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JUDE ESTUVO AQUÍ

PRIMERA PARTE.

OMAR.













—Podrías al menos haber enviado una carta.

Murmuró y sus ojos marrones se clavaron en la gran caja con papel de regalo rojo. Omar toqueteo su jogging y volvió a oír la gotera de la cocina, lenta, pacífica. Dentro de la casa no había luces prendidas, no por la tarde, cuando Omar venía de entrenar y lo único que quería era descansar en su cama. Pero no ese día, no ese momento.

Porque miraba el envoltorio rojo fuerte de su décimo quinto cumpleaños y no podía odiar más aquél color. No sabía qué tenía dentro, si la nueva Playstation, unos tennis. Quién sabe qué. Su padre no lo conocía lo suficiente como para recordar que no le gustaba el color rojo, ni mucho menos que odiaba la manera en que lo trataba. Lo único que escribía en la tapa eran dos simples palabras con una caligrafía sospechosamente hermosa y envidiable. De papá.

Se quedó en silencio y rápidamente rompió el envoltorio, su mirada chocó contra una nueva notebook reluciente y brillante. De las últimas que habían salido apenas un mes antes en el mercado. Omar abrió los ojos con sorpresa, era muy caro, bastante, había trabajado el verano entero juntando hojas y arreglando el jardín de todo el vecindario para ahorrar los billetes suficientes para pagar una computadora nueva, incluso sospechaba que su madre metía uno que otro billete en su caja de zapatos cuando obtenía buena propina en el trabajo.

Omar sintió de repente bastante vergüenza y pena por sí mismo. Una por querer tomar aquella notebook con todas ansias y otra por querer ahorcarse ahí mismo. No debía. No debía aceptar.

Su padre era un alfa adinerado, fuerte, dominante en toda palabra, un hombre hecho para toda la suerte. A decir verdad, Omar poco lo conocía, había pasado unos cuatro, o cinco años junto a su madre en su niñez después de separarse. Justo cuando mamá ya no podía aguantar otro trato abusivo por los celos de su padre. No se trataban de golpes ni nada, pero el abuso de poder que su padre tenía sobre su madre había terminado con toda relación y pizca de amor. Los celos, el deseo de querer poseerlo terminó en varios papeles firmados con el título grande de divorcio en ello.

Y al pasar los años, su madre se había vuelto más independiente y su padre más distante. Los primeros años venía todas las semanas, buscándolo, buscando a su madre, cuando no encontró ninguna oportunidad la relación fue deteriorándose. Omar dejó de ver a su padre tan seguido, cada vez venía menos, una vez al mes, o cada dos, tres.

Antes solo aparecía en navidad, año nuevo y su cumpleaños.

Pero supuso que el dolor y el orgullo de su lado animal finalmente lo había tragado por completo. Omar se limpió la nariz, estaba un poco engripado. Se volvió con toda la tranquilidad del mundo y avanzó por la silenciosa casa. El frío del ambiente se debía al malestar del clima, el cielo gris, fuerte. Cuando entró a su habitación se despojó de sus calzados, se tiró en la cama y tomó su celular de la mesita de luz.

Apretó la primera notificación en espera. El celular rápidamente le mostró el chat, habían pasado alrededor de veinte minutos desde el último mensaje y Omar todavía no sabía qué responder.

"¿La estás pasando solo, verdad?"

Pocas veces Jude le hablaba de esa manera. Omar suspiró, pensando un poco en la crueldad de la pregunta. Normalmente se hubiera enojado al instante para luego ignorarlo por un buen tiempo hasta que se le pasara. Pero no.

Jude era un Omega de catorce años que había conocido en internet, en una noche donde vagaba por chats aleatorios como Omar_Co y con un aburrimiento que desbordaba todo. Habían pegado charla al instante y la química entre ellos parecía buena, al menos, eso pensaba el joven alfa. A decir verdad, Jude era bastante extraño.

"No" envió y rápidamente vio que Jude se puso en línea, Omar sintió que sus mejillas ardían, se apuró a escribir "Vino mi familia y, sorprendentemente, mi padre".

