Capítulo 7
Xander
Desperté en mi lujoso apartamento en Milán con una resaca que me recordaba que la noche anterior había sido más que intensa. La luz del sol se filtraba a través de las cortinas iluminando el desorden de mi habitación. A mi lado, una mujer desconocida dormía plácidamente, su cabello desordenado estaba esparcido sobre la almohada. No recordaba su nombre, pero eso no importaba; en mi mundo las noches de pasión eran solo eso: momentos efímeros.
Me incorporé lentamente sintiendo el tirón de la resaca y la necesidad de un café fuerte. La vida de un narcotraficante no era fácil, pero había aprendido a disfrutar de los placeres que venían con ella. Mi familia tenía dinero y poder, y yo estaba acostumbrado a obtener lo que quería. Después de todo, ser el hijo del jefe tenía sus ventajas.
Mientras me vestía, revisé mi teléfono y vi varios mensajes sin leer. Uno de ellos era de mi padre.
Mensaje de Papá: "Necesito que vengas a la oficina. Hay asuntos urgentes que discutir."
Fruncí el ceño al leerlo. Sabía que cuando mi padre decía "urgente," significaba que algo importante estaba en juego.
Mientras me preparaba para salir, recordé la conversación que había tenido con algunos hombres en el café días atrás. Habían mencionado a un grupo rival que estaba causando problemas en nuestra área de operaciones. La tensión había aumentado en el negocio y sabía que debía estar alerta. Manejé por las calles hacia la oficina familiar pensando en cómo manejaría cualquier conflicto que pudiera surgir.
Al llegar a la oficina fui recibido por uno de los guardaespaldas de mi padre.
—El jefe está esperando en su oficina.
Entré al despacho y encontré a mi padre sentado detrás de su enorme escritorio revisando documentos. Su mirada se elevó al verme entrar.
—Xander, siéntate —habló con voz grave.
Me acomodé en una silla frente a él.
—Hay rumores sobre Edgardo y su familia. Parece que no solo fue un accidente lo que le sucedió.
Mis instintos se agudizaron al escuchar esas palabras. Sabía que Edgardo había estado involucrado en algo oscuro antes de su muerte.
—¿Qué quieres decir?
—Hay un grupo rival detrás de esto. Están buscando venganza por lo que tu madre y yo hicimos hace años.
Sentí cómo el aire se hacía más pesado mientras procesaba sus palabras. La historia familiar estaba llena de secretos y decisiones cuestionables. Justo cuando pensaba que las cosas no podían empeorar, mi teléfono vibró en mi bolsillo. Era un número desconocido.
—¿Quién es? —contesto.
Una voz grave respondió al otro lado.
—Xander, tenemos que hablar.
—¿Quién es? —insisto.
—Alguien que sabe más sobre lo que realmente sucedió.
Y colgó de golpe, sin darme una dirección, sin nada.
—Voy a descubrir qué está pasando —le digo a mi padre y salgo de la oficina.
Mientras salía, una idea comenzó a formarse en mi mente. Podía usar esta situación a mi favor; si había un grupo rival involucrado podría aprovecharlo para consolidar mi poder dentro del negocio familiar. Sabía que debía actuar rápido antes de perder cualquier ventaja.
Mientras conducía hacia la casa de Cleo no podía evitar recordar la forma en que me miraba. Sus ojos intensos y llenos de vida tenían una forma increíble de penetrar en mi alma. La curva de sus labios me hacía pensar en lo que podría ser un beso suyo, y su figura, aunque delicada, emanaba una fuerza que me atraía irresistiblemente.
Era un juego peligroso sentir eso por ella, especialmente en medio de toda esta confusión, pero había algo en su risa y en la forma en que se movía que me mantenía al borde; no podía dejar de pensar en cómo sus curvas se ajustaban a su ropa, cómo su cabello caía sobre sus hombros. Era una mezcla intoxicante de inocencia y desafío que me hacía querer acercarme más.
Al llegar a su casa vi la puerta entreabierta y sentí un escalofrío recorrerme la espalda, algo no estaba bien. Entré rápidamente a la casa.
—¡Cleo! ¿Estás aquí?
No obtuve respuesta. Mi corazón comenzó a latir más rápido mientras recorría el pasillo. Justo cuando estaba a punto de entrar en la sala escuché gritos provenientes del almacén cercano. Recordé las advertencias sobre el grupo rival y cómo estaban buscando venganza por lo que había sucedido con Edgardo.
Sin pensarlo dos veces corrí hacia el almacén. La idea de perderla era insoportable; no podía permitir que los problemas del pasado arruinaran su futuro. Podré ser un hijo de perra pero soy justo.
Al llegar vi a varios hombres reunidos en una confrontación tensa. Cleo estaba allí rodeada por figuras amenazantes, y sentí cómo la rabia comenzaba a burbujear dentro de mí. Mientras intentaba abrirme paso entre la multitud, escuché el sonido ensordecedor de disparos resonando en el aire. El caos estalló mientras todos comenzaban a moverse rápidamente para protegerse.
Mi instinto se activó; tenía que llegar a Cleo antes de que fuera demasiado tarde. La vi moverse con gracia entre los hombres mientras trataba de mantener la calma. En medio del caos, noté al hombre cicatrizado entre los atacantes.
