11-⛈️La realidad golpeó⛈️
Se enamoró
De quien no imaginaba,
de quien no esperaba y
de quien no estaba buscando.
Desde ese momento aprendió
que el amor no se elige
Es él quien nos elige a nosotros.
...
Domingo 13/03/2004
Abby sintió un fuerte dolor en el pecho. ¿Como era posible que Antón?...alguien tan joven estuviera...
─¿Abby estás bien?─ preguntó Chris.
─Está muerto Chris─ lo miró con los ojos a punto de colapsar─ Antón está muerto.
─Ay cariño, ven aquí─ la abrazó.
─De verdad lo sentimos mucho, pero no podemos perder tiempo.
─Entiendo─ Abby secó sus lágrimas─ tienen que saber algo, el coronel Aldana está muerto.
─¡¿Qué?!, ¿tu jefe?.
─Si─ una encerrona. Tratamos de capturar a esos cabrones. Pero nos tendieron una trampa.
─Vaya, es una noticia desgarrante para la policía de Madrid─ se acercó la jefa de ese cuartel, la coronel Ruano, Marta.
─Lo sabemos, y créame que haremos todo lo que esté en nuestras manos para hacer justicia.
─Bien cuentan con nuestro apoyo, ¿donde están los demás oficiales de su cuartel?─ inquirió Marta.
─Están muertos─ habló Chris─ en la emboscada.
─Me cago en la...─ Ruano asestó un golpe contra la pared─ necesitamos capturar a esos criminales o continuarán asesinando personas inocentes.
─Lo más probable es que ya estén cambiando de escondite─ rebatió Chris.
─De cualquier forma, oficial Jonathan─ se dirigió a este.
─¿Si Teniente?.
─Ayudará a la oficial Abigail en lo que necesite, ahora que su cuartel queda inhabilitado por obviedad el nuestro asume el caso.
─Se lo agradezco Teniente─ dijo Abby─ pero me gustaría irme a descansar, contarle a mi familia de la muerte de Antón.
─Bien, avisaremos a la prensa sobre lo ocurrido, se que está siendo difícil, creeme que lo es para todos, el teniente Aldana era un viejo amigo, pero debemos ser fuertes en estas situaciones, mas que nunca.
[...]
En el trayecto a su departamento Abby no pronunció palabra, Chris se mantuvo a su lado en todo momento. Andrés estaba recostado en el sofá, cuando la vió se puso de pie.
─¿Y bien?, ¿que pasó?.
─Andrés debes ser fuerte...
Fue todo lo que necesitó escuchar para desplomarse por completo.
─Dime que no es cierto.
Abby se sentó a su lado y tomó su mano, estaba muy fría, tanto que ella se asustó─. Andrés...
─Es mentira, por favor dime que es mentira, ¡por favor!─ se arrodilló a sus pies─ dime que todo estará bien, dime que dentro de poco Antón regresará por esa puerta y me dará un abrazo, me dirá que todo estará bien y que jamás se irá de mi lado─ gruesas lágrimas rodando por sus mejillas.
A Abby se le agrietó el corazón, aunque últimamente no tuviera mucha relación con Antón, joder dolía, era su primo, y ahora...ya no estaba.
─Hermano─ hacía mucho tiempo no lo llamaba así─ debes pensar que ahora él está en...
─No me vengas a decir la chorrada de que está en un lugar mejor, ¡mierda, está muerto!─ gritó─ está muerto─ esta vez fue un susurro─. Necesito salir.
─¿A donde vas?─ se puso de pie, por un momento pensó en impedírselo.
─Solo déjame solo, ¿ya tienen el cuerpo?.
─Aún no, está atrapado.
─Resacátalo Abby, Antón se merece la mejor de las despedidas.
Abby notó como Andrés luchaba por no desmoronarse, y lo vió salir del departamento y alejarse fumando un porro.
─Lo siento Abby─ Chris puso su mano en su hombro. Lo había escuchado todo desde la cocina.
─Gracias Chris─ dijo con sinceridad.
─¿Quieres que te deje sola?─ sonrió de forma compasiva.
─No, quédate conmigo.
#
La tarde transcurrió tranquila, Christian recibió una llamada de Jonathan informándole la entrevista con la prensa estaba preparada para el día siguiente.
─¿Quién era?─ preguntó Abby.
─Marta Ruano─ mintió para no decirle que había sido Jonathan, ese tipo no le agradaba─. La entrevista es mañana.
