Luz Verde y Luz Roja (Version Oscura)
Loona, Elios, Rock y Nina después de subir a un carro, pasaron mucho rato y despertaron en un cuarto grande con camarotes y había varias personas, cada uno vestía un traje verde con un número.
Los números que llevaban bordados en los trajes verdes. Loona, con la mano en el pecho, leyó el número que lucía: "164". Elios, con un gesto nervioso, se tocó la tela áspera del traje y vio el "94" estampado en el pecho. Nina, con la voz temblorosa, murmuró: "28". Y Rock, mirando fijamente su número, confirmó: "64".
No solo eran ellos, había bastantes personas con ese número.
Loona se aferró a su número, 164, sintiendo un escalofrío que le recorría la espalda. Ella y sus amigos estaban en un lugar desconocido, rodeados de extraños, vestidos con trajes verdes y con números que parecían condenas.
De pronto, una sombra se proyectó sobre ella. Loona levantó la mirada y vio a dos hombres corpulentos, uno de ellos con un rostro regordete y una sonrisa amenazante, el otro delgado y con una mirada penetrante.
Gordo (Serio): ¡Tú eres Loona, ¿verdad?
Loona asintió con la cabeza, temiendo lo peor.
Gordo (Serio): ¡Tu hermano Takumi nos debe dinero! Y nosotros no somos de los que esperan.
Flaco (Frio): Te sugiero que ganes bastante en este "juego" para pagar esa deuda... O tus lindos ojos serán donados al mercado negro.
Loona sintió un escalofrío que la recorrió de pies a cabeza. No podía creer lo que estaba escuchando. Su hermano Takumi, el único que la había apoyado siempre, le había dejado una deuda tan grande. Y ahora, ella se enfrentaba a la posibilidad de ser víctima de la crueldad de estos cobradores.
Loona (Seria): No... no sé nada de esa deuda.
Gordo (Amenazante): ¡No intentes engañarnos! ¡Tenemos pruebas! Y si no pagas...
Flaco (Amenazante): ¡Las consecuencias serán graves! Tal vez puedas pagar la deuda de otra forma conls cuatro *Mirada Pervertida*
Loona se sintió atrapada en una situación desesperada. Ella no podía pagar esa deuda. No tenía ni idea de cuánto dinero debía Takumi. Y ahora, sus ojos estaban en juego y otra cosa mas. ¿Qué haría? ¿Cómo escaparía de esta situación? ¿Y cómo podría ayudar a su hermano? ¿Qué haría? De pronto, una voz firme y decidida resonó en el cuarto.
Rock (Serio): ¡Ya déjenla!, si valoran su salud será mejor que séjense de ella
Los cobradores se giraron hacia Rock, con una expresión de desprecio.
Flaco 2 (Arrogante): ¿Y quién eres tú para decirnos qué hacer?
Rock (Serio): ¡Soy alguien que no permitirá que se metan con mis amigos!
Gordo 2 (Arrogante): Este se cree Miyagi ¡No te metas en lo que no te importa! ¡Tu amiguito nos debe dinero! ¡Y nosotros vamos a cobrarlo!
Rock (Serio y Firme): ¡Tendrán que pasar sobre mi cadáver!
El Flaco 2 se echó a reír, pero su risa se apagó de golpe cuando Nina se abalanzó sobre él, realizando una llave de judo que lo dejó tirado en el suelo.
Nina (Enojada): Ya tuve suficiente, ¡Nadie se burla de mis amigos!
El Gordo 2, furioso por la acción de Nina, se abalanzó sobre ella, pero Loona, con un movimiento rápido, lo dejó tumbado en el suelo.
Loona (Seria y Fría): Atacando por la espalda ¡Nadie se mete con mis amigos!
Rock, con un solo movimiento, dejó al Gordo 1 sin aliento.
Elios, con un movimiento rápido, dejó al Flaco 1 en el suelo.
Los cuatro amigos se miraron, con una sensación de alivio y satisfacción. Habían demostrado que no se dejarían intimidar.
El silencio se apoderó del cuarto. Los demás ju
gadores, quienes habían presenciado la escena con asombro, comenzaron a aplaudir. Un aplauso tímido al principio, que poco a poco se fue transformando en una ovación ensordecedora. Algunos de los jugadores se acercaron a Loona, Nina, Rock y Elios, con una mirada de admiración.
