Capítulo 13: Nueva habitación
Deidara
Cuando me desperté, sólo veía oscuridad y una tenue luz que entraba por la ventana, aún era de noche y podía ver las estrellas en el cielo. Me quedé mirando por la ventana un segundo antes de buscar algo conocido en esta habitación ¡no sé donde estaba! Creo que nunca había estado en esta habitación en concreto, porque la recordaría, prácticamente no había nada, una cama, un mueble con pocos libros, algún pergamino encima de una mesa y kunais, muchos kunais y shuriken en una bolsa del fondo. ¿Dónde estaba?
Me dolía la cabeza y estaba desorientado, recordaba a Hidan encima de mí inyectándome algo y creo... que le vi caer al suelo ¡ojos rojos! Recuerdo al Uchiha, estaba allí y había destrozado a dos antes de girarse a verme en el suelo ¡mierda! Me incorporé de golpe al darme cuenta de donde estaba, era la habitación del Uchiha ¿pero dónde estaba él?
Miré por la habitación hasta que observé un bulto en el suelo ¿Se había ido a dormir al suelo? Eso no me lo habría imaginado nunca, sonreí. Desde luego creo que el Uchiha tenía más corazón del que demostraba, cualquier otro se habría aprovechado de mí mientras estaba drogado y él... se iba a dormir al suelo. Le estaba mirando cuando escuché su voz ronca.
- Duérmete – me dijo y me extrañé de que supiera que estaba despierto – aún es de noche.
- No puedo dormir – le comenté.
- ¿Por qué no? – preguntó igual de frío.
- Porque no soporto verte ahí en el suelo mientras yo estoy en la cama.
- He dormido muchas veces en el suelo, cállate y duerme anda.
- Ya sé que en las misiones dormimos en el suelo, pero no hace falta dormir ahí cuando tienes una cama.
- ¿Me estás diciendo que entre contigo a la cama? – me preguntó y lo dudé un segundo.
- No, estoy diciendo que es tu habitación, tú deberías estar en la cama y yo en el suelo.
- Tu eres el enfermo – me dijo – si era toda tu preocupación, estoy bien aquí, duérmete.
Me levanté para acercarme a mirarle, porque en toda nuestra conversación, no se había girado hacia mí ni una sola vez y no entendía porque le tenía que hablar a su espalda, así que me acerqué haciendo que él se tapase entero con una sábana.
- ¿Uchiha? – le pregunté.
- ¿Quieres dormirte de una vez?
- ¿Qué pasa? – le pregunté ahora preocupado y cuando le destapé la cara me di cuenta, sus ojos lloraban sangre – joder – le dije - ¿Dónde tienes el botiquín? – le pregunté.
- Deidara, vete a dormir ¿vale? Estoy bien.
- No, no estás bien, estás sangrando y es por mi culpa, te obligué a activar tus ojos, es mi culpa.
Me levanté del suelo para buscar el interruptor de la luz y dirigirme al baño buscando algo. Encima no es que tuviera mucho para curarse, al final acabé cogiendo un cacharro con agua y una toalla para limpiarle la sangre mientras buscaba una venda o algo ¡Tampoco tenía vendas!. Cuando volví, creo que ya se había resignado, porque se había sentado con la espalda apoyada en la cama. Me dolía verle así, con los ojos cerrados y sin ver nada, sentía que era mi culpa, estaba así porque le obligué a activar el mangekyō sharingan.
Me arrodillé frente a él entre sus piernas y empapé la toalla en el agua para empezar a quitar la sangre que caía de sus ojos por sus mejillas. Se quejó en cuanto toqué cerca de sus ojos con delicadeza.
- Lo siento – le dije.
- No pasa nada, no me has hecho daño – me dijo – es que no estoy acostumbrado a que me toquen cerca de los ojos.
Un tenso silencio se hizo después de eso mientras yo seguía limpiándole la sangre con cuidado y entonces me di cuenta, de que estábamos muy cerca el uno del otro, que mis labios estaban casi pegados a los de él, que mientras le limpiaba la sangre no podía dejar de mirar sus labios.
- No me hagas esto – me dijo – por favor
No sé a qué se refería exactamente ¿A que no le limpiara la sangre? ¿A que no mirase sus labios? ¿A qué? Porque tampoco podía saber si le estaba mirando o no, tenía los ojos cerrados, así que no sé muy bien que quería decirme con eso, pero de lo que sí me di cuenta, fue de su tono dulce, de que me había pedido algo "por favor" y de que no parecía el mismo Uchiha que cuando salía por esa puerta.
- ¿Qué quieres decir? – le pregunté.
- No me mires así – me dijo – me excita mucho y no quiero hacer nada contigo – me aclaró.
- ¿Cómo sabes que te estoy mirando?
- Tu mano se ha detenido – me sonrió – te has desconcentrado por algo y estoy seguro, de que es porque me estabas mirando.
Aluciné con su respuesta ¿Cómo podía ser tan irremediablemente inteligente? Lo notaba todo, lo sabía todo, era increíble y más cuando pensaba que sólo tenía veintiún años. Si no hubiera matado a su clan y se hubiera quedado en Konoha... ahora habría podido ser cualquier cosa, sería el mejor de la villa, incluso aquí en Akatsuki era de los más temidos y eso que todos eran asesinos. Tan joven y tan fuerte, tan listo, era impresionante.
- No seas tan egocéntrico, no todo gira a tu alrededor – le dije enfadado pero él sonrió.