Sentí cómo el miedo se apoderaba de mí al darme cuenta de lo peligroso que era este enfrentamiento. No solo estaba luchando por mi vida; estaba luchando por Cleo también. Mientras me movía entre los hombres no podía evitar pensar en ella. Su figura era como un faro en medio del caos; cada vez que la veía mi instinto natural se intensificaba. Sus ojos brillantes reflejaban tanto miedo como determinación y eso solo aumentaba mi deseo de protegerla.
Al final del almacén vi una salida trasera y decidí llevar a Cleo hacia allí. Con un último vistazo hacia el caos detrás de nosotros, tomé su mano firmemente y tiré de ella hacia la salida.
—¡Vamos! ¡Es por aquí!
Mientras corríamos hacia la salida, sentí su mano cálida entrelazada con la mía y una chispa recorrió mi cuerpo. Mientras Cleo y yo nos abríamos paso entre los hombres armados en el almacén, el sonido de disparos resonaba a nuestro alrededor.
—¿Dónde está mi madre y Marco? —pregunta con voz temblorosa.
Mientras corríamos, los visualicé escondidos detrás de una pila de cajas. La expresión de preocupación en el rostro de Eloísa me hizo sentir una punzada en el estómago.
—¡Marco! ¡Eloísa! ¡Estamos aquí! —les grité.
Marco levantó la mano señalando que estaban bien.
—¡Rápido! Necesitamos salir de aquí.
Los disparos continuaban resonando mientras nos acercábamos a ellos. El caos se intensificaba; algunos hombres comenzaron a correr buscando refugio, mientras otros intentaban tomar control de la situación.
—Debemos ir al sótano. Hay una salida secreta allí —les digo.
Eloísa asintió, y me moví rápidamente para guiarlos hacia la parte trasera del almacén. Al llegar al sótano empujé la puerta con fuerza y entramos rápidamente. La oscuridad nos envolvió mientras descendíamos las escaleras. El sonido del caos arriba se desvanecía lentamente, pero sabía que no estábamos a salvo aún.
—¿Dónde está la salida? —comenta Marco respirando pesadamente.
—Aquí. Sigamos este pasillo —aseguro.
Mientras avanzábamos, sentí cómo Cleo se aferraba más fuerte a mi mano. Finalmente llegamos a una puerta oculta, la empujamos con fuerza y nos dirigimos hacia afuera. Nos encontramos en un pequeño jardín rodeado por altos muros. Eloísa miró hacia ambos lados antes de hablar.
—Ahora necesitamos un plan para salir sin ser vistos.
Marco asintió mientras miraba atentamente alrededor.
—Podemos usar la salida trasera del jardín, lleva directamente al callejón.
—Mantente cerca de mí —le digo a Cleo mirándola fijamente. Ella asintió nerviosa.
A su lado, Eloísa se mantenía firme mientras que Marco se movía con rapidez. Al llegar a la salida trasera Marco empujó la puerta y nos asomamos al callejón. La oscuridad era profunda, pero podía escuchar el murmullo de voces a lo lejos.
—Debemos movernos. No hay tiempo que perder -comentó Marco en voz baja.
Salimos al callejón y comenzamos a correr. Mientras corríamos no podía dejar de pensar en lo que había sucedido. Edgardo estaba muerto, y ahora Cleo estaba atrapada en medio de una guerra entre grupos rivales.
—¿A dónde vamos ahora? —habló Cleo jadeando.
—Primero necesitamos encontrar un lugar seguro donde podamos hablar -respondí.
Finalmente llegamos a un pequeño bar; era un lugar apartado donde podríamos escondernos por un tiempo. Empujé la puerta y entramos rápidamente asegurándome de que no nos hubieran seguido.
El interior era oscuro y acogedor; unas pocas luces tenues iluminaban las mesas vacías. El barman nos miró con curiosidad pero no dijo nada mientras nos acomodábamos en una esquina alejada. Una vez que nos sentamos tomé un momento para evaluar a todos. Cleo parecía exhausta pero decidida; Eloísa tenía una expresión preocupada, y Marco se mantenía alerta.
—Necesitamos averiguar quiénes están detrás de esto —hablo decidido.
Cleo me miró con intensidad.
—¿Y si están buscando venganza por lo que le pasó a mi padre? ¿Qué hacemos si vienen por nosotros?
Justo cuando estaba a punto de responderle, mi teléfono vibró nuevamente en mi bolsillo. Saqué el dispositivo y vi un mensaje de un número desconocido.
Mensaje: "Sé lo que sucedió en el almacén. No están a salvo, los seguiré a donde quiera que vayan."
Sentí cómo la sangre se me helaba al leer esas palabras. Miré a Cleo y luego a Marco y Eloísa; todos parecían haber notado mi reacción.
—Recibí un mensaje... alguien nos está vigilando.
—Necesitamos saber quién envió ese mensaje antes de que sea demasiado tarde —comenta Marco.
Mientras hablaba, una sombra se movió fuera del bar; un hombre alto con una chaqueta oscura se detuvo frente a la ventana observándonos con atención. Su mirada penetrante se encontró con la mía antes de desaparecer en la oscuridad.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top