Jugador con el número 112 (Calmado): ¡No pensé que alguien se atreviera a desafiar a esos cobradores! ¡Son despiadados!
Jugadora con el número 221(Calmada): ¡Ustedes son increíbles! ¡Se han ganado mi respeto!
Jugador con el número 421(Calmado): ¡Espero que ustedes sean mis aliados en este juego!
Loona, Nina, Rock y Elios se sonrojaron ligeramente ante los elogios. No esperaban recibir tanta admiración. Pero, al mismo tiempo, se sintieron animados por el apoyo de los demás jugadores.
Solo que fueron interrumpidos por los sujetos rojos.
Cuadrado (Calmado): Me gustaría darles una cordial bienvenida a todos ustedes aquí. Todos los presentes participaran en 6 juegos diferentes en 6 días. Aquellos que ganen los seis juegos obtendrán un hermoso premio en efectivo.
Loona (Molesta): ¿Por qué debemos creerle?, nos sedaron, nos quitaron nuestras pertenencias, y nos trajeron a este lugar misteriosos ¿y aparecen y dicen que nos pagaran por jugar juegos? ¿espera que le creamos?
Cuadrado (Calmado): Renuentemente tomamos esas medidas al traerlos aquí para manteros nuestra confidencialidad. Les devolveremos toda una vez que terminen los juegos.
Rock (Calmado): Disculpe y ¿Y porque usan esas mascaras?
Cuadrado (Calmado): No revelamos los rostros, ni la información personal de los empleados a los participantes. Es una medida que tomamos, por unos juegos justos y confidencialidad, espero que entiendan.
Nina (Enojada): No confío en nada de lo usted dice., nos engañó y nos secuestró, y luego pone excusas para mantenernos oculto después de todas esas acciones ilegales, solo una razón para poder confiar en usted. Hable
Cuadrado (Calmado): Jugadora 28: Nina Darling, 20 años, estado actual estudiante, su pensión subió bastante que ahora no podrá obtener la beca universitaria jugador 64 Rock, trabaja en una empresa pequeña, y apenas le alcanza dinero para subsistir al mes, Jugador 94 Elios, debe mucho dinero y falta pedidos en su taller de autos. Loona Fuji, la deuda de Takumi Fuji, cayó sobre ti con 160mil dólares, y la deuda, Todos aquí están viviendo al límite, con deudas que no pueden pagar, cuando fimos a verlos ustedes, no confiaban en nosotros, pero como saben jugamos un inocente juego y le dimos el dinero prometido cuando ganaron. Así que todos confiaron en nosotros y se ofrecieron como voluntarios para participar en este juego., por su propia voluntad, y está será su última oportunidad para elegir, ¿quieren volver a su antigua vida y vivir con esas deudas o jugar estos juegos e irse con una cantidad impresionante de dinero?
Elios (Calmado): ¿Qué vamos a jugar?
Cuadrado (Calmado): Esta vez se revelarán los juegos, justo cuando empiece, el primero será Luz Roja y Luz Verde. El dinero se acumulará en esa esfera después de cada juego., daremos a conocer a todos después de que termine el primer juego, si no quieren jugar, háganlo saber en este momento, ahora formen una fila para que firmen un papel donde están aceptando jugar
Todos forman una fila de varias columnas y ven esto
Consentimiento
Clausura 1: El jugador no podrá dejar de jugar
Clausura 2: Quien se niegue a jugar será eliminado
Clausura 3: Los juegos pueden terminar si la mayoría acepta
Clausura 4: Después de cada juego se votará para decidir si quieren jugar o no
Clausura 5. Si gana la mayoría que no quieren jugar, se repartirá el dinero total entre todos
Clausura 6: Los que votaron por quedarse y no ganaron las votaciones, podrán seguir jugando hasta que finalice
Clausura 7: Se repartirá el dinero entre los jugadores que ganaron por las Clausuras 5 y 6
Nina, Loona, Elios y Rock firmaron el contrato sin dudarlo. Sus nombres, trazados con tinta indeleble, resonaron en el vacío, sellando su destino. Una voz femenina robótica, se escuchó a través de los altavoces
Voz Femenina: Todos los jugadores, el juego está por comenzar. Sigan las instrucciones y procedan a la sala de juegos.
