Capítulo 11: Juguete Nuevo, Mismo sendero
Sintió vibrar su celular -¿Hola? -contestó Noah.
-¿Dónde dejaste tú ropa vieja?
-¿Disculpa?
-La que te quedó pequeña luego de ese encantador, nótese el sarcasmos...
-Es más que notorio, que no te preocupe tú habilidad en esa área.
-...último estirón. De preferencia los pantalones.
-Sólo no me metas en problemas -simplemente cedió, llevarle la contraria lo único que hacía era acarrear más problemas y él cedería de cualquier modo -Busca en mi cuarto, junto a la puerta hay una caja.
-¿La de caridad?
-Si, ahí debería estar lo que buscas.
Esa loca nuevamente tramaba algo... ¿Dónde había quedado la niña introvertido y tímida que había en las fotografías?
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Al abrir la puerta con tan sólo mirar a la persona del otro lado realizó un breve análisis.
Mala postura.
Malos hábitos.
Pésimo gusto en ropa.
En menos de un segundo la examinó de pies a cabeza pero esa persona, ni ninguna otra, podría haberse percatado de ese hecho.
-Emmm... Yo... bueno yo... -la sonrisa que la dueña de casa le brindaba le producía cierto nerviosismo.
Suspiró con pesadez -Hannah Straiker, sólo llámame Hanna -Forzó la entrada de esa persona -Soy quién te citó aquí y ¡Felicidades...!
-¿Eh?
-¡...serás mí nuevo juguete! Señorita rara.
-¿Eh?
-Iré directo al grano en vista de que eso es todo lo que sale de tu boca. Tú debes saber mejor que nadie la pinta que estás dando frente a mi ¿Verdad?
¿Pinta? Sí, sabía bien lo que proyectaba. Ante una muchacha como la que tenía en frente, de cabellos cedosos, piel clara, ojos grandes y brillantes, de finos rasgos y voz melodiosa, ella era un completo desastre.
La observo bajar el rostro -Eso responde mi pregunta. No me lo tomes a mal, serás mi juguete así que estarás bien.
-¿Ju-juguete?
-¡Bien! Al menos sabes hablar, aunque tartamudeando, claro. No sé en que diferencias te habrás figurado pero la mayoría tienen solución, especialmente la ropa ¡Dios! ¿Quién elije tu guardarropa?
Ropa. Ese era un factor que no tuvo en cuenta; Hannah llevaba unas botas negras media canilla, medias medio muslo de igual color, un short de jean, una remera strapless negra ajustada en el busto con un corte holgado debajo de éste y unas mangas que se colocaban por aparte ajustándose con unos listones blancos a la altura del strapless; ella por otro lado llevaba puesto unos jeans azules sueltos, tenis rojos y una remera de tirantes naranja-rojizo sobre la cual tenía puesta una campera deportiva.
Pero, ¿No estaba siendo un poco cruel?
-No un poco, mucho. Y no, no leo mentes; todo está escrito en tú rostro.
-Yo... ¿Por qué me citó aquí?
-Porqué ésta es mi casa, ¿No es obvio? Suficiente charla, acompañame -se levantó del sofá individual y su acompañante la siguió.
Subieron las escaleras hasta que la dueña de casa se detuvo y con un ademán de manos le indicó que se adentrara al cuarto.
-Ingresa al baño y cambiate de ropa.
-¿Qué?
-Despiertame cuando estés lista.
Encerrada en el baño encontró sobre la tina un cambio de ropas. Después de 20 minutos salió.
-Emmm... ¿Hannah?
-Oh, te queda bien. Ser mi juguete tiene sus beneficios ¿O no?
-¿Qué quieres decir con "juguete"?
-Oh ¿Eso? Pues me están obligando a comportarme de una manera tranquila así que, como ya no puedo molestar a nadie, tengo que conformarme contigo.
Cada palabra fue dicha mientras se limaba una uña para posteriormente aplicarle el esmalte (barniz) de uñas.
