Introducción
Estoy tumbada en la cama sumergida en un sueño profundo. De repente, me encuentro en un oscuro y sombrío bosque. La niebla envuelve los árboles haciendo que sea difícil ver más allá de unos pocos metros. Avanzo lentamente entre los árboles tratando de encontrar alguna luz que me guíe. En ese entonces veo una figura borrosa a lo lejos. Me acerco sigilosamente tratando de agudizar la vista y distinguir de quién se trata.
Es mi padre. Se encuentra en el centro de un círculo de árboles rodeado por una extraña energía oscura. Trato de hablarle pero no puedo emitir palabra alguna, solo puedo observar impotentemente cómo intenta comunicarse conmigo de alguna manera.
Unas pequeñas flamas aparecen de repente volando y danzando a su alrededor. Cada una representa una pista crucial sobre su muerte, como si fueran señales codificadas. Una de ellas se convierte en un reloj detenido a las 12:05 am, el momento exacto en el que mi padre perdió la vida.
Otra llama se transforma en una fotografía de mi madre, su rostro reflejando una sombra de culpabilidad. Las miradas de ambos revelan un conflicto profundo y oscuro, una verdad que mi padre nunca pudo revelar.
Las llamas continúan su danza frenética a mi alrededor mostrándome escenas borrosas de sueños olvidados, hasta que una de ellas se convierte en una grabación de seguridad de nuestro hogar. En ella, veo una silueta a altas horas de la noche, sosteniendo un cuchillo ensangrentado cerca del cuerpo sin vida de mi padre...
Despierto con el corazón palpitante y el frío sudor empapando mi cuerpo. Siento una urgencia incontrolable por descubrir la verdad. Cada vez que le pregunto a mi madre qué pasó esa noche cambia de tema, como si no quisiera que supiera lo que en realidad pasó, pero esta vez será diferente. Creo que mi padre me ha enviado señales desde el más allá guiándome hacia la resolución de su muerte. Ahora es mi deber investigar su caso, descubrir la verdad detrás de lo que sucedió aquella fatídica noche.
Me senté en la cama tratando de recuperar la compostura mientras mis ojos se acostumbraban a la oscuridad de la habitación. El sueño todavía se aferraba a mi mente como una sombra que se negaba a desaparecer. Las imágenes del oscuro y sombrío bosque, la figura borrosa de mi padre y las misteriosas llamas continuaban danzando detrás de mis párpados.
Con manos temblorosas encendí la lámpara de noche y busqué desesperadamente un poco de tranquilidad en las páginas de mi diario. La pluma se deslizaba sobre el papel mientras intentaba plasmar cada fragmento del sueño, cada emoción que me había invadido en aquel mundo onírico.
Después de dejar mi diario a un lado decidí investigar en las pertenencias de mi padre en busca de alguna pista. Con cuidado, rebusqué entre sus libros, cartas y objetos personales esperando encontrar algo que pudiera estar relacionado con las imágenes que seguían retumbando en mi mente.
Fue entonces cuando mis dedos tropezaron con una vieja fotografía oculta entre las páginas de un libro empolvado. La imagen mostraba a mi padre junto a un grupo de personas en lo que parecía ser un muelle abandonado. Detrás de ellos, se alzaba una embarcación antigua y desgastada, con el nombre "Tentación" grabado en su casco.
Mis ojos se abrieron con sorpresa al reconocer el lugar: era el bar clandestino al que mi padre solía frecuentar en sus días de juventud. Un escalofrío recorrió mi espalda al recordar las historias que él solía contarme sobre ese lugar, llenas de misterio y peligro.
¿Tendría alguna conexión este lugar con su muerte?
Sin duda tenía que averiguarlo, tenía que ir allí por más peligroso que fuera. Después de eso decidí darme una ducha para aclarar mis pensamientos. El agua tibia me reconfortó bastante.
