36. Las puertas invisibles


Zarek corrió a través del bosque siguiendo el rastro del jaguar fantasmal entre los árboles. A veces el animal desaparecía en la oscuridad, solo para volver a manifestarse durante apenas unos instantes, lo suficiente para que Zarek entendiera hacia qué dirección ir. Algo que tenía que admitir, por más que le costara, era que su hermano siempre había sido más rápido que él cuando jugaban carreras. Por supuesto que no iba a perder ocasión de recordárselo.

El bosque se sentía vivo de una manera distinta ahora que Zarek había abierto las puertas de sus sentidos. Estaba seguro de que había más cosas observándolo avanzar, porque podía percibir sus miradas desde detrás de los troncos de los árboles, desde las copas, a veces incluso delante de él. ¿Era esto lo que había abrumado a Nicolo en su camino hacia el lago, ese mundo invisible al que solo unos pocos tenían acceso?

Distraído por el pensamiento, Zarek siguió adelante sin caer en cuenta de que una sombra se cruzaba en su camino. El impacto fue repentino, como si la oscuridad se hubiese vuelto sólida de un momento a otro, y estuvo a punto de hacerle perder pie. Le costó entender que acababa de chocar contra alguien. 

Por un fragmento de segundo, Zarek tuvo la estúpida esperanza de que se tratara de Nicolo, pero esta se desvaneció apenas el otro habló, desde el suelo:

—¿Zarek...? —Era Jazz, cuya cabeza estaba convertida en un revoltijo de pelo rubio.

—¡Perdón! —exclamó Zarek, y se arrodilló a su lado.

Otra persona emergió de entre las sombras:

—¿Están bien? —La preocupación se adivinaba en su voz insegura, aunque intentara disimularla. Se trataba de Lupe.

Jazz asintió, mientras hacía lo posible por poner el pelo de vuelta en su lugar.

—Sí, no es ni de cerca lo peor que me ha pasado en estos días, lo que importa es que encontramos a alguien más. ¿Nicolo está contigo?

Bajando la vista, Zarek negó con la cabeza y les contó por arriba sobre lo ocurrido luego de la llegada de las gárgolas, aunque sin mencionar a su hermano.

—Nicolo dijo que podía escuchar una voz que lo llamaba. Estaba tratando de encontrarlo cuando me choqué contigo. ¿Puedes caminar? —preguntó Zarek, extendiendo una mano hacia Jazz.

Jazz aceptó ayuda de él y de Lupe para ponerse de pie, entre quejidos, mientras Zarek miraba a su alrededor, tratando de volver a encontrar el rastro que venía siguiendo. El encuentro había desordenado sus pensamientos y roto su concentración. Su cabeza se sentía como un globo de nieve recién sacudido.

—¿Qué pasó con lady Sarah y los otros? —preguntó.

—¡Los perdimos de vista cuando nos metimos en el bosque para escapar de las gárgolas, igual que ustedes! —Jazz suspiró—. Estuvimos dando vueltas y vueltas para salir y luego me pareció escuchar voces, pero no sé si de personas o de fantasmas. Estábamos tratando de encontrar de dónde venían y ahí fue que apareciste.

—¿O sea que justo ellos tres se separaron?

Zarek frunció el ceño. Aquel era un mal signo, demasiada coincidencia para su gusto.

—Ya le dije que se vaya preparando para lo peor —terció Lupe, en tono grave—. Suena a intencional, a que nos querían dejar atrás. Probablemente estaban coordinados entre ellos, tal vez las gárgolas eran parte de su plan, tal vez las invocó la propia Lady Sarah o eran una ilusión. No olvides cómo nos mintió, y claramente ella está metido en todo eso de la magia.

Jazz se cruzó de brazos e hizo un mohín.

—Ella sí, ¿pero los otros también? No quiero perder las esperanzas. ¿En serio voy a quedar otra vez como el más idiota? ¿Cuál debería ser el título de mi video? ¿Storytime de cómo mi crush resultó ser el cómplice de una bruja que quería aprovecharse de mi amigo que veía fantasmas?

—Es que si lady Sarah nos encontró, fue probablemente a través de ellos —insistió Lupe—. Paulo trabaja para ella, seguramente estaba rastreando su teléfono y cuando volvimos al presente ella pudo saber dónde estaba exactamente. Por eso apareció en el lugar exacto poco después.

—¡Bueno, pero no significa que él la haya llamado!

—No podemos descartarlo —señaló Lupe—, aunque puede que empezara a rastrear nuestros teléfonos también, de alguna forma, cuando nos conectamos a la red de la casa al llegar. Mira, yo también estuve a punto de creer que no tenían nada que ver, hasta le di una chaqueta a Lisbeth y la muy maldita se fue con ella... Empezaba a caerme menos mal y ya ves.