Cada jugador miró a la cámara, obligándose a esbozar una sonrisa forzada, una máscara que ocultaba el miedo que se reflejaba en sus ojos. Mientras la sonrisa se congelaba en sus rostros, petrificada, en otra parte, en una pantalla oscura, aparecieron sus fotos, una a una, acompañadas de una inquietante música de fondo que se deslizaba como una serpiente fría por sus espaldas.
Un escalofrío recorrió la espalda de los jugadores. Fueron guiados a través de una escalera que parecía un laberinto, un descenso hacia las profundidades del infierno, un camino sin retorno hacia lo desconocido. El aire se espesó, cargado de una tensión palpable que apretaba el pecho como un yugo.
Voz Femenina: Todos los jugadores deben esperar en el campo. Todos los jugadores deben esperar en el campo. Sigan las instrucciones.
La repetición mecánica de la frase, en un bucle implacable, intensificaba la sensación de fatalidad. Las puertas se cerraron de golpe, el sonido resonó como un trueno que anunciaba el inicio del juego. El campo, inmenso y vacío, los en un silencio. Un silencio que condenaba a los jugadores a la incertidumbre, a la espera de un destino incierto.
Nina, Loona, Elios y Rock se miraron entre sí, la preocupación grabada en sus rostros. El miedo se mezclaba con la curiosidad, una mezcla venenosa que los empujaba a acercarse a la monstruosa figura.
Nina (Insegura): ¿Será parte del juego luz verde y luz roja?
Rock (Calmado): Ni idea
Elios (Calmado): Es... es una muñeca. Pero... ¿tan grande?
Loona (Calmada): ¿Qué significa esto? ¿Es parte del juego?
En un punto estratégico, oculto a la vista de los jugadores, Takumi, con su número 52 bordado en su uniforme rojo, se movía con sigilo. El maletín que llevaba colgado al hombro contenía más que simples pertenencias; era un arsenal móvil. Con un movimiento preciso, extrajo de su interior un rifle de francotirador, un arma de precisión que prometía muerte a distancia. El arma, fría y letal, se ajustaba a su mano como si fuera una extensión de su propio cuerpo.
A través del visor del rifle, Takumi observaba a cada jugador con una fría precisión. Sus ojos, duros y penetrantes, analizaban cada movimiento, cada expresión, buscando las debilidades de sus oponentes. El campo, antes un espacio de incertidumbre se convertía en un tablero de ajedrez donde cada jugador era una pieza susceptible de ser eliminada con un solo disparo.
Loona, Nina, Elios y Rock, absortos en la inquietante presencia de la muñeca gigante, no sospechaban el peligro que se cernía sobre ellos. Takumi, oculto en las sombras, era un depredador paciente, esperando el momento oportuno para atacar. Su rostro, inexpresivo, no revelaba sus intenciones, pero sus ojos, llenos de una determinación implacable, lo decían todo. Él era el cazador, y ellos, la presa.
El número 52, bordado en su pecho, era una marca distintiva, un símbolo de su papel en este macabro juego. Un papel que él estaba dispuesto a desempeñar con una eficiencia despiadada.
Takumi, el jugador 52, ajustó la posición del rifle de francotirador, su mirada fija en el campo de juego. El visor del arma ofrecía una vista privilegiada de los participantes, convertidos en pequeñas figuras en un escenario macabro. Un suspiro escapó de sus labios, un sonido casi inaudible en el silencio que lo rodeaba.
Takumi (Frio): Muchos van a morir en el primer juego. Es inevitable.
Una voz, seca y cansina, resonó a su lado. Era el triángulo 55, otro guardia rojo, su rostro curtido por la experiencia y las sombras de la crueldad.
55 (Serio): Lo sé, 52. Es la naturaleza del juego. Pero... espera... ¿no es tu hermana la que está ahí abajo?
La voz del jugador 55 colgó en el aire, cargada de una mezcla de sorpresa y preocupación. Takumi, por un instante, pareció dudar. Sus dedos, tensos sobre el gatillo, se relajaron levemente. Con lentitud, giró el visor de su rifle, buscando entre la multitud de jugadores. Y entonces la vio. Loona. Su hermana, pequeña y vulnerable entre la multitud, un punto frágil en un campo de muerte.
