Capítulo 21: El comienzo
La limusina esperaba a la salida del hotel. Desde su divorcio hacía unas semanas, había permanecido en ese hotel al margen de su esposo y ahora, se disponía a volver a su tierra natal para continuar con su carrera como modelo. Sabía de sobra que su ex esposo no iría a despedirse, tampoco a intentar ninguna de las suyas y más, sabiendo que la familia Uchiha junto a Minato y a Ino, estarían allí para desearla un feliz vuelo.
Era posible que ya no volvieran a verse, o quizá... en algunas vacaciones o fiestas, pero de una cosa estaba segura, Samui no iba a permitir que su hijo naciera al margen de todo aquello, había prometido dejarle a cargo de Minato y los Uchiha en sus vacaciones para que pudiera conocer a su hermanastra.
Todos se despidieron en aquella calle y aunque Minato no llegó a conocerla en profundidad en aquel escaso tiempo, sí creó cierto vacío en él, un sentimiento extraño de soledad que hacía mucho no sentía, en parte... motivado por la tristeza de verla partir, otra parte... por haber empatizado con ella por lo que ambos tuvieron que vivir al lado de Tobirama.
En el coche de camino a casa, los tres permanecían en silencio, pero sólo Minato se perdía en las ajetreadas calles y las personas que caminaban en ellas. Esa soledad o cierta angustia no se le iba del pecho y no ayudaba en nada que lloviese ese día impregnando los cristales del vehículo. Tan sólo los limpiaparabrisas en movimiento era lo que podían escuchar esos tres hasta que Madara, harto del silencio, encendió la radio.
- ¿Por qué tan serio, Minato? – preguntó su esposo a su lado – no es que no vayamos a volver a verla.
- No sé... me ha dado un poco de tristeza aunque tampoco entiendo muy bien el motivo. Quizá me había hecho a la idea de ver a nuestros hijos jugar juntos en un futuro, no sé.
- Llevas unos días muy raro – comentó Madara.
- Sí, es posible – sonrió Minato al darse cuenta de que sí era muy probable.
- Puede que sea por la casa. Sólo llevamos un par de semanas viviendo juntos en la nueva casa y no sé... - comentó Minato.
- Si hay algo que no te gusta, lo podemos cambiar – sonrió Izuna.
- No es eso, es que... aún tengo recuerdos del anterior matrimonio y quizá estoy un poco tenso porque no quiero que suceda lo mismo, no quiero quedarme solo en esa casa mientras vosotros...
- No vas a estar solo. Seguirás en la universidad con nosotros, no estás encerrado como antiguamente – sonrió Izuna.
- Y mi padre... ése es otro asunto que me preocupa. Sobre todo ahora que tras la victoria de vuestro padre, se ha hecho público lo nuestro. Ni siquiera he querido pasar aún a verle porque no sé lo que podrá decirme con esto del matrimonio este.
- Diga lo que diga, nosotros estaremos a tu lado – le cogió la mano Izuna para que sintiera que estaban con él pasase lo que pasase.
***
Tres meses después:
¡Susceptible! Así era cómo sentían que se encontraba Minato, susceptible por varias cosas y, aun así, ambos Uchiha se miraban y sonreían al verle enojarse por alguna tontería. Era cierto que el último mes había sido complicado, más desde que fueron a ver a su padre para explicar la situación y les tachó de inmorales y de poca palabra, ante aquello, Izuna sólo sonreía y le aclaraba que nunca especificó cómo sería su matrimonio con Minato, tan sólo le pidió la mano y él aceptó sin pedir más explicaciones de ello, dando por supuesto su propia idea. Desde luego no se lo había tomado nada bien y menos... la última semana que tuvo que quedarse en la casa conjunta de la familia.
Minato lo llamaba una tortura por tener que aguantar sus reproches, Madara lo consideraba una dulce venganza que tuviera que vivir aquella semana con ellos viendo lo que no quería ver, a los tres casados y felices. Ahora... por fin empezaba a entender un poco las cosas, aunque le había costado a Izuna y a Madara sus buenas charlas en el jardín. Por supuesto, Minato no sabía nada acerca de esas charlas que mantenían con su padre tratando de que entendiera lo que ellos sentían por su hijo.
