10. Cómo (no) conducir una sesión espiritista

Entre el atuendo de los años veinte de Jazz, el traje de dandy de Zarek —digno de algún amante perdido de Oscar Wilde—, y los finos vestidos largos de época de lady Sarah y Amatista, la médium, entrar en la sala de la sesión fue como viajar a través del tiempo. La iluminación con velas y la decoración antigua completaban la ilusión de haber retrocedido al pasado. Incluso Nicolo había accedido a vestirse con un chaleco vintage de Zarek, aunque este le quedaba un poco flojo.

—¿Está bien que haya espejos? —preguntó Jazz, frunciendo el ceño ante su propio reflejo, mientras entraban a la sala.

—No son peligrosos de por sí —respondió Amatista—. Aunque hay tradiciones que los ven como un peligro, otras los ven como una protección. Muchos objetos pueden ser peligrosos, si son mal usados, por supuesto, pero mi doctrina los considera un elemento neutral.

—En la corte de la reina Isabel I de Inglaterra había un espejo negro de adivinación —intervino Lupe, mientras ajustaba una cámara sobre un trípode—. Creen que se usaba también para comunicarse con el más allá. Era tomado de los aztecas y estaba hecho de obsidiana, porque ellos creían que ese material protegía contra los malos espíritus.

—Querrás decir robado de los aztecas, probablemente —acotó Zarek, y Nicolo le dio un codazo al ver a lady Sarah fruncir el ceño ante el comentario.

Lupe, por su parte, sonrió con discreción. Sus aparatos y su vestimenta deportiva eran las únicas huellas de modernidad en aquel recinto. Los teléfonos de todos los asistentes habían quedado afuera, apagados, para no causar interrupciones ni interferencias.

—Tal vez sí podemos remover los espejos, por más tranquilidad, ¿no? —sugirió lady Sarah.

Amatista accedió al pedido de buena gana, y los espejos fueron dados vuelta antes de que todos se sentaran a la mesa, en el centro de la cual había también velas, una bola de cristal y elementos para escribir sobre un cuaderno. La única que se quedaría de pie sería Lupe, quien traía el extraño aparato de antes, que emitía un suave ruido blanco. En un momento de expectante silencio, el sutil crepitar de la estática tomó tanta fuerza que a Nicolo le pareció sentir su vibrar bajo la piel.

Al notar la insistente mirada de Nicolo, Lupe explicó:

—Se dice que esto permite escuchar mensajes del más allá en tiempo real. Se le llama spirit box. La estuve probando en distintas partes de la casa más temprano y en algún momento estuve cerca de escuchar algo, pero se complicó porque esa Lisbeth anduvo pisándome los talones... Les juro que parecía que estuviera siguiéndome y arruinándolo todo a propósito.

—Quizás le gustas y buscaba una excusa para acercarse —propuso Zarek, guiñando el ojo.

—En cierto momento hasta pareció intrigada por los aparatos, pero me dio miedo de que estuviera esperando que bajara la guardia para matarme.

—Si lo hace —sugirió Jazz—, usaremos ese aparato para contactarte y resolver el crimen.

Nicolo rio para sus adentros, agradeciendo la manera en que el intercambio aligeró la tensión del ambiente mientras cada cual se acomodaba en su lugar. Él se sentó entre Jazz y Zarek, cuya energía lo tranquilizaba, el primero con su entusiasmo burbujeante y el segundo con la impasibilidad de quien no termina de creer. Había un dejo de suspicacia en la forma en que examinaba a Amatista y apretaba los labios, como si estuviera conteniéndose para no volver a hacer un comentario mordaz.

Lady Sarah aseguró que Paulo vigilaría que su sobrina se mantuviera lejos del ala donde se encontraban, y Amatista asintió con solemnidad.

—Estamos reunidos para comunicarnos con los espíritus vinculados a esta casa —dijo Amatista—. Cada persona aquí presente tiene una habilidad especial, los animo a prestar atención a lo que sientan y vean durante la sesión. —Su mirada fue hacia Nicolo—. Me contaron de tu sueño.

El calor de la vergüenza coloreó el rostro de Nicolo, tanto que el cambio se volvió visible incluso bajo la iluminación pálida de las velas. Para empeorar las cosas, al mirar de reojo a Zarek, por instinto, se encontró con que este lo miraba de vuelta, con una sonrisa socarrona. Ah, sí, la noche anterior, decían sus ojos. No hacía falta que hablara.

—No pasó nada especial en el sueño —se apresuró a decir Nicolo—, fue sobre una chica que hablaba con el señor Catalano. Ella decía que veía fantasmas, también.