Un silencio denso se instaló entre los dos guardias rojos. El silencio del peligro. El silencio de la decisión.
Takumi: Así es, 55... Solo espero que siga las reglas. Si no lo hace... yo mismo le volaré la cabeza.
La voz de Takumi era fría, sin emoción, pero sus ojos, ocultos tras el visor, revelaban una tormenta de emociones contradictorias. El amor por su hermana luchaba contra la lealtad a su función, una batalla silenciosa que solo él podía sentir.
El jugador 55 escuchó a Takumi a través del visor del rifle de francotirador. La figura de Loona, diminuta en la distancia, era un punto vulnerable en el campo de batalla. Una punzada de culpabilidad recorrió el cuerpo del jugador 55. Sabía lo que significaba la lealtad a los guardias rojos, pero también conocía el vínculo inquebrantable entre Takumi y su hermana.
55 (Serio): 52, será mejor que salgas de ahí. Esto va más allá del juego. Ella es tu familia.
Takumi se encogió de hombros, su mirada fija en Loona. La frialdad en sus ojos era un escudo, una máscara para ocultar la tormenta de emociones que lo agitaban por dentro. La lealtad a su deber se enfrentaba a la lealtad a su sangre.
Takumi (Frio): ¿Lo dudas? Solo es una ficha desechable en el juego. Una pieza más en el tablero. Si no sigue las reglas, será eliminada. Es así de simple.
El jugador 55 se quedó en silencio, observando cómo la determinación de Takumi se endurecía. Sabía que discutir con él sería inútil. La decisión ya estaba tomada. Takumi había elegido su bando. Y ese bando no era el de la familia.
Un silencio pesado cayó entre ellos, el silencio de la traición, el silencio del deber, el silencio del destino. El silencio que precede al disparo.
Takumi miró a Loona, pequeña e indefensa en la distancia, grabada en su retina. El campo de juego, con su macabra atmósfera, parecía tragarse la humanidad. La frialdad del deber, la implacable lógica del juego aplastaba cualquier atisbo de sentimentalismo.
El jugador 55 suspiró, la resignación grabada en su voz. Sabía que la decisión de Takumi era irrevocable, una consecuencia lógica del sistema en el que operaban. Había un código, un orden despiadado, que no permitía excepciones.
55 (Serio): Bueno, no hay lugar para lazos sentimentales en este lugar. Solo hay ganadores y perdedores. Y, al parecer, tú ya has elegido tu bando.
El jugador 55 dio media vuelta, alejándose de Takumi. No podía intervenir, no sin arriesgar su propia posición. La decisión de Takumi era suya, y las consecuencias, también. El sonido de sus pasos se desvaneció en el silencio del campo de juego, dejando a Takumi solo con su rifle de francotirador y la imagen de su hermana en el visor. La imagen de una ficha desechable, a punto de ser eliminada.
La muñeca gigante, con sus ojos de cristal vacíos, se movió con un crujido inquietante. Sus extremidades, desproporcionadas y torcidas, parecían cobrar vida propia, creando una atmósfera de terror que se extendía como una niebla fría por el campo cuadrado. Una voz, distorsionada y robótica, emanaba de su interior, una voz que resonaba con la frialdad de la muerte.
Muñeca: Ustedes pueden avanzar cuando ella diga "luz verde". Si detecta que se mueven antes de que se dé la orden, serán eliminados. Que comience el juego... Jugaremos a "Muévete, Luz Verde".
La voz cesó, dejando un silencio sepulcral que amplificaba el latir de sus corazones. Nina, con una mirada fría y calculadora, había trazado un plan. Rock, Elios y Loona habían confiado en su liderazgo, sabiendo que su supervivencia dependía de su capacidad para seguir las instrucciones al pie de la letra.
La muñeca gigante, con una lentitud inquietante, comenzó a observarlos, su mirada fría y penetrante. La tensión era palpable, cada músculo de sus cuerpos se tensaba, esperando la señal. La voz robótica, como un juez implacable, pronunció la fatídica palabra:
Nina, Rock, Loona y Elios permanecieron inmóviles, como estatuas petrificadas por el miedo. La orden había sido dada, pero sus cuerpos permanecían congelados en el tiempo, desafiando la muerte misma. El juego había comenzado.