- Si friegas con tanto esmero... no sé si sacarás brillo al plato o acabarás por romperlo – sonrió Izuna hacia un Minato que le miró con cara de pocos amigos – vale, vale... no digo nada – comentó con una ligera sonrisa, ganándose otra por parte de su hermano.
- Vamos, Minato, ya va a terminar la semana y se marchará de nuevo. Los médicos dicen que está muy bien, pronto podrá irse a casa.
- ¿Qué casa? – preguntó Minato algo preocupado, sabiendo que a su padre le habían robado también la casa la familia Senju, y desde luego no lo quería en su casa para que siguiera amargándole.
- Pues... ya le buscaré una – aclaró al final Madara viendo la mirada de Minato por si decía que podía quedarse allí un tiempo más.
- Voy a cambiarme y me iré a clase – comentó Minato secándose las manos con uno de los trapos de cocina – vosotros haced lo que queráis.
Al ver cómo Minato desaparecía por la puerta, Madara empezó a reírse sin poder parar. Ese chico últimamente le atraía más de lo que normalmente ya lo hacía. Ese carácter combativo que estaba sacando, esa manera de defender su matrimonio de la posibilidad de que su padre pudiera destruirlo, puede que Minato no lo dijera en voz alta, era orgulloso también, pero ellos sabían que sólo era eso, miedo a que su padre pudiera destrozar nuevamente su vida o su matrimonio.
- Te digo yo que está embarazado – sonrió Madara.
- No digas burradas.
- Vamos... se quitó los anticonceptivos hace un tiempo y... voy muy pero muy cachondo.
- Tú siempre vas así – sonrió Izuna.
- Vale... más que de costumbre – sonrió Madara – te digo que son sus hormonas. Además están esos cambios de humor.
- No ha tenido síntomas raros.
- Suele estar cansado últimamente.
- ¿Quién lo lleva al médico? – preguntó Izuna con una gran sonrisa – porque va a ser bueno con su carácter decirle que creemos que puede estar embarazado. Nos va a mandar a freír espárragos y lo sabes bien.
- Está bien... en algo habrá que arriesgar la vida, iré yo – comentó Madara al final – yo le explicaré mis dudas.
Madara terminó su desayuno y decidió prepararse para la guerra... hablar con Minato de aquello no iba a ser fácil y lo sabía. Cinco minutos después de que desapareciera por la puerta del dormitorio principal, apareció de nuevo, corriendo hacia el pasillo y cerrando la puerta tras de sí bajo la sonora carcajada de su hermano que escuchó cómo algo golpeaba contra la puerta antes de escuchar el grito de Minato diciendo que iba a matarle como estuviera embarazado. Madara sonrió también.
- Creo que no ha ido del todo mal – sonrió Madara aguantando aún la puerta, escuchando otro ruido al otro lado como si Minato hubiese lanzado algo más – pero es mejor esperar un poco.
- Es mejor que tú vayas a clase, ya le llevaré yo al médico – aclaró Izuna.
- Sí, tú eres mejor que yo con las palabras. Quizá logres aplacarlo y que no quiera matarme cuando vuelva. Aunque sinceramente... teniendo en cuenta cómo tenemos sexo con él... como esté embarazado puede que seas tú el padre y me libre de que quiera matarme a mí.
- Le aplacaré – comentó Izuna con una ligera sonrisa – vamos, vete.
***
En la sala del médico, ambos esperaban pacientemente pese a que las piernas de Minato indicaban su nerviosismo. Era algo lógico para Izuna que su esposo se encontrase en esa situación, con incertidumbre y puede que miedo, así que pasó su mano hasta la de él y la cogió con suavidad, pasándole parte de su calidez a él antes de que Minato le mirase y se perdiera en su dulce sonrisa.
- Te quiero, Minato, y todo estará bien – le aseguró.
- Lo sé – sonrió Minato – pero...
