Capítulo 24: Baños
Sasuke Uchiha
Cuando llegué a la habitación, Deidara estaba dormido. Dejé la bandeja con la comida en una de las mesillas y le desperté para que comiera algo. Ahora parecía más tranquilo, parecía tener menos miedo en su mirada y se acercó hasta la comida con rapidez y es que tenía que tener mucha hambre.
Sonreí al verle comer casi con ansiedad y me extrañó cuando me agradeció por la comida. Supongo que con el trato que habíamos hecho todo se había quedado más tranquilo y la verdad es que conmigo tenía poco que temer, ya le había dicho que no iba a tocarle siempre y cuando no intentase matarme.
- ¿Por qué haces esto por mí? – me preguntó.
- ¿Y por qué no? – le pregunté – no tengo nada en tu contra, sólo busco a mi hermano.
- De verdad que sois raros, no entiendo esa fijación que tenéis por mataros el uno al otro – me dijo – pero bueno... a mí me da igual, es una cosa vuestra, menos Uchiha en el mundo.
- De verdad que nos odias ¿No?
- Sois despreciables, os sentís orgullosos, prepotentes, causáis terror allá por donde vais y siempre hay que hacer lo que vosotros digáis.
- En realidad te dejé elegir el trato conmigo – le dije sonriendo.
- Sí, pero me dejaste elegir porque tú tenías el poder, podías hacerlo, eras más fuerte y sabías que podías darme a elegir entre dos opciones, no me diste la opción de irme sin que pasara nada.
- Es más divertido si pasa algo – le comenté – en algo tenía que salir beneficiado yo – le sonreí.
Deidara terminó de comer todo lo que le traje y miró toda la habitación intentando descifrar donde iba a dormir él. No podía evitar sonreír, porque en mi habitación sólo estaba mi cama y sinceramente... conociendo a Deidara y su genio, no sé si estaba realmente a salvo con él, era capaz de intentar asesinarme mientras dormía, aunque bueno... tampoco es que yo durmiera mucho, así que me daría cuenta de sus movimientos y podría reaccionar, aún así, me apetecía dormir tranquilo sin tener que estar preocupándome de él.
- ¿Dónde voy a dormir yo?
- Depende – le dije – si te vas a portar bien te dejo dormir en la cama.
- ¿Contigo? – me preguntó preocupado.
- Te he prometido no tocarte – le dije sonriendo – yo siempre cumplo mis promesas, no te tocaré si no quieres, además... si estás aquí en mi habitación tendrás más fácil darme placer por las mañanas como prometiste.
- Lo sé – me dijo muy seguro – entonces me voy a dormir, pero ni se te ocurra tocarme hasta la mañana.
Deidara era como un niño pequeño, un poco más y era capaz de separarme la cama con una línea divisoria con tal de que ni le rozase, no podía evitar sonreír cuando él no se daba cuenta y en parte, me hacía una ligera idea de por qué mi hermano había podido llegar a fijarse en él, era guapo, divertido y se enfadaba enseguida, además... nos odiaba y eso... por lo menos a mí, me atraía mucho, porque estaba cansado de tener que evitar a la gente, de intentar escaparme de todos, pero con él era diferente, porque no me seguía, me odiaba y no quería nada conmigo, eso hacía que yo si quisiera algo con él, quería demostrarle que no podía escapar de un Uchiha, que éramos los mejores.
Deidara se acostó en mi cama y me dio la espalda mientras yo me tumbaba también dándole la espalda y riéndome por dentro, porque era muy divertida la situación, hacía demasiado tiempo que no me divertía tanto con alguien.
El rubio se durmió enseguida y desde luego, me quedó claro que no iba a hacerme nada malo. Moví la cabeza y me giré para mirar su espalda ¡Estaba completamente dormido! No había forma de que se despertase ni aunque hubiera venido un tsunami.
Me dormí muy rápido también y si soy sincero... creo que soñé con Naruto, con aquel cabello rubio, con sus ojos azules, con su sonrisa y esa maldita fuerza de voluntad para conseguir todo lo que deseaba.
