XII. Always

Mikasa suspiró mientras apoyaba la cabeza en el respaldo de la silla, en un intento de descansar unos segundos antes de regresar a su trabajo. Ser la embajadora de Eldia no era trabajo fácil y menos ahora que debía revisar y autorizar la nueva normativa y futura distribución de Marley.

Observó la fila grande de papeles en su escritorio, estaba cerca de terminar.

Tal parecía que el hecho de que por fin le autorizaran una casa en Marley para asuntos de la embajada, era directamente proporcional a la cantidad de trabajo asignado. Le habían prometido al convertirse en la embajadora de Eldia que le asignarían un domicilio, pero había un largo papeleo por detrás, además de darle prioridad a otros asuntos, hasta hace un par de semanas atrás, no había sido posible. Se había familiarizado con el departamento, era grande para una sola persona pero acondicionado para tratar temas con relación a la embajada.

Aunque, debía reconocer que el trabajo acumulado no surgió de pronto, fue debido a su ausencia ante la recuperación de Porco, de dos semanas atrás. Ella no se había movido del hospital en ningún momento hasta que él finalmente despertó y su interior se regularizó.

Una vez que él reaccionó su recuperación fue rápida, no tenía signos de lesiones cerebrales y su cuerpo estaba como nuevo, como resultado de la regeneración de un titán. Más tranquila Mikasa pudo regresar al torrencial de trabajo pendiente acumulado, lo cual demoró más de lo que había calculado. Pero no se arrepentía, pudo estar cuando Porco había despertado y en sus primeros días de recuperación.

Él iba a estar bien.

Pero el dejar tantas cosas pendientes la habían esclavizado en trabajo y no había podido ver a Porco como había querido antes de que todo esto sucediera. Aún tenía pendiente hablar con él para aclarar las cosas, pero primero estaba la salud y después terminar sus pendientes. Sí sé que estaba a salvo tendrían el tiempo suficiente para hablar. En esos tiempos había vuelto a su trabajo en las tropas pioneras aunque según Zeke estaban tanteando la posibilidad de que regresara al escuadrón de élite. Aún estaba en un veremos, pero Mikasa sabía que terminaría pasando.

Algunos generales no habían estado muy felices de casi perder a un titán en batalla porque estuvo en el momento y lugar incorrecto.

Se hundió de nuevo en los papeles que tenía encima, hasta que la puerta del estudio sonó. Alzó la mirada cuando la puerta se abrió revelando aquella mirada verde vivaz que le quitaba el aliento. ¿Qué día era? Su mirada viajó al calendario, se suponía que él regresaría en dos días.

―¿Porco? ¿no deberías regresar el domingo?

―Me he adelantado un poco, ventajas de tener un titán capaz de destruir todo a su paso.―Guiñó el ojo.

Galliard sonrió ante el reconocimiento e ingresó al estudio, con una bolsa en manos, dejándose caer en la silla que había enfrente del escritorio.

―Embajadora. ―Él habló en tono de burla.―Pareces realmente abrumada.

―Estoy intentando terminar esto―Releyó un último párrafo antes de poner una firma y cerrar una carpeta. ―¿Que te trae por aquí?

Porco le sonrió mientras pensaba en las palabras de Pieck al llegar al centro de entrenamiento, en un intento de ver si encontraba a Mikasa por aquí. Pero en su lugar encontró al titán con el que estaba más cercano.


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―Qué sorpresa verte por aquí.―Pieck se había levantado al verlo entrar.

―Estoy buscando a....―Fue interrumpido.

―Mikasa ―Sonrió divertida. ―¿Cierto?

Pudo ver a Porco avergonzándose y desviar la mirada. Era tan divertido verlo en esa faceta, de estar perdido por una eldiana a la cual juró matar tiempo atrás. Las vueltas que daba la vida.

―Vaya, tus prioridades han cambiado, más específicamente a solo una. ―Mordió la galleta que tenía cerca, solo estaba fastidiando y verlo avergonzado. ―Deberías probar en su estudio.

Porco dio media vuelta pero fue detenido antes de salir.

―No olvides llevar un buen vino, siempre es bien recibido.

―Cierra la boca. ―Porco habló fastidiado de los comentarios sugerentes de su compañera titán.

Galliard había cerrado la puerta pero casi la imaginó sonreír detrás y más cuando logró salirse con la suya, al detenerse a comprar una buena botella de vino, en un intento de pensar que era su forma de agradecerle todo lo que había hecho por él. Pieck le había contado en su recuperación que Mikasa había masacrado a un sin fin de soldados antes de rescatar su cuerpo de entre los escombros.