Se sintió un poco culpable cuando mandó ese último mensaje, un ligero malestar se presentó en su estómago y su alfa se removió incómodo en su interior.

"Me alegra que hayas arreglado la relación con tu padre" Omar se encogió un poco.

"Me regaló una notebook negra" escribió "Ya no tendré que recoger mierda de perro por este año"

Jude tardó en contestar.

"También me gustaría darte un regalo" El corazón de Omar se oprimió cuando leyó el último mensaje, sabía que Jude estaba enterado de lo que quería. Llevaban hablando por lo menos cuatro meses y durante ese tiempo no había tenido la oportunidad de conocer su rostro. La foto que tenía de perfil no mostraba su rostro, sino parte de su mentón, su cuello y sus clavículas desnudas. Omar sintió que su alfa se removía, Jude era bastante pálido, y tenía muchos lunares. Realmente deseaba ver su rostro.

"¿Quieres usar tu nueva notebook?" le mandó y rápidamente Omar se levantó de la cama. Corrió a la planta baja y tomó la notebook en manos, junto al cargador. Cuando volvió a su habitación la colocó en su escritorio y prendió la luz de la lámpara, miró por todas partes y fue a revolver su ropero, traía el sudoroso y apestoso uniforme escolar y no quería que Jude lo viera así. Era un alfa, y los alfas se tenían que ver bien.

Cuando se colocó una remera negra holgada notó lo estirada que estaba. El cuello no llegaba a taparle las clavículas y rápidamente pensó en descartarlo. El negro resaltaba su piel pálida y sus ojos marrones, y lo hacía ver bien, pero realmente se sentía un poco delgado. Removió su ropero una vez más hasta que escuchó el sonido de otra notificación. Otro mensaje.

Miró el celular que descansaba en la cama, y se acercó con lentitud. Sentía una fina capa de sudor en su nuca, mojando algunos cabellos.

"¿Sigues ahí o estás limpiando tu habitación a una velocidad inhumana?"

Omar sonrió.

"Por supuesto, no quiero que veas mi mugre, soy un alfa desastroso en lo que respecta a limpieza" escribió y se volvió para mirar el suelo lleno de ropa desordenada. Suspiró y fue directo a sentarse en la silla frente al escritorio, prendió la notebook.

"¿Sigues teniendo el mismo usuario?" preguntó.

"Claro ;)"

Omar observó la carita y un ligero cosquilleo le picó el estómago, sus mejillas ardieron. Pocas veces Jude le había tirado comentarios atrevidos, incluso, una vez le preguntó su altura, y le pidió si podía mandarle unas fotos de sus manos. Omar le había preguntado porqué y Jude simplemente le había respondido que quería ver las manos del alfa que quería que lo tocaran en el celo. Le había dicho que tenían por lo menos dos cabezas de diferencia de altura. Y no es que Omar se considerada un Alfa grande, pero podría alardear de su altura a su corta edad.

Sin embargo, cuando prendió la computadora y buscó el chat de Jude por Skype se detuvo unos segundos. Su alfa se removió, ansioso, volvió a mirar el espejo que había en la puerta de su armario, tenía la piel pálida y los lunares decoraban su cuello como pequeñas constelaciones. Su cabello castaño estaba un poco despeinado, y le gustaba, se veía bien, pensó. Bien para Jude y lo que fuera que hicieran esa tarde.

Cuando encontró su chat le envío un mensaje corto, sus manos temblaban. Jude no tardó en contestar.

Se quedó quieto, atónito, sus ojos viajaron a su habitación, la ventana abierta, las cortinas soplando un aire caluroso y tedioso. Parecía que la tormenta se acercaba. Omar se levantó y cerró la puerta con llave. Un poco inútil, porque su madre llegaba del trabajo a la noche y siempre tenía la casa sola.

Cuando volvió a sentarse y apretó el botón la pantalla se tornó oscura. Omar veía su propia pantalla pequeña a un costado y, a juzgar por el día, su piel parecía más pálida de lo normal. El alfa se removió un poco inquieto, no podía ver bien a la persona frente al computador, estaba oscuro, pero podía notar el ligero azul de una sudadera a la poca luz que se asomaba.