Me desperté un poco sobresaltado cuando sentí que me estaban tocando y me giré para ver como la espalda del rubio chocaba contra la mía. Se estaba acurrucando y creo que es porque tenía frío. De verdad que era como un niño pequeño, me ponía límites y luego era él quien se los saltaba para acercarse a mí buscando calor.
Me incorporé un poco para comprobar si seguía dormido o estaba despierto y al oírle preguntarme de mal humor si me pasaba algo, no pude evitar sonreír.
- ¿Estás bien? – le pregunté.
- Sí – me dijo con voz seca.
- ¿Seguro?
- He dicho que sí.
- ¿Entonces por qué estás temblando?
- Del odio que te tengo.
- ¿Y por eso te acercas tanto a mí? – le pregunté sonriendo – Venga deja de fingir, ¿Tienes frío?
Deidara ahora se había girado un poco para mirarme y asintió. Normal que tuviera frío, en esta cueva solía hacer bastante frío, supongo que mi equipo y yo nos habíamos acostumbrado ya, pero él, era un caso aparte. Me levanté para coger una manta y se la eché por encima antes de volver a acostarme. Me sorprendió escuchar un "gracias" por su parte.
- No eres tan malo como pareces – escuché que decía Deidara.
- No hables muy alto – le comenté – no quiero que los demás se enteren de que soy blando.
- Ya... típico de los Uchiha, poneros esa máscara de frialdad y no demostrar sentimientos.
- Algo así – le dije volviendo a darle la espalda para dormirme.
No tardé en volver a coger el sueño pero durante toda la noche, sentí la espalda de Deidara pegada a la mía. Supongo que dejó de temblar entre mi calor y la manta que le había dejado. Cuando me desperté la siguiente vez, entraba algo de luz por uno de los diminutos agujeros de ventilación, pero lo que me sorprendió fue encontrarme a Deidara frente a mí con los ojos abiertos y mirándome.
- ¿Qué te ocurre? – le pregunté
Tampoco me dio mucho tiempo de reacción, porque se tiró encima de mí y se subió encima a horcajadas mirándome. No sé si quería intentar matarme o quería hacer algo más excitante, más que nada... porque aquel era nuestro trato.
Dudó unos segundos, sé que dudaba de hacer esto y más conmigo, porque no nos conocíamos, no sabíamos nada el uno del otro y por supuesto... seguía pensando en aquel beso que se dio con mi hermano y es que... estaba seguro de que por mucho que propagase a los cuatro vientos que odiaba a mi hermano, en el fondo, estaba enamorado de él y sé que yo hacía mal aprovechándome de su situación, pero tampoco era algo que me importase mucho. Quería hacerle daño a mi hermano y el rubio era perfecto para poder conseguir mi objetivo.
Me incorporé un poco cuanto pude y pasé mi mano por su nuca para atraerle y besarle. Tembló y me extrañó un poco que lo hiciera, no creía que fuera un chico que se asustase por un simple beso, pero luego recordé sus palabras con los de Akatsuki y creo, que sé por lo que estaba pasando.
- ¿Prefieres que no te bese? – le pregunté y él se sorprendió.
- No – me dijo – no es eso, sólo tengo que acostumbrarme ¿No quieres hacerme daño, verdad?
- Te lo prometí, no te haré daño, sólo sexo y lo haré con cuidado.
- ¿Por qué quieres sexo conmigo? A ti no te gustan los chicos.
- Por mi hermano – le dije – voy a vengarme de mi hermano.
- ¿Soy sólo un instrumento para tu venganza? – me preguntó dudando.
- Vale suena algo mal – le dije – lo siento, no tengo sentimientos por ti, todo lo que hago, siempre es pensando en mi hermano – le comenté – quiero que sufra, quiero hacerle daño igual que él me lo hizo a mí. ¿No le odiabas?
- Sí, le odio.
- ¿Qué te impide entonces hacerlo conmigo?
- Sigo queriéndole – me dijo a punto de llorar – después de todo lo que me ha hecho, sigo queriéndole, soy imbécil, sólo fui un juguete en sus manos, se aprovechó de mí como hacían los demás.
