Capítulo 9: Remordimientos
Itachi Uchiha
Yo un día mataba a Deidara, esos prontos que tenía, se enojaba con tanta facilidad que ya no sabía cómo tratarle ni qué hacer. Si le ayudaba con el dolor a pesar de fastidiarme yo los ojos... resulta que me pedía que le matase, si le daba mi comida para que no estuviera tan débil, resulta que me odiaba por darle las sobras ¿Quién narices entendía a ese cabeza hueca? ¡Era desesperante! Y ahora entendía claramente las quejas de Sasori sobre él con eso de... "Se enoja fácilmente".
Entré en mi habitación y me tiré en la cama intentando descasar un rato, intentando dormirme. Tampoco podía dormirme pensando en el rubio. ¿Qué me pasaba hoy? Me toqué los labios con los dedos y es que me acordaba de su beso, ¡había besado a un chico! Por favor estaba empezando a perder la cabeza, si mi padre estuviera aquí... ¡me habría desterrado del clan por esto! Un Uchiha sin descendencia no nos lo podíamos permitir y menos homosexual, daría igual si era el genio o no, si había luchado toda mi vida para que me reconocieran, para no dejar en ridículo al líder del clan, porque eso es lo que era mi clan, una sociedad cerrada que nos creíamos superiores a los demás, un clan donde se exigía a la descendencia seguir siendo los mejores, porque no se nos permitía fallar ¡y me alegro de que Sasuke no viviera aquello! Él se libró de los duros entrenamientos de nuestro padre, se libró de tener que cargar con el peso familiar de no dejarles en ridículo, de ser los mejores y es que si un Uchiha lo tenía difícil, el hijo primogénito de su líder... peor.
Tanto tiempo pensando que tenía que ser perfecto, que no podía defraudar a los demás, que tenía que ser el mejor, el más fuerte, todo eso, cobraba factura ahora, porque me veían así, sí, pero a costa de decir que era frío, que no tenía sentimientos y sí los tenía. Protegí a mi hermano de la crudeza de nuestro padre, todas las expectativas que buscaba me las cargué yo a la espalda dejándole a mi hermano una infancia feliz, la que yo no tuve, porque yo sólo me dedicaba a entrenar y a no defraudar a nuestro padre. Ahora me sentía como si estuviera fallando a mi padre... gustarme un chico, eso no podía ser, no iba a consentirlo, no podía gustarme ese maldito rubio y aun así no podía sacarme de la cabeza su beso ¡y es que encima besaba muy bien! Era tierno y dulce, me resultó como un chiquillo buscando que alguien le quisiera, y es que Deidara tenía una inocencia que creo ni él sabía que tenía. Era sólo un chiquillo perdido buscando algo de cariño.
Cerré los ojos e intenté dormir, pero ahora quien me venía a la cabeza, era mi padre y no era muy agradable volver a sentir el peso de todas aquellas expectativas que tenía para mí, no quería que esperase nada, sólo quería poder ser libre, ser yo mismo. Nunca tuve amigos como los tenía Sasuke, él podía jugar pero yo sólo entrenaba, mi único amigo se suicidó delante de mí al no soportar las exigencias de un clan demasiado cerrado, teníamos que ser perfectos y no lo éramos aunque todo el mundo nos viera así.
Por primera vez me preguntaba... ¿Qué quería yo? ¿Quién era realmente Uchiha Itachi si eliminaba lo que me inculcó mi padre? Yo fui cariñoso, adoraba a mi madre, era un chico alegre que siempre sonreía, sobre todo con mi hermano, era un chico al que le gustaba ser fuerte pero no por ser un Uchiha, me gustaba serlo porque podía defender a mis seres queridos. Yo no era este Itachi frío y serio de la organización, ese era el que todos aquí esperaban ver, pero dentro de mí, echaba de menos al Itachi de Konoha y no podía volver a él mientras estuviera en Akatsuki.
Recordé a Deidara cayendo al suelo cuando Kakuzu lo empujó hacia mí, todos sabían que no lo cogería, que le iba a dejar caer y dentro de mí, aquello me dolió ¡le habría cogido! Me moría de ganas de cogerle entre mis brazos, de protegerle, de que no cayera al suelo para que no se hiciera más daño, pero le dejé caer ¿En qué persona me estaba convirtiendo esta maldita organización? Yo no era así, siendo ANBU ayudé a todos mis compañeros ¿por qué narices no cogí a Deidara? ¿En tan mala persona me estaba convirtiendo esta organización? ¿Tan frío y tanta apariencia es lo que tenía que demostrar que no podía cogerle?
Pensé en el beso que le di ¿Por qué le besé? No lo sabía, ¿Fue un impulso o realmente deseaba besarle? ¿Cómo podía desear a alguien que me odiaba tanto? Tenía a toda la organización a mis pies y fui a besar precisamente al único que no había intentado seducirme, al único que quería verme muerto. Intenté no pensar en mi padre ni en qué habría dicho si supiera que Deidara era un chico ¿Qué sentía yo? la verdad... es que no sé qué sentía, pero si sabía que sus labios me habían gustado demasiado, hasta el punto de besarlos una y otra vez hasta que se durmió ¿Cuántas veces uní mis labios a los suyos? Eso no podía ser un impulso, un impulso habría sido un beso, pero tantos como le di, no podía ser un maldito impulso, lo había deseado.