- Es normal sentirse así pero... ¿Estás bien?
- Sí, me encuentro bien. Un poco asustado entre lo de mi padre y ahora... esto...
- Puede que sea una falsa alarma. No te preocupes, sólo queríamos salir de dudas.
- ¿Y si estoy embarazado? ¿Y si no es tuyo? ¿Y si...?
- Demasiados "y si..." – comentó Izuna con una sonrisa – deja de pensar tanto, sea de quien sea yo, querré igual a ese niño como quiero a Ino.
- ¿Minato Namikaze? – escucharon a la enfermera pronunciar su nombre – por favor... acompáñeme.
Minato agarró con más fuerza la mano de Izuna, pero éste se levantó con él también para acompañarle. No pensaba dejarle solo en una situación así ni en ninguna otra por el estilo, eran una familia y lo afrontaban juntos.
Tuvieron que esperar un par de horas entre las pruebas y los análisis, sin embargo, Minato soltó la mano que presionaba la de Izuna y abrió los ojos cuando efectivamente, le confirmaron que estaba embarazado pero era demasiado pronto para saber quién sería el padre.
- Ey... todo está bien – sonrió Izuna cogiendo él con fuerza la mano de Minato.
- ¿Y mis estudios?
- Lo arreglaremos – comentó Izuna – ahora sólo... necesito saber qué piensas de verdad.
- No estoy muy seguro. Estoy feliz pero...
- Racionalmente estás preocupado por tus estudios.
- Sí – comentó Minato – y el cómo explicaré esto. La última vez fue fácil, no salía de casa, nadie se enteró que estaba embarazado.
- No voy a encerrarte en casa – sonrió Izuna – puedes ir donde quieras.
- La gente me mirará como a un bicho raro.
- Que digan lo que quieran, nosotros estaremos siempre a tu lado. Piensa en Ino, tendrá a alguien con quien jugar.
Minato sonrió durante un segundo, consiguiendo así que Izuna se relajase al ver que parecía tomarse mejor la noticia ahora.
- Sí, es cierto. Sabíamos que esto acabaría pasando tarde o temprano. ¿Puedo decírselo yo a Madara?
- Claro – comentó Izuna.
***
Esa mañana, tras haber transcurrido tres meses desde el juicio en el que Tobirama perdió la custodia y la carrera de su padre se vino abajo, Madara había decidido ir a ver a Sarutobi. Él siempre había sido un gran empresario y un fiel amigo de la familia Uchiha pese a que pocas familias conocían la auténtica relación que mantenían. Los Sarutobi siempre habían sido muy precavidos con su privacidad y sus amigos.
- Arriesgado – fue lo único que dijo Sarutobi.
- Claro que lo es, pero no se me ocurre otra forma de hacer esto.
- ¿Y quién te dice que luego te venderé esas acciones que consiga?
- Como bien dices... me estoy arriesgando y estoy apostando todo a tu integridad como persona. Siempre has sido un buen amigo de la familia y te gustan las buenas acciones, ésta lo es.
- Lo pensaré – comentó Sarutobi – además... no te bastará con que yo sólo compre esas acciones.
- Del resto me ocuparé yo, pero será algo lento. No puedo hacer ningún movimiento ahora o sospecharía algo. Por eso tengo que dividir la compra de las acciones.
- Y en el momento oportuno comprarás todas las acciones de tus aliados.
- Es un buen plan.
- Puede que los Senju se den cuenta.
- No deberían, varias empresas comprarán acciones y ninguna con el nombre Uchiha. No deberían sospechar nada, el problema estará cuando quiera comprar de nuevo esas acciones, necesito aliados en los que confíe de verdad.
- Sigo pensando que es arriesgado, pero quizá no pasa nada por que compre algún porcentaje de sus acciones. Es una cantidad mínima para mi empresa – susurró – luego ya veremos cómo irá tu plan, por ahora... te mantendré informado de lo que decida o lo que compre de la farmacéutica.
- Están en un mal momento tras el juicio y la caída de influencia de Butsuma, necesitarán vender acciones, es el mejor momento para comprar.
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