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Él mismo recordó como el último pensamiento que había tenido antes de perder la consciencia fue en Mikasa y en esa sonrisa encantadora que tenía. Nunca iba a reconocerlo en voz alta pero, pensaba que esa imagen era lo que lo había mantenido vivo. En su tiempo entre la vida y la muerte, cada momento con la fémina se había repetido una y otra vez en su cabeza.

Y si eso no fue suficiente la escuchó decir su nombre, lo cual lo sacó de la oscuridad donde había estado durante tanto tiempo.

―¿Sucedió algo?

Porco reaccionó, visualizando el rostro de la mujer enfrente suyo, con el escritorio entre ellos. Le avergonzaba recordar esas cosas, por lo que sacó la botella de vino, con un par de copas altas y la colocó encima de la mesa.

―Un agradecimiento para mi salvadora. ―Su tono irónico le restaba peso a sus palabras. ―No habíamos podido celebrar mi regreso entre los muertos.―Él abrió la botella de vino.

Mikasa se levantó de su asiento y se dejó caer en la silla de junto, con una ligera sonrisa entre sus labios. Galliard sirvió el líquido en las copas y le ofreció una a la fémina. Mikasa la tomó y alzó la copa. Porco captó la idea y levantó la suya, chocando contra la contraria.

―Por la gran suerte que tienes.

Porco rió fuertemente y bebió de su copa, viendo a la mujer siguiendo sus acciones. Pronto sirvió otra copa y otra más cuando el líquido era consumido, el contenido de la botella iba bajando.

―Si que has dejado demasiado trabajo pendiente. ―Porco observó la fila de documentos en el escritorio mientras servía un poco más de vino en su copa. ―Tal vez debería irme luego de terminar esta copa.

Mikasa ingirió el resto de su cuarto vaso y la dejó en la mesa, estirando su extremidad y sujetando la mano masculina.

―Ni lo pienses, he querido verte todo este tiempo.

Porco levantó una ceja ante esas palabras y no pudo evitar sonreír ante esas palabras arrastradas de la fémina.

―¿Si? ¿Por qué? ―Era la segunda vez que la veía alcoholizada y no iba a desaprovechar la oportunidad.

Mikasa se inclinó en su silla, acercándose hasta él y pasando el dedo por su rostro con una sonrisa en los labios hasta que desapareció y una expresión sería estuvo en su rostro.

―Porque hace unas semanas pensé que iba a perderte y el verte me tranquiliza.

Galliard desvió la mirada avergonzado de la mirada intensa y tormentosa femenina ¿eso...era una especie de confesión? No, debía estar jugando, siempre actuaba tan sarcástica en ese estado. Siguió el camino del dedo femenino en su rostro, en su cuello y tragó saliva.

¿Como una simple copa había llevado a este panorama tenso?

―¿Y eso qué? Ya no verías mi cara de culo. ―Repitió las palabras que había dicho tiempo atrás cuando habían discutido, para restar un poco de seriedad al asunto.

Mikasa alejó su mano, levantándose de golpe y Porco pensó que había arruinado las cosas, no podía jugar de la misma manera que ella estaba ebria. Se sorprendió cuando sintió el trasero de Mikasa caer en sus piernas, ella se había sentado encima de él. Rodeó su cuello con sus brazos y colocó una mano en su pecho, por debajo de su chaqueta.

―No podría vivir con la idea de perderte, Galliard, yo....―Ella hablaba con seriedad y fuera de arrastrar un poco las palabras no pensarías que estaba ebria, hasta oler su aliento. ―Te necesito en mi vida.

Mikasa se inclinó atrapando sus labios contra los suyos en un beso intenso, demandante. Porco perplejo por la acción sorpresiva se quedó quieto unos segundos, con los músculos tensos, hasta que todo su cuerpo reaccionó al sabor y calor femenino y correspondió al beso con mayor fuerza. Guiado por la pasión de los labios femeninos pronto se abrió paso con su lengua, hasta encontrarse con la de ella y profundizar aún más el beso. Sus lenguas se encontraron en una danza desenfrenada, el calor subiendo en ambos cuerpos. Él atrapó entre sus dientes los labios femeninos y mordió ligeramente, provocando que ella gimiera.

