Capítulo 14: Rencor

Akasuna no Sasori

Caminaba por la base cuando me encontré con algunos miembros de la organización sentados en una de las salas hablando sobre algo. Tampoco quise interrumpirles, así que simplemente cogí de uno de los armarios un pergamino y seguí caminando hacia la salida de la base. Hoy me apetecía leer algo y puestos a leer... ¿Qué mejor que hacerlo sobre nuevas técnicas? Así que me dirigí hacia mi lugar favorito, una roca al fondo de la colina desde donde se podía ver prácticamente todo el territorio que controlaba Akatsuki.

Me gustaba este sitio precisamente por eso, veía todo y me gustaba tener todo bajo control. Cuando llegué, me senté y empecé a leer, desviando de vez en cuando los ojos hacia el horizonte comprobando la belleza del paisaje. En una de esas veces que miré, mis ojos se encontraron con la figura de Deidara al fondo, justo en el estanque ¡y no podía creerme que estuviera allí desnudo bañándose!

Sonreí, porque recordaba la primera vez que entró en Akatsuki y le pusieron conmigo de compañero. Todos empezaron pronto a abusar de él, era demasiado joven y su experiencia de combate comparada a la nuestra, no estaba a la altura suficiente. Mentiría si dijera que a mí no me atrajo aquel muchacho de cabello rubio y ojos azules ¡Era guapo! Muy hablador y demasiado estúpido enfrentándose a oponentes a los que no podía vencer, como le pasó con el Uchiha ¡desde luego moriría joven! Pero aún con todos esos defectos que tenía, sus ojos eran hipnotizantes y me gustó su habilidad. Cuando empezamos a trabajar juntos, enseguida me di cuenta, de que me procesaba un gran respeto pero a la vez, le encantaba bromear y meterse con mi arte, porque si lo mío era un arte eterno y duradero, lo suyo eran las explosiones, lo efímero y yo eso no lo consideraba un arte, ¡Era un crío al que le gustaba explotar cosas!

La primera vez que estuve con él, le había dado una buena paliza los otros integrantes de Akatsuki y creo... que también le habían violado. Cuando me vio a mí, creo que pensó que estaba a salvo y lo estaba, más o menos, porque yo también me moría de ganas de hacerle mío, quería tener y poseer a ese rubio. Creo que fue la única vez que lamenté de verdad haber empleado mi arte conmigo mismo, porque ser de madera, me privaba de muchos lujos, pero igualmente lo disfruté. Quizá fue en aquel momento cuando empecé a enamorarme de él, pero ya era tarde, le había violado y sé que me tendría miedo.

Lo hizo durante unos meses, luego las cosas se calmaron y empezó a comprobar que no volvería a hacerlo, aunque sí intenté seducirle, intenté que se fijase en mí como algo más que no fuera su Danna, quería que se enamorase de mí, quería que siempre fuera mío, pero por mucho que lo intenté, jamás me vio así. Aún seguía intentándolo.

Le miré allí en el estanque y si no fuera por todas aquellas heridas, tendría un cuerpo precioso. Cuando se soltó el cabello para lavárselo, no pude evitar pensar que le quedaba mejor suelto, porque atado, le hacía un rostro mucho más femenino, más inocente, aunque también era muy sensual, a mí me gustaban las coletas, sobre todo cuando dejaba la línea del cuello al descubierto, porque se hacía mucho más fácil besarle.

Me gustaba mirarle, ya ni siquiera me centraba en el pergamino, no podía dejar de mirar cuando pasaba sus manos por su cuerpo quitándose la suciedad que llevaba del último ataque... y es que casi lo matan ¡Serían bestias! Si hubiera estado allí, habría podido protegerle, pero no pude y eso me dolía.

Como me gustaba Deidara, él no podía hacerse aún a la idea de cuanto le deseaba, porque ese chico tenía que ser mío fuera como fuera. Me gustaba su sonrisa, porque aún podía recordarla, aunque hace meses que ya no se le veía una sonrisa, yo recordaba la de los primeros días, cuando bromeaba conmigo, porque era un chico muy alegre y me gustaba su vitalidad, me gustaba su inocencia, esa que ahora parecía haber perdido y yo deseaba recuperar.

