|Cap ₈|No es amor. Sin embargo...
Nos sentamos en el suelo del baño, nuestras espaldas apoyadas en la pared. Nuestros cuerpos aún ardían, de su frente pude notar una pequeña gota de sudor deslizándose por su piel. Él respiraba por su boca, tomando grandes bocanas de aire, yo estaba igual, observando su perfil derecho. Nuestras manos apoyadas a los lados de nuestros cuerpos, su derecha y mi izquierda se rozaban encima del suelo.
La música se escuchaba, era latina. Retumbaba como en una especie de eco.
—Cuéntame sobre tu madre —dijo de pronto él, sin mirarme, teniendo los ojos perdidos.
—¿Qué quieres que te diga sobre ella? —enarqué una ceja, luego seguí hablando—. ¿Que me abandonó con mi padre por su otra nueva familia?
—¿Ella rehízo su vida?
—Ella tuvo otro esposo, otros hijos. Lo sé por lo que me contó papá —hice una mueca—. Él la llama puta. Y, de todas formas, no solía creerle mucho a mi padre. Él es... —me encogí de hombros, dejé de hablar.
—¿Él es...? —volteó a mirarme, con aquellos ojos tan grandes y profundos.
—Él es un patán.
—¿Te hizo daño? —frunció su ceño, se reincorporó un poco.
—E-es... —desvié la mirada, cabizbaja—. Es complicado.
—Es alcohólico, ¿verdad? —dedujo.
—¿Cómo lo sabes? —alcé la mirada de inmediato.
Él apretó los labios, tragó saliva. Luego de unos segundos respondió:
—Lo dice en aquel cuaderno.
—Ni si quiera yo sé todo lo que está escrito ahí.
—¿Quieres saberlo? —comenzó a buscar entre los bolsillos de sus pantalones.
—¿Trajiste el cuaderno y no me di cuenta?
—Soy hábil, ___ —sacó el pequeño cuaderno del bolsillo trasero de su pantalón.
—Yo también soy hábil, Tae Hyung.
—Pero yo más —ladeó la cabeza, me echó una rápida mirada y empezó a hojear el cuaderno.
—¿Lo leíste todo?
—Casi.
—¿Por eso has cambiado de la noche a la mañana?
—No.
—¿Por qué, entonces?
—No hay que hablar de eso ahora —dijo, quedando sus dedos en una página—. Escucha esto —aclaró su voz, casi pude presenciar una sonrisa, pero no.
—Estoy atenta.
Y, entonces, comenzó a leer sus propias palabras:
—«Algo en ella me vuelve loco, como a las personas les causa la adrenalina, el peligro. Ella me provoca sentir algo prohibido pero hermoso. Me vuelvo adicto. Es como si todo mi mundo cambiara gracias a su presencia, como si todo lo obstruido transmutara a hermosas rosas, en claveles, en girasoles, en preciosas orquídeas. ___ alimenta mi jardín con sus semillas, y a la misma vez se convierte en el sol que le brinda calor a mi cuerpo. Por las noches, ella es mi luna, la persona quien me fascina admirar cuando duerme.»
Entreabrí mis labios, fruncí mi ceño. No podía creer aquellas palabras salir de su boca. Saber que el Tae Hyung de antes las había escrito, me había llenado de tristeza, nostalgia. Y, presenciar que el Tae Hyung de ahora las leyera ante mí, me causaba confusión.
—Sigue, por favor... —pedí.
Él levantó la mirada del cuaderno, me vio a los ojos unos largos segundos, y pasó la lengua por sus labios. Luego, volvió al cuaderno, suspiró y siguió:
—«Ella contiene una belleza sobrenatural. Su mirada tiende a demostrar tristeza. Cuando conectamos, sus pupilas se agrandan, su pulso cardiaco se eleva, muerde su labio menor con nerviosismo, mientras observa mi boca con deseo. La deseo. Las personas son ingenuas, fáciles de manipular, son como libros abiertos. Pero, ella no. Tras su cohibido mirar, todo lo que llego a encontrar es un profundo vacío sin fondo, con respuestas escondidas entre los escombros de su alma.»
—Tienes talento para esto...
—¿Estás llorando? —me vio a la cara.
—¿Qué? —llevé las manos a mi rostro y limpié rápidamente las lágrimas.
—¿Por qué lloras? —noté cómo iba a levantar una de sus manos, pero no lo hizo.
—No es nada —sorbí mi nariz—. Son lindas palabras...
—¿Lo extrañas?
—¿A quién?
—Al yo de antes —suspiró, desvió la mirada—. Si es cierto lo que dices tú y este cuaderno, yo era otra persona...
—Sólo han pasado días desde tu pérdida de memoria —observé su perfil—. Sabía que esto sería difícil. Tú también lo sabías, antes de irte.
