Termine de alistarme, en la mochila llevaba un cantimplora de plástico (De modo que vacía no ocupaba nada de espacio) también unas barras energéticas de mi abuela, una linterna a pilas, la caja de mis lentillas, unas monodosis, pañuelos, parcheguritas, ibuprofeno y dinero por si hacía falta.

Me ajuste los mitones y abrí la puerta de mi habitación, avance hasta la escalera y baje saltando los escalones de dos en dos, normalmente no correría el riesgo de caerme, pero estaba excitada por mi salida nocturna hasta el cementerio.

-¿A donde vas tan emocionada Vale?

-Ma' ya te dije que voy a salir con los niños...-odio cuando mi madre me interrumpe, le repito las cosas tres, cuatro, cinco, hasta seis veces y se le olvidan, por lo general culpa a la edad, pero dudo que cuarenta años produzcan eso.

-Deja ya de ser tan antipática... llamare a la mamá de la Montse a las doce para saber si se durmieron-termino la frase para tomar celular y continuar jugando.

-Ya entendí, chao-tome las llaves encima del sillón y corrí a la puerta, la abrí con algo de impotencia ¿Como mi progenitora puede arruinar mi humor con tan solo unas poca palabras? No lo sé, mas es odioso.

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Abrí la reja y avance medio metro hasta la puerta, le dí leves golpes y esperé, en mi oído derecho colgaba mi audífono mientras sonaba Pacify her de Melanie Martinez, me concentré tanto en la música que me asuste cuando escuche el ruido de apertura.

-Valentina pasa, la Montserrat te espera con Alex y Leia en su pieza.

-Gracias seño'-pase rápidamente, el pasillo hasta el cuarto era largo y angosto además de estar en penumbras, camine mirando hacia los lados, este rincón de la casa siempre me daba algo de miedo. Llegué y abrí la puerta como si se tratara de mi cueva.

-¡Vale! Por fin llegas-hablo Montserrat

-Llego la tabla-dijo con aire de victoria Alex, le dedique una mirada de odio, no entiendo como somos amigos... bueno "amigos"

-Alex tienes que enseñarme como molestar a la Vale-devolví mi mirada, ahora hacia la rubia que le hablaba al patético de Alexander.

-No molestes Leia-replique a la vez que me lance sobre un montón de ropa sin ordenar, la ojiazul me miro con rabia, hace un tiempo no actuábamos así, antes estábamos siempre juntas... una vez incluso pensaron que ella y yo eramos novias... extraño esos tiempos.

-Oye Jilguero ¿Sabes cuando va a llegar Cecilia o Luciano y él Mathías?-hablo la castaña sentándose a mí lado, el apodo de Jilguero me lo colocó ella después de descubrir mi afición por esos pequeños pájaros.

-Llegaran en unos minutos, vienen en el auto del padre de Cecilia-respondí cortante, cerré los ojos frustrada, últimamente mi carácter era una mierda y trataba de ocultarlo lo más posible. Tomé mi celular y busqué alguna canción que le gustara a Montse, era una especie de disculpa por como conteste-¿Te gusta How to start a war de Simon Curtis?

-Sip-solté una pequeña risa, ella siempre lograba subir mi animo, le pase mi otro audífono y la música empezó a sonar, no me di cuenta de cuando apoyo su cabeza en mi hombro, pero si note el enojo de Leia al vernos juntas, ver su cara enojada me impedía borrar mi sonrisa de tonta de mi rostro.

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-¡Ya llegamos bitches!- grito cierta pelirroja que debió haber llegado hace una hora.

-Cállate subnormal-apunte a Montserrat que se había quedado dormida en mi regazo.

-¿Por qué se tardaron tanto?-pregunto Alex-Ya son las once.

-Tuvimos que venir corriendo-respondió Luciano cansado, como si hubiera corrido una maratón.

-Él auto se quedo en pana a medio camino-agrego Mathías.

-Inútiles-exclamo Leia fastidiada.

Yo agitaba a Montserrat para que se despertara mientras los demás acomodaban las almohadas para parecer que estábamos acostados-Oye floja levántate.

-...Cinco minutitos más...

-Tú abuela te dará cinco minutos-la empuje, dejando que cayera de cara contra el suelo (Algo cruel pero efectivo) acto seguido me levante y busque a Cecilia con la mirada-Oye Ceci ¿Trajiste la ouija?

-Yep, ahora solo tenemos que ir al cementerio-se veía un brillo malicioso en sus ojos, como cuando una niño hará una maldad.

-Pues entonces ¿Qué esperamos?