Desde su posición estratégica, Takumi observaba a través del visor de su rifle de francotirador. Loona, Nina, Elios y Rock, en el campo de juego, eran ahora pequeñas figuras, inmóviles como estatuas, esperando la orden de la muñeca gigante. Para Takumi, sin embargo, no eran amigos, ni siquiera personas. Eran fichas. Piezas en un macabro juego, susceptibles de ser eliminadas con un solo disparo.
Su mirada, fría y calculadora, analizaba cada movimiento, cada gesto, buscando cualquier desviación de las reglas. Sus sentimientos, o lo que quedaba de ellos, estaban enterrados bajo una capa de deber y lealtad. El amor por su hermana se enfrentaba a su obligación como guardia rojo, una lucha silenciosa que se libraba en el interior de su alma.
Él veía las debilidades en sus movimientos, los puntos vulnerables en sus posiciones. Calculaba las probabilidades de éxito, las posibilidades de supervivencia. Cada uno de sus amigos era una pieza susceptible de ser sacrificada, un peón en su juego. Y aunque una parte de él se resistía a la idea, la lógica implacable del juego le dictaba que debían seguir las reglas, o perecer.
Takumi apretó la mano sobre el gatillo, el arma fría y sólida contra su mejilla. La decisión de disparar o no disparar era una cuestión de segundos. Una decisión que definiría no solo el destino de sus amigos, sino también el suyo propio.
El silencio sepulcral del campo de juego fue interrumpido por un sonido inesperado: un estornudo. El jugador 91, sin poder contenerse, dejó escapar un estornudo que resonó como un trueno en el ambiente tenso.
Jugador 91 (Estornuda): Achís!
El jugador 41, cercano al 91, respondió con un automático:
Jugador 41 (Calmado): ¡Salud!
Pero el sonido inocente del estornudo y el saludo se convirtieron en la antesala de la muerte. La muñeca gigante no había perdonado la mínima desviación de las reglas. Takumi (52), con una mirada fría e implacable, se preparó para ejecutar su sentencia.
Takumi (Frio): Yo me encargo del...
El jugador 55, sin esperar a que Takumi terminara la frase, respondió con una precisión mortal:
55 (Serio): Yo del 91. A la cuenta de tres. Uno... dos...
Dos disparos resonaron al unísono, cortando el silencio con la crudeza de la muerte. Los jugadores 91 y 41 cayeron al suelo, sin vida. El pánico se apoderó de los demás participantes. El juego, hasta entonces silencioso y tenso, se había convertido en una carnicería.
Takumi y el jugador 55, con una eficiencia despiadada, comenzaron a eliminar a los jugadores que se movían, sin importarles el caos y el terror que desataban.
Rock (Firme): ¡Loona! ¡Nina! ¡No se muevan!
Loona y Nina, petrificadas por el miedo, permanecieron inmóviles, como estatuas de piedra en medio de la tormenta. El juego, una vez un desafío, se había convertido en una masacre.
Con cautela, Rock, Loona, Nina y Elios avanzaron lentamente, cada paso medido con precisión, cada movimiento calculado para no llamar la atención de la muñeca gigante. El aire se espesó, cargado de una tensión palpable que apretaba el pecho como un yugo. El sonido de sus pisadas, amortiguado por el suelo, parecía resonar en el silencio sepulcral del campo de juego.
La muñeca gigante, sin embargo, parecía anticipar sus movimientos. Su voz robótica, antes lenta y monótona, comenzó a acelerar, las palabras pronunciadas cada vez más rápido, como si tratara de confundirlos, de desestabilizarlos.
Muñeca: Jugaremos a "Muévete, Luz Verde".
La velocidad de la voz se incrementaba con cada repetición, un torrente de palabras que se convertía en una amenaza. El ritmo frenético del juego ponía a prueba sus nervios, su concentración, su capacidad de reacción. Un solo movimiento en falso, un instante de distracción, significaría la muerte.
A pesar del creciente terror, y gracias a la estrategia de Nina, lograron mantenerse inmóviles durante las frases Jugaremos a "Muévete, Luz Verde"., avanzando solo cuando la muñeca decía más rápido ". Con cada paso, la tensión aumentaba, la velocidad de la muñeca también, un juego mortal de reflejos y precisión.
