decirme nada sobre eso?
-No entendí muy bien todo, pero ella es nada más una bebé y yo un niño, así que no importa mucho ahora.
-Tienes razón... -observó a su hijo y vio como contemplaba a la pequeña en sus brazos -Pero no parece desagradarte la idea -se rió.
-Es muy linda y tierna... -habló cediendo ante el sueño -Así que no puedo gritar que lo odio porque no la odio a ella...
-¿Hijo?
-¿Hmm?
-Duerme... -acarició su cabeza y cabellos -Procura no lastimar a tu pequeña novia.
-Ella no es... -bostezo -Mi novia...
-Se durmió también... -le dio un beso en la frente y lo atrapó -Cuida bien de mi hijo en el futuro -acarició los finos y sedosos cabellos de la pequeña -Serás muy hermosa cuando crezcas.
Y así, él abandonó el cuarto...
Esa noche el niño tuvo un sueño que posteriormente olvidaría.
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Él se encontraba mirando un pequeño espacio abierto, en él había una hermosa joven.
Piel clara y cremosa que brillaba bajo la luz del sol, vestida con un fino vestido color rosa suave y unas sandalias blancas de tiras altas.
Sus manos eran delicadas y sus dedos finos. En la mano izquierda, en su dedo anular se encontraba reposando un delicado, bello y grácil anillo de plata, en el centro había un hermoso, y sobretodo, valioso diamante rosa.
Él la llamó por su nombre y la bella joven volteó a verlo con una gentil y suave sonrisa. Los labios de la joven se movieron al decirle algo, al terminar una suave brisa agitó los sus largos cabellos finos y sedosos.
Ante todo sintió un cálido sentimiento, su rostro tenía una expresión de deleite y serenidad. Esa joven era la personificación de la belleza, pero todos esos sentimientos fueron provocados por su sóla sonrisa.
Fue en ese momento cuando finalmente lo comprendió.
Se acercó a la joven y se dio cuenta que él era más alto que ella, dirigió una de sus manos al rostro de la joven y acarició con delicadeza su mejilla.
La joven subió su rostro y él bajó el suyo hasta que sus frentes chocaron.
-Te amo -le dijo con el corazón
-Y yo a ti -respondió con lágrimas de felicidad.
-No me dejes, no de nuevo -habló con temor.
¿No de... nuevo?
-Nunca -le respondió con anhelo -Nunca más mi amor.
Su corazón se encogió con miedo y dolor, dolor provocado por el miedo, miedo a perderla de nuevo, miedo a no poder volver a oír sus palabras.
-Dilo una vez más... -suplicó.
-Te amo...
Te amo...
Te amo...
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