Capítulo 6: Larga noche
Itachi Uchiha
La verdad es que no me tragué mucho aquello del entrenamiento, pero tampoco era cuestión de meterme en pelea contra mis compañeros y más de perder tiempo con ellos mientras Deidara se desangraba. Una de las cosas que odiaba... era tener que ocuparme yo de los problemas que no eran míos, como el caso de tener que llevar a Deidara a un médico, pero como aquellos dos habían desaparecido, no era ético dejar a Deidara allí abandonado esperando que muriese.
Caminé hacia la habitación de Konan con Deidara en brazos, con su cabeza apoyada en mi pecho y cuando le miré para comprobar si estaba bien... no lo estaba, estaba inconsciente, lleno de sangre, lleno de cortes, heridas y moratones ¡y eso que no veía todo su cuerpo por culpa de la capa! Pero estaba convencido de que lo poco que veía, no era nada comparado con lo que llevaría en realidad.
Aporreé la puerta de la habitación de Konan y tardó bastante en abrir, encima me abrió de mal humor por despertarla a estas horas... claro que cuando vio a Deidara en mis brazos inconsciente y sangrando, se le acabó el enfado conmigo y me metió prisa empujándome dentro de su habitación mientras me indicaba que lo dejase encima de una mesa de madera. Ella fue quien apartó todo de la mesa tirándolo al suelo sin cuidado mientras yo tumbaba a Deidara en la mesa con cuidado. ¡Odiaba la sangre! Al menos la de otra gente en mí.
- Puedes lavarte allí - me indicó una puerta que supuse... daba acceso a su baño.
Tardé bastante en quitarme toda la sangre de encima y cuando salí, Konan ya tenía medio desnudo a Deidara con gran parte de su cuerpo vendado.
- Puedes irte - me dijo Konan - gracias por traerlo
No dije nada, cogí la puerta y me marché hacia mi habitación mientras veía antes de cerrar, como Konan seguía intentando curar aquellas heridas y entonces cayó en algo volviendo a llamarme cuando ya casi tenía la puerta cerrada. Volví a abrirla al escuchar mi apellido ¡porque aquí parecía que todo el mundo me llamaba por mi apellido! Bueno... excepto Kisame que se tomaba demasiadas confianzas últimamente.
- ¿Podrías ir a la habitación de Deidara y buscar un bote de pomada?
- ¿Un bote? - le pregunté - Deidara no tiene pomadas - le dije muy seguro.
- Debe de tener uno, ayer le dejé el mío
- ¿por qué tiene el tuyo? - le pregunté por curiosidad.
- Porque ayer le encontré herido en el pasillo - me comunicó - y no puedo cargarlo hasta su habitación, así que le atendí allí y le dejé el bote por si lo necesitaba. ¿puedes ir a por el bote, por favor? - me pidió
- Claro, ahora vengo.
Caminé por el oscuro pasillo pensando realmente... lo extraño que era que Konan le hubiera dado su bote a Deidara. ¿Para qué necesitaba Deidara pomada cicatrizante? Bueno ahora la necesitaba, de eso no había duda ¿pero antes? Yo nunca le había visto utilizar ninguna clase de medicina, me resultaba raro.
Llegué a la puerta del dormitorio y me di cuenta de algo importante ¡Jamás había entrado en su habitación! Abrí la puerta y encendí la luz para ver... ¡ese desastre de habitación! Hasta había algún mueble volcado, ropa por el suelo sin organizar, cajones abiertos, el propio cerrojo de la puerta estaba roto, pero lo que me impactó, fue ver manchas de sangre reseca en el suelo y paredes pintadas con insultos. ¿Qué narices estaba pasando aquí?
Miré la cama ¡lo único que parecía estar decente y arreglado!, encima de ella, estaba el bote con la pomada que me había pedido Konan. Lo cogí y salí de la habitación dejándola tal cual estaba, cerrando la puerta tras de mí y volviendo por el pasillo, pero ahora... no podía quitarme de la cabeza aquella habitación, no podía quitarme de la cabeza los ojos de Deidara aún abiertos cuando le toqué la nuca descubriendo que sangraba, no podía dejar de pensar, en lo frágil que se veía cuando su cabeza cayó contra mi pecho cuando le había cogido en brazos buscando a Konan.