Al salir del baño bajé a la cocina en busca de algo para comer aunque el reloj marcara ya las doce del día. La ausencia de mi madre en la mesa confirmaba mi sospecha de que ya había pasado la mañana. Con paso pesado me dirigí hacia mi habitación nuevamente donde reinaba un aire de abandono y desorden que reflejaba mi estado interior.
Me senté en el borde de la cama con la fotografía en mis manos, fue entonces cuando escuché el suave clic de la puerta al abrirse anunciando la llegada de mi madre. Su mirada evitó la mía mientras depositaba un plato con algo de comida sobre mi escritorio.
—Buenos días, ¿Cómo dormiste?
—Bien, supongo.
—¿Qué te preocupa, cariño?
—No lo sé, mamá. Anoche tuve un sueño extraño y desde entonces no puedo quitármelo de la cabeza.
—¿Quieres contármelo? —su voz tiembla ligeramente.
—No estoy segura... es como si tuviera que descifrar algo, pero no sé por dónde empezar.
—Bueno, tómate tu tiempo. ¿Qué tienes planeado para hoy?
—Creo que voy a pasar un rato en mi habitación.
—Vale, cariño. Yo por mi parte voy a hacer unas llamadas y revisar unos papeles. Nada del otro mundo.
—¿Llamadas? ¿Papeles? —indago.
—No es nada importante, solo algunas cosas pendientes de trabajo. No te preocupes —asegura.
Después de este intercambio la tensión entre nosotras se hizo palpable, como si las palabras no dichas resonaran con más fuerza que las que sí se pronunciaron. La pérdida de mi padre había creado una grieta entre nosotras transformando lo que solía ser complicidad en distanciamiento. Me sentí más sola que nunca en aquella casa que solía ser nuestro hogar.
De un momento a otro sentí la necesidad de hablar con alguien en quien pudiera confiar plenamente, alguien que me brindara apoyo y perspectiva, así que decidí llamar a mi mejor amiga Valeria.
—Hola Val, ¿qué tal?
—¡Cleo! ¿Qué tal? ¿Por qué suenas tan nerviosa?
—Es que... necesito un favor. ¿Podrías encontrarte conmigo en el café de siempre en unos 30 minutos? —le pedí con urgencia.
—¡Claro! ¿Pasa algo? —preguntó notando mi angustia.
—Sí, necesito hablar contigo. Es urgente —le dije antes de colgar el teléfono.
Una vez en el café pude sentir el reconfortante aroma a café recién hecho que impregnaba el ambiente. La luz tenue creaba una atmósfera acogedora, simplemente perfecta. Valeria llegó luciendo un suéter azul marino que resaltaba sus ojos avellana y su cabello castaño ondulado. En cuanto a mí, llevaba puesto un vestido sencillo de color verde oscuro que contrastaba con mi piel morena y mis rizos rebeldes.
—¡Cleo! ¡Qué bueno verte! —exclamó Valeria mientras se acercaba para darme un abrazo cálido.
—Val, gracias por estar aquí —le dije mientras le correspondía.
Ambas nos sentamos y pedimos nuestros cafés favoritos.
—Necesito contarte algo.
—Claro, cuéntame. ¿Qué sucedió? —respondió Valeria con interés evidente en su rostro.
—Anoche tuve un sueño muy extraño. Estaba en un bosque oscuro y sombrío, rodeada de llamas. En medio de todo eso, vi a mi papá lanzando pistas sobre su propio asesinato. Fue tan aterrador y confuso que no pude comunicarme con él de ninguna manera. Solo pude observar en silencio.
Valeria frunció el ceño, sorprendida.
—Eso suena realmente... inquietante, ¿Crees que pueda significar algo?
—No lo sé. Pero lo más extraño es que encontré una foto de un bar antiguo que solía frecuentar mi papá con unos amigos. Quiero visitar ese lugar para investigar más, pero me da miedo hacerlo sola —le digo mostrándole la foto— ¿Podrías acompañarme?