—¿Jude? —preguntó y su voz tembló un poco, la habitación empezó a llenarse de feromonas fuertes. Omar sintió que su corazón se aceleraba y sus dientes se apretaron cuando notó que alguien se acercaba a la cámara. El rostro de Jude era tan pálido como la nieve, tenía los ojos claros, pero no pudo notar bien el color, su cabello castaño y rizado causó un revuelto en sus latidos. La mirada de Jude era juguetona, filosa, había algo en él que hizo que todo su piel se erizara con rapidez. Un ligero tirón dió desde su ingle hasta su estómago y se acomodó en la silla con pesar. Tenía los pómulos altos, bonitos y unos hermosos labios gruesos y rosados. Su mirada lo observó hambriento, era hermoso, era tan bello que se sintió afortunado por hablarle. Omar clavó su mirada en el pecho desnudo del Omega, solo traía aquella sudadera.

—Feliz cumpleaños, Omar —murmuró, Omar no pareció darse cuenta que el audio se oía un poco mal. Jude bajó la mirada y el joven alfa volvió a sentir una descarga por todo su cuerpo.

—Eres precioso.

Murmuró y sus manos temblaron un poco, no podía dejar de mirarlo.

Ver a Jude era como mirar dos finas joyas delicadas y hermosas. Sintió un cosquilleo por todo su cuerpo, su cuello, su corazón. Sentía una ferviente vergüenza al tener toda su atención, al miedo de decir alguna estupidez, de hacer algo tonto. Incluso, cuando hablaban por chat solía ponerse nervioso, pero esto, tener su mirada clavada en él lo estaba matando. Ver sus clavículas, su hermoso cuerpo, su hermoso cuerpo curvilíneo. Un Omega.

—Omar... —lo oyó suspirar y su mirada se quedó igual que un tonto, cegado, bañado en su presencia cuando Jude se quitó la sudadera y dejó ver su pequeño torso, sus pezones rosados como dos pequeños botones y la hermosa cintura que deseó tocar. Jude pareció acomodarse y por un momento su rostro dejó de verse. Su mano viajó hasta su boca, a sus gruesos labios color chicle parecieron reflejar el brillo de su saliva cuando llevó dos dedos a su lengua. Las mejillas del Omega estaban pálidas, y le era difícil a Omar saber si Jude estaba tan avergonzado como él. El alfa sentía que la cara le hervía como agua caliente, su cuerpo, su torso, la habitación entera empezó a llenarse de un aroma que Omar conocía bien, sus propias feromonas excitadas. 

Jude bajó sus dedos por todo su cuello y pudo ver cada lunar que tenía. Era delicado, tan bello que el aire pareció faltarle cuando su delicada mano frotó su pecho, su estómago, su vientre. Omar suspiró bajito cuando el rostro de Jude apareció, esta vez con la mirada cristalina y el cabello desordenado, ligeros mechones caían por su rostro, sus labios, sus hermosos dientes blancos. Omar apretó sus piernas, notando los ligeros gemidos que se escuchaban, el movimiento de las manos de Jude, su cuerpo. El joven alfa removió un poco las piernas, el pantalón le apretaba. 

—Quiero oír tu voz, tu voz... Omar —jadeó el Omega y las mejillas del chico se pusieron al rojo vivo, sintió extrañas sensaciones dentro de su cuerpo, su pecho, su ingle, adoraba ver a Jude, y le encantaba, le encantaba tanto que su corazón parecía dar choques eléctricos contra su pecho. Muchas veces había estado con Omegas, había tenido una que otra novia, pero nunca había sentido tal deseo por alguien como lo sentía por Jude. Su alfa lo quería, lo necesitaba. 

—Déjame... Ver —murmuró y Jude sonrió, pareció inclinar la cámara y Omar se apretó más contra la silla del escritorio, sus ojos se abrieron con sorpresa cuando observó cómo Jude se sentaba, con las piernas dobladas a cada lado de sus manos, Omar notó las curvas, los muslos regordetes y el ligero miembro de punta rosada que se notaba al principio de su vientre. Jude se inclinó, gimiendo y notó cómo se levantaba apenas y volvía a caer con una mueca que no supo describir. Su rostro se contrajo y su cabeza cayó de lado, su cuerpo pareció vibrar cuando movió las caderas. Omar lo notó, Jude parecía saber bien lo que hacía. 

