9-☀️La noche nos contempló☀️
¿Y qué hay ahora de ese al que tanto amabas?, ¿ya lo olvidaste?. El amor de los jóvenes no habita en el corazón sino los ojos.
Cuantas lágrimas por él, y como lavar en tus claras mejillas, cuanta agua salada vertida inútilmente, por un amor...que ya no sabe a nada.
¿Por qué el amor parece tan dulce en apariencia y si se aprueba tan tirano y cruel?. Y si, ella posee la riqueza de lo bello, pero es pobre, porque todo cuanto tiene, con ella ha de morir, pues porque pare el amor no hay límites de piedra, y lo que el amor puede, lo debe intentar el amor(...)
(Romeo y Julieta)
Domingo 14/03/2004
Abby llegó corriendo al cuartel de policía, el coronel Aldana se encontraba fuera, sentado en una ambulancia junto a otros compañeros.
─¡Coronel!, ¡Chris!, ¡¿como pasó esto?!.
─No lo sé, estábamos todos trabajando, siguiendo con lo de los atentados y de repente, todo se incendió─ tosió.
Abby se acercó a los bomberos que trataban de contener las llamas.
─¿Saben la causa?─ inquirió.
─Claramente fue un atentado─ informó─ tratando de salvar a los presentes encontramos varios bidones de gasolina, esto fue intencional.
─¡Joder!─ exclamó Abby.
─¿Qué pasa?─ inquirió Chris acercándose.
─Chris esto es serio, estoy segura de que Rashid está detrás de todo, hoy me iba a reunir con el contacto, era Dalilah, una antigua compañera enviada a la india, ese asesino la mató, yo intenté capturarlo pero se fugó, estoy segura de que es el culpable de los atentados, así como también de este.
─Espera, ¿me estás diciendo que fuiste sin ninguna protección a encontrarte con ese "contacto" y que casi ese asesino te mata?, ¡¿pero tú estás loca Abby?!.
─Joder Chris, eso no es lo importante, que Rashid puede estar entre nosotros, infiltrado para darle información a su grupo.
─¿Como?, ¿hay más?.
─Es evidente que una sola persona no puede cometer tantos crímenes, debe tener una banda.
─Abby esto es peligroso, creo que deberíamos dejarlo.
─¡¿Estás loco Chris?!, estamos hablando de los culpables de el atentado.
─Si pero...
Fue interrumpido por el coronel Aldana.
─Ya supe que fue intencional__añadió.
─Esto se acaba aquí─ dijo ella apretando los puños.
─¡García!─ llamó a un cadete─ trae a los caninos.
─Pero todo está quemado─ dijo Chris.
─Aún así, algo encontraremos, y llegaremos a esos hijo putas aunque muera en el acto coño.
Chris se alejó y marcó un número en su celular.
─¡¿Pero están locos?!, ¿como se os ocurre hacer eso en la comisaría?, el coronel pudo morir─ su vena en el cuello comenzaba a notarse.
─¿Y a ti desde cuando te importa lo que pase en ese maldito lugar?, ¿es por ella verdad?, si es que tenía que asegurarme que ella estuviera dentro.
─¿Sabes por que no estaba dentro idiota?, porque había una infiltrada, una espía que sabía demasiado de mi, de Al-Qaeda.
─¿Como?─ inquirió el otro del otro lado del teléfono en tono sorprendido.
─Nos espiaba desde hace meses, pero ya me encargué de ella, solo que Abby por poco me descubre.
─¡¿Qué?!, lo ves Rashid, eso es seña de que debemos terminar con esto.
─¿A qué te refieres?.
─Debemos asesinar a Abby y todo el cuerpo de policías, es hora de huír.
─¡Estas loco!, yo no haré eso.
─Lo harás, somos uno ¿recuerdas?, y eso ya está decidido.
─Jahlil escucha...
─Está decidido Rashid.
─¡Teníamos un trato!.
─Eso se rompió desde que te enamoraste de esa zorra.
Colgó y Christian soltó un resoplido.
─¿Estás mejor?__Abby se acercó.
─Si solo que...olvídalo.
─Puedes contarme─ lo instó a hablar.
─Tengo miedo de perderte Abby─ conectó con su mirada.
─Tranquilo─ lo abrazó─ eso no pasará.
#
Pasó la noche en medio de interrogatorio, sonidos de sirenas y perros policías, lamentablemente no habían encontrado nada, pero esa mañana Abby recibió algo que la impactó.
