Epílogo

—¡Puja una vez más, Hanna!

Me lo ordena como si fuera fácil y Vincent tiene la culpa.

Pongo los ojos en él, se ve bien y perfecto para recibir a nuestros hijos mientras yo realmente me veo horrible, tengo sudor hasta por partes que prefiero no comentar y mi maquillaje de los ojos debe ser un desastre, posiblemente tenga una marca de llanto en mi cara con el color negro del delineador y también mi cara debe estar roja, en conclusión.

Me veo fatal.

¿Y qué esperabas?

Estas trayendo dos bebes, no uno.

Aun con uno me vería igual de fatal.

He tardado en dilatar y por poco y hago que se me pase el momento de pujar, pero ahora que puedo hacerlo, los bebes me lo complican mucho más.

Pujo con todas mis fuerzas apretando la mano de Vincent.

Duele..

Joder, claro que duele.

Dejo escapar un suspiro agonizante.

—¡Es la cabeza! ¡Un poco más, Hanna!¡ Necesitamos los hombros!

Estoy cansada.

Tomo respiraciones constantes y cierro los ojos.

—No puedes dormirte, Hanna.. ¡Vamos, una vez más!

Las lágrimas caen por mis mejillas y Vincent se acerca a mi lado.

—Hanna.. sé que duele.— No tienes idea como duele, amigo.—Sé que duele, amor, pero debes intentarlo otra vez.

Y quizás ese Amor, es la fuerza que necesitaba porque luego de tomar tres respiraciones fuertes y seguida, pujo una vez más, esta vez sin parar.

Lo siento, siento como se desprende de mi interior y tiran de su cuerpecito.

Suelto un grito cuando sale y me la muestran.

Es una niña.

Mis ojos se llenan de lágrimas llenas de emoción, Vincent comparte ese mismo sentimiento, lo sé al mirarlo.

— ¡Ahora vamos por el otro!

Rayos, madre santa. 










—¡Bienvenidos a casa, Jenn y Chris!.—Grita Lizbeth cuando nos ve ingresar al departamento de Vincent mientras Anthony gira el tubo de confeti, el cual cae todo hacia delante de nosotros.

Le pedí de favor a Lizbeth y Anthony que se quedaran cuidando a Dylan los próximos tres días que yo permanecía en el hospital, cuidar a dos bebes recién nacidos es muy distinto que a uno solo, nos requirió de mucho más esfuerzo al ser padres primerizos todo el tiempo que estuvimos en el hospital, bueno, al menos a mí, aunque pensándolo bien, él también lo es de cierta forma, Vincent se perdió los primeros años de Dylan y debo admitir que hasta lo hace mejor que yo.

Seguimos compitiendo.

Pero es la verdad, solo con cargar a uno de los dos bebes, ellos se callaban enseguida, todo lo contrario a cuando yo lo hago.

Al final debido a la pequeña edad de Dylan, no le permitieron ingresar al hospital y Vincent no quería arriesgarse a llevárselo a Crystal y volver a pasar por la misma tortura, así que me apoyo totalmente aunque le insistió que Anthony estuviera presente.

Aun no confía del todo en mi hermana.

Sin embargo lo que más me sorprendió es que Lizbeth acepto enseguida, según ella porque quiere prepararse para el futuro, una respuesta que aún no supero de parte de mi hermana, Vincent pasaba bastante tiempo con nosotros en el hospital, pero también lo hacía con Dylan, fue dos veces al día a ver como se encontraba.

—No era necesario, Beth.

—¡Claro que lo era!

—Fue idea de Beth.—Agrega Anthony sonriendo.

—¡Traeré el pastel!.—Anuncia Lizbeth.

¿Hay un pastel?

—Dylan..

—Espera.—Le pido cuando se detiene al lado de la encimera, donde se encuentra ese pastel extraño.

¿Dónde consiguió un pastel con la mitad dividida entre rosa y azul?

Dylan se acerca a nosotros.

—¿Quieres conocer a tus hermanos?.—Le pregunto y Vincent sonríe.

Dylan asiente nervioso y ambos se los mostramos, un hermoso momento que atesoraremos los tres siempre.












