|Cap ₂|Tae Hyung el idiota.


El sol se había escondido por completo, entonces la fría noche había sido anunciada.

La oscuridad dentro de esa sala era solemnemente aterradora. Mis manos se encontraban ya congeladas hace horas, y mis pies temblaban junto a cada parte de mi cuerpo.

El azúl sofá en el que me encontraba recostaba no era para nada abrigador, y su tela no ayudaba en esto. El polvo por todo el lugar me hacía estornudar por veces. De aquí a que pasara esta noche, lo más seguro es que atrajera un resfriado.

Pero nada de eso importaba ahora. Aunque hacerle entender la verdad era como hablarle a un árbol, debía tal vez, esforzarme un poquito más.

Solo un poquito más.

Abracé mis piernas, buscando una fuente de calor. Siempre he sido bastante fría. Mi temperatura corporal es baja y jamás había sentido lo que es dormir calentita, antes de haber dormido con Tae Hyung en una misma cama.

Ese hombre es una estufa.

Extrañaba su calor, y necesitaba de su apego.





•••





—Levántate.

Abrí mis ojos al escuchar su voz, la cual había sido en un tono pesado, como si hubiera estado repitiendo esa palabra más veces que esta misma.

—¡¿Qué pasa?! —me senté de golpe en el sofá—. ¡¿Nos encontraron?! —observé a todos lados de la sala.

—Si nos hubieran encontrado, creo que ya me habría ido sin ti. —el jugaba con sus llaves del auto entre sus manos, mirándome.

—¿Y eso?

—Iremos de compras —, enarcó una ceja.

—No podemos. Ahora mismo todas las patrullas están buscando al único hijo de la doctora e inventora más famosa e importante del país.

—Sí —se encogió de hombros.

—¿Sí?

—Sí —lo hizo de nuevo.

—No iremos.

—¿Acaso ves comida por alguna parte?

Quise hablar, pero no pude.

—¿Tienes más ropa aquí? Porque yo no.

—Yo...

—¿Tienes dinero en tu casa?

Casa. Mi padre. Hace semanas no sabía algo de él. De ese hombre.

—No puedo volver —negué con la cabeza, apretando mis labios y agachando la cabeza.

—No te preguntaré el porqué. No es de incumbencia, ni me interesa.

—Lo sé —, agaché la cabeza.

—Iremos a mi casa.

—Es suicidio —lo miré, asustada.

—¿Tienes una mejor idea?

No me digné a hablar.

—Así pensé —suspiró y guardó las llaves en su pantalón—. Iremos por mi ahorros.

Claro. Niño rico con grandes cantidades de ahorros. No debía sorprenderme.

—Compraremos comida y ropa. Para los dos. —dijo por último.

—Gracias... —agaché mi cabeza.

—Tampoco es que me preocupe por tus necesidades —enarcó una ceja y dijo sin filtro—. Si no comes morirás de hambre y, ya tengo demasiados problemas como para aguantar con un cuerpo sin vida.

Idiota.

—Y si no te cambias de ropa, simplemente olerás mal y debo convivir contigo hasta que yo crea que todo esto termine. No quiero olerte a perro mojado cada día.

En efecto. Un idiota.

Tae Hyung. Maldito Idiota.

—Levanta tu gran trasero, que nos vamos. —salió de la sala.

Me levanté del sofá. Le seguí el paso hasta llegar a su auto.

—No planeas irte por medio de la ciudad, ¿no?

—Cállate un rato —masculló—. Tú haz lo que yo diga.

—¿Lo que tú digas? —él asintió, teniendo la vista en frente—. No jodas.

—¿Qué? —volteó a verme—. ¿Quieres que hagamos lo que tú digas?

Abrí la boca para protestar, pero él siguió hablando.

—¿Tienes dinero? ¿Tienes problemas mayores de los que yo tengo ahora? ¿Tu madre...? —paró en seco su habla, para chasquear la lengua.

—Al menos tienes madre... —desvié la vista—. Borra los recuerdos de la persona que amas, pero carajo, tienes madre.