─¿Crees que te vas a deshacer de mi?─. Así decía el mensaje supuestamente enviado por Rashid.
¡Mierda!, pensó Abby.
Inmediatamente llamó a Chris.
─¡¿Qué?!, ¿qué te puso?.
─"Aunque creas que ya me tienes, yo siempre iré un paso por delante de ti, si, yo soy el culpable del atentado a los trenes y a tu comisaría, y también asesiné a Dalilah, si, esa zorra me quería delatar, pero sabes que, ya estoy cansado de ellos".
─¿De ellos?, ¿de quién habla?─ inquirió Chris.
─¿Qué quieres?.
─Quiero ayudarte, Al-Qaeda es su nombre, la organización criminal mas grande jamás fundada, y yo sé donde se encuentran.
─¿De verdad piensas que te creeré?, eres un imbécil, te atraparé y te haré pagar por todo.
─Como desees, yo solo quiero ayudarte, tu misma...
─Espera espera─ bufó.
─Sabía que no rechazarías ayuda. Al-Qaeda se encuentra en unos viejos almacenes en las afueras de Madrid, aún estás a tiempo de atraparlos...
[...]
─Abby esto es una locura─ le decía Chris, haciéndola entrar en razón mientras se dirigían a la dirección dada por "Rashid".
─Es nuestra única oportunidad para atrapar a ese criminal, ¿y piensas que no pedí refuerzos?.
─¿Eh?
─No soy tonta Chris, varios policías vienen detrás.
─¿El coronel también?.
─Si, el coronel también.
Chris se miró en el espejo del retrovisor y mostró una ligera sonrisa nostálgica.
#
Llegaron por fin, era un lugar abandonado tal como lo había dicho Rashid, Abby inspeccionó el lugar cuidadosamente, poco después llegaron los refuerzos.
─¡Cubrirnos!─ ordenó y junto a el coronel Aldana y otros policías entraron, no se había percatado de que Chris no estaba hasta que entraron al almacén.
─¿Donde está Chris?...
Fue instantáneo, una oleada de disparos arremató contra ellos, las balas perforaron sus cuerpos y la roja sangre comenzó a teñir el lugar.
─¡Coronel!─ gritó Abby al verlo tendido en el suelo. Los disparos seguían así que corrió a esconderse, estaba herida de un brazo. Pensaba que estaba perdida cuando sintió un susurro.
─Abby, ¡ey!─ miró al frente y por una rendija de la oxidada pared de cobre distinguió los ojos azules de Chris─. Vamos, te sacaré de aquí─ dijo con impaciencia.
Abby se deslizó hasta la rendija, era de estatura media así que cupo perfectamente. Cuando se hubieron alejado y consiguió recuperar el aliento habló.
─¡Mierda fue...fue una trampa!, todos están muertos─ mustió esto último.
─Abby tranquila, todo estará...
─No joder, nada está ni estará bien, no he cumplido la promesa que le hice a Andrés de encontrar a Antón, y para colmo no capturo al verdadero culpable y ahora todos mis compañeros están muertos, ¡¿donde carajos te metiste?!.
─Te lo explicaré todo ¿si?, pero no aquí, vamos.
Sábado 14/02/2004
Léa Mendoza
Y el esperado día para todas las personas llegó, aparte de la navidad era el más celebrado por todos, ya deben saber de que hablo, el 14 de febrero, día de San Valentín, día de los enamorados.
Para mi esa fecha nunca fue importante, era el ser más antisocial en la historia, solo lo celebraba con Ceci, Juanca, mi madre y mi hermano, solo que ahora, uno de ellos no estaba.
La seman posterior a la fiesta de Juanca transcurrió tranquila, encuentros con Antón, nos pasábamos horas conversando sobre nuestras vidas, su relación con su padre no había mejorado, Andrés trataba de apoyarlo en todo lo que podía, era una gran persona a la cual yo había aprendido a apreciar.
No había hablado con Juanca pues no estaba asistiendo a la escuela, aunque Ceci si lo visitaba, a mi no me incomodaba, en definitiva había sido mi amigo de toda la vida, aunque ahora esa maravillosa relación parecía haberse apagado...por una tontería.
No me había sentido tan emocionada desde que Antón me habló, desde que me dijo esas palabras que me derritieron...
─Y lleguen temprano que hoy tenemos cena familiar─ mamá nos repitió a mi y a Ceci.