Lo que no esperé ver, fue al Uchiha quitándose la ropa y entrando. Eso sí me fastidió, me hizo enojar y es que ¿Cómo iba a competir mi cuerpo de madera con ese cuerpo de carne y hueso que toda la organización deseaba? Esperaba que mi rubio no le hiciera caso, además... él le odiaba. ¿De qué narices me estaba preocupando? Itachi y Deidara eran como el agua y el aceite, incompatibles completamente, el Uchiha no le había hecho caso desde que entró y Deidara le odiaba como no había odiado nunca antes, era imposible y aún así, sentía celos de que el Uchiha estuviera allí desnudo acercándose a mi rubio.

No podía apartar mis ojos de ellos, porque el Uchiha se acercaba demasiado a Deidara y jugueteaba con él, que si le quitaba algo del cabello... si se iba nadando y volvía... que si le ponía crema y yo sólo quería gritarle que no tocase a mi chico, que apartase sus manos de él y supe en aquel momento, que Itachi quería algo con él, porque jamás le había visto sonreír y lo estaba haciendo.

Cuando quise darme cuenta, había apretado tan fuerte el pergamino movido por mi ira y los celos, que estaba completamente arrugado y a punto de romperse. No quise moverme de allí, pero me alegré cuando Deidara pareció enfadarse y comenzó a caminar hacia fuera del estanque para marcharse ¡Ese mi niño, el que se enfadaba con rapidez! Y me gustaba que lo hiciera, sobre todo si se trataba del Uchiha. Lo que no esperé es que se volviera a girar hacia Itachi y éste se acercase aún más a mi chico de cabellos dorados, se acercó tanto, que ahora sí rompí el pergamino al ver como se estaban besando ¡Itachi Uchiha, el hombre sin sentimientos besando a Deidara! No podía creer lo que veía, pero esto no iba a quedar así, nadie se iba a quedar con el amor de mi vida y si tenía que enfrentarme al mismo Uchiha... lo haría, aunque fuera un suicidio.

Volví a la base y precisamente me crucé con Kisame. Precisamente con él es con uno de los que quería hablar, porque él estaba interesado en el Uchiha y yo en Deidara... podríamos ayudarnos a separarles. Al menos yo me llevaba la mejor parte, Deidara era "fácil" relativamente, porque intentar seducir al Uchiha... era misión imposible, aún no sabía cómo Deidara había sido capaz de conseguir que le besase, aunque reconocía que mi rubio... tenía una dulzura y una inocencia únicas.

- ¿Puedo hablar contigo un momento, kisame? – le pregunté y se separó del resto para venir a hablar conmigo.

- ¿Qué sucede? – me preguntó con una sonrisa.

- ¿Qué sabes sobre Itachi y Deidara?

- Poca cosa... que se quedó mi compañero el otro día por la noche vigilándole, ordenes de Konan y Pain.

- Les acabo de ver besándose

- ¿Enserio? – Me preguntó sonriendo – esto va mejor de lo que esperaba.

- ¿De qué hablas? Creía que te gustaba el Uchiha y desde luego, yo quiero quedarme con Deidara.

- Entonces tranquilo... todo está bien – porque le he metido miedo esta mañana a Deidara con Itachi, ahora mismo, debe estar muy asustado de él. Es más... iré a asustarle un poco más – me comentó - ¿Puedes ir a decirle al resto... que hoy toca ir a por Deidara? – Kisame me sonrió y yo sonreí para ir a planear con Hidan y Kakuzu cuando volvieran de la misión, el plan contra Deidara.

Todo lo planearon ellos prácticamente, porque yo decidí no participar, sólo me faltaba que Deidara perdiera su confianza en mí y eso... no me lo podía permitir, así que me fui a mi cuarto. De todas formas, el plan creo que no les funcionó muy bien, porque tras escuchar un gran jaleo en uno de los pasillos cercanos a mi habitación, Kisame que venía asustado, comentó que el Uchiha se había dado cuenta de todo y les había pegado una paliza a Kakuzu y a Hidan por tocar a mi rubio.

