Capítulo 23: Habitación
Sasuke Uchiha
Salí del cuarto donde se encontraba Deidara y me crucé con Suigetsu a la salida, quien me estaba esperando con la espalda contra una pared. Estaba sonriendo aunque permanecía con la cabeza gacha como si fuera a reclamarme algo y estaba seguro de lo que era.
- ¿No decías que no te gustaba hacerlo con chicos? – me preguntó.
- Y no me gusta – le dije – Tú le oiste, me estaba desprestigiando y eso no puedo permitirlo, soy un Uchiha y como tal le he demostrado ser.
- No, le has demostrado que puedes violarlo porque lo tienes cautivo, no le has demostrado nada más, sigue pensando lo mismo de ti o peor de lo que lo hacía antes – me dijo – odiaba a los Uchiha y con tu actuación lo has acrecentado.
- ¿Y por qué no me avisaste?
- Lo intenté, pero me tiraste fuera mandándome callar – me dijo medio enfadado.
- Podías haberlo dicho – le dije aunque eso no me lo creí ni yo.
- ¿Y pasar por encima de tu autoridad? Paso, que me conozco tus venganzas – me dijo sonriendo.
- ¿Cuándo no has pasado por encima de mi autoridad?
- En realidad delante de la gente nunca.
- Ya pero cuando estamos solos te las saltas todas – le dije forzando una sonrisa de medio lado y haciéndole sonreír a él.
- A solas no me ven si te paso por encima, así que no hay problema de que te vengues de mí. – Suigetsu colocó una sonrisa y sabía lo que iba a preguntarme – bueno cambiando de tema... ¿Qué tal? ¿Te ha gustado la experiencia?
- Cállate – le ordené empezando a caminar por el pasillo.
- ¿Eso es un sí o es un no? – me preguntó de nuevo y con la mirada que le coloqué de reojo y tan intimidatoria, acabó callándose.
Me crucé con Karin cuando iba hacia mi habitación y ante el asombro de Suigetsu, le comenté que terminase de curar a Deidara y una vez recuperado, lo llevase a mi habitación. Karin intentó quejarse y Suigetsu sonrió como si tuviera la respuesta a su pregunta, pero realmente... lo que yo pensaba es que tenía un nuevo juguete y estaba un poco harto de que Karin entrase en mi habitación todas las mañanas, quería cambiar, quería probar algo nuevo y Deidara parecía perfecto, encima... fastidiaría a mi hermano y eso me gustaba el doble.
Tampoco es que pudiera negar que no me había gustado, era un chico y me dio un poco de corte porque jamás había tocado a uno, pero la verdad... no estaba tan mal, como decía Suigetsu, no podía quedarse embarazado y por lo tanto, sólo era diversión. A mí me daba igual desahogarme en un lugar que en otro y teniéndole a él que no podría quejarse de lo que le hiciera porque era mi prisionero... todo era perfecto.
Lo mejor de todo, es que me libraba de Karin y su pesadilla de soportar todas las mañanas escucharla pedirme algo serio, porque no quería nada serio con ella y ya estaba empezando a cansarme su cancioncita de todos los días. Deidara fue la mejor forma que se me ocurrió para apartarla de mí definitivamente y el trabajo, seguía teniéndolo todas las mañanas.
- Sasuke –Kun – escuche que decía ahora Karin – pero si Deidara está en su habitación no podré entrar a despertarle.
- ¿Quién ha dicho que quiera que entres? – le pregunté y Suigetsu sonrió de medio lado ocultando la sonrisa como pudo mientras agachaba la cabeza.
- Pero...
- No hay peros, a partir de este momento Deidara estará en mi cuarto ¿Queda entendido para todos? – les pregunté a todo mi equipo y ellos asintieron – Suigetsu, ve con Karin y cuando esté curado, lo llevas a mi habitación.
- De acuerdo – me dijo sabiendo perfectamente que tenía miedo de que Karin le hiciera algo por lo que acababa de pasar. Básicamente, Suigetsu iba a controlar la situación.
Llegué a mi habitación y me acosté un rato. Ahora no podía quitarme de la cabeza lo que había hecho, porque a mí no me gustaban los chicos y sin embargo... toda mi maldita vida había acabado con algún chico, empezando por besarme en la academia con el imbécil de Naruto. Aquella vez fingí que lo odiaba, intenté escupir pero tampoco fue algo que me hubiera disgustado.
Supongo que no quería hacer nada con Deidara, pero aquello de que me desprestigiase no lo soporté y menos que me igualase a mi hermano, porque mi hermano era sólo un asesino, mató a todo mi clan y yo no era como él, creo que se lo estaba demostrando porque pude matarle y no lo hice, estaba aquí y estaba vivo, le estaba curando sabiendo que era amigo de mi hermano. Creo que aún era un poco blando aunque intentaba aparentar que no lo era.
Acabé durmiéndome en la cama y tuve pesadillas de nuevo con lo de mi clan, viendo a mi hermano y sus ojos rojos asesinando a mis padres, sintiéndome aterrorizado cuando me perseguía para decirme que le odiase y que cuando tuviera sus mismos ojos volviera a por él, pues ahora ya los tenía, era más fuerte que él y se lo demostraría, acabaría con él.