─Que si, que si mama, ya nos vamos─ me encargué de decir porque de lo contrario no nos dejaría irnos.
─¿Tomamos el metro?─ me preguntó Ceci ya fuera de casa.
Yo le lancé una sonrisa maliciosa.
Jeje, ¿y lo preguntas mi ciela?
Es ingenua loca.
─Vale que me quedó muy claro─ admitió.
Hubo un pequeño silencio para mada incómodo, luego yo decidí romperlo.
─Es extraño verte callada─ dije sonriendo.
─¿Sabes lo que es más extraño?, verte sin tu cara de culo.
─Pues que te digo─ sonreí angelicalmente─. Antón llegó a mi vida para cambiarla─ suspiré─ ¿y como está Juanca?─ inquirí.
─Creí que no querías saber.
─Aún lo quiero Ceci, es mi amigo, y...duele estar lejos de él.
─Lo sé, pero esta noche tendrás una sorpresa.
─¿Qué sorpresa?, dime, sabes que no me gustan.
─En la cena lo sabrás.
─Ceci...─la miré mal.
─No insistas perra.
Llegamos al metro, yo miraba hacia todos lados, dios, me sentía tan nerviosa como todas las veces que decidía tomar el tren solo para verlo, ¿tan estúpida era?, pues si. Suspiré, no lo veía. Al parecer Ceci notó mi intranquilidad.
─Calma Léa, ya llegará.
Pero no fue así, me pasé un largo rato mirando la entrada del vagón, Ceci estaba sentada a mi lado, concentrada en su teléfono así que yo me limité a quedar absorta en mis pensamientos.
Antón no apareció en todo el día, las clases transcurrieron normales, sin Juanca, conversando con Michelle, la verdad nos habíamos acercado mucho a partir de la revelación de Juanca, que se había acercado a ella para darme celos y tal.
Vale como estaba aburrida en clase de psicología me dediqué a hacer un pequeño debate con la loca:
La cruel naturaleza
Ley de las mujeres
•Mucha teta = nada de culo
•Mucho culo = nada de teta
•Mucho culo y teta = tiene la cara como un culo
•Poca teta y poco culo = linda de cara
•Mucho culo, mucha teta y linda = puta por naturaleza.
Vale ahora es mi turno
Ley de los hombres
•Mucho pene = nada de dinero
•Mucho dinero = nada de pene
•Mucho pene y mucho dinero = feo como el demonio.
•Mucho pene, mucho dinero y atractivo = gay.
Estás muy loca
Estámos
─Bien y como esta prestando tanta atención le cedo la palabra a Léa Mendoza para que nos termine de explicar la clase─ dijo el profesor.
─¿Em?.
─Si usted.
─Em...pues verá.
Si claro, dile que hablabas conmigo y ya te internan.
Como si fuera la divina providencia el timbre sonó dándole final a la clase.
Yo respiré y Ceci me miró divertida. Salimos al pasillo.
─¿Hablabas con la loca verdad?.
─Anja─ reí.
Nos encontramos con Michelle en el camino.
─¡Michelle!─ me acerqué.
─¿Si?.
─Quería invitarte a la cena esta noche en mi casa, claro si no tienes nada que hacer.
─Claro, iré con gusto.
Me alejé con Ceci y volví a mirar el móvil, Antón seguía sin dar noticias.
Antón Arteaga
Estaba muy ocupado trabajando como barman en un café, había conseguido ese trabajo hacía unas semanas y no el había comentado nada a Léa porque no lo creí necesario, se preocuparía sin motivo como siempre lo hace, y no tiene nada de malo pero ella es así, aunque me encanta que sea así.
Ya tenía todo el dinero reunido para el regalo, quería que fuera algo muy bonito, pero las desgracias me perseguían, me robaron en el trabajo, y lo peor, me peleé con el que sabía lo había hecho, aún así no me devolvió nada y me echaron.
No sabía que hacer, hasta que tuve una idea. Llamé a Andrés.
─¿Si?.
─Necesito tu ayuda.
Cuando terminé de hablar con él vi los cientos de llamadas de Léa, joder, jeje quería hacerme el difícil hoy pero con ella era complicado.
La llamé─. ¡Joder!, me tenías muy preocupada idiota, ¿estás bien?.
─¿Ahora soy idiota?─ inquirí divertido.
─Vale, un idiota guapo.
Reí por lo bajo.
─¿Vendrás a casa?.
