Cuatro

Besar a la bruja, creo que ninguna de las formas en las que me imaginaba que ocurriera en un futuro lejano se acerca a lo que estaba sintiendo ahora y no, no era porque ella era diferente a las demás porque en primer lugar no lo es, es una chica, las mismas chicas que han ocupado mis sabanas y solo encuentro una explicación razonable a lo que estoy sintiendo.

Eran mis ganas, mis ganas y emoción tras haber cumplido algo que llevo esperando probar desde que la vi por primera vez, un segundo antes de que abriera su boca y comenzáramos a odiarnos.

Hanna Ross me había parecido la chica perfecta hasta que esos carnosos labios se esforzaron en insultarme, toda la primera impresión que tuve al conocerla se esfumo y nos quedamos varados en solo una cosa.

Odiarnos.

Me esforzado que Hanna me odie y vamos, ¿Cómo no iba a hacerlo? Soy el tipo de hombre que ella detesta, aunque en este momento es todo lo contrario.

Los labios me ardieron cuando separamos nuestras bocas en busca de aire y sentir ese vació de no seguir sintiendo su boca, entonces supe ahora que había probado de sus labios, se volverían adictivos para mí.

Son solo mis ganas, me repito.

He anhelado esto tanto que lo he sentido especial y estoy viendo cosas donde no las hay.

Hanna sonríe y cuando se eleva una esquina, vuelvo a estampar mis labios sobre los suyos, solo que esta vez caminamos a punto de caernos por lo ebria que se encuentra la bruja.

Mis pies se detienen cuando sus manos comienzan a desvestirme exageradamente, me quita el saco y lo deja caer al suelo, enseguida pone ambas manos sobre mi pecho, jugando con los botones de la camisa hasta quitarlos mientras yo parezco un inútil quieto a su lado y sorprendido.

Recupero mi razón y hago lo mismo que ella, busco el broche del vestido con mis dedos y en su espalda, al hallarlo bajo el cierre y palpo con mis dedos la curva de su espalda, las tiras del vestido se aflojan dándome una perfecta imagen de sus pezones y mi boca se hace agua mientras mi polla palpita dentro de los pantalones.

¿Realmente va a pasar esto?

Bueno, ya estoy llevándola a la cama, semi desnuda y con sus piernas alrededor de mi cintura, Hanna gime cuando cae sobre el colchón y yo caigo encima de él, mi erección aprieta su muslo y ella vuelve a gemir.

Es una imagen caliente que quiero conservar.

Me retiro hacia atrás para observarla, y me quedo tan embobado viendo su cuerpo, que hasta alcoholizada se da cuenta de mi desconcierto.

— ¿Qué?. — Pregunta con una fina sonrisa.

Maldigo para mis adentros y me acerco a besar su abdomen, Hanna echa la cabeza hacia atrás y su espalda se arquea mientras sus frágiles dedos van a mi cabello cuando inicio mi recorrido de mi lengua contra cada parte de su piel.

—Eres preciosa.

—Uhmm..

Sonrio y sigo saboreándola, le quito el sujetador para probar de sus pezones y me quedo viéndolos por un momento, son rosados y delicados, pidiéndome a gritos que los lleve a mi boca y así lo hago, chupo y muerdo de ellos, Hanna lo disfruta, apretando los dedos de los pies en las sabanas de mi cama, se retuerce debajo de mí y yo lo disfruto al igual que ella, aunque es incómodo y no por ella, sino porque mi polla no quiere esperar más, siento que voy a explotar.

Quiero seguir probando de su piel, pero también quiero poner fin a mis deseos y entra de una vez a su caliente coño, además si tengo suerte podre seguir probando de ella lo que queda de la noche después de corrernos juntos.

Lo pienso dos veces, pero decido hacerlo y cuando mis labios dejan sus pechos para ir bajando hasta detenerse en su abdomen, coloco dos pares de dedos de cada mano en las tiras de ambos costados de sus bragas color azul.

Los bajo con delicadeza, con mis ojos sobre ellas y luego en su rostro, esta inclinada y apoyada con los codos en el colchón para verme, deslizo sus bragas con cuidado por sus muslos, luego por sus piernas y hasta llevarlas a mi rostro.

Recibo el aroma y Hanna se sonroja más.

Y no, claro que no es por el alcohol.

—Creo que quiero conservarlas como recuerdo. — Pronuncio dejándolas caer al suelo.

