CAPÍTULO 32 - El Contraataque de los Uchiha
Durante los siguientes tres días la guerra continuó de la misma forma. Poco a poco las tropas se iban acercando a Kumogakure. Parecía algo imparable ya. La moral estaba por las nubes.
Aquella noche estaban descansando, ya seguirían por la mañana. Habían montado un campamento improvisado y estaban tratando de recuperar todas las fuerzas posibles. Naruto estaba sentado con Satoshi, Shikamaru y Sai. Como casi siempre.
- Señor… - Dijo un hombre entrando en la tienda.
- ¿Si? – Preguntó Naruto mirándole.
- Ha llegado una carta para usted… pero no tiene ningún sello. – Dijo mirándole.
- Dámela… - Dijo Naruto extendiendo la mano y cogiéndola.
Bajo la atenta mirada de Satoshi, Shikamaru y Sai empezó a leerla mentalmente. Estaban los chicos con el ansia de saber que había escrita en ella. Por un momento vieron como Naruto desencajaba su rostro, aunque lo disimuló rápidamente.
- Bueno, veo que ya está todo hablado. – Dijo Naruto mirándoles. – Id a dormir y descansar para mañana.
- Esta… bien… - Dijo Shikamaru muy receloso, pero quería respetar su intimidad y sus órdenes.
Los tres salieron de la tienda de Naruto. En cuanto lo hicieron, el rubio prácticamente destrozó uno de los pocos muebles que tenia de un puñetazo. Luego cogió de nueva la carta y la leyó por segunda vez.
“Querido Naruto, de la Casa Namikaze, Señor de Soragakure y Guardián del Norte,
Me gustaría aprovechar esta carta para informarte de un pequeño malentendido que hubo entre los dos. En realidad tu padre, Minato Namikaze, nunca fue asesinado ni ejecutado. Es prisionero en una de las celdas de nuestra prisión.
Como este malentendido ha provocado esta batalla me gustaría expresarte que si continuas avanzando hacia Kumogakure me veré obligado a ordenar su verdadera y definitiva ejecución pública.
Saludos cordiales, Madara, de la Casa Uchiha, Señor de Kumogakure y Guardián del Este.”
Naruto destrozó aquella carta en decenas de pedazos y después de dejo caer en su cama muerto por la rabia. Ahora tenía que decidir, continuar la invasión sobre las tierras del Este o la vida de su padre.
-------------------------------------------------------------------------------------------------------- Al Día Siguiente
Naruto no sabía todavía que decidir. Así que ni avanzó ni se retiró. Se quedaron en su posición soportando el acosador ataque de los Uchiha día tras día. Además Naruto ya no tenía aquellas ideas estratégicas brillantes con las que aprovechaba cualquier punto débil.
Las tropas de los Namikaze estaban empezando a sufrir más bajas que la de los Uchiha por primera vez. Aquella situación se extendió un par de días. De hecho los Uchiha estaban destinando más tropas al flanco con los Senju haciendo que también estuviesen remontando ambas batallas a la vez.
El consejo de Naruto le pidió que siguiesen avanzando como hasta ahora. Naruto se limitaba a decir que no lo veía claro. Se estaba odiando a si mismo por su nula capacidad de decisión en esta situación.
--------------------------------------------------------------------------------------- En la Prisión de Kumogakure
Aquel día Madara había ido a visitar a su prisionero favorito. Aquel al que capturase hace unas semanas. Tras capturar vivo a Minato era obvio que no lo mataría. Lo que todavía le sorprendía era que sus enemigos lo hubiesen creído.
- Tu hijo al final no ha resultado ser tan valiente… estamos aplastando vuestras tropas. Es como atacar a alguien que se ha quedado quieto esperando la muerte. – Dijo Madara muy feliz.
- ¡¡Eres un maldito cobarde!! – Gritó Minato levantándose con toda su fuerza, por fortuna la herida que le habían provocado en la pierna estaba ya casi curada.
- El valor… y el honor no importar. Solo importar vencer. – Dijo muy decidido mirándole.
- ¡¡Olvidas que tu vida estuvo en mis manos hace veinte años!! Debería haberte matando maldito bastardo.
- Ese… fue el día en el que perdisteis la verdadera guerra. – Dijo Madara muy feliz.
- Juro… que te mataré… - Dijo Minato cayendo de rodillas.
- Cuando acabe con todos los soldados del norte te llevaré a Soragakure… después te ejecutaré delante de tu esposa y de los dos hijos que te queden con vida… y luego a ellos se los dejare a mis tropas, que hagan lo que quieran. – Dijo Madara marchándose de la prisión.