No podía creerme que yo estuviera pensando en Deidara, en ese crío al que derroté hace meses. Desde que me desterraron de Konoha no había vuelto a sentir nada, no sufría cuando mataba a la gente, no lloraba desde que era un niño, no amé desde que maté a mi novia, me convertí en Itachi Uchiha miembro de Akatsuki, el Uchiha sin sentimientos que era capaz de atormentar a su hermano en busca de mi propia muerte ¿por qué ahora tenía este sentimiento de culpa por ese crío? ¿Por qué me incitaba a querer protegerle? Él me odiaba, me lo decía abiertamente, quería matarme, buscaba mi error para asesinarme y yo estaba aquí sintiéndome culpable de que estuviera encima de una mesa desangrándose.
Fui a entrar en la habitación de Konan cuando me detuve al escuchar voces en el interior del cuarto. La puerta estaba entreabierta y se podía escuchar claramente lo que hablaban. Era Pain quien estaba allí hablando con Konan y no parecía muy contento de que hubieran atacado a uno de los nuestros, al fin y al cabo... nos reclutaban para algo, no para herirnos y matarnos entre nosotros... aunque Pain debería estar acostumbrado, porque entre Kakuzu y Hidan, habían matado a demasiados compañeros ya y me cabreó que Deidara pudiera ser uno más en su lista ¡ni siquiera sé por qué estaba cabreado!
- Hablaré con ellos inmediatamente - dijo enfadado Pain.
- ¿No es mejor esperar a mañana por la mañana? Ya es muy tarde - intentaba hacerle entender Konan.
- Me da igual, que se despierten, no puedo tolerar que cada integrante nuevo que entre le den una paliza así por un simple entrenamiento - se quejaba Pain.
- Como quieras - respondió Konan - despertaré a todos y los convocaré en la sala principal.
- ¿Se recuperará? - preguntó Pain mirando a Deidara.
- No lo sé - fue la respuesta de Konan - no voy a mentirte, está grave, tendrá una posibilidad de vivir si sobrevive a esta noche, pero... no sé si aguantará, por las heridas que tiene tanto internas como las que puedes ver... yo diría que no ha sido entrenando - explicó - ha sido intencionado.
¡Intencionado! Es lo que a mí se me quedó grabado a fuego. ¿Cómo podían hacerle eso a Deidara? Él no era una amenaza para ninguno de aquí, era sólo un chiquillo con grandes posibilidades de convertirse en alguien realmente fuerte con el entrenamiento adecuado. Pero a mí me preocupaba lo que sentía, porque aunque no lo demostré, por dentro me asusté por la posibilidad de que no superase esta noche, me asusté de esa posibilidad de que pudiera morir, no quería que muriera. Era irónico... estaba preocupado por Deidara, el único en toda la maldita organización que no besaba el suelo que pisaba, el que me odiaba, el único que no había intentado meterse en mi cama, ni había intentado seducirme, el que cuando me veía agachaba la mirada y se iba por otro lado para no cruzarse conmigo y ahora me daba cuenta... que me recordaba a mi hermano pequeño antes de todo lo sucedido.
Recordé cuando le vencí, me miró desde el suelo y vi en sus ojos a mi hermano, el mismo sentimiento de admiración. Puede que me odiase en ese momento por haber perdido contra mí, pero me admiraba, igual que hacía Sasuke cuando me pedía que le ayudase a entrenar, tenían los mismos ojos de fascinación, me idolatraban. Quizá por eso, era por lo que ese crío despertaba mi sentimiento de protegerle, igual que había hecho en el pasado con Sasuke salvándole de la destrucción de todo mi clan. Pero Sasuke ya nunca volvería a mirarme con aquellos ojos, en cambio Deidara... no sé si podría, porque sus ojos se habían apagado, no podía reconocer a aquel chico que me hizo sentir algo después de años.