Y finalmente, exhaustos, nerviosos, pero con vida, Rock, Loona, Nina y Elios lograron cruzar la línea invisible que marcaba el final del primer juego. Habían sobrevivido. Por ahora.
El silencio del campo de juego, tras la tensión del primer juego, era aún más opresivo. Rock y Elios, aunque exhaustos, respiraban aliviados. Habían sobrevivido. Pero Nina y Loona, a pesar de su éxito, estaban en shock. Sus rostros, pálidos y tensos, reflejaban el horror que habían vivido. Sus cuerpos temblaban, no por el frío, sino por el terror que aún les recorría las venas.
Nina, la líder, la estratega, la que había planeado su supervivencia, estaba sentada en el suelo, con la espalda apoyada contra la fría pared. Sus ojos, normalmente brillantes y calculadores, estaban vidriosos, perdidos en la oscuridad de una experiencia traumática. Las manos le temblaban mientras se pasaba una y otra vez una mano por el cabello, como si intentara borrar la imagen de los jugadores caídos, de la muerte que los rodeaba.
Loona, por su parte, estaba abrazada a sí misma, con los ojos fijos en un punto lejano, como si estuviera intentando procesar lo que acababa de ocurrir. Sus labios temblaban, y de vez en cuando murmuraba algo incoherente, una mezcla de palabras entrecortadas y susurros. El miedo, crudo y visceral, la había dejado paralizada, incapaz de hablar, incapaz de moverse.
El silencio entre ellos era denso, cargado de una tensión que aún resonaba en el aire. El alivio por haber sobrevivido se mezclaba con el horror de lo que habían presenciado, un cóctel amargo de emociones que les dejaba aturdidos y vulnerables. El primer juego había terminado, pero la pesadilla seguía viva.
Un silencio expectante se cernía sobre el campo de juego tras la carnicería del primer juego. Rock y Elios, aunque conmocionados, se habían recuperado lo suficiente para estar alerta. Nina y Loona, aún en shock, se aferraban entre sí, buscando consuelo en el contacto físico.
De repente, una figura geométrica imponente emergió de la niebla que rodeaba el campo. Era un cuadrado perfecto, enorme y ominoso, con sus lados rectos y ángulos agudos proyectando una sombra que se extendía sobre los sobrevivientes. Detrás del cuadrado, varios triángulos más pequeños, con sus puntas afiladas como cuchillas, se acercaban con lentitud, formando una escolta siniestra.
La figura del cuadrado, con una voz profunda y resonante que parecía emanar de todas partes a la vez, rompió el silencio:
Cuadrado (Calmado): Felicidades por ganar el primer juego. Este es el premio.
Del interior del cuadrado, emergieron varios maletines, cada uno con una cantidad considerable de dinero. El cuadrado continuó hablando, su voz fría y distante:
Cuadrado (Calmado): La suma total, dividida entre los participantes que sobrevivieron al primer juego... son 6000 dólares para cada uno.
El dinero, en medio de la muerte y el terror, parecía un premio irónico, un recordatorio de la frialdad del juego, la indiferencia de los organizadores.
Rock, con la voz firme a pesar del shock que aún lo embargaba, se enfrentó al cuadrado imponente. La imagen de los jugadores muertos aún estaba fresca en su mente, la crudeza del juego le había quitado la inocencia.
Rock (Enojado): Ustedes cometieron varios crímenes. Asesinatos. Nadie va a querer jugar más después de esto.
Elios, apoyando a Rock, asintió con la cabeza, sus ojos llenos de una mezcla de miedo y determinación.
Elios (Serio): Así es. Este juego es una locura. Nadie va a querer seguir jugando.
Pero el cuadrado, inmutable, respondió con una voz fría y monótona:
Cuadrado (Serio): Clausula 1: El jugador no podrá dejar de jugar una vez que haya comenzado.
La voz del cuadrado resonó en el aire, una sentencia implacable. Pero Elios, con un brillo de rebeldía en sus ojos, respondió con firmeza:
Elios (Firme): Clausula 4: Después de cada juego, se va a votar si se sigue jugando o no. Esa cláusula existe, lo recuerdo.
