|Cap ₁₉|Lo prometo.


Mi cuerpo había entrado en pánico, no quería perderlo por toda la eternidad, pero tampoco podía tenerlo entre mis brazos como quisiera. Porque simplemente se trataba de un hecho netamente incorrecto ante la mirada del mundo.

—Habla... —dije por fin.

—La verdad es que... —a él le costaba hablar, sin embargo, no dejaba de verme a los ojos—. La verdad es que he pasado mi vida entera pensando en ti, imaginando un futuro a tu lado, creando escenarios imaginarios en mi cabeza, anhelando que algún día aquellos lograran volverse reales —rio, nostálgico—. Así como un adolescente de quince años, que cree ingenuamente que las cosas son tan fáciles, pero no. Las cosas no son fáciles, el amor no es sencillo.

Sus ojos brillaban, él botó aire.

—En el verano acostumbro vagar por la playa en la que tú y yo fuimos una noche, me sumerjo en las aguas saladas, buscando el recuerdo de la desnudez de nuestros cuerpos, cálidos y jóvenes, creyendo que nada ni nadie podría arruinar aquel momento —sus labios temblaban al hablar.

Él pestañeó varias veces, intentando no botar lágrimas.

—Por el otoño, salgo al parque a caminar, aunque las personas me abrumen, presenciar el atardecer lo vale, porque bajo su mirada se encuentran los árboles de esa época, dejando caer las hojas doradas, las cuales dejan pasar un par de horas para llegar a su fin y marchitarse —pasó saliva por su garganta—. Aquellas hojas me recuerdan a ti, porque me entregan melancolía, recordando lo profundo que pudo ser aquello único a lo que en algún momento llamamos "nuestro". Y, lo estólido que fui yo al convertirme en un árbol de otoño, y dejarte ir a ti, una hoja dorada, dicha de ser guardada en la tapa de un libro, y no olvidada en el sendero de una desolada plaza, con gente vacía, con mentes necias, y vistas ciegas.

De mis ojos bajó una lágrima, no quise apartarla, no podía moverme, me encontraba a la merced de sus palabras, expectante ante lo último que él daría por lo nuestro.

—Hubo momentos en los que te imaginaba entre las personas, mirándome. Corría entre multitudes, buscando tu rostro, queriendo atrapar el espesor de tu cuerpo una única y última vez entre mis brazos.

—Tae Hyung...

—Los dos luchamos por una causa. Tú, por sacarme de tu mente, detestas amarme tanto como yo te amo a ti, no soportas el hecho de que la persona que está frente a ti, ahora mismo, yace complementa enamorado de ti.

—Yo...

—Y yo, compito contra la realidad. Lucho por no colapsar justo en este momento, frente a ti, por mis latidos, quienes son apoderados por la euforia que les hace sentir tu cercanía. Lucho cada mañana, al abrir los ojos y darme cuenta que tú no estás a mi lado, y que lo que había soñado sólo había sido eso, un sueño, pero hermoso.

—Hay que dejarnos ir... —niego con la cabeza, sintiendo dolor—. Por favor...

—¿Tú puedes dejarme ir? —él se acercó a mí, sus manos abrazaron mis mejillas.

—T-tengo que hacerlo —arrugué mi nariz y curvé mi labio menor.

—¿Pero puedes? —él comenzó a llorar, jamás lo había visto tan destrozado.

—Por favor... —lo miré a los ojos, teniendo la vista borrosa a causa de mis lágrimas—. Por favor...

—Podré despedirme de ti una y mil veces si quieres, pero seamos realistas, no sé cómo irme... —su expresión me causaba tristeza, él no paraba de llorar—. Ni si quiera quiero hacerlo.

Juntó nuestras frentes, nuestras narices chocaban, húmedas por las lágrimas.

—Vete por favor —pedí.

|Nαrrαdor oмɴιѕcιeɴтe|

Con el dolor de su alma, Tae Hyung separó las manos del rostro de su amada. La miró a los ojos, ella aún lloraba como él. Sin decir nada más, Kim dio unos pasos atrás.

