Luego de ese día, se volvió costumbre el tener que ir caminando por el tren tomadas de las manos. Aunque a esa hora no había mucha gente, la poca nos miraba reprochándonos algo. Como si estuviéramos haciendo algo mal.

¿De verdad había algo mal? Yo no veía más que amor puro.

Ni a mi, ni mucho menos a Jisoo nos importaba la gente.

Así que jamás nos soltábamos hasta que debía bajar.

Al estar así, me sentía protegida. Era feliz. Y olvide cuál era el verdadero problema.

―¿Chaeyoung?― Apretó mi mano y me miro mientras mordía su labio inferior.

―¿Si, unnie?

―Nada...

Y nos quedamos mirándonos la una a la otra, como si tratáramos de decirnos algo.

Observé cada una de sus facciones, sus labios, sus ojos, su piel, incluso su cabello.

Tú eres mi ángel.

Me acerqué a ella y con mi mano libre, acaricié su mejilla. Quise darle las gracias, quise decirle muchas cosas. Pero solo la besé.

Y ella me respondió.

Mi corazón se aceleró... Kim Jisoo me estaba besando.

―Oye, Chaeyoung.― Sonrió luego del tierno beso que me atreví a darle y sin alejarnos completamente, agregó.―Creo que te quiero.