"Te invitamos a nuestra boda"

Hanna & Vincent


—¿Realmente vas a casarte con Hart?.—Me pregunta Marcus Daniel, su rostro muestra confusión, igual que las 20 personas a las que les di una invitación antes que él.

¿Tan extraño es que nos vayamos a casar?

Tenemos tres hijos.

"Y también se odiaban"

Suspiro cansada de estas preguntas.—Si, vamos a casarnos.

—Vaya.. —Marcus se pasa la mano por el cabello, retirando los mechones.—Pues felicidades, te vez muy emocionada y feliz.

—Lo estoy.. ¿Iras?

Marcus sonríe y me soba el hombro con su mano.—Claro que iré.

Me giro para seguir repartiendo las invitaciones y la sonrisa que tenía al principio desvanece cuando noto a Vincent mirándome desde la entrada que conecta el pasillo con la oficina.

Está enojado porque me salí de casa para repartir las invitaciones mientras mi hermana se quedó con Dylan, Chris y Jenn, también esta celoso, es más, creo que está más celoso que enojado.

Me acerco a él con la mejor de las intenciones.

—Hola.

—Hola.—Responde seco y busca con la mirada a Marcus, sus ojos lo miran con furia.—¿Por qué estabas hablando con tu ex amor platónico?

Alzo una ceja y sonrio.—¿Ex amor platónico?

—Ex..—Repite y mi sonrisa crece.

Le muestro las pocas invitaciones que me quedan en las manos.—Lo invite a nuestra boda, hombre celoso, no te hagas ideas extrañas.

—Es difícil no hacerlo cuando te mira de esa forma.

—Me mira como cualquier persona aquí..

—Te gustaba..

—Gustaba.—Le recuerdo sus propias palabras.—Pasado.., ahora estoy enamorada de ti.

Sus expresiones se relajan al verme, siempre funciona recordarle lo mucho que lo amo, sin embargo ahora ya no está celoso, sino enojado.

—¿Qué estás haciendo aquí?

—Invitaciones..

—Yo pude entregárselas, solo debiste decírmelo.

—Tu les das miedo.—Suspiro, Vincent aterroriza solo con su presencia.—Además ¿Y perderme la cara de derrota de Ruby Clover?

Vincent se ríe, me acerco a susurrarle.

—¿Puedes creer que hasta ahora no creen que estamos juntos?

—Has llevado odiándome tres años, Hanna.

—Pero voy a amarte toda la vida.

Sus ojos se abren y yo me sonrojo tras lo cursi y honesta que he sonado.

—Yo..

Cierra nuestro espacio y me besa en los labios, mueve su boca sobre mí, pidiéndome responderle y dejo que los ojos se me cierren poco a poco, me aprieto contra él y mis manos se forman puños sobre su pecho mientras sus dedos dibujan mi rostro, le devuelvo el beso, cálido y despacio.

Se separa de mí y sus ojos me ven con amor, igual que siempre.

—Yo también te amo, bruja.

Sonrio y cubro sus manos con las mías, nos miramos un momento y separo los labios para responderle, pero en ese momento, la persona que he querido encontrarme aparece por el pasillo, seguramente está regresando de los servicios higiénicos.

—¡Ruby!

Ruby se detiene en el pasillo y se gira hacia nosotros, nos observa con confusión y le doy la mejor de mis sonrisas, aparto las manos de Vincent.

—Hanna.

—Tengo que hacer algo.

Ruby comienza a andar de regreso a la recepción, al detengo con un grito.

—¡No te vayas, tengo que darte algo!.—Mientras corro hacia ella, escucho a mi futuro esposo reír.














—¿Una despedida de soltera?.—Pregunto llena de sorpresa.

Dafne y Peegy sonríen como dos cómplices.

—Conozco un excelente bar de strippers.—Menciona Peggie y no sé qué me sorprende más, que ya fuera antes a ese lugar o que realmente este considerando ir .—A lo Magic Mike.

Lo admito, amo esa película.

—¿Y bien?.—Insiste Dafne cuando no termino de salir de mi shock.—Ve a cambiarte para irnos.