Tal sonido encendió el interior de Galliard, había sonado tan erótico, que volvió a repetirlo arrancándole otro sonido de entre sus labios. Volvió a besarla con intensidad mientras Mikasa se levantaba de encima de él. Porco la siguió sin poder dejar sus labios. Ella se apoyó en la mesa del escritorio y Porco se pegó al cuerpo femenino, colocando sus manos en las caderas femeninas e hundiendo sus dedos, sintiendo el calor de la piel. Las manos femeninas se adentraron por su chaqueta y por debajo de su camisa y Porco se sobresaltó al sentir la yema de los dedos acariciando la piel de su abdomen.

Ese simple gesto despertó la llama incesante de su interior, aquella que se había originado en aquel primer beso tiempo atrás. En esa ocasión era aún más fuerte y difícil de controlar. Ella rodeó su cintura con sus piernas, acercándose más hacia ella y eso desató un calor sofocante que terminó en su entrepierna. Podía sentir la erección presionando sus pantalones. La erección que había empezado a sentir el trasero de Mikasa.

No mentiría al pensar que jamás se había fijado del trasero bien proporcionado de la Ackerman, aún en sus tiempos de odio. Pero los contornos de su cuerpo habían quedado bien grabados aquel día, en su primera salida, con ese vestido negro que no dejaba a la imaginación lo bien proporcionadas que eran sus curvas. Tentado por esa imagen y por la humedad del beso, descendió sus manos hasta sentir aquel trasero jodidamente fascinante que Mikasa sentía. Su entrepierna se agitó aún más, presionó sus dedos para sentir aún más y posteriormente sus manos subieron por su espalda.

Mikasa subió sus manos por los pectorales del titán mandíbula, y logró quitarle la chaqueta que siempre solía usar y pronto se deshizo de la camisa, dejando a la vista el torso desnudo del masculino. Guiado por el calor aplastante que dominaba su cuerpo, soltó los labios femeninos, besando su mandíbula lentamente hasta alcanzar el cuello de la mujer. Primero rozando con sus labios, en una caricia, disfrutando del olor y el sabor que la fémina tenía. Hasta que finalmente seccionó el cuello, en un intento de controlarse pero fallando al instante al escucharla gemir ante cada una de sus acciones. La mordió ligeramente y ella soltó un sonido más fuerte. Su mano se adentró por debajo de la camisa de ella.

Su mano ardía en contacto con la piel nívea de su pierna desnuda, sus labios rompieron el enlace y continuó su descenso hacia su cuello disfrutando del aroma embriagador de la fémina y sintiendo su propio cuerpo exigirle aún más de ella.

Soltó el cuello femenino y volvió a atrapar con desenfreno los labios, en un beso exigente. Los labios danzaban uniéndose y abriéndose paso entre ellos para alcanzar una danza más húmeda, caricias frenéticas recorrían su cuerpo ocasionándole una descarga continua llegando a cada parte. Hasta que él sintió la mano de Mikasa encima de su entrepierna, tomando su erección. Al cortar los ojos se dio cuenta de la mirada tormentosa y nublada de placer de la fémina.

Pero Porco quería disfrutarla hasta el último rincón. Por lo que consiguió deshacerse de la ropa superior y del brasier que tenía. Contempló unos segundos los senos de la mujer y finalmente se inclinó atrapando un pezón entre sus labios y con los dedos atrapó el otro, presionando entre sus dedos y mordiendo y succionando el otro pezón. Mikasa se irguió en su sitio por el torrente de placer, gimiendo ante cada mordida y como presionaba a la par su pecho libre.

Galliard soltó el pezón de entre sus dientes y tomó el otro, estaba bastante duro, lo cual demostraba lo excitaba que estaba, lo cual desató aún más fuerte el fuego interior que tenía. Quería entrar en ella, de verdad quería hacerlo, pero estaba dispuesto a hacerla disfrutar tanto que jamás olvidará ese encuentro, quería hacerla enloquecer.

La sintió estremecerse mientras gemía ligeramente, con su mano libre logró deshacerse de la ropa interior, dejándola solo con su ropa interior. Acarició por encima y Mikasa se agitó ante esa simple caricia. Pero eso bastó para determinar lo mojada que estaba, con sus dedos hizo a un lado la ropa interior y sus dedos acariciaron el exterior de su zona íntima. Mikasa estaba erguida por completo, su cuerpo se estremecía cada vez más.

Hasta que se aventó al verla de esa forma, desde uno de sus dedos a su interior, escuchándola gemir más fuerte. Su interior estaba tan caliente y húmedo, su dedo se desplazaba con facilidad hacia dentro y fuera. Pronto adentró un dedo más y sus movimientos fueron más bruscos, ella estaba tan mojada, lista para recibirlo. Porco intentó controlarse, soltando los pezones y acomodando a la fémina en la mesa. Se agachó lo suficiente para estar a la altura de su vagina, con los dedos la abrió para ver la manera en que sus dedos entraban con suma facilidad.

