CAPITULO 2 - La Casa Uzumaki


Un día más estaba llenando de luz las habitaciones de la Ciudadela Gris. Los aposentos de Sakura daban justamente hacia el sol así que se despertó rápidamente. Entonces fue cuando volvió a recordar que no estaba en su casa.

Ella se sentía atrapada entre aquellos muros. Por un lado sentía toda la hospitalidad de Lady Kushina y Lord Minato. Sin embargo luego recordaba que solo la estaban preparando para casarla con alguien a quien no conocía.

Además Naruto, por decirlo sutilmente, asustaba a Sakura. Tenía miedo de que pudiese hacerle daño. Después de lo que casi asfixiase a su mejor amigo. Y después de lo que Kushina le contó. No sabía que pensar sobre su prometido.

Trató de despejar su cabeza. Al fin y al cabo no podía oponerse a nada. Así que lo mejor era no pensar mucho, al menos intentaría no pensarlo mucho. Sakura se vistió y se encamino hacia el comedor donde las criadas estaban preparando el desayuno a la familia. Hoy Naruto se había levantado temprano, probablemente Minato le diese ayer alguna reprimenda por perezoso.

De nuevo habían dejado un sitio reservado para ella entre Lady Kushina y su prometido. La pelirrosa saludó tímidamente a Minato, Kushina y a Naruto. Los hermanos del rubio aún no habían aparecido y Shikamaru había ido a buscarlos.

- Dime Sakura. ¿Cómo van tus primeros días por aquí? - Preguntó Minato mientras la chica se estaba sentando.
- Bueno, de momento bien. Aunque solo he estado en el castillo por ahora. - Dijo Sakura mirando a su futuro suegro.
- Mmm, Naruto. ¿Por qué no escoltas hoy a Sakura por la tarde para que conozca la ciudad? - Preguntó Minato a su hijo.
- Claro. - Respondió servicial el rubio.
- "Genial..." - Pensó irónicamente la pelirrosa.

Naruto y Shikamaru se dieron especial prisa en desayunar rápido. Parece que tenían algún trabajo importante que hacer.

- Vamos Naruto, date prisa. - Dijo Shikamaru levantándose.
- ¿Qué ocurre? - Preguntó Minato algo ofendido por las malas formas.
- Hoy llegan los reclutas nuevos. Tenemos que instruirles. - Dijo Naruto levantándose de la silla.
- Ah, cierto. Id. - Dijo Minato recordando.
- Parece que empiezas a tener mente olvidadiza. - Dijo Kushina susurrando al oído de Minato.

Todos acabaron terminando de desayunar. Kushina volvió a solicitar a la pelirrosa que fuese con ella.

- ¿Dónde vamos? - Preguntó Sakura viendo que estaban yendo a un lugar determinado, no como ayer.
- Quiero ir a echarle un ojo a Naruto. No quiero que él y Shikamaru sean demasiado duros con los reclutas. - Dijo Kushina algo preocupada.

Llegaron de nuevo al balcón aquel que daba al campo de entrenamiento. Pudieron ver como había diez hombres vestidos con unas armaduras ligeras bastante pobres. Además de una espada de hierro poco cuidada.

- Tu madre te observa. - Susurró Shikamaru al oído del rubio.

Naruto se dio media vuelta viendo a su madre Kushina y a su prometida a su lado. Hizo una pequeña reverencia en forma de saludo. Todos los reclutas hicieron lo mismo, pero más nerviosos por estar en presencia de Kushina.

- Bien prestad atención. - Dijo Naruto serio, ahora las chicas podían escucharlo. - Formad parejas de dos y comenzad a luchar a mi señal. - Dijo Naruto mirándolos.
- ¿Parejas de dos? ¿Enserio? - Preguntó Shikamaru burlándose de su amigo.
- ¿Qué tiene de malo? - Preguntó Naruto extrañado.
- Nada... déjalo... - Dijo Shikamaru después. - "Bobo." - Pensó luego.
- bien comenzad. - Dijo Naruto mirándolos.

Los diez soldados comenzaron a luchar contra las parejas que habían escogido. No era una lucha enserio por supuesto, solo era para ver sus habilidades. Siguieron luchando un rato, los ruidos de choques de espada molestaban los oídos de la pelirrosa.

- Ya, parad. - Dijo Naruto mirándolos.
- ¿Y bien? - Preguntó Shikamaru.
- Vosotros cinco, id con Shikamaru el continuara vuestro entrenamiento. - Dijo Naruto mientras su amigo se los llevaba.
- Vosotros cuatro presentaos en los cuarteles, decid al capitán que ya podéis alistaros. - Dijo Naruto.
- Gracias señor. - Dijeron los cuatro marchándose.
- ¿Y yo señor? - Preguntó un chico de 16 años algo escuálido.
- Chico, creo que deberías dejarlo, no creo que esto sea para ti. - Dijo Naruto algo serio.
- ¡Pero señor! Yo, necesito hacerlo. De verdad le juro que me esforzare. - Dijo el joven algo alterado.
- Va a ser muy duro. No sé si podrás soportarlo. - Dijo Naruto.
- Me esforzaré lo prometo. Y si no, vos no habréis perdido nada. Deme una oportunidad señor. - Dijo el chico suplicando.
- Sera duro. - Dijo Naruto.
- No me importa. Tengo determinación. - Dijo con fuego en los ojos.
- Esta bien. - Dijo Naruto. - Ve con Shikamaru.
- ¡Muchas gracias señor! - Dijo el chico feliz.