─Si─ me había invitado desde hace mucho tiempo y al fin conocería a su familia.
─Genial, que venga Andrés también.
─Vale, nos vemos en la noche─ colgué y me dirigí a buscar el regalo, uno que no perdería.
Léa Mendoza
La noticia cayó como balde de agua fría.
─Tu padre viene a cenar─ dijo mi madre.
Yo solo me encogí de hombros en seña de que no me importaba una mierda. Brenda, mamá y Ceci ponían la mesa cuando sonó el timbre.
─Yo abro─ avisé─. Pensé que no venías...─ dije pensando que se trataba de Antón.
─Hola hija.
Ya deben saber de quien se se trataba. Me alejé para tratar de ignorarlo pero me retuvo del brazo.
─Hija por favor debemos hablar, necesito explicarte lo que pasó, la razón de por qué me fui.
─No creo que haya justificación para haberte ido cuando yo tenía ¿cuántos, 3 años?, y aparecer casi 14 años después.
─Léa...
─Ya déjame, joder─ me safé.
─¡Papá!─ gritó Harry y corrió hacia él.
El timbre volvió a sonar, yo fui a abrir nuevamente cuando Ceci me alcanzó.
─Ya llegó─ dijo.
─¿Quién?.
Abrió la puerta, el mismísimo Juanca delante mío.
Mi boca se abrió en una gran O.
─Hola Léa.
─Hola.
─Pero pasa hombre─ dijo Ceci jalándolo hacia dentro.
Yo le lancé una mirada incrédula.
Permanecimos en el recibidor, acogidos por un incómodo silencio durante unos minutos.
─Léa, Juanca y yo lo hemos estado hablando y...─ trató de decir mi amiga pero este la interrumpió.
─Que lo siento Léa, de verdad, fui in gillipollas, y la verdad es que no te quiero perder, no quiero perder a la persona tan maravillosa que eres, no quiero perder a mi mejor amiga.
Sus palabras me conmovieron tanto que tuve que abrazarlo, una lágrima rodó por mi mejilla. Sacó de su bolsillo el su parte del collar, Ceci lo imitó, yo me quite la mía.
─Uno es poco─ dijo Ceci.
─Dos son buenos─ dije yo.
─Y tres vencemos─ finalizó Juanca juntando las tres piezas, nos abrazamos y fuimos a la mesa.
─Vaya, así que se arreglaron─ dijo mamá─ ya era hora.
─Espera ¿uds lo sabían todo?.
─Claro, qué hay respecto a tu vida que yo no sepa─ dijo mamá muy segura.
─Yo no estaría tan convencida─ sonreí y ella me miró desconcertada.
El timbre sonó y con él mi corazón desbocado, sabía que solo podía ser una persona, me puse de pie en un temblor, sudorosa, fría. Abrí la puerta y mis ojos se encontraron con los suyos.
Antón Arteaga
Y ahí estaba parado, armado de valor, con un inimaginable aire retenido en los pulmones. Andrés estaba a mi lado completamente sereno, y claro, él no estaba en mis zapatos.
─Hola─ le dije y ella me respondió con dulzura y una sonrisa naciente de esas que me encantaban.
─Pasen─ hizo un ademán.
─¿Demorará mucho la cena?, quiero llevarte a un lugar especial─. No quería ser maleducado pero el regalo se lo entregaría allí.
─No, la cena ya está servida─ me sonrió.
Entramos al comedor, todos nos miraron, sentí el pecho apretado.
─Mamá, él es mi...─ yo la miré en aprobación─ ...es mi novio.
Incomodidad nivel dios
Léa Mendoza
─¿Tu que?─ dijeron mamá y ese señor al unísono─. ¿Por qué no me lo habías contado?─ esta vez solo ella.
─Esperaba el momento correcto.
Mamá se tornó mas seria de lo habitual y eso me preocupó.
─Bueno, vamos a cenar que se enfría esto─ dijo Brenda guiñándome un ojo y salvándome.
Transcurrieron unos 5 minutos cuando mamá, como ya me imaginaba que pasaría comenzó a interrogar a Antón.
─¿Donde vives?, ¿que estudias?, ¿tus padres están separados?.
─¡Mamá!__chillé.
Antón me miró divertido.
─Nos vamos─ dije.
─¿Qué?, ¿a dónde?─ inquirió ese hombre tras estar callado por mucho tiempo.