─No se que vamos a hacer sin el coronel Aldana, sin nuestros compañeros, ellos eran el alma del cuartel, sin ellos no somos nada, creo que pediré la baja de la policía─ Chris no supo que responder, tenía un nudo en la garganta─. A propósito, ¿donde estabas cuando entramos al almacén?.
─Me quedé fuera─ casi no la dejó terminar.
¡¿Por qué?.
─El coronel Aldana me lo pidió─ sonó bastante convincente.
─¿Y que me tenías que decir?─ preguntó frunciendo el ceño.
─¿El qué?.
─Si, cuando me salvaste también dijiste "luego te explico".
─Verás Abby, el coronel Aldana estaba muy enfermo, no te había dicho nada pues te consideraba una hija y no quería verte triste, me hizo prometer que solo te lo contaría si a el le pasara algo.
─¿Qué?─ Abby estaba confundida.
─Nuestros compañeros también lo sabían. El coronel quería que su vida acabara de esa forma.
Abby rió─ me estás mintiendo.
─No, no lo hago─ dijo Chris, no se esperaba esa reacción.
─Nada de lo que me dices tiene sentido, el coronel no se querría suicidar, y si estuviera realmente enfermo me lo hubiera dicho.
Chris se quedó en silencio pero lo rompió en un minuto─. ¿Me estás llamando mentiroso?.
─No, solo digo que las cosas no cuadran.
Se extendió un silencio.
─Te estoy diciendo la verdad.
─Chris estoy estresada, me voy a dar una ducha, tomarme una pastilla y recostarme, me duele mucho la cabeza.
─Vale, te iré preparando la cena.
Abby se metió al baño, encendió el calentador y dejó que esa maravillosa sensación del agua caliente cubriéndola la invadiera, y se alejó por 10 minutos de esa dolorosa y terrible realidad que estaba viviendo. Cuando salió ya más calmada el olor a comida recién echa que venía de la cocina le abrió más el apetito.
Todo hasta que los vio, los zapatos, esos zapatos.
Chris se había descalzado, colocándose unas pantuflas para andar más cómodo. Pero ella conocía esas zapatillas, las recordaba perfectamente. Los zapatos de el asesino de Dalilah, el infiltrado que se le había escapado.
Algo hizo click en su cabeza.
¡Mierda!, no, no podía ser; pensó mirando a Chris que se acercaba.
No, tu no.
─¿Ya vas a cenar?─ inquirió y Abby lo miró desconcertada.
─Siempre fuiste tu─ mustió.
─¿Qué?, ¿de que hablas?─ intentó acercarse pero Abby retrocedió.
─No te me acerques.
─¿Abby que pasa?.
─Tú eres el maldito infiltrado, tú eres el autor del atentado, tú eres el asesino de Dalilah, de el coronel Aldana y los demás compañeros.
─Abby ¿pero que dices?.
─Atrás─ tomó rápidamente la pistola de la mesita─ estás bajo arresto.
─Abby espera...
─¡Ya cállate!, dios ¿como pude estar tan ciega?─ dijo más para si misma.
─Todo lo que hice fue por amor, Abby, yo te amo.
─Maldito enfermo.
─Abby yo te...
Abby no lo pensó dos veces y le disparó en una pierna, pero se le acabaron las balas. Christian gritó por el dolor, pero aprovechó la oportunidad perfecta y huyó.
─¡Detente hijo de puta!─ gritaba, tras de él, pero fue inútil, se le escapó por un avenida muy concurrida─. ¡Me cago el la puta!─ había desaparecido.
Gruesas lágrimas corriendo por el rostro de Abby. Siempre fue Chris, la había engañado y lo peor, se había enamorado de él.
Domingo 15/02/2004
Léa Mendoza
No había salido de mi habitación desde el shock de anoche, a pesar de la noticia que dijo Harry seguí como si no hubiera ocurrido algo.
Mi...padre, estaba enfermo. Si les soy sincera no me sentía tan mal, y es que entiéndanme, no lo conocía de nada, me abandonó cuando tenía 2 años, no teníamos ningún tipo de relación excepto por la sangre, porque en mi mente, mi corazón y mi vida solo existía un padre y una madre, y los dos estaban fundidos en una sola persona, Laura Ortiz.
La noche anterior Harry y mamá intentaron hablar conmigo pero yo no quise, eso y que mamá me prohibiera ver a Antón me tenían al borde del colapso. Pero necesitaba ser fuerte, por Antón, por Juanca, por Ceci; así que me levanté de la cama, muy a mi pesar, me di un baño para relajarme y bajé a desayunar.
Juan, que así se llamaba se quedó a dormir, al verlo no tuve las mismas reacciones agresivas de siempre, traté de controlarme y más por esa situación que me rebasaba.