—Dios Cleo, se ve espantoso, ¿Crees que todavía exista? —duda.
—Si no vamos nunca lo sabremos.
—Pero... es peligroso.
—Val, por favor —le hago pucheros— esto es importante para mí, lo sabes.
—Sí, lo sé —suelta un suspiro profundo— iré contigo, pero con una condición.
—Lo que quieras.
—Iremos por el día.
Por un minuto entero me quedo viéndola sin pestañar tan siquiera.
—Val, no abre por el día.
—¿Qué? Estás conciente que de por sí ir a ese lugar nosotras solas es peligroso y piensas en ir de noche.
—Val, tranquilízate. No nos va a pasar nada. Confía en mí.
Me mira atentamente. Sus ojos avellanas fijados en los míos tienen un gran efecto en mí. Los de ella reflejan una mezcla de emoción y miedo al mismo tiempo.
—Y lo hago Cleo, más de lo que debería —dice con voz suave— ¿Cuándo piensas ir?
—Esta noche.
•••
La noche había caído sobre la ciudad envolviéndola en una oscuridad inquietante. Decidí vestirme con un elegante vestido negro que realzaba mi figura con sutileza, combinado con unos tacones del mismo tono. Mi cabello suelto caía en rizos perfectos sobre mis hombros y un toque de maquillaje resaltaba mis rasgos sin exagerar. Completando mi look con un collar llamativo y unos pendientes discretos.
Val optó por un conjunto más atrevido luciendo unos pantalones ajustados que realzaban su silueta acompañados por una blusa elegante con un estampado sutil. Combinó su atuendo con unos zapatos de tacón moderado y unos toques de maquillaje que resaltaban sus ojos avellana, su fuerte.
Mientras nos acercábamos al viejo bar sentía un nudo en el estómago que no desaparecía. Conducir el auto de mi difunto padre era una experiencia agridulce; su presencia parecía envolverme recordándome que no estaba sola, pero también me enfrentaba a la realidad de su ausencia.
Con cada calle que dejábamos atrás el miedo y la emoción se entrelazaban en mi interior. Aunque Val estaba a mi lado, la incertidumbre parecía crecer con cada segundo que nos acercábamos al lugar. Esta noche marcaría un antes y un después en nuestra vida, lo sabía con certeza.
El bar es un edificio de ladrillo rojo con una puerta de madera maciza. El letrero luminoso en la fachada anuncia el nombre del bar con luces de neón parpadeantes. El ambiente parece acogedor y prometedor. Los dos guardaespaldas que hay en la entrada están de pie a ambos lados de la puerta con una postura firme y seria. Son grandes y musculosos con miradas penetrantes que escrutan a todo el que se acerca. Parecen seguros de sí mismos, como si nada pudiera perturbar su atención.
—Disculpen señoritas, necesitamos verificar sus identificaciones antes de permitirles la entrada —dice uno de los guardaespaldas.
—Oh... por supuesto. Pero verán... olvidé mi cartera en casa. Soy mayor de edad, lo prometo —hablo un poco nerviosa.
—Lo siento, pero sin una identificación válida no podemos dejarlas pasar —dice el otro guardaespaldas.
—¿No hay alguna forma de que podamos entrar? Es solo por esta noche, es realmente importante para nosotras —habla Val con tono persuasivo, algo sorprendente en una persona como ella.
—Las reglas son claras, señoritas. Sin identificación, no hay entrada.
—¿Y si les decimos que estamos dispuestas a hacerlo valer la pena para ustedes? Podemos ser muy persuasivas cuando nos lo proponemos —intento seducir.
—Lo siento, eso no va a funcionar. La edad legal es veintiuno y no podemos hacer excepciones.
—Miren, realmente necesitamos entrar y no es por diversión —suelto frustrada.
—Nuestras órdenes son claras.
—¿Y si les contamos un poco sobre la situación? Tal vez puedan comprender por qué es tan importante para nosotras —me dice Valeria, pensativa.