Eran un desastre todos ellos, ni un plan les podía salir bien. Tanto tiempo había estado ocultando todo lo que le hacían a Deidara de los ojos de aquellos que no participaban y ahora se dejaban pillar ¡inútiles todos! ¿Qué podía hacer yo ahora para evitar que esos dos estuvieran juntos mucho tiempo? Porque creo... que si los dejaba mucho tiempo a solas, acababan declarando sus sentimientos y eso... no podía consentirlo bajo ningún concepto.

Quizá si forzaba a Deidara a salir conmigo ¿Pero cómo? ¿Cómo le arrebataba al Uchiha a Deidara? Tenía que pensar en algo y a ser posible, rápido, porque el tiempo se me acababa. Aún así, no podía dejar de pensar en cómo habían metido la pata, porque se supone que tenían que asustar a Deidara para que corriera a mis brazos pidiendo protección y ahora... le tenía en la habitación de Itachi ¿Haber quién era el valiente que entraba allí a molestar al rubio? Si es que las cosas cuando quieres hacerlas bien... tiene que ir uno mismo.

Esa misma mañana cuando me levanté y fui a desayunar, allí estaba el Uchiha cogiendo los desayunos y supuse, que le llevaría uno a Deidara por la cantidad que estaba cogiendo. ¿No pensaba salir Deidara de su habitación? ¿Habría pasado algo entre ellos? No estaba seguro pero decidí ir antes de que regresase el Uchiha. Toqué a la puerta y abrió mi rubio quien se sorprendió de verme allí, aún así salió al pasillo con una sonrisa para hablar conmigo y es que... yo era su compañero, me debía un respeto.

- ¿Ya has pensado sobre lo que te dije? – le pregunté

- Lo he estado pensando pero... - no le dejé acabar la frase.

- Me haría ilusión que aceptases Deidara – intenté jugar con su culpabilidad, con esa sensibilidad que tenía él – me harías el más feliz de aquí y no dejaré que nadie te haga daño.

- Verás Danna – empezó – es que no puedo estar contigo – me dijo – lo siento de verdad, eres un gran hombre y te agradezco lo que quieres hacer por mí, pero...

- Pero te calienta el Uchiha – le dije de forma borde y se sorprendió - ¿Es eso, no? Porque claro... ¿cómo voy a competir yo, una simple marioneta contra el Uchiha? Y yo que pensaba que le odiabas por haberte traído aquí.

- No sé que es lo que siento por él –me dijo Deidara – estoy confuso.

- Pues déjame solucionar tus dudas – le dije besándole mientras le empotraba contra la pared.

Me dio la sensación de que no quería seguir mi beso, sobre todo por la forma en que intentaba alejarse de mí, pero le cogí las muñecas bloqueando así su rebote mientras seguía besándole, porque éste chico sería mía fuera como fuera. La verdad es que el puñetazo no lo vi venir, pero me tiró al suelo rompiendo la madera de mi mejilla. Cuando me giré me encontré con los ojos del Uchiha clavados en mí.

- No vuelvas a tocarle sin su permiso – me dijo de golpe, yo sonreí.

- No te metas en esto Uchiha, él es mío, sale conmigo.

- ¿Sales con él? – le preguntó el Uchiha a Deidara claramente en un ataque de celos.

- No – le dijo Deidara – Sasori había venido buscando una respuesta y le he dicho que no – contestó.

- Ya le has oído – dijo el Uchiha enfadado – no vuelvas a acercarte a él.

El Uchiha le indicó a Deidara que entrase en la habitación y tras mirarme un par de veces con dudas en sus ojos, le hizo caso y desapareció de mi vista. Me levanté del suelo y ya estaba caminando para marcharme cuando sentí la mano del Uchiha cerrarse entorno a mi brazo con fuerza.

- No vuelvas a acercarte a mi chico, ¿Queda claro? – me preguntó.

- ¿Desde cuándo es tú chico? ¿no eras heterosexual? – le pregunté con una sonrisa – eres tú quien no debería acercarse a mi chico – le dije claramente ganándome el odio de su parte.

- No es nada tuyo.

- Tuyo tampoco – le dije – sólo has conseguido besarle. Te odia demasiado Uchiha, no podrás cambiar eso y volverá a mí, te guste o no.


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