—¿Antes de irme? ¿Me fui por voluntad propia? —volvió a verme a los ojos, más interesado.
Al parecer, ya estaba listo para escucharme.
—Tu madre, Tae. Tu madre nos separó, ella quitó todos tus recuerdos relacionados a mí. Me eliminó de tu vida.
—¿Por qué ella haría eso? Siempre ha querido mi bien... —apretó sus labios, frunció su ceño, escudriñando entre sus pensamientos.
—N-nunca supe la razón por la que... —me detuve, quería llorar—. Por la que nos quiso separar.
—Estoy en ello.
—¿La razón?
—Y, cada vez... —apretó el cuaderno entre sus manos, mirándolo— me acerco más...
—¿Qué quieres decir?
Él suspiró, y levantó la manga de su camisa, mostrando su antebrazo. No había nada, pero recuerdo haber visto números escritos en esa zona de su piel. Ceros y unos.
—El día que fuiste a sacarme de ahí, no me hubiera ido contigo, si no fuera por el mensaje que yacía escrito aquí —delineó su antebrazo—. Decía que tenía que asesinar a mi madre.
—¿A-Asesinar?
—Y no sé por qué.
—¿Y cómo sabremos la razón?
—Por la fuerza.
—¿Le quieres dar una paliza? —abrí grande mis ojos.
—Sólo hay que darle un susto —se encogió de hombros.
—¿Crees que esté en tu casa ahora?
—No —negó con la cabeza—. Ella pasa mucho tiempo en la clínica. Casi nunca está en casa.
—Es peligroso volver allá. Lo sabes —afirmé.
—Lo sé —asintió.
—¿Entonces?
—Vámonos de aquí —se levantó del suelo, estiró sus manos, me sostuve de ellas y me posicioné junto a él.
—¿Adónde? No podemos ir con tu madre ahora. No nos encontramos en las mejores condiciones, Tae Hyung —me alarmé.
—La noche es joven —me miró, mientras abría la puerta del baño—. Hay que divertirnos —y, sonrió. Extrañaba su sonrisa.
Él entrelazó sus dedos con los míos, salimos de aquel cuarto, bajamos por las escaleras, en la pista de baile, zigzagueamos entre las personas, hasta toparnos con el Primo Jackson nuevamente.
—¡Hey, adónde van! —alzó sus brazos, se me fue imposible no notar que ahora estaba sin camisa.
—Nos vamos —dijo Tae.
—¡¿No se quieren quedar un rato más?! —dijo, mientras movía su pelvis como un gusano—. ¡Chicas, beso de tres! —llamó a dos chicas que bailaban a unos cortos metros—. ¡Vengan con Papi Jackson!
Entonces, Tae Hyung y yo tuvimos que presenciar cómo aquel chico se besaba con dos chicas a la vez. Tae desvió la mirada, apretó mi mano, yo sonreí un poco. Jamás había visto un beso de tres.
—Hay que irnos —dijo el pelinegro, arrastrándome por el gentío.
Salimos de la mansión, fuimos rápidamente a nuestros puestos en el auto, y Tae empezó a manejar. No sabía a dónde me llevaría, pero, la verdad, es que no me importaba. Sólo planeaba disfrutar cada minúsculo segundo a su lado.
—Sólo unas cuadras más... —avisó, teniendo la mirada enfrente.
—¿Qué haremos?
—¿Sientes calor?
—Mhm... —me removí un poco—. No del todo. Está bastante fresco. ¿Por qué?
—Nos daremos un chapuzón —torció una sonrisa, estando excitado con toda la situación.
Jamás habíamos salido así. Al estar con Tae, siempre quedamos encerrados en su casa, no salimos. Tampoco quería que mi padre me encontrase, entonces, su hogar se había convertido en un refugio para mí.
Llegamos a un estacionamiento, el cual yacía en completa soledad. Por el lugar no transitaban personas, tal vez porque ya estaba anocheciendo y por lo que noté, no es muy turístico. Tae volteó a verme y sonrió, comenzó a desabrochar su camisa, sin quitarme la mirada de encima, tiró la camisa a los asientos traseros y llevó sus manos a los pantalones. Quedó desnudo en su asiento, con sus oscuros cabellos cubriendo su frente y parte de sus orejas.
—Te espero en el agua —y, sin más, salió del auto, regalándome la grata vista de su formado culo, y su ancha espalda.
¿En verdad íbamos a hacer esto? ¿Bañarnos cuando ya la luna se encuentra posada en la punta del cielo?
Comencé a desabrochar mi camisa, la dejé en mi puesto al igual que mis bragas. Tragué saliva, estando nerviosa en mi lugar, acomodé un poco mi cabello tras mis orejas, y tras un impulso de aliento, abrí la puerta del auto.
El viento rozaba delicadamente con mi piel, siendo tan gentil, abrazándome por completo. Hacía frío, pero no del todo. O, tal vez mi cuerpo estaba muy caliente como para comprobar una exacta temperatura.