En ese momento, una voz grave y autoritaria se escucha desde el interior del bar.
—¿Pasa algo aquí, muchachos?
Los guardaespaldas se giran para enfrentar a quien parece ser el dueño del bar, quien les dirige una mirada inquisitiva. Es un hombre de mediana edad. Su mirada aguda revela que es alguien que no se deja engañar fácilmente. Viste con elegancia, con un traje oscuro que resalta su porte distinguido. A pesar de su apariencia imponente, hay una calidez en su voz y en la forma en que se dirige a nosotras sugiere que detrás de su fachada hay un hombre de principios y valores sólidos.
—¿Puedo ayudarlas en algo?
—Queremos entrar, por favor.
Nos estudia por un momento antes de asentir con la cabeza.
—Síganme, es por aquí.
Lo seguimos hacia la barra principal. Mientras caminábamos detrás del él mis ojos se cruzan con los de un chico de mirada desafiante, tiene un aura de misterio como los chicos de esos libros que tanto me gustan leer.
No puedo dejar de mirarlo. Siento como examina todo mi cuerpo haciéndome temblar de ¿emoción? ¿excitación?, no tengo idea. Nuestros ojos juegan en silencio y de un momento a otro se me pierde entre la multitud que baila a su alrededor.
Ya en la barra mientras tomamos asiento, el señor nos ofrece amablemente unas bebidas.
—Disculpe la pregunta, pero ¿por qué nos permitió pasar? —pregunto Valeria.
Es en ese entonces cuando decide revelar un poco más de lo que sabe. Comienza a hablar, su tono es solemne y medido.
—En realidad, mientras revisaba las cámaras de seguridad reconocí a Cleo y quise saludar —me mira directamente.
Valeria frunce el ceño, sorprendida. Yo estoy igualmente impactada.
—¿Usted me conoce?
El solo asiente antes de continuar, sumiendo el ambiente en un aura de misterio y tensión. Antes de que pueda formular más preguntas, nos indica que las bebidas están listas y se dispone a servirlas.
•••
Salí del bar estupefacta, con la mente dando vueltas a toda la información impactante que acababa de descubrir sobre mi difunto padre. Valeria salió a mi lado y me rodeó con un abrazo reconfortante. Ambas estábamos aturdidas por lo que acabábamos de descubrir.
Al llegar al auto me dejé caer en el asiento del conductor y apoyé la cabeza en el volante. El olor a cuero y tabaco impregnaba el interior del vehículo trayendo a mi memoria recuerdos de infancia. El eco de la música del bar resonaba en mi mente mezclándose con los recuerdos confusos que ahora tenía sobre él. Sentí un nudo en la garganta y las lágrimas amenazaron con brotar, pero me obligué a contenerlas.
Val se sentó a mi lado y puso una mano reconfortante sobre mi hombro.
—¿Estás bien? —preguntó con suavidad.
Sacudí la cabeza incapaz de encontrar las palabras para expresar lo que estaba sintiendo. Finalmente, tomé aire y encendí el motor.
—Dios mío, todo esto es demasiado fuerte —comenta Val —Es difícil asimilarlo. ¿Qué vamos a hacer ahora?
—Necesito seguir buscando pistas. Siempre supe que la muerte de papá no fue un accidente, y todo esto confirma mis sospechas —trato de evitar su mirada.
—Estoy aquí para apoyarte en lo que necesites. Pero hay que tener cuidado, no sabemos en qué nos estamos metiendo —dice preocupada.
—Lo sé, Val —asiento— Pero no puedo quedarme con esta incertidumbre. Necesito respuestas, y las encontraré, cueste lo que cueste.
Antes de salir del estacionamiento sentí como mi teléfono vibró en el asiento de atrás.
—¿Quién puedr ser a esta hora?
Tomé el teléfono con cautela y ví un mensaje anónimo que decía:
"No debiste haber ido allí. Te están observando."
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