Lo último que vio fue su rostro envuelto en lágrimas, y sus temblorosas manos cerrando la puerta frente a él.

Tae Hyung apretó sus labios con dificultad, su corazón latía tan rápido, no quería que este fuera un terrible final. Sin embargo, ella lo había elegido, ella había tenido la palabra final, y la única que recordaría por el resto de su vida.

___ apoyó su frente en la puerta, sin dejar de llorar, su mano envolvía la manilla que podría dejar entrar a Kim, más ella no podía. En ese instante se obligó a pensar en que Tae sólo sería una pequeña parte de su vida.

—Sólo una parte... —susurró para ella en un sollozo.

Tae Hyung no quería irse, algo en él le obligaba a quedarse ahí, situado fuera de su apartamento, esperando por ella, porque él sabía que lo que sentía no se trataba de una pequeña parte de la vida de ambos.

Él la conocía tan bien, sabía lo que sucedería ahora. Kim sabía que tarde o temprano, ___ abriría la puerta, la cual separaba sus deseos más profundos y culposos.

Como lo había hecho ahora, ella había abierto la puerta, viendo a Tae a los ojos, como él a ella. Los dos demostrándose tan débiles al tenerse enfrente.

Porque, la realidad era que ellos siempre serían la única debilidad del otro. Y aquel detalle, nadie podría cambiarlo, por más incorrecto que fuera.

—Promete que todo estará bien... —pidió ___ en voz baja.

Tae Hyung abrió tan grande sus ojos, al escuchar sus palabras, y sólo respondió:

—Lo prometo.

Y una vez que él prometiera aquello, absolutamente nada podría revertir su palabra.

___ se abalanzó al cuerpo del moreno, atrapando sus labios en el intento, sucumbiendo su saliva con la del contrario, armándose de valor para enrollar sus piernas en las caderas del hombre, afirmándose para no caerse en el momento, aunque lo sabía, ella sabía que Kim Tae Hyung jamás la dejaría caer.

Él entró al departamento con ella en sus brazos, como tantas veces imaginó volver a hacerlo.

Cerró la puerta a su paso, caminando por el lugar, hasta recordar dónde se situaba la habitación de ___ y entrar a ella.

La mujer jugó con el cabello de Tae entre sus dedos, sintiendo aquel tacto tan suave.

Por fin podían sentirse, y eso a los dos les emocionaba más que nunca. No existía algo que los dejara más extasiados, como los besos del contrario.

Kim dejó el cuerpo de ___ reposado en la cama. Las cortinas de los grandes ventanales de la habitación estaban abiertas, dejando entrar toda la luz del medio día. Aquel detalle no impidió que Tae quitara su abrigo, junto a sus zapatos.

___ tiró de su camisa y lo envolvió nuevamente en un profundo beso, al mismo tiempo en que estaba desabotonando la misma, dejando el pecho de su amado, desnudo ante sus ojos.

Lo próximo fue quitar el cinturón que rodeaba sus caderas, para pronto bajar la cremallera de su pantalón de tela. ___ estaba decidida, deseaba tenerlo dentro de ella como nunca antes lo había querido.

Ella deslizó los pantalones de Tae Hyung, con lentitud, viéndolo a los ojos.

Kim quedó en una prenda menor. Él pensó que eso sería suficiente por ahora, porque lo que en realidad él anhelaba, era tocar a su mujer más allá de lo que se denominaba piel.

Sus miradas nunca desconectaron, él acarició los hombros de ella, buscando los tirantes de su vestido blanco. Y sin prisa, fue bajando su prenda.

___ soltó un suspiro al sentir el tacto de sus dedos. Kim se levantó un poco de la cama y quitó por completo su vestido, dejándola en ropa interior, blanca.

Él se arrodilló un poco en la cama, para agachar su cabeza y besar su abdomen.

Cuando pudieron quedar completamente desnudos en la misma cama, él abrió las piernas de la mujer que amaba, y acarició su mejilla.