—No voy a ir a un bar de strippers.

—¿Por qué no?

—Porque apesta a infidelidad.

—No es ser infiel con la mirada.—Peggy encoje los hombros.

—Acabas de volver con Dallas.

—¡Y tú vas a casarte!.—Me recuerda y ríe Peggy.—¿Qué esperabas que hiciéramos?

—Tengo Netflix.

Dafne rueda los ojos.

—No vamos a pasar tu despedida de soltera con Netflix.

—Pero compre palomitas.—Le muestro es sobre que acabo de sacar del microondas, siguen calientes.

Dafne me los quita y los arroja sobre el mueble vació a mi lado.

—No vamos a pasar tu despedida de soltera viendo una maratón de película en Netflix y con palomitas.

—¿Cuál es el problema?

—¡Debe ser memorable!

Dafne le da la razón.

—Así que mueve ese trasero del mueble y ve a ponerte algo sexy.

Suspiro cansada.—¿No vas a dejarme hasta que lo haga, no?

—¡No!.—Responden ambas al unisonido.

Vincent, perdona por favor, pero..

Esta será una larga noche.









—Esta es la peor despedida del mundo.

—Somos buenos amigos.—Responde Kevin orgulloso.—Y vas a casarte.. No esperabas que te lleváramos a un bar de Strippers ¿No? ¿Cómo veríamos a Hanna el día siguiente?

—Nadie hablo de Strippers, pero .. juegos de mesa ¿Es en serio?

—¿Qué hay de malo con ello?.—Dallas mueve la siguiente pieza del monopolio.—Voy ganando dos veces seguidas.

Joder..

—Además somos hombres fieles.—Dice Kevin.

Suena más a que fueron amenazados por sus novias.

—Si no te gusta podemos jugar "Clue".—Saca el nuevo juego.—Busquemos al asesino.

Suspiro.

—Solo ábrelo, es mejor que el monopolio.

—¡Hey!.—Se queja Dallas.

Me rio y mi teléfono suene, en dos segundos ya estoy de pie.

¿Qué Hanna qué?













Soy una mala madre.

—Eres la mejor madre del mundo, Hanna.

¿Cuánto has bebido, bruja?

Logro abrir la puerta del departamento y la hago entrar, la ayudo a ir a nuestra habitación con cuidado.

No quiero depertarlo.. .—Pronuncia con los ojos adormilados.—No hagamos ruido.

Hanna tropieza con un juguete y comienza a reír, se sube la mano a la cara.

—Lo siento.

Decido cargarla en mis brazos y doy los últimos pasos hasta llegar al dormitorio, la recuesto en la cama y comienzo a desvestirla, empezando por la blusa.

Me duele la cabeza.

—¿Quieres vomitar, brujita?.—Pregunto después de desabrochar todos los botones y su lindo sujetador de encaje que aprieta sus tetas queda ante mi vista.

Genial, ahora tengo una erección.

Hanna niega despacio.

—Quiero esto.

Se abalanza sobre mi, literal y termino sobre la cama con ella encima mio.

Cielos, esto no se ve todos los días.

—Hanna.—Jadeo cuando se aparta.

Se baja con cuidado y comienza a desvestirme, me logro sentar, pero ella solo tiene los ojos mirándome en ese lugar y las manos intentando quitarme los pantalones.

No me resisto, dejo que tome el control y me toque a su antojo, jadeo ante el primer contacto de su palma contra mi pene, cobro su mano por completo con la mía y guio sus dedos para sentir más placer.

—Vi muchos penes grandes esta noche, Vincent, pero ninguno es tan grande como el tuyo.

Ese debe ser el cumplido más grande que me ha hecho.

Y Hanna no es de hacerme cumplidos, aún seguimos compitiendo.

Esperen..

Dijo ¿Penes grandes?

Dejo ir su mano, pero ella no suelta mi polla.

—Mañana tú y yo tenemos que hablar.

—Hoy no quiero hablar.

—Por eso dije mañana.—Coloco un mechón detrás de su oreja.—Si estás muy borrachita.

Sus ojos brillan al mirarme.—Quiero probar de ti.

—Mierda, Hanna.