Minato dio un desgarrado grito de rabia. Pasaron un par de horas más en su celda, Minato ya estaba esperando su visita diaria de la única persona al a que parecía importarle.
- Dime Obito… ¿Por qué me visitas siempre? – Preguntó Minato con curiosidad.
- Considero que mi tío ha sido un gran cobarde. Yo soy un guerrero… y creo que las batallas se ganan con la espada. No con artimañas propias de cobardes. Una victoria sin honor no tiene valor para mí. – Dijo Obito sentándose en una silla.
- Yo opino como tu… bueno, yo y todos los miembros de mi familia, mi ciudad y mi país. – Dijo Minato con orgullo.
- Lo sé, por eso yo siento respeto por vos. – Dijo Obito mirándole. – Sois una buena persona, incluso mostrasteis compasión por mi tío hace 20 años. Creo que eso os hace una gran persona.
- Me caes bien Obito… creo que eres una gran persona. Y el mejor Uchiha que he conocido. – Dijo Minato pensando.
- Gracias…
- ¿Alguien te ha visto venir? – Preguntó Minato con curiosidad.
- No, siempre vengo por una entrada secundaria.
- Te tengo que pedir un favor… - Dijo Minato mirándole.
- ¿Cuál? – Preguntó extrañado.
- Libérame... pon una espada en mis manos… y vete de aquí por dónde has venido. – Dijo muy decidido.
- No podrás escapar de Kumogakure.
- No pretendo escapar de Kumogakure. – Dijo Minato con gran decisión mirando los ojos de Obito.
Obito se quedó unos segundos dudando. Sin embargo después abrió la cerradura, opinaba que esto era justicia cósmica. Cogió una espada que había en la pared de adorno, si le daba la suya propia seria sospechoso.
- Intenta… matar a cuantos menos soldados… puedas… por favor. – Suplicó Obito marchándose primero por la entrada secundaria.
Minato cogió las llaves que Obito había dejado en el suelo y se quitó los grilletes. Tras mover un par de veces la espada para adecuarse a su peso se vio bastante suelto. Aunque su cuerpo estaba algo adormecido, así que decidió caminar un poco por la habitación antes de marcharse.
Minato nunca había practicado sus dotes de infiltración así que no pudo cumplir la petición que Obito le había hecho. Todo guardia de la prisión que le veía acababa muriendo. Aunque si intento que fuesen los mínimos posibles.
De hecho opto por la solución más diplomática y simplemente trataba de desmayarlos o si no podía pues les cercenaba la mano diestra o alguna pierna. Era lo más que podía hacer por cumplir su promesa.
Él era un curtido guerrero del norte, uno de los más hábiles. Los guardianes de una prisión no eran rivales para él. Al final logró salir de la prisión, que formaba parte del castillo de los Uchiha, para su suerte.
Aprovechando que había salido y que por ahora no había ninguna alarma que lo delatase trató de descansar lo más que pudo. Había todavía soldados que evitado en la prisión así que sabía que en cualquier momento se darían cuenta de su huida y/o la masacre de más de una decena de guardianes.
Minato miró por un ventanal que tenía cerca tratando de adivinar la hora mediante la posición de sol. Todavía no había llegado el medio día.
Minato salió del edificio en el que estaba. Pudo reconocer que ahora estaba en el patio trasero del Castillo Uchiha. Aquel lugar que visitó hace más de 20 años. Un par de soldados le vieron salir, confiados fueron a su encuentro. Y solo encontraron una muerte rápida a manos de uno de los mejores espadachines del mundo.
Sin ningún miedo a nada entró en el castillo cual bola de demolición acabando con la vida de cualquier guardia que osase enfrentarse a él. Era como un guerrero frenético sin ningún pudor ni miedo a la muerte. Solo sed de sangre.
Su presencia ya no era ningún misterio para nadie. Sin embargo acabo llegando a la sala del trono donde parecía que Madara Uchiha ya había sido avisado, sin embargo lo estaba esperando. Cansado por la batalla, con una herida sin curar del todo en la pierna y entumecido por el cautiverio, el Uchiha quería llevarse la gloria de pararle los pies, y todo estaba a su favor.
- Vengo a cumplir mi promesa… - Dijo Minato sosteniendo su espada, juro que lo mataría.
- Aquí te espero. – Contestó sujetando con ambas manos.
Algunos soldados seguidos por Sasuke Uchiha llegaron al lugar. Sin embargo por orden de Madara tuvieron que quedarse de espectadores. Minato no sentía ningún temor de estar rodeado de tantos enemigos.
