Prólogo

Matrimonio Concertado

Un pequeño carruaje del que tiraban dos grandes y fuertes caballos se movía por los escarpados caminos del País de las Nieves.

El clima en este País era generalmente frio. Solo unos pocos meses de verano las nieves se derretían dejando ver el verde de la tierra. Era un clima bastante duro para los extranjeros. Sin embargo sus habitantes ya se habían ganado la fama de rudos y aguerridos norteños capaces de soportar las temperaturas más extremas.

En el carruaje había una joven de 15 años con su rostro apagado mientras era conducida a su destino. Llevaba un vestido bastante elegante pero a la vez sobrio con pocos detalles. Era de color azul oscuro. Las damas del País de las Nieves solían vestir con colores apagados en consonancia con los paisajes de sus tierras.

Tenía el pelo largo y liso. Bastante bien cuidado para lo que los productos de belleza permitían en aquella época de la historia. Su piel era pálida y fina sin ningún tipo de imperfección. Sus ojos, a pesar de estar tristes, se veían bastante vivos y de un característico y extraño color verde. Aunque no más extraño que el rosa de su pelo.

La chica era miembro de la Casa Haruno. Era considerada una de las centenares de Casas Secundarias del mundo.

Podía sonar mal lo de Secundaria. Sin embargo la vida en el castillo de los Haruno era bastante agradable. Al igual que todas las Casas Secundarias regentaban un castillo con todos los lujos que pudiesen tener. Tenían una tierra más o menos extensa según la suerte que hubiesen tenido. Además podían cobrar impuestos a los campesinos y villas que habitasen sus tierras.

Solo había una pega. Tenían que rendir tributo en forma de impuestos y cooperación militar, si esta era requerida, a la Casa Principal a la que hubiesen jurado lealtad. En el caso de los Haruno y de todo el País de las Nieves esta era la Casa Namikaze. Señores de Soragakure no Sato y Guardianes del Norte.

Pero en su mente no paraba de repasar una y otra vez los motivos que la llevaban a estar tan apagada. Los motivos que le hacían estar metida dentro de ese carruaje.

------------------------------------------------------------------------------------------------------------ Hace un Mes

- Padre, por favor. - Suplico la joven pelirrosa a su padre en el salón de su propio castillo.
- Sakura, hija mía, desde que cumpliste seis años sabias que este era tu destino. Tu madre te preparó para ello. - Dijo el padre sentado en la silla principal.
- Pero aún es pronto... - Trató de excusarse la chica.
- Sakura, deberías estarle agradecida a tu padre. - Dijo su madre entrando en escena. - Ha conseguido concertar tu matrimonio con un heredero de una Casa Principal. Es un honor tanto para ti como para nosotros. - Dijo su madre tratando de sonar lógica.
- Con una boda habrás hecho más por los Haruno que yo en veinte años de liderazgo. - Dijo el padre de Sakura mirando a su hija.
- Pero... - Dijo Sakura antes de ser cortada.
- No hay más peros hija mía. Hazte a la idea, en unas semanas partirás a tu nuevo hogar. - Dijo su padre tajante.

------------------------------------------------------------------------------------------------------- En La Actualidad

- "Eso es lo que se espera de una Dama, que se case con la persona más poderosa que pueda y le procure una gran cantidad de hijos. Ojala hubiese nacido hombre..." - Pensó Sakura triste mirando el paisaje.

----------------------------------------------------------------------------- Lejos de allí, en Soragakure no Sato.

Sonaba fuertemente el sonido de una espada chocando contra un muñeco de entrenamiento. El que la sujetaba era un chico rubio con el pelo algo desgarbado. Tenía 17 años. Era bastante alto y esbelto. Se podría decir que era un chico bastante atractivo. Sus ojos eran azules, bastante bonitos.

Llevaba puesta unos ropajes de tela algo destrozados. Solo estaba entrenando al fin y al cabo. Aunque estaba sudando por el esfuerzo, se esforzaba bastante.