─A donde sea con tal de no estar cerca de ti.
─¡Léa!─ regañó Harry.
─Hija creo que no es una buena idea─ dijo mamá.
Sonreí─. No te preocupes, Antón es una gran persona, con él estoy a salvo, ya tendrán la oportunidad de conocerlo.
Ceci me miró divertida y yo la imité, también a Juanca que me dio una mirada de aprobación. Mamá también asintió, así que tomé a Antón de la mano y salimos, Michelle llegaba, así que Andrés tenía a alguien con quien conversar.
Ceci Weigend
Michelle entró y saludó a todos, yo le sonreí y le indiqué que se sentara a mi lado.
─Así que esta es la famosa Michelle─ dijo mamá y Juanca se mostró incómodo ante el comentario.
─Michelle yo...te quería pedir perdón─ dijo Juanca con voz tenue.
─No pasa nada─ aseguró Michelle.
─Te vez muy guapa─ dijo Andrés y ella se sonrojó.
─¿Y tú a que te dedicas?─ Laura comenzó con el interrogatorio.
─¿Podemos hablar?─ me susurró Juanca, yo asentí y salimos fuera.
─Em este, Ceci yo...
─Sigues enamorado de Léa─ terminé por él.
Negó y eso me sorprendió.
─No Ceci, sé que esto sonará loco pero en las últimas semanas me he dado cuenta de lo maravillosa que eres, y se que pensarás "Si claro, como Léa te rechazó", pero no es así Ceci, eres la persona más genial del mundo, que por desgracia me percaté tarde.
─Shh, no digas nada─ coloqué mi dedo índice en sus labios e intenté besarlo pero él se mostró reacio.
─¿Qué pasa?─ inquirí.
─Te tengo que decir algo─ hizo una pausa para tomar fuerzas─ me voy a la guerra en irak.
Shock total.
Antón Arteaga
Llegamos al campo, nuestro campo, Léa tenía un brillo singular en su mirada, algo diferente.
─Que lindo está todo─ dijo.
─Pues si, la noche tiene algo que inspira a las personas.
Lo importante es encontrar a alguien, que a estas alturas te regale primeras veces.
─Ven─ hice un mohín para que se sentara a mi lado─. Olvidé preguntarte cuál era tu novela favorita.
─Creo que no tengo, solo leo libros de psicología y tal, ¿tu tienes alguna?.
Sonreí─. si, es Lo que el viento se llevo de Margaret Mitchell.
─La he escuchado, ¿está interesante?.
─Pues si, la verdad me identifico mucho.
─¿Y de qué va?.
─Pues en resumen trata de la aceptación, muestra el precio que tenemos que pagar si nos negamos a aceptar la vida que se nos es dada.
─Que bonito, la leeré─ me dijo─. A por cierto, este es tu regalo__extendió una cajita y yo la tomé. Eran unos anillos gemelos con los grabados L para mi y A para ella.
─Me encantan─ elevé mis comisuras─ ten__extendí la mía.
La abrió y sacó la medallita de plata─ wao, es hermoso Antón─ dijo con una genuina sonrisa y lágrimas empañando sus ojos.
─¿Por qué te pones así?─ inquirí divertido.
─Es que pensé que no te acordarías de mi.
─¿Pero que dices?, si eres la persona más maravillosa que conozco, la que me enseñó a mirar la vida de una manera diferente, me enseñaste su verdadero significado.
Léa se recostó en mi hombro─. Sabes Antón, te quiero.
─Yo también te quiero.
Nos miramos, la noche nos contempló, la magia sucedió, el amor nos flechó, y nuestros labios se juntaron.
Y cuando menos te lo esperas...aparece alguien que merece la pena conocer.
Y me terminaste gustando mas de lo que nunca pensé.
Flashforward
Domingo 14/03/3004
Abby y Chris llegaron a una estación d e policía cercana, mostraron sus identificaciones.
Los bomberos habían logrado rescatar los registros del atentado y ahora estaban en esa estación.
─Lo sentimos por todo─ dijo un policía acercandose─ soy el teniente Jonathan.
─Un gusto. Pero, tenemos malas noticias...
─Nosotros también─ la interrumpió antes de que pudiera decirles la noticia del coronel Aldana.
─¿Qué pasa?.
─El resultado es positivo, revisamos los registros de los pasajeros del 11 de marzo el tren 21713. Efectivamente, viajaban en él Antón Arteaga y Léa Mendoza.
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