Sakura vio como Kushina dio una pequeña sonrisa. Luego se dio media vuelta volviendo al interior del castillo.

- Parece que no necesito vigilarlo. - Le dijo a Sakura.

Sakura la siguió para continuar con sus clases particulares sobre cómo ser Señora de Soragakure. Hoy le estuvo hablando de uno de sus principales aliados, la Casa Uzumaki. El hogar de Kushina.

En realidad la casa Uzumaki era la más pequeña de todas. Sin embargo era muy respetada por sus vasallos. Militarmente era la que menos soldados tenia de las seis Casas Principales. Sin embargo los guerreros del País del Remolino eran muy famosos ya que en su ejército solo se permitía la entrada de los más aptos guerreros. Por lo tanto los soldados de la Casa Uzumaki fácilmente podían superar desventajas de 10 a 1.

Económicamente estaban bien. Aunque tenían una política similar a la de los Namikaze. No cogían más de lo que necesitaban.

Como apunte cultura cabía destacar que era el único País de todos en los que la igualdad de género era total. Las mujeres podían ejercer cargos importantes o participar en el ejército sin ser mal vistas por ello. O sin necesitar méritos extra frente a los hombres.

Además en ella había cierto grupo de soldados que se caracterizaban por ser solo mujeres. Eran las llamadas Sacerdotisas Guerreras de la Orden de Plata. Eran mujeres guerreras que no llevaban ningún tipo de armadura, solo tela para ganar agilidad. Y portaban una o dos finas y livianas espadas forjadas en plata. Pocas veces habían participado en una batalla, pero jamás habían perdido una.

Su líder era Nagato Uzumaki, hermano mayor de Kushina. Y su heredera Karin Uzumaki, prima hermana de Naruto. Los Uzumaki habían gobernado desde hacía más de 800 años en el País del Remolino, y por ahora la dinastía continuaría.

Obviamente la relación entre los Namikaze y los Uzumaki era muy buena. Es increíble que algo así se lograse solo por un matrimonio. Pero ambas casas estaban ahora muy unidas. Los Uzumaki eran gente pacífica al fin y al cabo. Y los Namikaze tenían un fuerte honor que les hacía respetar a sus aliados.

Una vez terminaron las lecciones por hoy. A Sakura le tocaba algo que le apetecía aún menos. Había quedado después de comer con Naruto en la entrada del castillo donde él le enseñaría la ciudad de Soragakure.

Cuando la pelirrosa se había puesto un de sus mejores vestidos se encaminó hacia su destino donde el rubio ya le estaba esperando. La pelirrosa llevaba por encima una capa de pieles, solo con el vestido habría muerto de frio.

Naruto llevaba unas ropas parecidas al día que le conoció. Sus ropajes sobrios pero elegantes a la vez en tonos oscuros eran la moda en los castillos del norte. Y al igual que a Minato la capa de piel le otorgaba cierta majestuosidad. También llevaba una espada atada a su cinturón.

- ¿Lleváis mucho esperando? - Preguntó Sakura preocupada.
- Solo diez minutos. - Dijo Naruto mirándola. - Vamos. - Dijo después dando el primer paso.

Sakura tenía la sensación de que Naruto no le haría nada a ella. Sin embargo solo su actitud la tiraba para atrás. Y tenía miedo de hacer o decir algo que le molestase a él y se le fuese la pinza o algo parecido.

Además que tampoco tenía mucha simpatía por los soldados. Habría preferido tener un esposo más diplomático o centrado en la cultura.

Aunque en aquel momento la pelirrosa recordó lo que Naruto le había prometido. Que se esforzaría en ser el mejor marido posible para ella. Eso implicaba tratarla bien claro. Aunque al fin y al cabo solo le prometió que se esforzaría, no que fuese a lograrlo.

- ¿Qué queréis ver primero? - Preguntó Naruto mirándola.
- No sé, me gustaría verlo todo en general. - Dijo Sakura respondiendo su mirada.
- Entonces lo mejor será que demos una vuelta. - Dijo Naruto reanudando su marcha.

El rubio la llevo por toda la ciudad. Era bastante grande, se notaba que era la ciudad de una Casa Principal. El rubio parecía esforzarse por estar algo más comunicativo, pero solo se limitaba a nombrarle todo lo que necesitaba saber sobre la ciudad. Sin duda aquello parecía una petición de su madre hacia el rubio. Aunque tenía que reconocer que era algo divertido ver lo patoso que era al intentar entablar una conversación con ella.

Por la calle pudo ver como todo el mundo miraba con respeto a Naruto. Muy pocos se atrevían a saludarle, y casualmente todos eran herreros o soldados de patrulla. Estaba ya anocheciendo así que el rubio creyó conveniente volver ya hacia el castillo, además la visita por la ciudad ya había terminado.

- Muchas gracias por acompañarme. - Dijo Sakura haciendo una reverencia.
- No me las des por favor. Ha sido un placer acompañaros. - Dijo Naruto caballerosamente.

En realidad Sakura no podía negar que al final hasta se lo había pasado algo bien. Había sido bastante mejor que sentirse cohibida en las paredes del castillo mientras Lady Kushina taladraba su mente con millones de conocimientos.

Tras eso ambos marcharon a cenar con la familia. Y con esto último un día más había expirado en la Ciudadela Gris.

CONTINUARA...

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top