CAPÍTULO 34 - Asedio a Soragakure

Había pasado un día en el continente. Y muchas cosas habían pasado. Las tropas de los Uchiha estaban cada vez más cerca de Soragakure. Cosa que ponía realmente nerviosos a sus habitantes, un ejército de 2.000 hombres pronto marcharía sobre la ciudad.

Mientras tanto en el frente la decisión de Naruto había hecho que Sasuke se extrañase mucho. Como si su familia le diese igual. Los Senju y los Namikaze continuaron atacando como si no pasase nada, obviamente eso hacía que continuasen avanzando y derrotando a los Uchiha poco a poco.

Obviamente ellos también sufrían muchas bajas pero en números totales eran los que estaban resultando victoriosos. Ya era de noche, y en el País de las Nieves había tres personas que habían parado para dormir, habían encendido una hoguera.

Sakura estaba jugando un poco con su hijo, ahora mismo era lo único que podía hacer. Akira se limitaba a mirarla y nada más.

- ¿Cómo es que tu padre no te mando a la batalla? – Preguntó Sakura extrañada.
- Decía… que debía quedarme aquí… por si acaso. – Akira se refería a que si morían los dos su Casa se quedaría sin representantes.
- Se enfadara contigo cuando descubra que te fuiste entonces. – Dijo Sakura sin mirarle.
- Mas enfadados deben estar en la Ciudadela Gris ahora. – Contestó Akira.

Y así era, Sakura se había evaporado y como parte de su promesa Natsumi no dijo nada. Sakura solo había dejado una carta en la que decía que se marchaba, que no podía quedarse en Soragakure.

Obviamente eso hacía que todos estuviesen muy alterados. Sobre todo Kushina que no podía explicarse como era que la esposa de su hijo les había abandonado. No podía explicárselo sin embargo se lo imaginaba, no era tan raro. Ella nunca deseó estar allí y ahora iban a ser masacrados por los Uchiha. Tampoco la culpaba.

Sin embargo para no levantar revuelo entre los súbditos dijeron que simplemente estaba enferma y que mientras tanto Kushina ocuparía sus funciones.

- He de reconocer… que tu hijo se parece mucho a su padre… - Dijo Akira por decir algo.
- Es genética… todos los Namikaze son casi iguales. – Bromeó Sakura para quitarle seriedad al momento.
- ¿No te sientes ni un poco mal por abandonar Soragakure ahora que está a punto de ser asediada? – Preguntó Akira mirando a la mujer por la que aun suspiraba.
- No… para nada. No me preocupa. – Dijo Sakura mirándole ahora.
- Eso me parece… cruel… - Dijo Akira que no se esperaba eso de Sakura.
- Te confundes… es simplemente que Soragakure no caerá. – La pelirrosa no parecía tener ni una duda.
- ¿Cómo estas tan segura? – Preguntó el chico de nuevo.
- Naruto… no dejará que ocurra… - Dijo Sakura con cierto brillo en los ojos haciendo que Akira sintiese un poco de envidia.

--------------------------------------------------------------------------------------------------------- 2 Días Después

Las tropas Uchiha ya estaban frente a las murallas de Soragakure. Eran 2.000 soldados atacando una ciudad en la que solo quedaban 100 guardias. Por fortuna era una ciudad fácil de defender por sus altos muros.

Los Uchiha estaban lanzando salvas de flechas al interior de la ciudad. Los guardias, expertos arqueros, trataban de ir atacando poco a poco y evitando los ataques. Los ciudadanos estaban en refugios así que estarían a salvo hasta que el enemigo entrase en casa.

Sin embargo los Uchiha ya estaban preparando los arietes y era cuestión de tiempo. Los soldados estaban ansiosos por entrar en la ciudad. Pero solo eran 100 los guardias así que los soldados habían decidido simplemente avanzar hacia los muros y destruir la puerta, era lo mas lógico sin duda.

Mientras tanto en la ciudadela Kushina estaba en una habitación junto con sus dos hijos. Hiro estaba algo asustado en una esquina, era normal pues era el más pequeño.