Ella me sigue con la mirada y calladita mientras me deshago de las últimas prendas mías que obstaculizan la unión completa de nuestras caderas.

Me quito los pantalones junto a los boxers y busco dentro del bolsillo del pantalón, estoy seguro que llevo un par de condones conmigo y luego de maldecir por no hallarlo, logro encontrar uno escondido en el bolsillo trasero.

La envoltura esta algo vieja, pero sirve, además si ahora mismo tomo una interrupción para ir a la farmacia tengo la opción de encontrarla cerrada y de no se así, probablemente encuentre a Hanna dormida y no voy a arriesgarme a que eso pasa y a perder la oportunidad que ella me esta dando.

Rompo el paquete de aluminio y me coloco el preservativo, para luego ponerme encima, suyo, las piernas de Hanna reaccionan ante el roce de mi erección, las levanta envolviéndolas alrededor de mi cadera y aunque mi cuerpo actúa solo y llevado por el deseo, me las arreglo para tomar algo de control yo mismo y hablar.

— No hay vuelta atrás, Hanna,

Ella se muerde los labios y sus ojos llenos de excitación pueden conmigo, no puedo seguir luchando y no quiero hacerlo, empujo dentro de ella con un movimiento rápido y profundo, el cuerpo de Hanna se tensa y sus uñas se apoderan de mis bíceps.

—Mierda, Hanna.. —No digo más, la sensación me deja sin palabras.

Estoy en el cielo.

Jodida mierda, sí..

Claro que sí.

Y a pesar del jodido latex, siento lo deliciosa y húmeda que se encuentra, sus paredes aprietan apenas mi erección y me siento increíble de saber que la he excitado lo suficiente como para que se adapte al sentirme dentro por primera vez.

Dentro de ella es justo como lo imaginaba o más, me repito una vez más que al igual que al besarla por primera vez, esta también han sido por mis ganas, solo eso, estoy más excitado de lo que he estado antes con otra mujer porque a diferencia de las otras chicas, Hanna todo el tiempo se me resistió y ahora finalmente es mía.

Ni siquiera puedo creerlo hasta que comienzo a moverme, Hanna me recibe y cada golpe y salida me hace ver estrellas.

Dios, me encanta..

Me gusta tanto, maldición.

Me quema el cuerpo, me hace temblar, joder, Hanna Ross me hace temblar.

— Vincent..

—Si, Hanna.. — Aprieto los ojos y los abro para llevar mis labios a los suyos.

Nos besamos mientras la penetro hasta cansarme, hasta sentir el sudor correr por mi piel y manchar las sabanas, hasta dejar ir el jodido orgasmo hasta una segunda vez porque no quiero llenar el condón tan rápido.

Es increíble..

Dentro de ella, es cálido y mojado.

Estoy por dejarme ir hasta que ella se apartar de mí para subirse encima, me quedo helado por un momento, pero en el segundo en que su trasero se levanta y cae sobre mí de nuevo, mis sentidos vuelven.

Follamos.

Mucho y duro.

Follamos como dos personas deben follarse, como unos malditos conejos.

Hanna se mueve perfectamente sobre mientras yo me froto contra ella para excitarnos más, pero fácilmente ella sola pudo haberlo logrado, aun así, no me gusta solo quedarme viendo con mis manos en sus caderas y guiándola.

Necesito más.

Me siento sobre el colchón y rodeándola con los brazos, entonces ahí abrazados y moviéndonos juntos recibimos ambos el orgasmo, Hanna llega primero y a los dos segundos yo ya estoy llenando el preservativo.

Caemos agotados sobre el colchón y estoy cansado, una opción es dormir, pero no quiero hacerlo, no he tenido suficiente de Hanna Ross y no es como si una segunda o tercera ronda haría mal, aunque ya no tengo más condones conmigo.

Luego de deshacerme del preservativo y arrojarlo dentro del tacho cerca a la cama , regreso a su lado.

—Vincent..

Me giro al oír su voz.—¿Qué?

Te odio..

Suelto una risa, Hanna se duerme después de esas dos palabras y claro que un comentario tan Hanna Ross no podía faltar al final de nuestra noche. 









Hola..

¿Qué tal la primera noche de Hanna y Vincent?

Alguien no estará contenta al despertar xDD

Nos leemos

>> Yiemir.

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