Juguemos 🌼

Era una mañana cálida, el sol arropaba las bellas flores del jardín, un jardín que él cuidaba todos los días. Era la quinta primavera que las flores renacían, era la quinta primavera en que las flores le alegraban el día, porque le traían recuerdos, los mejores momentos entre las margaritas, esos grandes momentos con ella, cinco años a su lado y deseaba que fuera mucho más tiempo. En sus manos llevaba unas rosas y girasoles.

Siempre empezaba la primavera recordándole cuánto la amaba y ese día no sería la excepción, estaba listo para decirle una vez más cuánto la quería.

Sin dudar le entregó el ramo de flores que le había preparado, con su dulce voz le dijo todo lo que sentía, todo ese amor puro. Ella no creía que de verdad le estaba diciendo todo eso, con una palabra tosca lo detuvo, su mente se encontraba enredada, no sabía cómo combinar las palabras, una idea llegó a su mente.

—Juguemos —dijo y él afirmó en silencio.

La mujer tomó una hoja de papel y ella trazó nueve líneas horizontales, observó a su esposo por varios segundos, no estaba tan segura de que tan divertido podía ser ese juego. Así comenzó a explicar.

—Cada línea le pertenece a una letra, debes mencionar letras hasta acertar las palabras correctas.

La miró con diversión y cariño, sabía que era un juego fácil y aseguró que terminaría de la mejor manera.

—Voy a ganar, ya verás.

Detalló la cantidad de líneas, analizó los espacios entre las mismas. Comenzó a decir letras al azar hasta formar tres palabras completas, sólo faltaba una. El juego lo dejó impactado, lo enamoraba su creatividad y ese juego lo había dejado atónito. Con toda la seguridad que le regaló su amor, completó las dos únicas letras que faltaban con un «sí», confiado dijo.

—Yo sí te amo.

La mente de ella quedó en blanco, eso no era lo que esperaba así que decidida corrigió.

—Yo no te amo.

Como un puñal en el estómago, como una bala en el pecho, de esa manera le dolían esas palabras, algo que no esperaba.

Alejó su cuerpo de ella como si fuese una especie de repelente, la miró a los ojos y salió de la casa al jardín, allí dejó salir toda su ira y tristeza, destrozó cada rosa, cada flor, el jardín iba perdiendo poco a poco su belleza, nada le dolía más que perder el amor de ella, lo único que lo mantenía de pie, lo que le de daba vida cada día, durante cinco años.

Ella no soportaba escuchar el desastre que hacía su esposo afuera, sabía que todo eso era su culpa, hay mejores maneras de hablar y decir las cosas, ella usó el peor método.

Cansada de sentir culpa corrió a su habitación, allí cayó al piso y pegó sus piernas contra su pecho, comenzó a llorar, muy bien sabía que él esperaba las primaveras, él esperaba las flores, sólo por ella.

Luego de tanto pensar notó que había mucho silencio, suspiró y decidida salió de la habitación para tener una verdadera conversación acerca de sus sentimientos. Caminó a la sala con miedo y duda, al llegar no podía creer lo que veía, ahí estaba, colgado del techo con una cuerda aferrada a su cuello. Ella estaba inmóvil observando el cadáver del hombre que la amó, lo miró por completo sin hacer algún movimiento hasta que su mirada cayó sobre la mesa, allí estaba el ramo de rosas y girasoles sobre una hoja de papel, sin dudar se acercó a la mesa, tomó la hoja y era ese juego, el juego donde ella buscaba una solución y él encontró su perdición, cada letra sobre su debida línea horizontal, faltando sólo dos letras, que para él era un "sí" y para ella un "no".

El juego aún existe, los pequeños niños inocentes lo juegan, con diferentes reglas que han cambiado con el tiempo, sin saber que una trágica historia de amor le dió su origen, enseñando que puedes matar a una persona con las palabras equivocadas. Porque la siguiente primavera ella ya sabía que ese amor siempre fue puro, siempre fue mutuo, pero ya era tarde, muy tarde.

Fin.

Génesis A.

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