A los pocos segundos se acercó caminando un hombre muy parecido a él. Sus ropas eran bastante sobrias, aunque por encima llevaba una capa de piel de lobo que le daba cierta majestuosidad, aunque su única función era calentarlo en aquel frio invernal. Su pelo era algo más largo y también era un poco más alto. Y viejo.

- Hijo mío. - Dijo el hombre llamando la atención del chico.
- Dime, padre. - Dijo el chico dejando caer la espada y dándose la vuelta.
- Vas a coger frio. - Dijo el hombre preocupado.
- No os preocupes. Estoy bien. - Dijo de forma respetuosa el joven.
- Hoy, por la tarde, llegará tu prometida. - Dijo de forma directa.
- Entiendo. - Respondió el chico de forma seca.
- Naruto, el día que te lo conté, hace un mes, lo aceptaste sin ninguna complicación. Y todavía no hemos hablado de ello. Lo normal en estos casos es negarse. - Dijo el padre mirándolo.
- No creo que haya nada que discutir. Si creéis que es lo mejor para la Casa yo lo haré. - Dijo Naruto tranquilo.
- Yo ya sé que es mejor para la Casa. Pero ahora quiero saber tu opinión. Saber que es lo mejor para ti. - Contesto el hombre preocupado.
- Soy el heredero de la Casa Namikaze. He de dar cierta imagen, y estando soltero no lo lograré. Además tengo que procurar tener un sucesor para que nuestra dinastía siga adelante. - Dijo Naruto bastante serio.
- Naruto, de verdad. Te he preguntado qué opinas tú. Que opina Naruto a secas. Intenta responder como si la Casa te diese igual. - Dijo el hombre algo frustrado.
- Bueno. Por un lado opino que tener esposa es algo positivo. Sin embargo creo que todo ha ocurrido demasiado deprisa. Me has prometido con una mujer de la que no se ni como es. - Dijo Naruto serio.
- Entiendo, me alegro de haberlo hablado hijo. Sin embargo te aseguro que pocos matrimonios concertados se pueden decir que no sean rápidos. - Dijo el hombre tratando de aliviar un poco a su hijo.
- No me malinterpretéis. No estoy enfadado con vos, padre. - Dijo muy serio cogiendo la espada del suelo.
- Hay algo más que me gustaría preguntarte. - Dijo el hombre captando la atención de su hijo de nuevo. - ¿Entiendes por qué he escogido una de nuestras Casas Secundarias en lugar de buscar un matrimonio con una Casa Principal? - Preguntó el hombre.
- En realidad no, no lo entiendo. - Dijo Naruto con sinceridad.
- Últimamente nuestras relaciones con nuestros vasallos han decaído un poco debido a nuestra política exterior. Si casamos a nuestro heredero con un miembro de una de nuestras Casas Secundarias daremos la imagen de que nos preocupamos por nuestros Vasallos. - Dijo su padre.
- Para que queremos aliados fuera de nuestro País si nuestros vasallos no nos apoyan. - Dijo Naruto con lógica.
- Exacto. De todos modos no he escogido a tu prometida al azar. De todas las Casas de tamaño medio o alto he buscado la que tuviese la pretendiente más bella. - Dijo el hombre tratando de alegrar a su hijo.
- Bueno, puestos a elegir. - Dijo Naruto haciendo reír un poco a su padre.
- Supongo, que a los Hyuga no les hará mucha gracia mi decisión. - Dijo hombre poniéndose serio. - Al fin y al cabo llevan presionándome, desde que naciste, para que te casase con su heredera.
- Que se enfaden lo que quieren. Por los dioses menos mal que no me prometiste con Hinata Hyuga Detesto a esa Casa. - Dijo Naruto algo agradecido.
- Lo sé, el sentimiento es mutuo. - Respondió su padre riendo.