Apreté mis puños a los lados de mi cuerpo, y visualicé la extensa playa, oscura, solitaria, sólo la luna nos acompañaría hoy. No me atreví a sentir pena por mi cuerpo, puesto que él ya había recorrido cada parte de mi persona. Tae Hyung me conocía completamente.
Comencé a caminar por la arena, estaba tibia. Pude notar la mitad del cuerpo de Tae ya en el agua, él miraba la luna, con su cabeza alzada. Me pregunté si el agua estaba fría, un segundo antes de meter mis pies. Un extraño escalofrío recorrió mi extensión de inmediato, pasando por mis piernas, mi espalda baja, hasta llegar a mis hombros y tensar mi expresión.
Me atreví a caminar, acercándome a él, sintiendo lo frío del agua. Al llegar a su lado, lo único que hice fue pararme a su lado y admirar la luna llena. De alguna u otra forma, él ya se había mojado por completo. Eso lo llegué a notar cuando volteé a verlo, y notar que su cara estaba empapada, sus cabellos mojados, los cuales yacían para atrás, dejándome ver su rostro por completo.
—La luna es hermosa... —dije.
—Tú eres preciosa.
Sonreí automáticamente ante aquella confesión. Él también lo hizo. Pero, ¿Cómo había cambiado tan rápido? No lograba entender. Tae Hyung es como el juego más complicado del mundo, repleto de misterio y casi imposible de completar.
—¿Por qué, Tae? —nos quedamos frente a frente, la luna alumbrando nuestros perfiles—. ¿Por qué me trataste así esos días?
—Porque soy una jodida mierda —ni si quiera se pensó la respuesta, él lo tenía claro.
—¿Así eras antes?
—¿Antes de ti?
—Antes de lo nuestro. Antes de que perdieras la memoria.
—No lo sé... —suspiró, fijó sus ojos en los míos—. Creo que siempre fui así. Utilizaba a las personas, se me hacía fácil entrar en sus mentes, jugar con sus pensamientos —apretó sus labios, se detuvo unos cortos segundos, y luego volvió a hablar—. Desde que tuve sexo a tan temprana edad, las mujeres se convirtieron en mis objetos satisfactorios.
—¿Yo también lo soy? —me atreví a preguntar, con un nudo en mi garganta.
—___ —atrajo mis dos brazos hacia él y dejó posada mi cabeza en su pecho—. No puedo decir que te amo, porque no creo que sea eso. Sin embargo...
—Sin embargo, ¿qué? —quise separarme de su cuerpo, pero él lo impidió, me sostuvo de los brazos, agachando su mirada, viéndome a los ojos.
—Sin embargo, siento algo —ahora llevó mis dos manos a su pecho—. Aquí, justo aquí siento algo. Siente mi corazón —su respiración se elevó—. Late tan fuerte que podría llegar a tener un infarto.
Bajé mi mirada a la altura de mis manos posadas en su pecho. Descolocada del momento, lo volví a ver a los ojos, éstos se habían vuelto más intensos que antes.
—Perdón —lo escuché tragar saliva—. No voy a pedirte que me perdones por lo que te he hecho pasar estos últimos días, pero... —cerró sus ojos un momento, luego los abrió—. Pero, justo ahora, no te quiero lejos de mí. Tengo la extraña necesidad de estar a tu lado. Y, aunque suene estúpido... al acariciar tu cuerpo, es como si tuviera un mapa en mi cabeza, como si conociera a la perfección tu piel, tus cicatrices. Tus besos me hacen querer mucho más de ti, como si nunca quedara satisfecho. Sólo sé, que por alguna u otra razón, nunca me cansaré de ti. Me he vuelto adicto a una persona quien nunca creí querer —bajó la mirada—. Y, soy un imbécil por pensar eso.
—Claro que eres un jodido imbécil —mordí mi lamio menor, inquieta—. Debería darte una patada en las bolas justo ahora.
—Lo sé... —cerró sus ojos con fuerza—. Hazlo. Aguantaré el dolor.
Negué con la cabeza, apreté sus brazos, él abrió los ojos de par en par.
—¿No lo harás?
—No ahora. Tal vez otro día, cuando tenga ganas de darte una paliza.
—¿Y ahora? ¿De qué tienes ganas?
—De besarte la boca.
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¡Hello! Por fin terminé de escribir "Omegle", así que ahora me concentraré mucho más en esta historia y "Time". ¿Qué quiero decir con eso? Que publicaré capítulos más seguidos 🤝🏻🤯❤
El próximo capítulo estará interesante... Sólo les diré que se preparen para lo que viene... 🤯🤝🏻❤🌹
Gracias por leer ❤🌹🤯 Love u Parkmy's 🌹🥺🤝🏻
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