Todavía intentando orientarse en la oscuridad del bosque, Zarek interrumpió la conversación para hablarle a Jazz:

—Dijiste que habías escuchado voces. ¿Podría tener relación con lo que estaba escuchando Nicolo?

—No sé —dijo Jazz, con la vista perdida, como recordando—. Era una especie de murmullo.

—¿Podrías intentar volver a conectarte con él?

Jazz se tomó unos instantes antes de responder, susurrando:

—Puedo probar, pero no me dejen sola porque lloro.

Luego de que le prometieran que no sería así, Jazz cerró los ojos y el silencio volvió a reinar en la noche. Zarek se descubrió a sí mismo respirando con cuidado, temeroso de que cualquier ruido pudiera romper la concentración de Jazz, que comenzó a mover la cabeza en distintas direcciones.

Zarek siguió los movimientos con la mirada hasta que Jazz se detuvo y levantó el brazo, señalando hacia un punto en específico.

—Allá —dijo Jazz—. No sé qué dice, no sé si es que hablan en otro idioma o qué.

No parecía haber nada en esa dirección, al menos a primera vista, aunque Zarek sintió un escalofrío al volverse hacia allí. La negrura, especialmente densa en esa zona, le hacía perder la perspectiva. Era como enfrentarse a un agujero negro que amenazaba con absorberlo, un abismo infinito dispuesto a tragárselo entero. Si lo miraba lo suficiente, también percibía un suave sonido que venía del interior, un pálpito, una llovizna de voces ininteligibles. Entre ellas, intentando abrirse paso, Zarek creyó escuchar la de su hermano.

—¿Y si es una trampa? —preguntó Lupe en voz baja, llevándose una mano a la oreja. ¿Podía escucharlo también?

Lo fuera o no, era la mejor pista que tenían para llegar a Nicolo, así que comenzaron a caminar en esa dirección, sin decir palabra alguna.

El bosque se fue cerrando sobre ellos, más denso con cada paso que daban, los troncos alzándose a su alrededor cual si fueran las paredes de un túnel infinito. ¿Qué tal si se quedaban atrapados en él para siempre, mientras Nicolo lidiaba solo con lo que fuera que lo había llamado? ¿O si cuando salieran estaban en algún lugar lejano, desconocido?

Cuando parecía que la oscuridad no tendría fin, un pequeño destello anunció el final del túnel.

El bosque se abrió por fin, expulsándolos de sus entrañas hacia un claro donde se encontraron frente a la vieja capilla abandonada. Ahora que estaban de vuelta en el presente se veía decrépita. Bajo la pálida luz de la luna, los restos se asemejaban al esqueleto de una bestia olvidada entre los árboles.

Un camino de piedra conducía a la boca, donde se encontraba la puerta doble de madera que servía de entrada. De ella solo quedaba en pie la mitad, mientras que a través de la otra mitad se podía ver el interior.

—Las voces vienen de adentro —dijo Jazz.

Zarek asintió. Era un siseo constante, incómodo, fantasmal.

Se acercaron a la puerta con cuidado y desde allí vieron el interior: el altar abandonado, en el que todavía parecía haber vestigios de velas; las vigas de lo poco que quedaba del techo, a través del cual se podía ver la luna; los viejos bancos, llenos de escombros.

No había rastro de Nicolo ni de nadie en los alrededores, ni vivo ni muerto.

—No puede ser —murmuró Zarek, sin terminar de creer que el lugar estaba vacío.

Aguantó la respiración al distinguir una sombra detrás del altar, pero esta resultó ser una estatua de algún santo olvidado a la que el tiempo le había quitado cualquier rasgo distintivo, al punto de que apenas se veía humana. De las paredes colgaban figuras del mismo estilo, que parecían custodiar el camino que llevaba al altar. Demacradas como estaban, era imposible adivinar su apariencia original.

—Tal vez no era una trampa sino una distracción —dijo Lupe, y comenzó a recorrer el interior cargando una linterna y uno de sus aparatos—. Nos atrajeron a este lugar para que no fuéramos con Nicolo. Si siguió con el plan original, puede que haya ido al cementerio.

—¿Tu máquina de fantasmas no dice nada? —preguntó Jazz, mirando por encima de su hombro para ver la pantalla.

—No, es como si estuviera roto —respondió Lupe, y le dio unos toquecitos al aparato.

—¿Entonces deberíamos ir al cementerio? ¿Qué piensas, Zarek?

