Quinta parte.
Y finalmente de nueva cuenta era jueves.
Inspiró profundamente antes de salir de su casa para dirigirse a la universidad. Esta vez estaba completamente dispuesto a ir caminando. Cualquier cosa era mucho mejor que subir al vagón de un tren.
Comenzó con su camino y negó un poco dándose cuenta que realmente aquello era una gran locura. No podía ser tan cobarde como para evadir su realidad toda la vida. Si algo le agradecía a su madre era haberlo educado para ser un chico que enfrentaba sus problemas y les daba una solución sin huir incluso aunque esta fuese completamente dolorosa como lo era en ese momento.
La estación de tren no estaba tan lejos así que en menos de lo que él hubiese deseado ya se encontraba de pie frente a la puerta que conducía a las escaleras subterráneas. Esperó pacientemente a que el tren llegara y esperó otros dos minutos a que toda la gente saliera para poder entrar.
Sintió un inminente vacío en el momento en el que puso un pie dentro y unas increíbles ganas de echarse a llorar se apoderaron de él al detectar con su mirada el habitual asiento de Katty ser ocupado por una pareja que compartían muestras de afecto sin importarles si el resto de las personas los miraban.
Avanzó con paso lento hasta su habitual asiento que permanecía vacío y se dejó caer descuidadamente llevando de inmediato sus ojos hasta la ventanilla del vagón del tren.
Todavía era capaz de recordar el primer –y el último- beso que había compartido con Katty. Recordaba la manera en la que la chica se había desvanecido entre sus brazos y luego todo se había vuelto una pesadilla.
Katty se había ido y se había llevado la mitad del corazón de Zabdiel junto a ella.
Cerró sus ojos con fuerza tratando de ahuyentar los recuerdos y el sentimiento de tristeza que tenía instalado en su pecho desde hacía seis días. El funeral de Katty había sido la cosa más triste que él había presenciado a lo largo de su vida. Richard había estado con él en todo momento tratando de darle ánimo pero no era suficiente para aplacar el sentimiento de pérdida que embargaba a Zabdiel.
Dejó que la voz de un dueto español penetrara sus oídos y volvió a abrirlos para seguir observando el cristal empañado frente a él recordando la primera vez que había visto a Katty en el vagón del tren tan inmersa en su propio mundo con un libro entre las manos.
En ese entonces él no le había dado ningún tipo de importancia pues ella era una chica común y corriente como cualquier otra además, no es que él fuese completamente fan de leer por las mañanas pues a duras pensar se podía mantener con los ojos abiertos pero a ella parecía gustarle.
Desde entonces secretamente había esperado que cada jueves que él subía al tren ella estuviese ahí, de la misma manera en la que lo estaba deseando en ese momento aun sabiendo que eso realmente no iba a pasar.
Ni pasaría nunca más porque Katty estaba muerta.
Se estremeció cuando sintió la cercanía de una persona, se sacó los auriculares y giró de inmediato encontrándose con Richard en compañía de una chica que si mal no recordaba ella era la mejor amiga de Katty.
—Pensé que te quedarías en casa—susurró Richard y él negó de inmediato.
—No podía seguir haciendo eso ¿sabes? Me cansé que huir. Además, en el fondo tenía la esperanza de que cuando subiera al vagón del tren, ella estaría aquí...—comentó y Mia negó.
—Lo lamento tanto, Zabdiel...—murmuró Richard colocando su mano encima del hombro de su mejor amigo en una señal de ánimo.
—Sé que lo que diré sonará demasiado tonto pero...creo que lo que sentí por ella fue algo así como el amor a primera vista ¿sabes? De verdad siento que no puedo más...siento dolor cada vez que respiro...—explicó tratando de no echarse a llorar.
Aunque claro estaba, estaba fallando olímpicamente.
—No suena tonto en absoluto—susurró Mia sin dejar de mirarlo a los ojos. — ¿Y sabes una cosa, Zabdiel?—cuestionó en medio de un pequeño suspiro—Yo creo que Katty se fue completamente feliz porque al final de cuentas cumplió su sueño gracias a ti...
— ¿Su sueño?—farfulló él y ella asintió de inmediato. —No lo entiendo...—murmuró el muchacho. — ¿Qué sueño cumplió gracias a mí sí sólo tuvimos una sola cita y...?—negó de nuevo y ella le ofreció una pequeña sonrisa al tiempo que nuevas lágrimas comenzaban a resbalar lentamente por sus mejillas.
—Tú, Zabdiel...tú eras el sueño de Katty...
(...)
...
— ¿Eres muy penosa, cierto?
—En realidad no puedo controlarlo...lo he intentado, créeme...
—Créeme, eso es algo que ya noté...
...
...definitivamente eso es lo peor que me ha pasado en la vida ¿sabes? Odio los jueves...
...
— ¿De verdad esa va a ser la excusa que vas a poner?