- Me gustan tus manos – comentó con una sonrisa – son delicadas y no son tan torpes como las mías para limpiar heridas – comentó haciendo referencia a lo del estanque.
- ¿Por qué lo hiciste? – le pregunté
- ¿Salvarte? – me preguntó – no lo sé, sólo te vi en el suelo y supongo que no me gustó la escena.
- ¿Están bien ellos? – le pregunté.
- Lo estarán – dijo con una sonrisa – pero por lo menos en un tiempo... no creo que quieran volver a intentar algo contigo
- No lo entiendo... tú me odias – le dije.
- No, eres tú quien me odia a mí – me aclaró – yo nunca he dicho eso. Lo que dije cuando te conocí, es que eras insoportable – me sonrió.
- ¿Qué vas a querer tú Uchiha? – le pregunté y él dudó, pero creo que al pensarlo, intuyó a lo que me refería.
- ¿estás bien? – me preguntó y dudé.
- Sí – le dije.
- Entonces tu deuda conmigo está saldada. No quiero nada más.
- Pero...
- Ya lo sé, todos aquí te ofrecen su protección con tal de que te dejes follar ¿no? – me dijo a lo bestia – no voy a hacer eso, puedes hacer lo que tu quieras, te salvé porque quise, nada más, no me debes nada.
- Pero... has dicho hace un momento que te excitaba
- Sí, pero no por eso quiero violarte – me dijo con una sonrisa – quiero que seas tú por tu cuenta y porque lo desees, no porque me debas algo o te obligue y desde luego con lo que creo que está pasando, dudo que te apetezca mucho. Menos aún con el dolor que tienes que tener por las heridas, así que no voy a hacerte nada – me aclaró – necesitas descansar, ve a dormir – me pidió esta vez sin ordenármelo como era tan habitual en él. – ¿Puedes pasarme la bandana? – me preguntó y busqué con la mirada donde estaba la suya, cuando la encontré se la di y vi cómo se cubría los ojos con ella para no forzar más su vista hoy.
Volví a mirarle y me di cuenta esta vez, de a qué se refería con que detuve mi mano, era verdad, la había detenido en su mejilla con el trapo en ella. Mi mano derecha que la tenía libre, acabó acariciando con suavidad sus labios y es que no podía evitar mirarlos, no podía evitar que me atrajesen. Acerqué mis labios lentamente a los suyos y no escuché que se quejase, de todas formas tampoco podía verme con la bandana colocada en sus ojos. Me coloqué mejor dejando sus piernas estiradas bajo de mí mientras me apoyaba sobre las rodillas para llegar mejor a sus labios.
Mi mano pasó de rozar sus labios a agarrar su nuca atrayéndolo a mí y me excité con tan solo rozar mis labios los suyos, una corriente me invadió cuando profundicé el beso y me cautivó su forma de agarrarme la cintura evitando que pudiera retroceder pero sin hacerme daño. Él no me obligaba, lo había hecho porque quise, creo que era la primera vez que besaba a alguien porque yo quería hacerlo.
Fue tierno y delicado, jugué con su lengua y cerré los ojos dejándome llevar por todo lo que sentía, porque sentía pasión recorrer mis venas, sentía excitación, sentía que podía enamorarme de la dulzura de Itachi ¡A quién le dijera que Itachi podía ser dulce, no me creería! Pero ahí estaba, un Itachi Uchiha al que yo no conocía, tierno, delicado, protector, un chico que besaba de muerte, porque como siguiera besándome de esta manera, creo que me desmayaría.
¿Quién me iba a decir a mí, que acabaría metiéndole la lengua hasta el fondo al hombre que había arrebatado mi libertad? Porque ese era Itachi Uchiha, el que me lo había quitado todo, el que me había encerrado en este infierno, el que se había ganado mi odio y el que estaba robando mi corazón ¿Cómo podía odiarle y quererle tanto al mismo tiempo? No podía explicármelo.
Cuando me separé de él lentamente, seguía deseándole, en realidad... creo que le deseaba más que cuando inicié el beso. Él seguía sin poder verme pero aún así, me sintió temblar sobre él y supongo, que fue lo que le hizo preocuparse.
- Tranquilo – me dijo – lo siento ¿vale? No debí dejarte hacer esto, te traerá malos recuerdos.
- No es eso – le dije – a veces me despierto creyendo que están en mi habitación, tengo pesadillas con que me violan una y otra vez, pero para ser sincero... Aunque lo he pensado al principio, tú beso es diferente del de todos ellos, al principio me daba miedo, creí que si te besaba no podría pararte, que querrías seguir y me asustaba, pero no eres como ellos.
- No haré nada que tú no quieras hacer Deidara. Lo que eso me recuerda lo de la cruz – me dijo sonriendo y yo cerré los ojos pensando en la que me iba a caer por aquello - ¿Quién te ha metido en la cabeza que iba a violarte en la cruz? – me preguntó divertido – enserio que cuando lo dijiste no sabía de qué me estabas hablando, pero cuando vi lo que te estaban haciendo... todo encajó. Enserio... ¿Quién fue?
- Kisame – le dije
- Como no – dijo sonriendo – Deidara... no voy a violarte ni a torturarte en la cruz – me dijo muy seguro, aunque creo que el tema le divertía – bueno a menos que me lo pidas.
- Serás idiota – le dije golpeándole el hombro mientras él se reía y yo también.
No podía creer que me estuviera enamorando de Itachi Uchiha.
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