Me desperté sobresaltado cuando escuché un ruido en la puerta y le cedí el paso para ver a Suigetsu que traía a Deidara y lo empujaba con suavidad dentro de mi habitación.
- Aquí te lo traigo, Karin dice que ya está bien, al menos lo suficiente para moverse por su cuenta.
- Gracias Suigetsu, puedes irte a descansar.
- De acuerdo, hasta luego.
Suigetsu cerró la puerta marchándose y yo miré a Deidara, allí de pie, junto a la puerta y sin moverse, teniéndome miedo y sin saber qué hacer.
- Acércate – le dije.
- No gracias, estoy bien aquí.
- Acércate – le ordené y se acercó un poco – más – le dije hasta que le tuve más o menos frente a mí.
No sé si es que me estaba retando o me tenía tanto miedo como para acercarse. Al final cansado de tener que estar dándole ordenes, cogí su muñeca y le obligué a sentarse en la cama donde yo estaba recostado. El me miró con miedo pero no le dije nada, le miré los ojos rojos y su cuerpo todavía con algunas heridas aunque ninguna seria.
- Deberías acostarte un rato – le dije – necesitas descansar.
- ¿No vas a...?
- ¿No voy a qué?
- A violarme – me dijo y yo sonreí.
- No, ni siquiera lo habría hecho antes si no me hubieras provocado como lo hiciste, deberías aprender a callarte algunas cosas de las que piensas.
- Sí, es posible – me dijo – pero aunque no quiera hacerme usted nada sigo odiando a los Uchiha.
- ¿Por qué? – le pregunté.
- Porque su hermano es el culpable de que acabase en Akatsuki, siendo violado y humillado por todos, porque es el culpable de que me enamorase y luego me violase encima de una mesa como hacían todos los demás.
Me quedé un poco sorprendido porque era muy claro y muy sincero, no me imaginaba a un chico como él, con tanto carácter como para enfrentarse a mí y hablarme de esto, de decir tan abiertamente el odio que sentía por los Uchiha.
- Mi hermano no es de los que violarían a alguien y menos si ya lo tiene en su poder ¿Para qué? Sería absurdo – le dije y él pareció enfadarse más.
- Sé lo que vi, era él, tenía el sharingan activado.
- No te discuto lo que viste, pero no lo entiendo, es como si tú te acostases conmigo voluntariamente ¿Para qué iba a violarte si ya te tengo?
Deidara pareció pensarlo ahora un segundo, creo que dudaba de lo que había visto, pero no tenía dudas de que vio ojos rojos. Yo creo... que podría ser alguna ilusión o algún clon o alguna técnica de alguien de su organización, porque mi hermano aunque yo le odiaba... sé que era incapaz de hacer algo así, más después de ver la dulzura con que le besaba en el estanque.
- Iré a traerte algo de comer – le dije – debes de tener hambre.
- Un poco – me dijo aunque su estómago hacía un buen rato que estaba rugiendo.
- Ya – le dije sin mucho interés.
Cuando me levanté de la cama para ir a por algo de comer, Deidara me preguntó si iba a devolverle a Akatsuki. Desde luego por el miedo en sus ojos, creo que no quería volver y es que si era cierto aquello que me decía, yo ganaba algo más, porque tenía una forma de atraerle a mí sin necesidad de mantenerle cautivo.
- Hagamos un trato – le dije – no te devuelvo a Akatsuki con dos condiciones – Deidara me miró confuso – la primera que no intentes matarme mientras duermo – le dije.
- ¿Puedo intentarlo cuando estés despierto? – me preguntó irónico y sonreí.
- Puedes intentarlo si estoy despierto, no creo que ganes nada a excepción de una humillante derrota. Yo prometo no pegarte, no violarte ni hacerte nada que no quieras, pero no podrás salir de mi base, estarás en mi equipo.
- Vale ¿y la segunda? – yo sonreí - ¿Sexo?
- Si lo haces voluntariamente conmigo cuando te lo pida, te prometo que dejaré que me pidas que me comporte bien cuando tú lo digas, no me enfadaré contigo ni te violaré aunque estés gritando a los cuatro vientos cuánto me odias. Creo que es un buen trato, nadie va a tocarte excepto yo, no volverás a Akatsuki a sufrir, no dejaré que nadie te haga daño, sólo son dos condiciones, no intentar matarme y tener sexo voluntario cuando te lo pida.
- Vale – me dijo.
- ¿Estás seguro de que aceptas? Porque a mí me gusta despertarme bien por las mañanas – le dije con una sonrisa y él entendió a lo que me refería. - ¿Aceptas? Todas las mañanas me desahogo sin faltar ni una.
- De acuerdo, pero no puede violarme ni forzarme, ni pegarme.
- Te lo prometo.
- Ni devolverme a Akatsuki.
- Si, no dejaré que te lleven con ellos de nuevo.
- Entonces acepto.
- Estupendo, voy a traerte algo de comer – le dije saliendo de la habitación para ir a buscarle algo de comida.
Cuando volví con la comida, se había quedado dormido en mi cama. La verdad es que parecía un chico con una personalidad que no me cuadraba para estar en Akatsuki, tenía miedo de volver con ellos y cuando me senté en un borde de la cama y le aparté un mechón de cabello de su rostro, me di cuenta, de que quizá no sentía nada por él, pero el trato no estaba nada mal, yo ganaba un amante y él protección completa frente a cualquiera.
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