Él no respondió, perdido en sus propios pensamientos. Algo acerca de la situación no lo convencía del todo. El siseo continuaba, y al caminar hacia el altar tuvo la sensación de que la iglesia no estaba tan vacía como aparentaba. Observó con cuidado las paredes desgastadas, las plantas que se colaban a través de los muros rotos. ¿Por qué se veía falso, superpuesto a la fuerza, como una imagen proyectada? El ruido que hacían sus pies en el piso era demasiado limpio, no se correspondía con el de pasos sobre pedregullo.

«¿Qué tal si la magia es real?», sonó la voz de su hermano detrás de él, haciendo que se diera vuelta hacia la entrada del recinto. Aunque Nahuel no estaba allí, la pregunta le hizo observar con más cuidado esa zona de la capilla, con su puerta doble: una mitad derruida, por la que habían entrado, y la otra cerrada.

Una nueva idea se formó en su mente.

—No vamos a ir a ninguna parte —dijo Zarek—. Eso es lo que quieren, que creamos que esto está vacío.

—¿Cómo? —preguntó Jazz—. Pero sí está...

—No. —Zarek corrió hacia la puerta de entrada, y Lupe y Jazz apenas pudieron seguirle el paso.

Una vez de vuelta afuera, Zarek se acercó a la mitad de la puerta doble que seguía en pie y apoyó las manos sobre ella. Si la magia era real y su teoría era cierta, lo que habían visto al pasar a través de la parte sin madera era solo una ilusión, y la capilla real se encontraba detrás de la otra mitad. Si él tenía el poder de interferir en cuestiones sobrenaturales, tal como Nicolo había dicho, ¿no lo tendría para romper la integridad de ese hechizo?

La madera se sintió tibia contra sus palmas. Al empujarla hacia adentro una incómoda vibración eléctrica se extendió por sus dedos y sus brazos, pero esto no lo detuvo, y tampoco el hecho de que la puerta se negara a ceder. Jazz y Lupe, todavía confundidos, se unieron a él para hacer fuerza.

El murmullo de voces de antes comenzó a crecer cuanto más se esforzaban en empujar, y tomó la forma de un silbido insoportable en el momento en que la puerta cedió, hasta que explotó en una exclamación de asombro cuando se abrió del todo, revelando otro lugar.

Detrás de la puerta abierta no estaba ya la capilla abandonada, sino una conservada a la perfección, adornada con estatuas doradas, vitrales elaborados y miles de velas que iluminaban las paredes con una luz que hacía que el mundo quedara cubierto de un brillo sobrenatural.

Entre los asientos, repletos de personas vestidas de fiesta, Zarek reconoció a varios invitados que recordaba haber visto en las fiestas de lady Sarah, y que ahora lo contemplaban boquiabiertos. Ella también estaba allí, estupefacta, parada a los pies de una escalera que se elevaba hacia el altar y junto a alguien a quien no esperaba ver: Amatista, la vidente a la que creían muerta.

No tuvo tiempo de sorprenderse, sin embargo, porque aquellas no eran las únicas caras conocidas. En los escalones que llevaban al altar, de espaldas a la puerta, había alguien más. Zarek contuvo la respiración al entender quién era, cuando el chico se dio media vuelta para mirarlo.

Nicolo.

Tenía la cabeza en alto y la mirada helada. Sus rasgos dulces estaban endurecidos por un velo invisible que los hacía verse más afilados, y su voz sonó grave cuando dijo:

—Habías dicho que te ocuparías de que se mantuvieran lejos.

Le hablaba a lady Sarah, que respondió con voz trémula:

—¡No creí que pudieran entrar...!

—Bueno, da igual —respondió Nicolo, o lo que fuera que estaba en su lugar—. Les hubiera convenido quedarse afuera.

Continúa el próximo sábado.

¡Holis! ¿Qué está pasandaaaaa con Nicolitooo? ¿Cómo cambian las teorías ahora?

¿Esperabas volver a ver a Amatista de esta forma? Reclama tu medalla si sospechaste de ella: 🎖️

La inspiración directa de la capilla es esta iglesia sin terminar de 1917 que está cerca del Castillo de Piria (Piriápolis, Uruguay) que mencioné antes. Es conocida como la iglesia de Piria y tiene leyendas esotéricas asociadas a ella 👀

¿Alguna vez te metiste a un lugar abandonado? A mí me tienta, pero me daría miedo que se derrumbara, así que mejor no, jajaja. 

Cumpleaños de la semana: Gray_xcy, feliz cumpleeee 💖

¿Alguien cumple entre el 2 y el 8 de mayo o cumplió y se perdió un saludo?

Muchas gracias a quienes leen por todo el apoyo, comentarios, votitos, recomendaciones 💖💖💖 Luego andaré respondiendo comentarios, como siempre, abrazooo 🤗

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