—Eso quiere decir que no tienes madre.

—Woah, siempre tan inteligente —torcí una sonrisa fingida.

Él suspiró, frustrado.

—Y deja de decir eso.

—¿Que me amabas ayer por la mañana?

—Porque yo nunca te he amado.

—¿Tienes miedo que diga la verdad? —él quedó en silencio—. ¿Y si al final descubres que sí digo la verdad? ¿Qué harías? ¿Me matarías?

—Te eliminaría.

—Me matarías, entonces —ladeé la cabeza.

—Entonces sí.

—¿Y me dirás lo que significa ese código binario en tu antebrazo?

Tae Hyung volteó su cabeza al instante, viéndome a los ojos con un claro asombro, para luego mirar esa parte nombrada y darse cuenta que su camisa se había bajado un poco.

—¿Ahora te quedas mudo?

—No es de tu incumbencia.

—¿Eso es lo que escribiste antes de que te borraran mis recuerdos, no?

—¿Cómo deduces eso? 

—Porque tu mente es brillante. Lo que te escribiste puede tratarse de tu último esfuerzo para arreglar todo esto.

—No digas estupideces... —esbozó una sarcástica sonrisa.

—Y tú deja de luchar contra la verdad.

—No lucho contra ello.

—Lo haces.

—No lo hago.

—Lo sigues haciendo.

—¿Y qué esperas que haga?

—Escuchar mi historia y leer ese maldito cuaderno.

Un silencio sepulcral quedó dentro del auto. Tae Hyung siguió manejando, sin decir ninguna sola palabra más al respecto.

Conocía estas calles, nos acercábamos a su casa. Toda la ciudad se encontraba en calma, como si no estuvieran buscando al único hijo de la doctora e inventora más importante del país.

Claro, todo era lógico. No podían estar buscando a una persona, con la excusa de que el mismo se había escapado de una clínica por haberle borrado la memoria.

—Quédate aquí, y no salgas. —dijo por último, saliendo del auto y dejando este en marcha.

Él corrió a la puerta de la casa, verificando que la camioneta de su madre no se encontraba, echó a un lado la pequeña alfombra de la entrada y de ahí sacó una llave.

Vaya.

Mi respiración se agitaba cada vez más, pensando en las posibles cosas que podrían pasarnos junto ahora. Tampoco debía sorprenderme por la posibilidad de ser encontrados aquí, justo afuera de la casa del buscado.

Estúpido Tae Hyung.

Pasaron solo cinco minutos para visualizar a Tae saliendo desde dentro del lugar, junto a un gran bolso negro.

Abrió la puerta de atrás y lanzó el bolso arriba de los asientos. Luego se adentró al asiento de piloto y nos fuimos de ahí.

Él mantenía su respiración acelerada, mientras apretaba su pecho con una de sus manos.

—¿Estás bien? —pregunté.

—¿Te importa? —tragó saliva con dificultad.

—No, la verdad no.

—Entonces no preguntes.

—Sólo quiero ser amable.

—¿Para que pueda enamorarme de ti? —sus manos apretaron fuertemente el volante.

—No, para ver si se te quita lo idiota.

—Entonces no lo intentes.

¿Era normal querer asesinar a la misma persona que amas? Tal vez lo era, si se trataba de Tae Hyung.

—Iremos a un negocio por comida —habló.

—Está bien —dije en voz baja.

—Antes de ello, nos cambiaremos de ropa.

—Está bien —dije nuevamente, sin expresión.

Aparcó el auto fuera una gasolinera, entonces lo miré. Él atrajo el gran bolso de los asientos traseros y lo dejó en su piernas.

Sacó una camisa totalmente negra, junto a un cinturón.

—He traído de mi ropa para los dos. Mi madre suele tener gustos más refinados, y...

—Sólo dame la ropa —estiré mi mano—. No tenemos todo el día.

Él me entregó la ropa. No dudé en sacar la anterior camisa por arriba de mi cabeza, sin sentir vergüenza por mi cuerpo. No observé a mi lado, nada más seguí con lo mío y abotoné la nueva camisa por mi cuerpo. Esta me quedaba hasta la mitad de los muslos, luego rodeé el cinturón por mi cintura.