- Natsumi… amor mío… - Dijo la pelirrosa acercándose a su rubia hija.
- ¿Si mama? – Preguntó dudando.

Kushina sacó de un cajón una pequeña daga de plata y la depositó en las manos de Natsumi. La chica no entendía este gesto.

- Si… los soldados de los Uchiha acaban rompiendo la muralla… si atraviesan las puertas de este castillo… debes saber que no puedes dudar ni un segundo. Como es obvio los soldados tienen la orden de acabar con la vida de todos los habitantes del castillo por lo menos… y… de hacer lo que quieran con cualquiera… hija mía tu eres una chica preciosa. – Dijo acariciando su rostro, Natsumi empezaba a entender a que se refería su madre. – Hay destinos mucho peores que la muerte… y las celebraciones de victoria de los enemigos suelen serlo.
- Entendido… mama… - Natsumi estaba triste y asustada.

Mientras tanto los Uchiha ya estaban llevando el ariete hacia las enormes puertas de madera reforzadas con hierro y acero de las murallas de Soragakure. Tardarían un buen en abrirlas pero en cuanto antes lo hiciesen mejor.

La puerta comenzaba a astillarse tras más de diez golpes, pronto estaría abierta y harían una herida en el ejército del norte irreparable. Sin embargo todos se quedaron extrañados al escuchar el sonido de un cuerno en la lejanía.

Soragakure estaba en medio de un valle pero hacia el este había una colina algo empinada. El sonido venia de allí y como es obvio todos los soldados de los Uchiha miraron en aquella dirección y al poco vieron a una gran multitud bajando por la colina.

Los Uchiha empezaron a asustarse realmente. Alguno de ellos literalmente les temblaban las piernas.

- Ellas… son… - Dijo temblando uno de ellos.
- ¡Solo son un par de centenares! ¡Da igual todo lo demás, mantened la formación y no tendrán nada que hacer! – Gritó el general del ejército haciendo que las tropas se reorganizasen.

Cerca de 400 mujeres ataviadas con armaduras ligeras y de tela de colores rojizos y negros estaban corriendo al son del cuerno de guerra. En sus manos portaban una o dos Katanas de plata con la empuñadura negra. A la cabeza de ellas había una joven pelirroja de ojos azules. Karin Uzumaki estaba liderando a las Sacerdotisas Guerreras de la Orden de Plata. Respondiendo a la llamada a las armas.

------------------------------------------------------------------------------------------------------------- FLASH BACK

“Hola Karin, como somos familia y además nos llevamos bastante mal creo que me saltaré todos los formalismos de mis títulos y los tuyos.

Sabes que tú y yo siempre hemos tenido una gran rivalidad y siempre nos hemos llevado bastante mal. Aunque en cierto modo siempre me resultaron muy instructivos nuestros “duelos de entrenamiento.”

Pero hoy no te escribo para recordarte lo mal que te caigo. Vengo a pedirte un gran favor, el único y más importante que te pediré en la historia.

Los Uchiha han mandado tropas dando la vuelta al continente hacia mi hogar, donde reside mi familia. Nosotros no llegaríamos a tiempo pero Uzushiogakure si, está más cerca.

Karin, prima mía, te lo suplico por favor ayuda a mi familia. Que también es tu familia. Confió en que lo harás pues sé que eres una mujer de honor y amas a tu familia tanto como yo. Espero que nuestras espadas se encuentren en el campo de batalla y que por primera vez sea como aliadas.

Saludos, tu primo, Naruto Namikaze.”

----------------------------------------------------------------------------------------------------- END FLASH BACK

Un violento y sanguinario choque se produjo cuando las 400 mujeres más fuertes del mundo impactaron contra los 2.000 hombres de los Uchiha. Su estilo de combate era realmente abrumador, acrobático e imparable.

Cada una parecía poder acabar con tres o cuatro enemigos cada dos o tres segundos. No paraban quietas y cada golpe lanzado significa un corazón atravesado, una cabeza en el suelo o una garganta abierta.