Sentimientos... para mí estaban muertos y ahora por fin me daba cuenta de que seguían ahí, tenía el sentimiento de proteger a Deidara igual que tenía el de proteger a mi hermano. Esos dos eran iguales, el mismo carácter, la misma mirada, el mismo afán por hacerse fuertes, el mismo odio hacia mí.
Fui a tocar a la puerta cuando Pain la abrió viéndome tras ella con el bote en la mano. Me miró, me tocó el hombro y me indicó que pasara mientras él iba a despertar a los demás. Lo único que escuché de él mientras se marchaba por el pasillo, fue que le diera la medicina a Konan y me reuniera en el salón con los demás.
Cuando entré, la observé mientras intentaba limpiarle la sangre con un paño húmedo pero no era aquello lo que más me llamaba la atención, fue el vendaje de su cabeza, sus ojos cerrados, su respiración irregular ¡Se moría! Se estaba muriendo lentamente y no parecía querer luchar por vivir ¡Sólo tenía dieciocho años, dos más que mi hermano! Era demasiado joven para estar en esta situación.
Konan me miró cuando me acerqué y le di el bote que me había pedido. Tras limpiarle la sangre, podía ver aún más heridas de las que había visto momentos antes en el estanque, estaba lleno de ellas. Me quedé paralizado al ver su cuerpo tan destrozado ¡ni siquiera me había dado cuenta de hasta qué punto estaba mal! Y eso que le vi perder el equilibrio al mínimo roce contra mí ¡hasta tuve que cogerle para que no se cayese! Sabía que estaba débil, que estaba demasiado débil pero aún así, me marché dejándole allí solo.
- Puedes quedarte con él cuando acabe Pain de soltar su enfado - me comentó Konan - le vendría bien escuchar la voz de alguien que le animase a luchar por vivir.
No le contesté, directamente me marché. No quería parecer débil, ni quería dar a entender que me preocupaba la salud del rubio, aunque sinceramente... creo que Konan sabía que me había afectado aunque intentase ocultarlo. Quizá no le respondí, ni le di las gracias, ni me quejé, pero sí decidí pasar la noche allí por un sencillo motivo, sí iba a morir esa noche, que no lo hiciera solo. Aunque claro... Konan se equivocaba en algo, yo no era la voz para insuflar vida que necesitaba Deidara, él me odiaba ¿Cómo iba a convencerle de que viviese si lo único que quería de mí era verme muerto? Además... ¿yo? ¿Hablar con un medio muerto? ¡Ni de coña! Se supone que era un Uchiha y aunque en realidad siempre había tenido una faceta caritativa con los demás, desde que llegué a Akatsuki había fingido ser el hombre sin sentimientos ni emociones, tenía que mantenerme así, no quería que me creyeran blando ¡Tenía una reputación que mantener! pero... me moría de ganas de quedarme en esa sala con Deidara, de decirle que luchase por vivir, que se quedase con nosotros...
Cuando llegué a la sala, todos estaban quejándose porque les habían despertado. Pain echó la mayor bronca que nos había caído desde... desde que llegué ¡porque nunca le vi tan enfadado como hoy! Yo pasé de su discurso sobre el compañerismo, los excesos en los entrenamientos y chorradas varias. Yo tenía un compañero, no me llevaba precisamente bien con él pero era aguantable, le defendía cuando tenía que hacerlo y punto, sobre los entrenamientos, jamás herí de seriedad a ninguno de mis compañeros de la organización ¡Así que la bronca no era para mí!
El que me cabreó, fue Kakuzu y sus risillas ¡Como me enterase que no había sido un accidente, el que acabaría encima de esa mesa debatiéndose entre la vida y la muerte sería él! Lo único que no entendía, era por qué narices me estaba afectando tanto escuchar sus voces, sus risas, me alteraba intuir que podían haberle atacado a propósito. Lo atribuí a lo de mi hermano, me recordaba a mi hermano y por mi hermano... yo mataba si era necesario, quizá era eso lo que me estaba pasando con Deidara, porque le sentía así desde el día en que luchamos, desde aquel momento en que puso esos malditos ojos de admiración por mí.
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