Puede que el primer beso sí fuera un impulso, pero no lo fueron los siguientes. Cuando quise darme cuenta de lo que estaba haciendo... mi mano ya estaba en mi entrepierna masajeando mi miembro. Me sorprendí yo mismo porque jamás había pensado en un chico para masturbarme y menos aún... en Deidara. El rubio me había resultado siempre insoportable, demasiado hablador, me ponía de los nervios cuando acababa sus frases con esa especie de gruñido y... quería volver a besar sus labios. ¿Estaba mal pensar así? ¿Estaba mal masturbarme con su imagen en mi cabeza? No podía evitarlo.
Mantuve los ojos cerrados disfrutando del tacto, imaginando que eran sus manos quienes me tocaban, lo peor de todo esto, es que me estaba excitando pensar en el rubio, podía ver su sonrisa inocente, veía sus ojos azules mirándome mientras me tocaba y me gustaba. Estaba disfrutando cuando caí en algo... ¿por qué no crear un clon de cuervos mío y proyectar una ilusión con mi Sharingan sobre él para ver a Deidara? Nunca lo había probado, pero quería intentarlo, al menos no tendría que imaginarle, le estaría viendo, podría tocarle y él me tocaría a mí. ¡Lo hice! No sería tan bueno como el original, pero total... puesto a darme placer yo mismo, hacerlo en condiciones.
Sonreí cuando vi en aquel clon creado la imagen de Deidara, sonriéndome mientras se acercaba hacia la cama donde yo estaba y se subía en ella cogiendo entre sus manos mi miembro y me estremecí, porque aunque yo lo manipulaba todo, no eran mis manos las que estaban haciendo el trabajo.
El clon se subió a horcajadas encima de mi pecho paseando sus manos por mi torso aún cubierto por la camiseta hasta llegar a mi cuello, cogiéndolo con suavidad y atrayéndolo hacia él hasta que mi rostro quedó a escasos centímetros del suyo. Le besé y recordé los besos de Deidara, eran así, eran dulces, delicados, tiernos, podría estar besándole todo el día y no me importaría nada.
Mi mano pasó a su cintura y le vi sonreír cuando separé mis labios de los suyos. ¡Me encantaba este chico! Y puede que todo estuviera en mi imaginación, pero me encantaba su forma de comportarse, su delicadeza, su forma de seducir. Me incorporé un poco dejando caer suavemente a Deidara hasta sentarse entre mis piernas mientras volvía a besarle y no pude evitar gemir al sentirle tan cerca de mi miembro que estaba al aire libre listo para recibir atención.
Deidara no paró de besarme incluso cuando su mano fue a masajear mi entrepierna y gemí más al sentir su atención. No quería que parase aunque me resultaba extraño estar tan excitado por un chico ¡a mí nunca me habían gustado los chicos! ¿Cómo era posible que estuviera disfrutando con el rubio? Y es que ese era otro problema que tenía... me gustaba el color de su cabello, me gustaba el color de sus ojos, me gustaba su sonrisa e incluso podría acostumbrarme a sus gruñidos al final de cada frase.
Las manos del rubio dejaron un segundo mi miembro para empezar a quitarme la camiseta, la cual por supuesto... dejé que me quitara y aunque su mano volvió a lo que estaba haciendo antes, la mano que tenía libre cogió mi nuca sosteniéndome mientras su boca recorría mi pecho, me besaba y me lamía con delicadeza, sólo pude jadear por él y gemir aún más cuando mordisqueó mis pezones. Seguía sin entender cómo podía gustarme tanto, como podía excitarme de esta forma y cerré los ojos disfrutando de todas y cada una de sus caricias mientras cargaba mi nuca en su mano dejándole el cuello libre para que lo besara.
Sus labios eran tan suaves y excitantes cuando se deslizaban por mi piel con esa tranquilidad que sólo con él había vivido. Gemí cuando sentí mi piel ponerse de carne de gallina al morder mi cuello con suavidad y sonreí al sentir como él también sonreía. Enredé mis dedos en su cabello para atraerle de nuevo hacia mis labios, metiendo mi lengua en su boca, devorándole de nuevo, haciéndome dueño de sus besos.
Mi único gran problema... es que entre que le tenía sentado prácticamente encima de mi miembro y con su mano sin parar de masajearlo... no sé cuánto tiempo iba a aguantar sin correrme, porque además una de las cosas que más me gustaba que hicieran, era algo tan simple como besarme, que me acariciasen como él lo hacía.
Cada vez notaba mi respiración más rápida, igual que no podía evitar gemir y envolví con mi mano la suya indicándole que la moviera más rápido. Me gustó el tacto de su mano, era delicada y no quise soltarla, la mantuve allí indicándole el movimiento, arriba y abajo una y otra vez, cada vez más rápido mientras él seguía besándome. Mi último jadeo lo ahogué en su boca mientras sentía como el líquido resbalaba por mi mano. Estaba absorto mirando sus ojos azules cuando tocaron la puerta y perdí la concentración haciendo que el clon se dispersara en un puñado de cuervos.
¡Dios... Deidara iba a matarme como se enterase de que me había masturbado pensando en él! A la puerta ni quise responder, aunque sé que era Kisame, porque habló con esa voz suya tan peculiar diciéndome si necesitaba ayuda. Qué cabrón era, ni siquiera sabía que era capaz de quedarse tras mi puerta a escuchar cuando tenía un momento íntimo conmigo mismo. Ni le respondí, fui al baño a lavarme y volví a la cama dispuesto a dormir un rato.
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