En todo el mundo había seis Casas Principales. Prácticamente todo el mundo conocido estaba dividido en seis países. La Casa Namikaze en Soragakure no Sato en el País de las Nieves. La Casa Senju de Konohagakure no Sato en el Pais del Fuego. La Casa Uzumaki de Uzushiogakure no Sato en el Pais del Remolino. La Casa Uchiha de Kumogakure no Sato en el Pais de las Nubes. La Casa Sabaku de Sunagakure no Sato en el Pais del Viento. Y por último la Casa Hyuga de Iwakure no Sato en el Pais de la Roca.

Siempre había habido gran cantidad de guerras entre las casas. Sin embargo desde los últimos veinte años había reinado la paz en el mundo. Algo que se agradecía. Sin embargo parecía que tampoco iba a durar mucho más.

------------------------------------------------------------------------------------------------- Seis Horas Más Tarde

El carruaje de Sakura había llegado por fin a su destino. Atravesó toda la ciudad de Soragakure hasta detenerse en la Ciudadela Gris, el hogar de los Namikaze. Tras detenerse, a los pocos segundos la puerta fue abierta por el cochero.

Lo primero que Sakura vio fue a una mujer de mediana edad, bastante alto y con un característico pelo rojo esperándola en la entrada del enorme castillo. La pelirrosa salió del carro mientras el cochero sacaba sus maletas. La mujer del pelo rojo se acercó para entregarle una propina al cochero que retomo su viaje de vuelta a casa.

- Bienvenida a Soragakure. Soy Lady Kushina Uzumaki. - Se presentó la mujer amablemente.
- "Ella es la Señora de esta Ciudad, la Guardiana del Norte." - Pensó Sakura sorprendida de que ella en persona hubiese ido a recibirla. - Yo soy Sakura Haruno, mi señora. - Dijo cortésmente la pelirrosa.
- Lo sé, te estábamos esperando. - Respondió la mujer con una sonrisa bastante agradable. - No te preocupes por tu equipaje, lo llevaran a tus aposentos. Acompáñame. - Dijo amablemente de nuevo la madre de su futuro prometido.

---------------------------------------------------------------------------------- En el Salón Principal del Castillo.

Naruto ya se había arreglado mejor. Ahora vestía unas ropas muy parecidas a las de su padre. Unas ropas bastante sobrias de colores oscuros. Cualquiera pensaría que alguien de sus posiciones llevaría ropas elegantes. Esas cosas no tenían cabida en el norte. Sin embargo en el interior del castillo no hacía falta llevar la capa de pieles.

- Tu madre ha ido a recibirla. Pronto estará aquí. - Dijo el padre de Naruto.
- Bien. - Respondió Naruto adoptando una postura bastante impertérrita.
- La asustaras si pones esa cara. - Dijo Minato algo divertido. - ¿Nervioso? - Preguntó después.
- No, más bien. No sé cómo debo actuar. - Dijo Naruto pensando.
- Bueno. Intenta ser tú mismo. - Dijo Minato tratando de relajar a su hijo.

En aquel momento la puerta principal del salón se abrió. Naruto no quiso darse la vuelta todavía. Realmente no sabía cómo actuar. Minato se encamino hacia las dos mujeres que iban hacia ellos.

- Sakura Haruno. - Dijo Minato dirigiéndose hacia su invitada. - Encantado de conocerla. Soy Lord Minato, Señor de la Casa Namikaze. - Se presentó Minato tratando de no sonar abrumador. Aunque no lo logró.

Entre que la chica ya estaba algo cohibida por la situación y que ahora acababa de conocer al hombre que era su Señor, el de su padre, el de sus hermanos y el de todo el Pais estaba demasiado nervioso. Sin embargo tantas enseñanzas sobre compostura, protocolo y etiqueta hacían que pudiese fingir bastante bien.

- Es honor conocerle mi Señor. - Respondió la chica fingiendo tranquilidad haciendo una pequeña reverencia.
- Naruto. - Le llamó su madre haciendo que el rubio tragase saliva.

Naruto trató de relajar su rostro y se dio media vuelta. La pelirrosa estaba mirando hacia abajo así que lo único que podía ver era que su prometido era bastante alto. Naruto medía 1.85 mientras que Sakura medía 1.62.

