Capítulo 3

El sol se filtraba a través de la ventana de mi habitación iluminando el desorden que había acumulado en los últimos días. Libros, papeles y recuerdos de mi padre estaban esparcidos por todas partes. Había pasado tanto tiempo tratando de entender quién era realmente que me había olvidado por completo de organizarla.

Decidí que era hora de hacer una limpieza profunda. Comencé a revisar cajas viejas que había guardado en el armario llenas de recuerdos. Mientras sacaba una caja polvorienta, un olor a madera envejecida me envolvió. Dentro encontré algunas fotos familiares, cartas y un viejo diario, el cual leeré más tarde.

Empecé a recoger la ropa que había dejado tirada y a colocar los libros en sus estantes correspondientes. Al abrir un cajón encontré una colección de cartas que había escrito a lo largo de los años. Algunas eran para mí misma, reflexiones sobre mis sueños y temores; otras eran notas que nunca envié a mis amigos. Me detuve un momento para leerlas sintiendo nostalgia por la niña que solía ser.

Después de organizar un poco más sentí que ya necesitaba un descanso. Bajé a la cocina y preparé un desayuno rápido: tostadas con mermelada y un café fuerte. Con el estómago lleno y la mente clara, regresé a mi habitación y tomé el diario que había encontrado en la caja. La caligrafía de mi padre era elegante y fluida. Comencé a leer algunas entradas:

"Hoy fui al bar 'Tentación' nuevamente. Las cosas están complicándose; la gente no es lo que parece. Debo tener cuidado."

Mi corazón se aceleró al leer esas palabras. ¿Qué significaban realmente? La curiosidad me empujó a seguir leyendo.

"Cleo merece saber la verdad, pero hay cosas que no puedo revelar. No quiero que se involucre en este mundo."

Sentí un nudo en el estómago al pensar en lo que había estado ocultando. Mi padre había estado lidiando con secretos oscuros y había tomado decisiones difíciles para protegerme. Mientras hojeaba las páginas encontré una dirección escrita en una esquina. Era un lugar en la ciudad que no reconocía.

Sin pensarlo dos veces, decidí que debía contactar a Xander. Aunque su arrogancia me irritaba sabía que él tenía conexiones y podría ayudarme a desentrañar lo que estaba sucediendo. Tomé mi teléfono y busqué su número en mis contactos. La pantalla iluminó su nombre, pero dudé por un momento antes de presionar "llamar".

Recordé cómo me había dado su número aquella noche en el bar, esperando que lo usara cuando estuviera lista para buscar respuestas. La idea de llamarlo me llenó de ansiedad; ¿realmente quería involucrarme con él?

—Vamos Cleo, solo hazlo —murmuro para mí misma mientas sujeto el celular contra mi pecho.

Finalmente, tomé aire y marqué el número. El tono de espera resonó en mis oídos mientras esperaba su respuesta.

—Habla Xander.

Su voz despreocupada me hizo sentir nerviosa. No pude articular palabra alguna, solo respiraba pesadamente.

—¿Eres tú Cleo? —su pregunta parecía más afirmación que otra cosa. Después de un lago segundo decido hablar.

—Hola, Xander. Sí,  soy yo, Cleo. Necesito hablar contigo sobre algo... importante.

Hubo una pausa antes de que respondiera.

—Estaba esperando tu llamada. ¿Dónde te gustaría encontrarnos?

La confianza en su tono me hizo sentir un poco más segura.

—¿Qué te parece el café cerca del parque? Creo que necesito tu ayuda.

—Perfecto. Nos vemos allí pronto.

Colgué el teléfono sintiendo una mezcla de ansiedad y emoción. Había tomado la decisión correcta al buscarlo; necesitaba respuestas y estaba dispuesta a enfrentarlas. Antes de salir revisé el diario una vez más y guardé las fotos en mi mochila junto con la dirección que había encontrado.

Al llegar el aroma del café recién hecho y el suave murmullo de las conversaciones llenaban el aire. La decoración rústica y acogedora me dio una sensación de calidez. Busqué una mesa en la esquina donde pudiera tener algo de privacidad mientras esperaba a Xander. No pasó mucho tiempo antes de que él entrara. Su figura alta y segura se destacó entre la multitud. Llevaba una chaqueta de cuero que acentuaba su porte arrogante. Cuando me vio, una sonrisa confiada se dibujó en su rostro.

—Aquí estás. Pensé que te habías arrepentido.

—No, para nada —sonrío nerviosamente.

Xander se sentó frente a mí cruzando los brazos con esa actitud desafiante que tanto me irritaba y atraía a la vez.

—Entonces, ¿De qué quieres hablar?

Tomé aire profundamente intentando encontrar las palabras adecuadas.

—He estado investigando sobre mi padre... y encontré algunas cosas en su diario.

La expresión de Xander cambió ligeramente; su interés parecía genuino.

—¿Un diario? ¿Qué descubriste?

Le conté sobre las entradas que había leído, sobre cómo mi padre había estado involucrado con el bar Tentación y sus advertencias sobre las personas que lo rodeaban.

—Dijo que había cosas que no podía revelar y que no quería que me involucrara en ese mundo.

Xander se inclinó hacia adelante, su mirada era intensa.

—Tu padre sabía más de lo que quería dejar ver. El bar es un lugar peligroso; hay secretos oscuros allí.

