Lección

Así como Kazukuma comenzaba a vivir de sus diseños y Takeomi ayudaba a Shinichiro en su improvisado taller (hasta que pudiera tener una tienda propia) Keizo y Wakasa habían comenzado a trabajar en un gimnasio.

Eran menores de edad todavía pero el dueño les conocía de antemano gracias a unos favores que ellos le hicieron en el pasado, entonces cuando los dos chicos llegaron pidiendo si les daba empleo el no dudo en dárselos.

Asique fue un día en el que, luego de salir de la escuela, fueron a trabajar cuando se encontraron a un niño en el gimnasio.

Era un poco robusto, cabello negro y le daban la misma edad que los gemelos, Emma, Tora y Jiro.

Waka y Kei se miraron a los ojos (bueno Waka tuvo que mirar un poco para arriba) lo dejarían hacer lo que hacía pero también le vigilaban por las dudas, después de todo tal vez solo era el hijo de algún cliente.

El resto del día los dos siguieron vigilando al niño que todavía no se iba y es más, intentaba levantar unas pesas.

-Oye niño ¿qué haces?- pregunta Keizo curioso, el niño dejó de intentar levantar las pesas de 10 y le miró.

-Quiero ejercitarme, quiero ser más fuerte- expresa el con determinación.

-¿Por qué?-pregunta esta vez Wakasa. Los dos estaban en su pequeño tiempo libre mientras otros empleados los cubrían.

Entonces el niño les explica que había unos niños mayores en su escuela que siempre molestaban a todos, inclusive a las niñas.

El intentó hacerle frente un día pero no pudo, entonces le pidió ayuda a sus amigos y ellos aceptaron ayudar pero a pesar de que ganaron los amigos de él recibieron muchas más amonestaciones y castigos que él mismo… Cosa que no entendía.

¿Acaso fue por solo poder golpear a uno?

-¿Sabes niño? A veces es bueno contar con tus amigos…- expresa Wakasa- Pero hay veces que si quieres mantener seguros a tus seres queridos no debemos involucrarnos en las peleas de uno.

Cuando Wakasa dijo eso, Benkei suspiró… 

-Wakasa tiene razón… A veces hay que tomar valor y hacerlo por nosotros mismos-expresa el más grande- Podemos ayudarte, pero primero deja esas pesas, son muy pesadas para ti y te pueden lastimar- expresa Kei con calidez en su voz.

El niño asintió entusiasmado, para que luego los tres adolescentes le ayudarán y le dieran consejos.

Pasaron las horas y llegó el tiempo de irse… los dos se despidieron del niño mientras lo veían partir con una sonrisa en sus labios.

Ese día Haruki aprendió una valiosa lección que en un futuro no olvidaría, más cuando decidió entregarse para que sus compañeros no pagarán las consecuencias de sus actos.

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Vada: jsjs y ahora nuestro querido oso de peluche Pah-chin jsjsjs

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