Tae Hyung sacó dos cubre-bocas de color negro, me pasó uno.

—Vamos —dijo.

Salimos del auto. Tal vez sí sería difícil reconocer nuestros rostros, por los cubre-bocas y además porque el cabello de Tae lucia tan desordenado y largo que llegaba a tapar parte de sus ojos.

Al entrar en la tienda, pude percatarme de que solo atendía una anciana en el mostrador, con un aura bastante aburrido. Ella veía la pequeña televisión colgada en el techo.

No perdimos el tiempo y seguí los pasos de Kim. Él tomo un canasto de ahí y comenzó su recorrido por los estantes. Echó alimentos no perecibles, botellas de agua, carne, y algunos embutidos. Se detuvo en seco cuando pasamos por el estante de toallas higiénicas. Él se quedó mirando aquellos paquetes, suspiró y de mala gana echó tres paquetes.

Volvió a quedarse quieto cuando se quedó viendo las cajas de condones, pero solo bastaron cinco segundos para que volviera a fijar la vista en otra cosa.

Rasuradoras masculinas.

Fuimos a la caja y recién ahí pude darme cuenta del anuncio pegado detrás de la anciana.

¡La maldita cara de Tae Hyung estaba impresa en aquella hoja!

—¿Se van de campamento? —preguntó con amabilidad, revisando el precio de las cosas.

—Sí. Es un lindo día —me limité a responder cuando noté que Tae no lo haría.

—Bien... —respiró, la pobre anciana—. Son 74.17 wones.

Parece que habíamos comprado demasiado.

Tae no dijo ni una sola palabra y sacó un fardo de billetes de su bolsillo trasero. Contó lo pedido y se lo entregó a la anciana.

Tomamos las cosas en bolsas, pero antes de irnos, la misma habla, parándonos en seco.

—Creo que te he visto antes...

Tae no se volteó, pero sí dejó de caminar.

—Oh, ¿yo? No, no lo creo —intenté distraerla del pelinegro.

—No a ti, cariño, a él. A tu novio.

—No lo creo... —torcí una sonrisa.

Una gran sonrisa para que sea creíble.

—Sí que lo creo... Mhm... Pero no me acuerdo dónde exactamente.

—Él es mi medio hermano, señora. Si ha viajado a Japón, probablemente lo vio. No es de aquí y me ha venido a visitar.

Genial. Tres mentiras en una.

—Oh, nunca he ido ahí... —lamentó ella.

—Qué lastima. Bueno, que tenga un lindo día —me volteé nuevamente, pero me detuve nuevamente al escuchar su voz.

—¡Ya me acordé!

—¿Qué? —pregunté, nerviosa.

Tae también la miró, pero sin decir nada. No entendía el porqué no quería hablar.

—¡Eres el chico que escapó de esa clínica!

—No. Se está confundiendo. Señora, debería tomar sus pastillas. Él es mi hermano —mascullé lo último, entre una sonrisa.

Ya podía sentir el sudor recorrer mi frente.

—¡Oh, claro que lo eres! —ella sacó el anuncio de atrás—. ¡Escuché que están dando una buena recompensa por quien lo encu...!

—¿Por qué mejor no arruga esa maldita hoja y se la entierra por el puto culo?

Ya nada me empezaba a sorprender de Tae.

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Mhm. . Está claro que todxs estamos odiando a Tae Hyung. La verdad es que a él le borraron todos loa recuerdos que conectaban de alguna u otra manera con ___. Es esa la razón por la que cambió. Antes de haberse enamorado de ella, él era así 🌹🐰

Leí comentarios sobre si acaso el amor es capaz de cambiar tanto a una persona, y . El amor puede cambiar totalmente a una persona 🌹🐰

Aquí les dejo unos gifs para el placer visual 🌹🐰

Gracias por leer 🌹🐰 Love u Parkmy's 🌹🐰

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