Mientras hablábamos cada mirada que compartíamos parecía cargar el aire con electricidad. A pesar de su arrogancia había algo intrigante en su forma de ser que me atraía.

—¿Tú también conocías a mi padre? —le pregunto un poco dudosa. Se recostó en su silla adoptando una postura despreocupada.

—Lo conocía de vista. Era un hombre influyente, pero también tenía enemigos. Siempre hay alguien dispuesto a aprovecharse de los débiles.

Justo cuando comenzaba a sentirme más cómoda con Xander noté algo detrás de él. Un grupo de hombres se acercaba rápidamente hacia nosotros con sus miradas fijas en nosotros.

—Xander...—digo alarmada.

Él se dio la vuelta al escuchar mi tono tenso y su expresión cambió instantáneamente a una mezcla de sorpresa y arrogancia.

—¿Qué pasa? No estoy aquí para problemas.

Los hombres llegaron hasta nosotros y uno de ellos, el más alto con una cicatriz visible en la mejilla, dio un paso adelante.

—Pensé que te habías escondido mejor, Xander.

La atmósfera se volvió pesada; podía sentir cómo la situación escalaba rápidamente. El hombre cicatrizado se cruzó de brazos mostrando su superioridad mientras los otros hombres lo rodeaban.

—Te estuvimos buscando. No puedes esconderte para siempre.

¿Quiénes eran estos hombres? ¿Qué relación tenían con Xander?

Él en lugar de mostrar preocupación o miedo, mantuvo su postura arrogante y desafiante.

—Si quieren hablar conmigo, pueden hacerlo civilizadamente. No tengo tiempo para amenazas vacías —aclara con voz firme.

Mientras lo observaba enfrentarse a esos desconocidos sin inmutarse, comprendí que estaba atrapada en un juego peligroso donde las miradas y los susurros definían cada movimiento, la intriga crecía dentro de mí. La mirada desafiante de Xander contrastaba con mi creciente inquietud. Podía sentir cómo el aire se volvía denso, como si todo estuviera a punto de estallar.

—No estamos aquí para jugar, Señor Darrow. Sabes lo que está en juego —amenaza el hombre de la cicatriz sarcásticamente.

Xander mantuvo su postura pero había un destello de preocupación en sus ojos que no podía ignorar. La arrogancia que solía mostrar comenzó a desvanecerse lentamente.

—Estoy ocupado.

El hombre cicatrizado sonrió, pero no era una sonrisa amistosa; era una mueca que prometía problemas.

—Siempre estás ocupado pero eso no te protegerá de lo que viene. La gente está hablando, y tú sabes lo que eso significa.

No pude quedarme callada ante la tensión palpable. Sentí que necesitaba intervenir, aunque sabía que podría ser arriesgado.

—¿Qué quieren de él? Si tienen algo que decir, háganlo directamente —hablo con voz firme.

Los hombres me miraron con sorpresa. El hombre cicatrizado me estudió por un momento antes de responder.

—Esto no es asunto tuyo, niñata. Mantente al margen.

La forma en que me habló me irritó profundamente. No iba a dejar que me intimidaran.

—Soy parte de esto tanto como él. Si hay algo que está pasando, quiero saberlo.

Xander me lanzó una mirada rápida como si estuviera evaluando mis palabras.

—Cleo, esto no es un juego. Hay cosas aquí que no comprendes.

El hombre cicatrizado se rió despectivamente.

—Exactamente, esto no es un juego, pero tú Xander deberías saberlo mejor.

Justo cuando pensaba que la situación no podía volverse más tensa, uno de los hombres hizo un movimiento hacia Xander.

—¡Basta! No voy a permitir que esto continúe aquí —grito levantándome.

Ellos se detuvieron y Xander pareció divertirse con mi intervención, pero también había preocupación en su mirada.

—Cleo, por favor...—me suplica. Pero no iba a retroceder ahora. Sentía una mezcla de adrenalina y determinación que me impulsaba a más.

En ese momento, el hombre cicatrizado dio un paso hacia mí y sonrió con desdén.

—Tienes agallas, niñata, pero eso no te salvará si te metes donde no te llaman.

De repente, un sonido fuerte resonó desde la entrada del café. La puerta se abrió de golpe y un grupo de personas entró rápidamente; eran policías. La tensión se disparó aún más mientras todos los ojos se volvían hacia ellos.

Los hombres intercambiaron miradas nerviosas y comenzaron a retroceder lentamente hacia la salida.

—No mires atrás. Solo sal —me dice Xander.

Sin pensarlo dos veces, tomé su mano y corrí hacia la salida del café junto a él. El sonido de las voces policiales resonaba detrás de nosotros mientras nos apresurábamos a salir a la calle. Una vez fuera, respiré hondo para calmarme mientras lo miraba.

—¿Qué fue eso? —respiro con dificultad.

Xander me miró intensamente, su arrogancia había desaparecido por completo.

—Es complicado, Cleo. No puedo explicarlo todo ahora.

Mientras nos alejábamos del café el bullicio comenzaba a desvanecerse detrás de nosotros. Sentí cómo la adrenalina seguía corriendo por mis venas. Este encuentro había cambiado las reglas del juego; ya no éramos solo dos personas buscando respuestas sobre el pasado; estábamos metidos en algo mucho más peligroso.

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