Minato corrió contra Madara como si allí no hubiese nadie más y empezó a cruzar su espada con el. El primer choque inicial fue muy violento, pero después se sucedieron una decena más. La decisión de Minato hacia que fuese capaz de superar todos sus hándicaps.
Sin embargo Madara también era un afamado guerrero en el este. El combate era muy igualado, rápido y peligroso. Cualquiera que hubiese intentado intervenir probablemente se habría llevado un buen espadazo.
Minato giró sobre sí mismo, sin ningún tipo de defensa, centrado solo en el ataque. Tanta agresividad estaba poniendo contra las cuerdas a Madara. Sin embargo el Uchiha no era tonto y atacaba todo el rato por el lado de la pierna débil de Minato haciendo que los bloqueos fuesen más duros. La herida se estaba abriendo ya que el tratamiento médico que recibió fue simplemente para que muriese y nada más. Si se curaba no importaba.
De nuevo chocaron sus espadas. Madara frustrado y Minato encolerizado. Sus cuerpos temblaron por la fuerza que estaba haciendo el uno contra el otro. Minato no podía evitar maldecirse al pensar que le perdonó la vida en el pasado.
Minato giró sobre sí mismo deshaciendo el choque de aceros. Madara aprovechó para atacarle y de hecho le hizo un profundo corte en el costado izquierdo. Pero Minato no se detendría por algo así. Al girar sobre sí mismo dio un golpe increíblemente fuerte a la espada de Madara haciendo que esta saliese despedida del a mano del Uchiha.
Y aprovechando la inercia de su cuerpo hizo un movimiento circular con la espada sobre su cabeza para terminar decapitando a Madara. Su cuerpo cayó sin vida al suelo y la cabeza rodó hasta los asombrados pies de los soldados.
Algunos de ellos fueron a atacar a Minato pero fueron detenidos por la mano de Sasuke. Quien por algún motivo no parecía alterado. El menor de los Uchiha desenvaino su espada y comenzó a atacar a Minato.
Todo el cansancio, la herida de la pierna y la nueva herida del costado hacia que Minato no pudiese prácticamente defenderse de las veloces arremetidas de Sasuke. Que en realidad eran bastante más hábiles, certeras y mortales que las de su padre.
Con suma delicadeza y maestría desvió la última estocada de Minato, giró sobre sí mismo y le hizo una terrible herida en su pierna, que de no haberse controlado se la podría haber amputado fácilmente. Minato cayó de rodillas al suelo, jadeando y sangrando a más no poder. Sasuke se alejó de él y se lo quedó mirando con aires de superioridad.
- He matado… a tu padre… a tu líder… debes ejecutarme… - Dijo Minato tratando de respirar.
- Como si me importase. De hecho, fíjate que casi me alegro. El inútil de mi padre estaba haciendo las cosas realmente mal.- Sasuke guardó su espada en la vaina.
- … - Minato se estaba sintiendo muy frustrado, aquel tipo era aún más despreciable que Sasuke.
- ¿Así que ese era tu plan? Provocar que te matásemos… ¿Darle un motivo a tu hijo para seguir en la guerra? – Preguntó Sasuke feliz.
- Escúchame Uchiha… porque solo podre decirlo una vez… jamás… serás capaz de derrotar a Naruto… él es el Namikaze con mayor poder e inteligencia que ha poseído el título de Guardián del Norte. Está muy por encima de ti… solo te encaminas a una derrota segura. – Dijo Minato levantando su espada.
- ¡¡¡Nooo!!!! – Gritó Sasuke enfurecido.
Sin pensárselo un solo momento Minato empuñó su propia espada en contra de sí mismo, clavándola en su pecho y dañando sus órganos más importantes. Ese sería su último legado como Namikaze. El no sería la causa de la derrota de Naruto y sus tropas. En sus últimos segundos de vida pudo ver a un enfurecido Sasuke, sin embargo su mente solo pudo dedicar unos últimos segundos a toda su familia. Su esposa, su hijo menor y su única hija de sangre. Su hija política a la que tanto cariño le había cogido. Su precioso nieto con el que habría deseado pasar más tiempo… y por ultimo su hijo mayor, su heredero al que tanto orgullo y amor profesaba…
Se lamentaba de no haber hecho caso a Kushina, lamentaba dejar a sus hijos sin padre. Lamentaba no poder estar presente en la educación de su nieto. Lamentaba no poder darle a Sakura todo el apoyo necesario para ser Guardiana del Norte. Pero jamás lamentaría darle a su hijo los motivos necesarios para ganar la guerra.
CONTINUARA…
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