—No es excusa, Zabdiel... Lo digo en serio...
—Bueno, pues si es por el dinero...ven conmigo. Yo te invito. Me caíste bien, la verdad...eres muy tímida pero aun así me resulta muy fácil hablar contigo ¿sabes? Sé que puede sonar un poco apresurado pero creo que podríamos divertirnos... Y sí es por la lluvia, no creo que ese sea realmente un problema...podemos conseguir un paraguas o algo parecido...
...
—Te veré el sábado en la estación de Mallines ¿te parece bien?
—Sí, obvio. Nos vemos el sábado...
...
—Hola, Kat... hoy es nuestro día...—susurró y observó la lápida un momento—Aquí estoy como cada jueves... ¿Sabes una cosa?—cuestionó Zabdiel a la nada sentado en el filo de la tumba de mármol de la chica que desde hacía semanas no salía de su cabeza. Lastimosamente ahora era demasiado tarde para decírselo y eso era algo que nunca se iba a perdonar.—Desde que te fuiste no he podido dejar de pensar que en parte fue por mi culpa...si yo hubiese sido un poco más inteligente y no te hubiese pedido tener una cita en la feria del libro tú estarías en tu casa, debajo de los edredones leyendo un libro hasta quedarte dormida...si yo no me hubiese acercado a ti en primer lugar justo ahora seguirías viva...sé que ya no tiene caso decir esto pero realmente espero que desde donde estés me estés viendo...que me escuches...tu madre dice que tenías un grave problema con tu corazón pero realmente creo que sólo trata de disfrazar la realidad para que yo me sienta menos culpable lo cual es imposible porque desde entonces no he dejado de pensar en ti un solo segundo...no hay un momento en el que no me lamente por tu partida...Mia dice que al menos cumplí tu sueño y espero realmente que haya sido de ese modo...espero que haya valido la pena los minutos que pasamos juntos.—hizo una pausa y soltó un largo suspiro—El día en el que te fuiste estabas completamente hermosa con esa sonrisa tan radiante que te caracterizaba y las mejillas tan rojas como un tomate...eras la chica más tierna que había visto en toda mi vida y te fuiste...me dejaste...ni siquiera me diste la oportunidad de decirte que me gustabas...ni siquiera me diste la oportunidad de pedirte una oportunidad para estar juntos...Richard dice que debo sentirme feliz porque aunque suene un poco raro, tú estás en un lugar mejor, estás mucho mejor ahora que ya no sufres... ¿Y quieres que te cuente un secreto?
...
—Pensaba en que eres demasiado bonita y muy inteligente..., la verdad es que no sé porque no te noté antes...
—Porque las personas siempre están encerradas en sus propios mundos y no se dan cuenta del mundo que los rodea...del mundo real. Te he visto muchas veces en el vagón del tren, Zabdiel...siempre tan inmerso en tu mundo ignorando a la realidad...siempre con esa mirada somnolienta, siempre lanzando bostezo al cristal completamente ajeno a las personas que te rodean...te he visto millones de veces como para grabarme tu rostro en mi mente...
...
—Desde que te marchaste, todos los días rechazo el tren que va directamente a la estación que está más cerca de la universidad, todos los días elijo el mismo tren en el que nos conocimos, todos los días tomo asiento en el lugar en el que tú lo hacías porque de esa manera te siento más cerca de mi...todos los días antes de dormir rezo para que estés bien y después recuerdo nuestro primer y último beso, es la cosa más hermosa que me ha pasado en la vida y también es el recuerdo más bello que tengo...siempre va a quedar tatuado en mi memoria y es gracias a ti.—sonrió un poco y acarició el nombre de la chica en la cruz de mármol lentamente, tan lento como sí la estuviese acariciando a ella—Me gusta leer a Julio Verne porque a ti te gustaba hacerlo...y desde entonces todos los días presto atención a las cosas que verdaderamente importan, como los colores chillones del abrigo de la mujer de cabello rojo que todos los días entra al vagón con un vaso térmico de café en la mano. O la manera en la que el hombre de gabardina negra siempre arruga las cejas como si algo fuese mal...lo aprendí de ti, Katty...gracias a ti ahora soy consciente del mundo real...gracias a ti he estado viviendo en un mundo que no es mío solamente...
Se estremeció un poco sintiendo una ráfaga de aire helado chocando de lleno con su rostro. Se apartó las lágrimas lentamente y se puso de pie con la mera intención de marcharse antes de que al aguacero que estaba anunciado para ese día se desatara.
—Me alegro mucho de haber cumplido tu sueño...y sé que si te hubiese dicho esto te habrías sonrojado tan intensamente y entonces yo habría pensado que eras la chica más linda del planeta entero...te quiero, Kat... ¿Sabes? Los jueves es mi día favorito de la semana...
Fin.
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Holi ¿sufrieron con Zabdiel o nah? Yo un poco, tengo que admitirlo...
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