A pesar de haber mantenido todo lo que pudieron la formación de guerra nada fue suficiente para detener el ataque de las Doncellas de Uzushiogakure. Karin era la que más enfadaba estaba, esos malditos cobardes estaban atacando rastreramente a su familia. No lo perdonaría.

Sus dos Katanas ya estaban completamente teñidas de rojo al igual que casi toda su pálida piel. Utilizando un estilo copiado de las regiones más orientales del mundo, más allá del continente y del océano nadie era capaz de predecir y luchar eficientemente contra ellas.

No eran soldados ni guerreras. Eran artistas marciales despiadadas y sanguinarias que acababan con todos sus oponentes. 2.000 soldados no pudieron hacer nada contra toda la Orden de Plata. Quizás si hubiesen sido 6.000 u 8.000 la cosa habría sido distinta.

Los guerreros del continente luchaban sus batallas con fuerza y habilidad. Ellas con agilidad y destreza. Sus esquivos y certeros movimientos eran realmente desconcertantes para cualquier soldado.

En menos de quince minutos no quedaba ni un solo soldado con vida, fue todo realmente rápido. Ellas tuvieron bajas pero no llegaron ni a la treintena. Las puertas de Soragakure se abrieron y muchos soldados salieron a su recibimiento, estaban realmente felices de su llegada.

Aunque los guardias trataron de no acercarse mucho pues imponían bastante respeto. Eran mujeres casi todas jóvenes. Y el entrenamiento físico diario les había convertido en mujeres realmente esbeltas y atractivas, o al menos a la mayoría. Luego sus rostros había sido la genética la que decidiese.

Sin embargo lo que más imponía era la combinación entre un enorme grupo de mujeres bastante bellas y a la vez prácticamente teñidas con la sangre de los Uchiha.

Karin fue la primera en entrar a la ciudad y dirigirse al castillo. Los Namikaze proporcionarían un día de descanso a todas las guerreras y después se unirían a las filas de los Soldados del Norte para apoyar en la guerra.

Kushina se alegró mucho de ver a su querida sobrina entrando por la puerta del castillo. Natsumi y su madre salieron corriendo a abrazarla.

- ¡¡Prima!! – Dijo Natsumi con los ojos llorosos.
- Apartad… - Ordenó Karin cómicamente mientras era aplastada por su familia.
- ¿Cómo sabias que atacaban los Uchiha? – Preguntó Kushina apartándose.
- Recibí una carta de Naruto. En ella me explicaba la situación. También decía que ellos estaban demasiado lejos, pues están ya a 5 kilómetros de Kumogakure. Me dijo que era su única oportunidad… ver a mi primo bajándose los pantalones de esa manera ha valido el esfuerzo. – Karin le quitaba importancia a que lo había hecho por amor a su familia, pero Kushina ya lo sabía.

Gracias a la intervención de Uzushiogakure en el País de las Nieves los soldados de los Namikaze pudieron continuar su invasión. De haberse marchado los Senju habrían sido aniquilados y después ellos. Cualquiera pensaría que Naruto se jugó demasiado el destino de su familia, pero realmente estaba convencido de que Karin lucharía por ellos, la conocía muy bien después de todo.

La guerra continuaba avanzando a favor de los Namikaze. Y mientras tanto la Guardiana del Norte seguía en paradero desconocido. Aquel día habían sido asaltados por seis bandidos que vieron que los caballos que llevaban parecían bastante caros. Akira mató a cinco y dejó al otro huir.

- Veo que has mejorado. – Dijo Sakura suspirando aliviada, había estado un poco asustada.
- Solo eran unos inútiles… - Dijo el chico volviendo a subirse a su caballo.
- Entonces veo que hice bien en confiar en ti. Fue una suerte que aceptases. – Dijo la chica siguiendo el rumbo de nuevo.
- Sabias que no iba a dejarte sola. Bueno… ya casi hemos llegado… - Dijo Akira mirando al horizonte.

CONTINUARA…

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