—Claro, pero eso confirma tus habilidades como médium. Ese sueño fue un eco del pasado, probablemente porque estuviste en contacto con algo que ella usó, quizá la propia cama. A veces, la imagen de un momento intenso queda grabado con tanta fuerza que podemos sentirla. El tiempo lineal es una ilusión, y este plano no es el único que existe.

—¿Entonces pudo ser solo una memoria? —preguntó lady Sarah, y sus ojos brillaron por un momento—. ¿Esa chica puede ser viva?

—Podría. Pero mi impresión es que es el espíritu de alguien que está atado a este lugar porque le quedó algo sin resolver. Estuve meditando ayer y hoy, y he podido percibir confusión y dolor. Quizá podamos ayudarla a liberarse. ¿Están listos para empezar?

Con excepción de Lupe, que levantó el pulgar en respuesta desde su posición detrás de la cámara, nadie respondió.

—¿Tenemos que tomarnos de las manos o algo? —preguntó Jazz, titubeante.

Amatista sonrió, asintiendo.

—No es un requisito necesario, pero sí es una buena manera de empezar y conectarnos entre nosotros —dijo, y les mostró las palmas—. Aunque luego nos soltaremos, porque es posible que tenga que escribir algo en este cuaderno. A veces, los mensajes me llegan dictados.

Lady Sarah, sentada al lado de Amatista, tomó una de sus manos y le dio la otra a Jazz, quien apretó a su vez la de Nicolo. Zarek tomó entonces la mano izquierda de Nicolo, y extendió la que le quedaba libre hacia la médium, que cerró los ojos y los invitó a hacer lo mismo por un momento.

Aunque Amatista hubiera dicho que tomarse de las manos no era necesario, una electricidad atravesó a Nicolo en el momento en que el círculo se cerró. Llegó en la forma de una energía que corría entre todos, efervescente, y que los conectaba. Cerrar los ojos solo incrementó la sensación de unidad, que iba más allá del calor de las manos. Era como si su mente ya no fuera únicamente suya, como si un puente se hubiese abierto y le permitiera sentir lo mismo que los dos que lo rodeaban.

Con asombrada fascinación, Nicolo se estremeció al sentir el entusiasmo de Jazz bailar dentro de su propio cuerpo. Zarek no era tan fácil de leer: se esforzaba en mantener la mente abierta, aunque estaba atrincherado tras una neblina de escepticismo que ocultaba algo a lo que Nicolo no lograba acceder.

Las emociones de los otros, contradictorias y embriagadoras, llegaban a Nicolo en olas que lo mareaban. Para no ahogarse en ellas, se aferró a las manos de sus compañeros como un náufrago en medio de una tormenta.

—Hay un espíritu en esta casa que no puede descansar —dijo Amatista—. Queremos comunicarnos con esta persona para poder ayudarla.

La estática del aparato de Lupe, quien daba vueltas alrededor de la mesa, aumentó de volumen. Nicolo escuchó sus pasos hasta que ella se detuvo detrás de él. Algo que sonaba como una voz se asomaba a través del ruido, pero las palabras no llegaban a tomar forma.

—Escucho algo, pero no viene del aparato —susurró Jazz—. Es una canción.

Nicolo dio un respingo y abrió los ojos. Le confundió ver a Lupe no detrás de él, como había creído que estaba, sino delante, junto a Amatista. Le extrañó aún más porque seguía sintiendo una presencia a sus espaldas, y no había nadie más de pie.

—¿Una canción? —preguntó Zarek—. ¿Qué canción?

—No sé, suena vieja. No está en español.

El recuerdo de la canción que Nicolo había escuchado en sueños volvió a él. Al entrelazar sus dedos con los de Jazz, tuvo la certeza de que era la misma, porque esta empezó a sonar también en su cabeza: una canción en italiano, alegre y nostálgica, que no iba con el ambiente lúgubre de aquella casa.

—¿Está esta canción relacionada con algún espíritu presente? —preguntó Amatista—. Si es así, nos gustaría recibir una señal. ¿Podría ser una canción con una letra que signifique algo especial?

«No», escuchó Nicolo dentro de su cabeza. Estaba tentado a repetirlo en voz alta, pero no lo hizo. Quizás solo se lo había imaginado, pensó, y se enfocó en la llama de las velas, que comenzó a temblar al mismo tiempo que la estática del aparato de Lupe se volvía más intensa.

Fue entonces, a través del ruido blanco, que un sonido explotó con claridad: no una voz, sino una melodía animada con un efecto de sintetizador que hizo que todos dieran un salto y se soltaran de las manos.

—Esa es la canción... —dijo Nicolo. La estática era más que un ruido ahora: electrizaba el aire que los rodeaba y le ponía la piel de gallina.

—¡Sí! —secundó Jazz, señalando el aparato.

La melodía se extinguió antes de que pudieran escuchar voz alguna.