Ahora, el pene de Tae Hyung se encontraba rozando la entrada de ___, sin condón, porque ella había mencionado que se cuidaba con pastillas anticonceptivas para regular su periodo.

___ se había asombrado al ver el cuerpo de Tae estaba tan grande, sus brazos habían crecido, su pecho estaba más fornido. Su piel tostada seguía igual de suave, su olor seguía como hace ocho años.

Y, cuando Kim pasó una mano por la espalda de ella, supo que estaba lista para ser penetrada por él.

Desnudos sobre la cama, sin alguna sábana encima de sus cuerpos, sólo acompañados por el calor que ellos mismos emanaban, Kim Tae Hyung entrelazó los dedos de su otra mano con la de ___, dejando las mismas arriba de su cabeza.

Ellos se miraron con profundidad, mientras unas lagrimas brotaban de los ojos de ambos. Por fin podían tenerse como querían, estaban tan felices.

Entonces, de un movimiento, él entró en ella, sacando un gemido de ambos. Ella estaba tan mojada, que no necesitaron algún lubricante para poder resbalarse con facilidad.

Tae Hyung salió de ella, para entrar nuevamente. El cuerpo de ___ subió y se devolvió a su lugar. Él siguió embistiendo su sexo, una y otra vez, como tantas veces quiso hacerlo.

___ enrolló sus piernas en las caderas del moreno, aferrándose a su cuerpo, mientras él salía y entrada. Los gemidos de cada uno se lograron escuchar por toda la habitación.

Tae besó la boca de ___, abrazando su lengua con ayuda de la suya, juntando una vez más sus salivas.

Lágrimas corrían por los ojos de los dos. En aquel momento, ninguno tenía palabras para expresar lo que le hacía sentir el contrario, se lo daban a saber todo a través de la mirada.

Sus gemidos no cesaban, la intensidad de los gritos aumentaban al momento en que Tae Hyung entraba y salía del sexo de ___ con más dureza.

___ no lograba entender cómo una persona podía hacerle sentir tantas anomalías. Tanto placer y dolor al mismo tiempo.

Kim posó su cabeza en el hombro de ella, cuando comenzó a sentir su orgasmo venir. La verdad es que ahora mismo a él se le había hecho imposible concentrarse en durar un poco más.

Pero aquello no importaba, porque ___ se encontraban tan excitada como su amado. Faltaron unas cuantas estocadas más, para que los dos se vinieran en el otro, chorreando sus líquidos por encima del cobertor de la cama.

Tae trató de no desplomarse por completo en el cuerpo de ___, porque sabía que pesaba más que ella, por lo que se volteó sobre la cama, y con él la atrajo, dejándola encima de su cuerpo, invirtiendo papeles.

El pecho sudoroso del moreno, fue aplastado por los pechos de ___. El cansancio de ambos era notable, sólo se permitieron verse a los ojos, mientras Kim la abrazaba, acariciando sus glúteos al paso, porque a él le encantaban, eran perfectos.

El cuerpo de ___ era su favorito, siempre había sido su favorito en el mundo. El único que había podido mirar con otros ojos, desde que tiene memoria.

Ellos se amaban, se amaban tanto que no lo lograban expresar con palabras. Se amaban tanto que desde aquella mañana, decidieron olvidarse de lo que compartían.

Aquella mañana, se olvidaron por completo de que compartían sangre.

Aquella mañana, hicieron el amor, sin miedo a quemarse.

_____________

Puede que esta semana publique por completo esta historia. Tal vez pronto se venga el final 👀💖

¿A qué país te gustaría viajar? 🤔💖 A mí a Estados Unidos, New York. Amaría estar en esa ciudad.


Y aquí les dejo fotos de un lindo gatito, aunque no tiene nada que ver con la historia, pero es Yoongi, y lo amamos 🤰🏼

El horario de actualización de esta semana, a pedido de la ganadora del concurso 👀💖 (esto lo había publicado la semana pasada en nuestra cuenta de IG: theparksss)

Gracias por leer 💖 Hasta mañana 💖👀

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top