─Crees que ya podamos hablarlo─ dijo mamá.
─Hoy se va Juanca, voy a despedirme y vuelvo─ mencioné, recogiéndome el cabello en una cola improvisada.
─Léa se que es duro pero debemos tener esta conversación, no solo con tu padre sino conmigo.
─No veo de que deba tener una conversación contigo─ si que lo sabía, solo no quería discutir más con mamá a causa de él.
─No me contestes, y lo sabes muy bien, es sobre Antón.
─Creía que había dejado las cosas claras ayer.
─Escucha Léa, aún no eres mayor de edad, vives bajo mi techo, y mientras eso suceda harás lo que yo te diga, ese chico no es bueno para ti, tu tienes un buen futuro por delante, el es y será un pandillero.
─Wao, me sorprendes mamá, tu, una psicóloga hablando de esa manera, no te reconozco.
─Léa...
Trató de hablar pero ya yo estaba muy molesta.
─¿Y todo por qué?, a porque Harry te contó un chisme.
─Lo vi Léa, estaba...
Esta vez el enano trató de hablar pero también lo frené.
─Tú cállate mocoso, enano traidor, y para que lo sepas Ceci está enamorada de Juanca.
─¡Léa ya basta!─ mamá dió un fuerte golpe en la mesa dejándome pasmada, nunca la había visto tan alterada─ pareces una niña pequeña.
─Sabes─ reí tratando de retener las lágrimas que ya se habían acumulado en mis ojos─ te llenas la boca diciendo que quieres lo mejor para mi, pues sabes que mamá, Antón es lo mejor que me ha pasado en la vida, y lo digo en serio─ una lágrima rebelde se escapó─ ¿y sabes que es lo que más me duele?, que mi familia, a la que quiero con la vida no me apoye. Porque cuando alguien te importa lo proteges del dolor, no te conviertes en el maldito dolor.
─Oh hija...
─No mamá, y lo que tampoco sabes es que Antón está aún mas roto que yo, aún mas jodido por dentro, pero es alguien tan bueno y con un corazón tan grande que sigue sonriendo a pesar de todo, sigue cambiando con tal de ser la persona perfecta para mi, con tal de darme lo mejor de él─ dejé salir un suspiro de derrota─. Ahora si me disculpan, mi mejor amigo está a punto de irse.
─Te acompaño─ mustió Harry tomando su abrigo.
Mamá no dijo nada más, se dirigió a la cocina como si no hubiera pasado nada, y eso me rompió mas el corazón. Me desestabilizó saber que todo este tiempo estuve viviendo en un cuento de hadas, pero la realidad me golpeó. No todo es color de rosa y yo y Antón comenzábamos a comprenderlo.
#
Ceci Weigend
Pasé a casa de Juanca para ir juntos hacia el cuartel militar desde donde partirían al aeropuerto. Mi corazón se agrietaba cada que pensaba en eso, aunque lo disimulaba para que Juanca no se sintiera mal. Su padre en cambio parecía impasible ante esa situación, y yo me preguntaba ¿como podían existir personas así en este mudo?, personas a las que no les importaba la familia, el cariño, el amor, solo el que dirán, el poder y el dinero. Afortunadamente me había tocado una buena familia, mamá era la mejor de todas, aunque en estos momentos no estuviéramos atravesando un buen momento.
─Aún estás a tiempo de arrepentirte─ le dije mientras íbamos en taxi, sus padres venían en el de atrás.
─Ya es tarde─ bromeó, para luego reir─ en verdad quiero superar esta fase amor, demostrarle a mi padre lo orgulloso que puede estar de mi.
¿WTF?, ¿amorrrr?.
Morí.
─¿Qué te pasa?─ me miró.
─¿Em?─ joder, que guapo era.
─Es que te quedaste como ida.
─Me sorprendió lo de amor─ admití, con un poco de vergüenza.
Rió─ ¿te gusta que te llame así?
─Me encanta─ le di un corto beso.
─Pues te llamaré todos los días desde irak para decírtelo.
#
Llegamos al cuartel militar, Léa y Harry nos esperaban en la entrada, poco tiempo después llegaron Antón, Andrés y Michelle. Agarré fuertemente a Juanca, no quería soltarlo jamás, ¡mierda!, me arrepentía tanto de no haberle confesado lo que sentía antes, pero dice mi madre que todo pasa por una razón, tal vez a Juana y a mi nos tocaba superar un obstáculo más para poder llegar a se felices completamente, lejos de su padre y todas las personas que nos puedan llegar a hacer mal. Ese día la realidad me golpeó, me dió a probar esa cucharada de cordura que necesitaba para bajar de las nubes.