—Siempre pruebas de mí, quiero saber que se siente.

Rayos, Hanna.

Mi corazón se acelera y mierda, claro que quiero sentir sus labios alrededor de mi polla, claro que quiero follar su boca.

Mis labios tiemblan al separarse, peor no cuando empiezo a hablar.

—Adelante.

Hanna sonríe como si hubiera ganado, pero soy yo quien ha ganado y no me queda duda cuando siento el primer contacto de sus labios contra el glande.

Es maravilloso.

Es la mejor mamada que me han dado.













Mi vida esta así ahora.

Vincent y Crystal acordaron tener la custodia compartida, aunque prácticamente Dylan se queda más tiempo con nosotros y ella lo permite desde el último encuentro que tuvimos.

Supongo que los hijos nos hacen cambiar.

También nos mudamos.

Otra vez.

Pero en esta ocasión fue en una casa, una que será permanente hasta que encontremos otra que nos vuelva a enamorar más que la que tenemos ahora.

Los bebes están encantado, nuestros tres hijos están encantados y de los dos, fui yo quien lloro porque tuvimos que mudarnos de su departamento.

Vincent y yo nos conocimos ahí, nos odiamos y nos enamoramos ahí.

Es algo que no puedo olvidar, aunque como dice Vincent, no necesitamos conservar el departamento para mantener nuestros recuerdos.

Tres golpecitos me sobresaltan.

—Pasa..

Lizbeth ingresa a la habitación y sus ojos se abren mucho.

—¿Y bien? ¿Qué te parece?

—Te ves preciosa..—Se acerca a mi.—Y no es el vestido.

Aprieto los labios.

—Te ves muy hermosa.—Beth hace una pausa, traga saliva y continua.—Y nuestros padres dirían lo mismo.

Mis ojos comienzan a arder.

—No.. no ..no ,vas a manchar tu maquillaje.—Coloca ambas manos en cada uno de mis hombros.—Es el día de tu boda, está prohibido llorar. ¿De acuerdo?

Asiento luchando contra las lágrimas, Lizbeth me suelta para dirigirse a la cómoda, regresa a mi lado con mi ramo de rosas blancas y me lo entrega, al tomarlo me doy cuenta que mis manos se encuentran muy nerviosas.

—¿Vas a llevarme al altar?

Lizbeth se ríe.—Eres mi hermana ¿No?

—Lo soy.

—Nos tenemos la una a la otra.

Otra vez tengo ganas de llorar.

—Siempre estaré para ti, Hann.

—Y yo también.—Le aseguro.

Nos abrazamos mientras luchamos contra no derramar ni una sola lagrima, Lizbeth me ofrece su codo y me rio ante su ocurrencia, pero la tomo, me acompaña al salón donde esperan todos los invitados y también Vincent, ellos se ponen de pie mientras mi prometido me espera junto al juez.

A medio camino, Lizbeth me deja ir sola hacia él y lo hago, observando a mis tres bebes y luego a él.

Veo a mi prometido.

Al hombre que amo y a la familia que he construido a su lado.

—Luces nervioso.—Menciono al llegar a su lado.

—Y tu preciosa.

Mi corazón se acelera.—¿Estas listo?

—Solo si tu lo estas, bruja.

Le tomo la mano.—Lo estoy

—Entonces también lo estoy.—Dice entrelazando nuestros dedos.

Si de verdad existe algo como el destino.

Nosotros estábamos más que predestinados.

-FIN-






Hola....

Una historia más, una historia menos.

Por fin le diremos adiós a Hanna y Vincent, despídanse por favor. TT.TT

Muchas gracias por ser parte de su historia, gracias por seguir paso a paso cada uno de sus momentos.

No tengo muchas cosas que decirles que ustedes no sepan, siempre estoy agradecida porque me lean y relamente disfruto mucho de sus comenstarios, mucho mpás en esta historia en las que he notado que han subido los lectores de esta saga.

Gracias por tanto y por darme un sin fin de oportunidades.

Los quiero.

Y nos quedan solo dos libros para completar la saga.

Nos leemos.

Y esperen el paquete de curiosidades.

>> Yiemir.




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