18(temp)
Olga
Me convertí en una persona hermética que no ambiciona relacionarse con nadie, además ¿de qué sirve esforzarse inútilmente? Desde que él se marchó no hago otra cosa que cagarla. No deseo complicarle más la vida a Sara, no me gusta la idea de que haya dejado de salir con sus amigos por mi, además se tomó dos semanas libres en su trabajo.
Lo peor de todo es que la culpa no se va, cada vez que hago sufrir a mis padres. Ellos lo pasaron mal cuando regreso al apartamento, encima los ignoro durante semanas. Solo quieren que regrese la antigua Olga pero eso no ocurrirá.
No olvido cómo conocí a Adrián, era el típico chico al que le gustaba apostar. Creí que lo hizo por mi, ¡que idiota! Estaba ciega con él, me llevaba de fiesta cada sábado, me introducía en un mundo desconocido. A mi me brillaban mis pupilas cada vez que veía a los demás disfrutando incluso me dejaba llevar por mi novio en aquel entonces. En consecuencia me arriesgaba a probar cocaína creyendo que lo iba a manejar bien.
Cada noche que me servían una copa y esnifaba aquel polvo; en ese instante me sentía de maravilla, aparecían mis alucinaciones como en diez segundos pero el efecto duraba como máximo unas veinticuatro horas, porque no tomaba al principio mucha cantidad. Seguía con esa idea de que todo iba bien, que mi relación con Adrián era fantástica, que nadie se enteraría de mi adicción. Pero lo que no sabía es que ese juego con las drogas iba a acabar seduciéndome de alguna manera y a partir de ahí no pude parar. Así que seguía tomando alcohol mezclado con cocaína, incluso una vez tomé anfetaminas. El problema es que al aumentar la dosis corres el riesgo de que algo vaya mal.
Adrián le valía lo que consumiese, casi siempre estaba más preocupado en ganarle a su otro rival, necesitaba tener un as bajo la manga, y a mi me resultaba curioso que su ludopatía no tuviera límites.
Fuimos unos ingenuos sobre todo yo que creí haber disfrutado todo aquello, más bien caí en esa red y no podía salir. El tiempo pasó cómo un rayo, cada vez que llegaba un cumpleaños o una boda de un familiar lo veía como una obligación impuesta por mi familia, y me excusaba con que me daban dolor de cabeza. No perseguía nada como antes, ese sueño por estudiar auxiliar de farmacia quedó en el pasado. Y lo peor vino en aquel verano, Adrián me dejó porque ya no le estimulaba como antes; a decir verdad nuestra relación iba de camino al fracaso. Ese día me sumergí en la noche y fue la primera vez que nada me importó.
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