El cuadrado permaneció en silencio por un instante. Parecía analizar la situación, procesando la información. Luego, con la misma voz fría y monótona, anunció:
Cuadrado (Serio): Que comience la votación.
La tensión se volvió palpable. El destino del juego, el destino de los participantes dependía de esa votación. El silencio se volvió aún más denso, esperando la decisión que marcaría el rumbo de sus vidas.
El silencio del campo de juego se volvió aún más denso mientras el cuadrado procesaba los votos. De los 465 jugadores iniciales, solo 251 seguían con vida. La cifra, en sí misma, era escalofriante, un testimonio del brutal juego al que se habían sometido. Y luego, la voz del cuadrado, fría e impersonal, anunció el resultado:
Cuadrado (Serio): De los 251 jugadores restantes, 130 han votado a favor de continuar el juego.
La mitad más uno. Más de la mitad de los supervivientes habían optado por seguir jugando, a pesar de la carnicería que habían presenciado, a pesar de la brutalidad del sistema.
La noticia cayó como una bomba sobre Rock, Loona, Elios y Nina. Su indignación era palpable. Habían sobrevivido al primer juego, pero el resultado de la votación les demostraba la crueldad y la indiferencia de los demás jugadores, la falta de empatía, la ausencia de humanidad en un juego que se había convertido en una masacre.
Loona, aún en shock por la experiencia del primer juego, sintió una mezcla de ira y desesperación. Sus ojos se llenaron de lágrimas, una mezcla de impotencia y rabia. Rock, con el puño apretado, maldijo en voz baja, la frustración desbordándose en su interior. Elios, con la mirada fija en el suelo, sentía una profunda decepción, una sensación de vacío que le helaba el alma. Nina, la estratega, la líder, se sentía impotente ante la irracionalidad de la decisión de la mayoría. Habían sobrevivido al primer juego, pero la verdadera batalla acababa de comenzar.
Rock (Enojado): ¡Increíble! ¡Más de la mitad quiere seguir con esto! ¿Están locos? Hemos visto morir a gente, ¡a gente que conocíamos!
Loona (Decepcionada): No lo entiendo... ¿Cómo pueden ser tan... tan insensibles? Vi a... (susurra) ...vi a tantos caer...
Elios (Suspira): Es la naturaleza humana, supongo. El miedo, la avaricia, la esperanza de ganar... Es un cóctel mortal. Muchos solo ven el dinero, no el precio que hay que pagar.
Nina (Analizando): Tenemos que pensar en una estrategia. No podemos confiar en que los demás cambien de opinión. Tenemos que sobrevivir, cueste lo que cueste. Pero... ¿cómo? Este juego... es diferente a cualquier cosa que hayamos visto.
Rock (Serio): No puedo creer que sigan jugando. ¡Es una locura! Deberíamos intentar convencerlos, mostrarles la verdad. Que esto no es un juego, es una masacre.
Loona (Triste): Pero... ¿cómo? Ya hemos visto lo que pasa cuando alguien se resiste...solo quiero ir a ver a mi hermano Takumi.
Rock (Serio): No lo sé... pero no me rendiré. No dejaré que más gente muera.
Loona (Firme): Yo tampoco. Lucharé hasta el final.
Elios (Firme): Juntos. Somos más fuertes juntos.
Una nueva figura se acercó al grupo, una mujer joven llamada Malty, con una sonrisa fría y calculadora en su rostro. Sus ojos, brillantes y penetrantes, recorrieron a Rock, Loona, Elios y Nina, evaluando su estado, su determinación.
Malty (Firme): Vamos, los que votaron por seguir jugando. Si sobrevivimos a otro juego...
Malty hizo una pausa, dejando que sus palabras resonaran en el silencio tenso del campo de juego. Su sonrisa se amplió ligeramente, revelando una frialdad que heló la sangre de los cuatro amigos. La frialdad de quien ha aceptado la brutalidad del juego, la indiferencia ante la muerte.
Los jugadores que habían votado por continuar el juego se acercaron a Malty, sus rostros reflejando una mezcla de esperanza, miedo y avaricia. La mayoría de ellos ignoraron a Rock, Loona, Elios y Nina, como si fueran invisibles, como si su indignación no importara. Su silencio, sin embargo, era un grito, un testimonio de su desesperación.