—Quítate la remera... Omar, quiero verte —gimió bajito y Omar obedeció al instante, la poca luz que había en la casa de Jude le hizo pensar que se encontraba en su habitación, solo. Omar sintió el frío aire de la tarde chocar contra su caliente piel, erizando por completo su cuerpo. El alfa dejó a la vista sus hombros, su pecho, tenía el cuerpo de un alfa joven, con poca musculatura pero el físico adecuado para dejar a Jude pequeño. Por un momento deseó que Jude prendiera la luz, la iluminación que otorgaba la pantalla era poca. Quería verlo bien, mejor. Pero le encantaba cómo se veía, moviéndose, gimiendo tan bajito que su alfa se removió, gustoso, excitado. Omar arrastró su mano por su pantalón y lentamente desabrochó y bajó el cierre. Sintió su propio miembro viril erecto bajo su tacto y se sintió extraño. Su cuerpo estaba caliente, y sentía fuertes sensaciones nuevas por su estómago. Omar miró el cuerpo de Jude, sus piernas, sus partes íntimas, deseó poder oler su fragancia, su aroma, sentir el sabor de su lubricante. 

Cuando Omar enterró su mano dentro de su bóxer su cuerpo se heló. Observó por la pantalla que una puerta se abría y la luz se adentró en la habitación de Jude como un faro. Como un eclipse total que deformó el rostro del Omega cuando este se volvió rápido, Omar abrió los ojos como platos ante su increíble reflejo y su corazón se aceleró cuando entró una persona corriendo. Jude pareció levantarse de prisa y el disturbio se alzó cuando su cuerpo chocó contra el computador. Omar gritó su nombre cuando empujaron a Jude a lo lejos. Sus ojos parecieron brillar en la oscuridad, como un animal, su cuerpo, su desnudez, el alfa pareció aterrado un segundo antes de que Jude corriera de vuelta y la luz se apagara por completo. 

Se había desconectado. 

Omar se quedó unos segundos quieto, estático mientras analizaba bien lo que había pasado. De repente todo el calor y el placer que había sentido se esfumó como un castillo de arena tras una fuerte ola. El frío se volvió más real y tan solo el sonido del viento y la autopista se oía en la tarde oscura que se asomaba. Omar pestañeó y su corazón empezó a latir desenfrenadamente cuando tomó su celular con rapidez y le escribió como pudo. La última conexión de Jude databa desde hace media hora, cuando lo invitó por Skype. Le envió varios mensajes y llamadas que no se contestaron, Omar sintió un gran peso en su pecho y se levantó de la silla. El chat de Jude seguía en la computadora. 

—¿Qué... Qué debería hacer? —se preguntó y rápidamente buscó el número de la policía en su celular. Si Jude estaba sufriendo algún tipo de violencia debía informarlo, sin embargo, cuando presionó el primer número notó que no sabía la dirección del Omega, siquiera si vivía cerca de suyo. Omar pensó, pocas veces Jude hablaba de su casa, de su familia. Sabía que vivía con su padre, pero nunca le contó qué había pasado con las demás personas. Siempre cambiaba la versión y era algo que había notado poco. 

Se quedó alrededor de diez minutos con el corazón en la boca, pensando, buscando algún número u organización de Omegas que estuvieran capacitados para situaciones como estas. Sin embargo, escuchó que sonido de una notificación y rápidamente miró el celular, nada. Sus ojos viajaron a la Notebook negra que su padre le había regalado. 

JUDE148_

NO LO BUSQUES. 

Omar frunció el ceño cuando leyó el mensaje y rápidamente fue a sentarse para contestar. Sin embargo, se oyó otro ruidito y levantó la mirada, el chat de Jude se había bloqueado, su fotografía, todo. Omar sintió que su corazón se aceleraba más y volvió su mirada al celular, la foto de Jude había desaparecido, su última conexión, su último mensaje. 

Omar sintió que todo se le vino abajo. 





















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