-Bien, otra completamente impecable. Ya puedes irte -ante una mirada de desconcierto continuó -Llegaste 2 horas tarde, en las cuáles todo habría quedado claro, puedes quedarte con esa ropa y la vas a utilizar para tú próxima salida.
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-¿Lasaña? -preguntaron al unísono.
-¡Hmm! Delicioso.
-¡No es justo!
-¡Oh, diablos! -pensó la chica.
-¡Yo quiero sushi!
-¡Y yo estofado!
-¡¿Por qué hiciste su comida favorita?! -gritaron ambos señalando a Noah, quién comía con total tranquilidad.
-Mañana haré estofado ¿Bien? Y el fin de semana sushi.
-¡¿Por qué?! -se quejó cuál niño Tai.
-¡Por qué el sushi se me hace jodidamente complicado!
-Estás extrañamente accesible, ¿Pasó algo bueno? -expresó un desconfiado Meison.
-Algo así, encontré algo divertido.
-¿Qué tanto? -interrogó.
-Lo suficiente como para mantenerme pasiva hasta la llegada de nuestros padres.
-Oh bueno, mientras no se te pase la mano... -restó importancia Tai.
-Mamá envió un aviso...
-¿Un aviso? -se extraño Noah.
-Bueno, varios para ser más presisa.
-¿Y qué decía? -preguntó Mei.
-Que comencemos con las clases de baile.
-¡Coff, coff, coff...!
-¡Noah! -gritó Hannah.
-¡Idiota!
-¡Toma, bebe!
-¿Cla-clases de baile? ¡¿Por qué?! Ya no vivimos con Samanta.
-¿Y eso qué tiene qué ver? -se extrañó Tai.
-¿Cómo qué, "qué tiene que ver"? ¡Ella era la friki del baile!
-No, esa es mamá -repuso Hannah.
-¿Eh? ¿Desde cuándo?
-Desde siempre -respondió Meison -A ella le gusta la mayoría, excepto el contemporáneo.
-¿Contemporáneo?
-Ya sabes, ese dónde dan saltos y piruetas -explicó Taison.
-Por eso nosotros aprendemos cosas como tengo, balls, flamenco, ballet y... ¿Hay otros?
-No tengo ni la menor idea de que estás hablando, yo me guío por la música -habló Tai.
Meison suspiró con cansacio -En otras palabras, Samanta sólo obedecía las órdenes de mamá.
-Odio esas estúpidas clases de baile y lo más importante ¡Soy un asco bailando!
-Al menos has mejorado, algo -dijo Hannah.
-Eso no me anima.
-Nunca fue mi intención hacerlo en primer lugar.
-¿Qué más te dijo?
-Tan perspicaz como siempre.
-Si no lo fuera me tomarías por idiota -declaró Meison.
-Me estás dando demasiado crédito. Regresaran mucho antes de lo previsto -deslizó un sobre por la mesa.
-Esto es...
-Una invitación, también las repartieron vía email.
-Oh, mierda. Esto será un auténtico fastidio.
-La verdad es que explica mucho -los tres miraron al menor que comía sin prestar atención a nada más.
-¿Qué? -preguntó.
-Nada -respondieron los tres.
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-Kaya ¿Qué estás haciendo?
-¡Carl! No me asustes así -reprochó -Estoy viendo los mails de confirmación.
-¿No habías enviado las invitaciones por correo?
-¡Por supuesto! Esas son las más elegantes. Pero tú mejor que nadie debés saber que uno no siempre se encuentra en casa.
-¿Estás segura de esto?
-¡Claro! Todos necesitamos un empujón de vez en cuando, y ellos no son la excepción.
Sonrió -Ojalá tú plan resulte exitoso.
-Yo también... -su semblante cambió abruptamente -En especial quiero alejarla de él.
La miró con tristeza -¿El recuerdo o el fantasma?
-El fantasma.
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