El rubio, a diferencia de ella, si pudo verla más o menos bien. Tenía la piel bastante pálida, algo habitual en el norte. Pero tenía que reconocer, mientras se acercaba a ella, que era bastante guapa. Aunque como ella no le había mirado a los ojos aun no podía saberlo del todo.

Se acercó del todo hacia ellos quedándose a escasos treinta centímetros de la chica. Ella tragó saliva de nuevo tratando de disimular que no quería estar ahí y alzó la mirada para mirar al hombre con el que tendría que compartir toda su vida.

Cuando se miraron a los ojos Naruto pudo comprobar que era cierto que era una chica increíblemente bella. Bueno, según su padre era la heredera más hermosa de todo el Pais.

Sakura, por su parte, estaba demasiado nerviosa para pensar en esas cosas. Aunque vagamente en su mente no podía evitar pensar que el chico tenía una presencia bastante atractiva. Además de ser bastante guapo. Parecía que los Namikaze eran guapos por genética. Kushina le hizo una seña a Naruto a espaldas de Sakura.

- Encantado de conoceros, Sakura. - Dijo Naruto haciendo una pequeña reverencia.
- Igualmente, Naruto. - Dijo la chica siguiendo aquel estúpido protocolo que tanto detestaba.

Naruto tenía 17 años y Sakura 15. Legalmente la pelirrosa aún no era mayor de edad así que tendrían que pasar exactamente 7 meses antes de que pudiesen casarse. Sin embargo los Haruno y los Namikaze pensaron que sería bastante productivo que la chica fuese ya hacia su nuevo hogar para adaptarse a él y conocer a su prometido. Durante estos meses Kushina se encargaría de enseñarle todo lo que pudiese sobre Soragakure y la Casa Namikaze.

- ¿Qué tal si los dejamos a solas unos minutos? - Preguntó Minato mirando a Kushina.
- Vale. - Respondió Kushina sonriendo.
- "No sé yo si eso es buena idea." - Pensaron los dos chicos a la vez.

Los dos chicos se quedaron a solas en el Salón Principal de la Ciudadela Gris. Creando sin duda un extenso, incómodo y molesto silencio que duro algún minuto. Sakura dio una vuelta de 45 grados mirando hacia las paredes del otro lado, para evitar tener que mirar a los ojos a su prometido.

- Naruto. - Le llamó ella rompiendo el silencio.
- ¿Si? - Preguntó el rubio con curiosidad relajándose.
- ¿Qué opináis de nuestro matrimonio concertado? - Preguntó ella con curiosidad.
- Bueno. Creo que será beneficioso para nuestras casas. - Dijo Naruto antes de recordar el momento en el que su padre le insistió en saber su opinión. - Pero, creo también que ha sido algo precipitado. Quizás creo que debería haber sido concertado hace años o quizás haberlo concertado para dentro de unos años. - Dijo Naruto dando su opinión.
- Ya, os entiendo. Hace un mes, estaba tan tranquila en mi hogar y de la noche a la mañana me dijeron que tendría que abandonarlo. - Dijo ella algo triste.

En aquel momento Naruto se dio cuenta de que para la pelirrosa todo aquello era más duro que para él. Al menos él estaba en su hogar tan tranquilo. Sin embargo ella lo había dejado todo para ir a un lugar que desconocía para estar rodeada de gente a la que conocía aún menos.

Naruto se puso delante de su prometido llamando su atención. Mirándola muy seriamente cogió sus dos manos haciendo que ella se sonrojase un poco por el contacto.

- Sakura, yo sé que vos y yo no nos conocemos. No somos amigos y mucho menos nos queremos. Sin embargo ambos sabemos que esto es algo que nosotros no hemos elegido pero a lo que tampoco podemos negarnos. - Dijo Naruto mirándola.
- Ya... - Dijo ella algo triste.
- Sin embargo, justamente por eso. Os prometo que me esforzare por ser el mejor esposo que podáis tener. - Dijo Naruto muy serio mientras Sakura se sonrojaba bastante.

CONTINUARA...

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top