—Guau, esto es nuevo —murmuró Lupe, sin quitar los ojos del aparato, ahora de nuevo silencioso.

—¿Podría ser una interferencia de una radio? —preguntó Zarek, que no terminaba de creer—. Dijiste que era posible. Incluso si dejamos los teléfonos afuera, puede haber ondas en el aire.

—Podría —admitió Lupe—, pero no es cualquier canción, es la del mundial de fútbol que se hizo en Italia en 1990. También es el año en que Carlo compró esta casa. Cuando busqué en Internet canciones italianas de 1990, luego de que Nicolo nos contara su sueño, este fue el primer resultado. No imaginé que fuera a ser tan literal, pero es una confirmación de que ese año es importante.

—Es verdad, yo sé esa canción... —dijo lady Sarah, cuya mirada estaba perdida en la oscuridad, como si buscara encontrar un recuerdo entre las sombras.

Amatista también asintió, pensativa, y dijo:

—Recordemos mantener la mente abierta. Los mensajes llegan en muchas formas.

La fecha volvía una y otra vez, y Nicolo empezaba a sospechar por qué. Tenía la impresión de que el resto también, pero quien se animó a hacer la inevitable pregunta fue Jazz:

—Espíritu, ¿por qué es importante el año 1990?

La mirada de todos fue de vuelta hacia el aparato de Lupe, que se mantuvo silencioso.

—Siento una energía rara —dijo Amatista, y tomó el cuaderno que tenía frente a ella. Sobre una hoja en blanco comenzó a garabatear—. Intentan decirme algo, algo sobre un collar o una gargantilla.

A la mención del collar, la garganta de Nicolo se cerró, como si algo estuviera apretándola. Para intentar aflojar la presión, se llevó una mano al cuello, pero lo que fuese que estuviera comprimiéndola era invisible.

—¿Nicolo? —preguntó Zarek alarmado, mientras apoyaba una mano sobre la espalda de Nicolo—. ¿Estás bien?

Nicolo intentó responder, pero descubrió que no podía hablar. De hecho, apenas podía respirar.

Escuchó al resto discutir: a la médium hablar de espíritus de bajo astral presentes, a lady Sarah pedir que terminaran la sesión de inmediato, a Zarek decir que iba en busca de su teléfono. Entre todo el caos, solo una voz sonó clara, y venía desde dentro de la cabeza de Nicolo: era la de la mujer del sueño, que le pedía permiso para usar sus cuerdas vocales.

Desesperado, accedió, y la fuerza que apretaba su garganta se disolvió por un momento y lo dejó respirar. Cuando habló, sin embargo, no sonó como él mismo. Aquella no era su voz, ni sus palabras.

Lo que dijo el espíritu a través de Nicolo hizo que todo el bullicio se detuviera y dejara lugar a un silencio estupefacto:

—1990, el año en que morí. Y si no se van ahora mismo, ustedes morirán también.  

Continuará.

Próximo: el sábado siguiente o el otro.

¡Hola! Al final sí pude actualizar, aunque esta semana fue super caótica (estoy en mi era caótica, por eso sigue estando la advertencia).

¿Qué está pasandaaaaaaaaaaaa, qué se viene, qué es esa advertencia? 😭 ¿Y el colgante?

Cumpleaños de la semana: Feliz cumple a  drakeyoss28manzanillaconanisRichard_A_E_Malenche0O00O00O2 y 4ta_pared❤️🔮

¿Alguien cumple entre el 24/10 y el 30/10?

En este capítulo hay una pequeña charla de espejos. La historia del espejo de la reina Isabel I de Inglaterra (allá por el siglo XVI) es real. Su asesor, John Dee, tenía un espejo proviniente de los aztecas y que supuestamente él usaba para adivinación y comunicación con espíritus, y es este:

Dejo también la canción mencionada en este capítulo, con un video que justo empieza como con estática, jajaja.

¿Hay alguna canción de más de 5 años que asocies al 100% con algún año?

Incluso si nos gusta una canción, es fácil olvidar en qué año salió. Pero la canción que mencioné tiene una asociación tan fuerte al año 1990  (aunque vi que salió a finales de1989) que no la podía dejar pasar. Si tienen padres o familiares que hayan vivido ese año y tengan un mínimo interés por el fútbol (o incluso si son más jóvenes pero les gusta mucho el fútbol, porque suelen repetirla en los mundiales), hay una muy buena chance de que si les hacen escuchar esta canción la asocien con "Italia 90".

https://youtu.be/IaImtg7DO88

La canción es Un'estate italiana (Un verano italiano), cantada por Edoardo Bennato y lesbian icon Gianna Nannini xD

¿A alguien le suena la canción?

¡Gracias por estar! Un abrazo grande, estaré respondiendo comentarios más tarde ❤️🥺

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