Y entonces llegó el momento, la despedida.
Juanca Quintanilla
Inconmensurable era la palabra para describir mi tristeza en esos momentos, saber que me despediría de las personas más importantes de mi vacía vida, que ellos rellenaban a la perfección. Dolía saber que por dos años no los volvería a ver, pero reconfortaba saber que a mi regreso volvería más fuerte, más seguro de mi mismo, y con más ganas de comerme al mundo y...¿por qué no?, a mi novia.
Mi madre se acercó para envolverme en un reconfortante abrazo que yo me esforcé por alargar lo más posible, pero el tiempo era oro.
─Cuidate mucho por favor─ me dijo con lágrimas en los ojos.
─Lo haré, mamá. Tú también, ¿vale?─ le di una sonrisa de boca cerrada y me dirigí con mis amigos.
─Bueno─ dije suspirando─ creo que llegó la hora de la despedida.
─Dios, esto es muy difícil─ dijo Ceci pero yo me aseguré de agarrar su mano aún mas fuere que la vez anterior.
─Ey, tranquila, te prometí que regresaría ¿no es así?.
─Lo sé, pero duele─ agachó la cabeza.
La abracé fuertemente y besé su mejilla─. Cada vez que sientas nostalgia recuerda nuestro collar de tres─ dije alternando mi vista entre ella y Léa, esta se acercó.
─Cuídate mosquito ¿si?, y que no me entere que andas de cobarde escondido en la tienda─ dijo esbozando una sonrisa triste.
─¿A si piojo?, ¿y que harás?, ¿viajar a Irak?.
─Por ti si─ dijo a regañadientes provocando una sonrisa en mi cara.
─Ujum, yo también te quiero piojo.
Una gruesa lágrima rodó por las mejillas de mi novia y amiga.
Hicieron hueco para que me pudiera despedir de los demás.
Abracé a Michelle─. Perdón por todo ¿si?─ dije sinceramente.
─No te preocupes, ya me las pagarás perro─ reímos.
─Cuídate mucho bro─ Andrés me dió dos palmaditas después del apretado abrazo.
─Lo haré.
─Cuida a Léa por mi─ le dije a Antón y noté como Harry hizo una mueca.
─No te preocupes, y espero que por lo menos regreses para nuestra boda─ Léa lo miró desconcertada, Antón y yo compartimos una sonrisa cómplice.
─Me aseguraré de estar aquí, tranquilo─ coloqué mi mano en su hombro.
La verdad había juzgado a Antón sin conocerlo, pero ahora que me había dado esa oportunidad había descubierto una persona espectacular, de las que ya no habían y agradezco a dios por eso, por rodearme de personas especiales, sinceras, y a las cuales les tenía un inefable cariño.
─¡Quintanilla!─ alzó la voz un rudo hombre que me doblaba la edad y el tamaño─.vámonos ya.
─No te vayas─ suplicó Ceci con los ojos ya enrojecidos y las saladas lágrimas recubriendo su frágil rostro.
─Volveré─ besé su mejilla─ piensa en mi todos los días así como yo lo haré contigo ¿si?, te quiero─ susurré─ los quiero─ me dirigí a todos.
Léa, Ceci y mi madre me dieron un último abrazo y me despedí moviendo las manos.
#
Léa Mendoza
Demasiadas cosas aconteciendo en mi vida y peor, al mismo tiempo, el regreso de Juan, enterarme de su enfermedad, la partida de Juanca, la oposición de mamá a mi relación con Antón.
Una mierda, así era mi vida en esos momentos.
No digas eso.
¿Loca?, ¿regresaste?.
Pues si, y que sepas que no pienso consentir que te derrumbes por las grietas de tu vida.
¿Y tú desde cuando eres tan empática?.
No lo sé, creo que la llegada de Antón también me afectó a mi.
Eyy, cuidadito, Antón es mío perra.
Uy que celosa.
¿Celosa yo?, jeje, ¡PIÉRDETE O TE MATO!
Ya ya.
─Léa─ la voz de Antón me sacó de mis pensamientos.
─¿Si?.
─¿Podemos hablar?.
─Claro.
Nos alejamos un poco─. ¿Y bien?, ¿que pasó?.
─Mamá sigue de terca, no quiere que nos veamos.
─Pero...
─Lo sé, se que es injusto, pero...no podemos hacer nada.
─Espera...¿me estás diciendo que estás renunciando a lo nuestro?.