La escena se convirtió en un microcosmos del juego en sí: la indiferencia de la mayoría ante el sufrimiento de los demás, la aceptación de la brutalidad como parte del juego, la búsqueda ciega de la supervivencia a cualquier precio. Rock, Loona, Elios y Nina, en medio de esa multitud indiferente, se miraron entre sí, sus ojos llenos de una mezcla de rabia, tristeza y determinación. Habían sobrevivido al primer juego, pero la lucha por la supervivencia apenas comenzaba. La lucha contra la indiferencia, contra la inhumanidad, contra el mismo juego.
Rock (Enojado): ¡No puedo creerlo! ¡Esos... esos cobardes! ¡Prefieren seguir jugando a pesar de todo lo que hemos visto!
Loona (Decepcionada): Tienen miedo... miedo de perder el dinero... miedo de morir... pero no ven que ya estamos muertos por dentro.
Elios (Calmado): Ella es diferente. No tiene miedo. Es fría, calculadora... ¿Será una aliada o una enemiga?
Nina (Calmada): *Con la mirada fija en Malty* Es una incógnita. Pero... necesitamos aliados. No podemos enfrentarnos a esto solos. Tenemos que encontrar una manera de sobrevivir, y para eso... necesitamos más gente de nuestro lado.
Rock (Calmado): ¿Pero ¿cómo? ¿Cómo podemos convencer a alguien de que abandone este juego infernal cuando la mayoría está ciega por la avaricia y el miedo?
Loona (Calmada): Quizás... quizás hay que mostrarles algo... algo que les haga ver la realidad. Algo que les haga sentir el horror de lo que están haciendo.
Elios (Calmado): Pero... ¿qué? Ya hemos visto la muerte de cerca, y aun así... muchos siguen jugando. ¿Qué más podemos mostrarles?
Nina (Calmada): Tenemos que encontrar su punto débil. Su miedo. Su avaricia. Debemos usar eso en nuestra contra. Tenemos que ser más astutos, más inteligentes que ellos. Tenemos que encontrar una manera de manipular el sistema, de usar las reglas en nuestra contra. Tenemos que encontrar una forma de sobrevivir. Juntos.
Rock (Calmado): Juntos. Siempre juntos. No los dejaremos ganar.
Loona (Calmada): No lo dejaremos.
Elios (Calmado): No lo dejaremos.
Nina (Pensando): Entonces... empecemos a planear. Olvídense de convencerlos. La mayoría está demasiado cegada por la avaricia y el miedo como para razonar. Tenemos que enfocarnos en nosotros mismos. En la supervivencia.
Rock (Serio): Pero no podemos hacerlo solos. Necesitamos aliados. ¿En quién podemos confiar?
Elios (Analizando): En nadie. Todos son potenciales amenazas. Incluso Malty. Su frialdad es inquietante. Hay que tener cuidado con ella.
Loona (Preocupada): ¿Y qué hacemos? ¿Nos enfrentamos a todos ellos solos? Es una locura. ¡Son muchos!
Nina (Calmada): No. No nos enfrentamos a todos. Nos enfocamos en sobrevivir al próximo juego. Analizamos las reglas, buscamos debilidades. Nos preparamos. Y observamos. Observamos a todos. Identificamos a los errores y así no los cometeremos, pero recuerdo que dijeron que nos dirán el próximo juego
Rock (Calmado): Entonces a esperar el próximo juego.
Nina (Calmada): Debilidades... el miedo, la avaricia, la confianza ciega... todo eso son armas que podemos usar en nuestra contra. Tenemos que encontrar la forma de manipularlos, de usarlos para nuestra ventaja. Tenemos que convertirnos en maestros del juego.
las palabras de Nina dieron esperanza a los cuatro amigos, para salir de esta, no sabe lo que el destino les depara, pero una cosa es segura, van a salir de esta, y hacer reaccionar a Takumi, solo que no saben que Takumi es uno de ellos.
Continuara.......
Me pasaron cosas por eso que no pude subirlo antes Pero ya lo subí quiero agradecer a zero20zx y a unidad_94. Por préstarme a sus OC, ahora no se que subir ya lo pensaré me piro vampiro
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