- Ey, yo no voy a aprovecharme de ti, es un trato, te prometí que te protegería de todos.
- Lo sé.
- Hagamos una cosa... sólo necesito desahogarme, hazlo como quieras, como más tranquilo estés.
- Vale.
Volví a acostarme y sentí sus manos temblando mientras bajaban hacia mi pantalón. La verdad es que dudaba si quitarlo o no, dudaba hasta de si meter las manos o no, al final lo hizo y me gustó el tacto de sus manos en mi miembro, sobretodo porque no había caído hasta que lo sentí, pero las bocas de sus manos me provocaban más placer de lo que Karin había provocado en mí las últimas veces. Quizá Suigetsu tenía razón y probar con alguien nuevo era lo que necesitaba.
Me centré en disfrutar y Deidara a medida que avanzaba en su trabajo, se le notaba más confiado, empezando también él a disfrutar el momento, sobre todo cuando se dio cuenta de que cumplía mi palabra y no le iba a hacer daño.
Le paré antes de que pudiera correrme y es que no quería hacerlo allí. Deidara aún estaba lleno de sangre, ahora estaba reseca ya, pero estaba asqueroso, porque lo que le habían limpiado no era suficiente.
- Vente conmigo a la ducha – le dije y él dudó – necesitas lavarte, estás asqueroso.
- Gracias – me dijo irónico por mi insulto.
- No te lo tomes a mal, es que... lo que te ha lavado Karin es como si no hubiera hecho nada.
Acabé levantándome al baño y mientras él se daba una ducha rápida para quitarse la suciedad, yo preferí darme un relajante baño lleno de espuma hasta arriba. Deidara no tardó en acabar de limpiarse y le indiqué antes de que saliera del cuarto, que se metiera a la bañera conmigo y lo hizo.
Se sentó frente a mí y ambos nos miramos fijamente. Estaba claro que Deidara no quería nada conmigo pero yo sí quería algo con él. Me acerqué besándole y él se alejó un poco de mí recordándome que no podía tocarle sin su permiso ¡Un trato era un trato! No tocarle sin su permiso, pero eso no decía que él no me diera permiso.
- Te daré lo que quieras si lo haces conmigo ahora voluntariamente – le dije sonriendo.
- ¿Lo que quiera? – me preguntó.
- Qué te parece... si te ofrezco aceptar una orden tuya en el momento, lugar y día que quieras, pero sólo una.
Deidara sonrió mientras lo pensaba y es que yo no era precisamente el mejor en recibir órdenes, era yo quien las daba siempre, así que sabía perfectamente, lo que me costaba decirle eso y darle el poder durante una vez.
- Está bien – me dijo subiéndose encima de mí y besándome.
Desde luego Deidara era fácil de convencer en este aspecto, no necesitaba utilizar la fuerza con él, más valía sutileza e inteligencia, tratarle bien tenía sus ventajas, yo disfrutaba más que si tenía que estar violándole mientras él me recordaba una y otra vez cuanto me odiaba, porque confundir a una persona que te odia era lo mejor, empezar a hacerle pensar lo maravilloso que eres, quitarle ese odio, hacer que hiciera cualquier cosa conmigo voluntariamente y todo eso... le haría daño a mi hermano.
Sus manos tocaron todo mi torso y yo coloqué las mías en su cintura y posteriormente, bajé hacia su miembro cogiéndolo entre mis manos para hacerle gemir. Entre el agua, sus manos dulces tocándome cada centímetro de mi piel y el calentón que llevaba ya de antes, cuando Deidara se colocó sobre mí y se hundió completamente mi miembro en él, me dio un escalofrío, era estrecho y cálido, aunque sé que le había dolido por el gesto de dolor que puso. Tuve que esperarme un rato hasta que se relajó, pero acabó moviéndose él encima de mí mientras yo le ayudaba. Al principio muy lento, pero cada vez más rápido haciendo que lanzase gemidos al igual que él. Esto sería una buena venganza para mi hermano, porque esperaba que viniera a por su chico y viera como lo hacía conmigo voluntariamente.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top