─Y no lo quiero Antón─ lágrimas amenazaron con salir de mis cuencas pero luché por retenerlas y tomar valor─ será mejor que nos demos un tiempo.
─No Léa─ tomó mis manos─ se que tú no quieres esto, y yo tampoco, ¿por qué dejarnos llevar por la opinión de las personas?, ¿que importa la gente?, sabemos que siempre hablarán.
─Dios esto es muy difícil─ traté de decirlo para mi pero mi voz me traicionó.
─¿Léa que pasa?, habla conmigo.
Joder, había olvidado lo que esos ojos grises provocaban en mi, esa sensación...de reconocimiento, de nostalgia, no me contuve, Antón me hacía sentir en paz, saber que tenía ese sitio seguro donde resguardarme de la tormenta, no podía ocultarle nada, no a él, no a la persona que me entendía más en esta vida, la persona...mas maravillosa que jamás había conocido.
Fuiste, eres y será mi más bonita casualidad.
─Mi padre tiene cáncer, solo le quedan meses, o semanas, no sé─ confesé.
Antón no dijo nada, era de esas personas que sabía cuando las necesitábamos palabras o simplemente una abrazo.
Y me envolvió en sus brazos, y yo me dejé abrazar, me dejé consolar, inhalando su olor, penetrando mis fosas nasales y llegando hasta lo más profundo de mi ser, tranquilizándo mi desbocado corazón, calmándome con el delicioso melifluo que era su respiración chocando en mi oído. A pesar de que la realidad nos haya golpeado a todos de una manera brutal, ensordecedora, cruel, decidimos darnos una nueva oportunidad, sin importar nada ni nadie. Porque con solo el inmenso cariño y amor que nos teníamos bastaba.
Fuimos, somos y seremos Léa y Antón por toda la eternidad, hasta que la humanidad termine y la última estrella que habita en el cielo se apague.
#
Sábado 28/02/2004
Antón Arteaga
Hoy 28 de febrero Léa y yo cumplimos un mes de habernos visto por primera vez, y yo quería celebrar eso por todo lo alto. Pero desgraciadamente su madre seguía oponiéndose a lo nuestro así que nos encontrábamos en secreto, su hermano Harry creemos que no sospechaba nada, y debo reconocer que hasta me gustaba la adrenalina de colarme por las noches en su habitación o verla escapándose para salir a divertirnos.
Y tal vez se estarán preguntando, ¿no tienes ningún tipo de atracción sexual por ella?.
Pues claro, no soy de hierro, Léa no solo me atrae física y sentimentalmente sino también sexual, demasiado para ser exactos, pero no he hablado nunca de ese tema con ella porque espero su tiempo, no quiero presionarla, todo sucederá cuando deba suceder.
Esa noche nos escapamos hasta el puente, Léa estaba muy emocionada, hacía un mes me había visto a través del cristal del vagón, aquel vagón mágico que nos había unido. Nos tomamos de las manos rememorando esos momentos.
─Eras una acosadora─ me burlé.
─No es cierto─ defendió ella─ tu tienes la culpa por ser tan guapo.
Eso provocó que soltara una pequeña carcajada.
─Tu lo eres más.
Rió─. Si Juanca estuviera aquí nos llamaría babosos.
─¿Como crees que esté?.
─No lo sé, no nos llama desde hace unos días, me preocupa─ pude distinguir la preocupación en su mirar.
─Todo irá bien─ la tomé de la mano.
El padre de Léa se había mudado con ellos, la situación para ella aún era incómoda pero trataba de acostumbrarse pues su padre moriría pronto.
─¿Y tu madre?─ inquirí.
─Laura sigue de obstinada, ignora la situación como si nada pasara.
─Bueno, en realidad ella cree que terminamos.
─Pues si─ suspiró.
─Sabes, me ha estado pasando una loca idea por la cabeza.
─¿El qué?.
─¿Recuerdas cuando Juanca nos dijo que volvería para nuestra boda?.
Léa abrió los ojos como platos─. ¿No estarás pensando?...
─¿Qué?, no─ dije al darme cuenta de lo que había pensado─ aún no nos casaremos.
─¿Nos casaremos?─ inquirió.
─Pues claro, pero aún no, viviremos un poco más ¿no crees?, nos amaremos, protegeremos, cuidaremos hasta que el momento correcto llegue. Estaba pensando...en irnos, huir de este lugar.
─¡¿Qué?!.
Dicen que las mayores locuras se cometen por amor.
¿Seríamos capaces de cometer una de tal magnitud?.
***
Nota
Hola, pronto subiré los capítulos finales, prepárense jksjks.
KevG
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