Su pene presionaba con fuerza, pidiendo que entrara de una vez. Sacó los dedos del interior femenino y decidió utilizar su boca, devorándose cada rincón de la zona íntima de la Ackerman, sintiendo su sabor representativo y detallando con la lengua los labios superiores, estaba tan mojada que parecía que se había corrido. Con la lengua estimuló el clítoris y a la par introdujo los dos dedos, para masturbarla lo suficiente. Mikasa, con ambas piernas en sus hombros, moviéndolas inquietas y aprisionando su rostro con sus rodillas, gimió y lo tomó del cabello en un movimiento desesperado ante el huracán de placer que la embriagaba, gimiendo con fuerza y retorciéndose.

Una llamarada, cercana a una explosión llenó el cuerpo femenino, una presión creciente que terminaba en su intimidad hasta que finalmente aquello que había estado conteniendo durante tanto tiempo, explotó.

Mikasa gimió fuertemente y Porco juró que era el sonido más jodidamente excitante que había escuchado en toda su vida.

Se levantó, relamiéndose los labios y viendo a Mikasa recostada en el escritorio, con el rostro tan erotico y dulce que la contradicción era curiosa. En un acto sorpresivo la fémina se levantó, rodeando su cuello, atrayéndola hacia él y con su mano acarició el miembro erecto que era contenido por sus pantalones. Porco se sobresaltó por tal movimiento, y más porque su pene estaba bastante sensible. En un rápido movimiento Mikasa desabrochó y bajó el cierre del pantalón liberando por fin la erección.

Porco soltó un quejido de alivio para después transformarlo en algo más profundo cuando la mano de Mikasa lo masturbó un poco, pero él sabía que no era necesario. La besó de nuevo pero Mikasa habló con sus labios contra los suyos.

―Te necesito dentro, Porco. ―Ella tomó el miembro masculino y lo colocó en su entrada.

Porco sintió la punta de su glande la entrada húmeda en exceso, acercándose lo suficiente y en una simple estocada entró por completo. Mikasa gimió con fuerza cuando fue llenada por completo. Porco gruñó profundamente, la sensación del interior femenino era tan jodidamente deliciosa. Estaba muy caliente y la humedad lo ayudó a entrar con rapidez, además que el interior femenino parecía succionar su pene, lo cual era aún más satisfactorio. Se movió incapaz de poder controlarse un segundo más, penetrándola una y otra vez mientras ella se estremecía debajo suyo. Se inclinó para succionar de nuevo uno de los pechos expuestos de la mujer.

Ella iba a explotar, en cualquier momento, las embestidas eran cada vez más rápidas, lo cual Mikasa considero que era imposible. Él salió sin más causando que la fémina callara los gritos. Se acercó a su rostro atrapando su labio inferior con los dientes, mordiendo. Ella intentó tomarlo del cuello para atraerlo pero él se alejó, dándole la vuelta para cambiar de posición, colocando su rostro contra el escritorio y dándole una vista completa de su trasero levantado. Sin esperar se adentró a la fémina a la par que ella gritó su nombre al sentir de nuevo su pene en su interior, llenándola por completo.

En esa postura ella lo sentía aún más adentro y se tapó la boca con la mano libre al sentir la garganta reseca. Él le retiró la mano como pudo.

―Quiero escucharte.

Porco disfrutaba tanto el escucharla gemir con tanta fuerza, lo excitaba aún más, por lo que sin esperar la embistió con fuerza en esa posición una y otra vez mientras el calor se incrementaba en su cuerpo, aquella sensación del clímax llegando ante él y finalmente sintió como se venía.

Gimió profundo y salió del interior de Mikasa, respirando agitadamente. Se dejó caer en el sillón que había en la oficina mientras recuperaba la compostura, siendo seguido por Mikasa, dejando ver enfrente suyo su cuerpo desnudo. Ella se sentó en sus piernas, con una sonrisa de lado.

En ese momento Porco sabía que sería una noche larga y satisfactoria.

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Abrió los ojos cuando los rayos del sol golpearon su rostro, se llevó una mano al rostro, quejándose. Una vez que bloqueó los rayos del sol contra su cara se incorporó encontrándose con una sábana encima y él por debajo desnudo, además de solo en el estudio de....

Las imágenes de la noche anterior lo golpearon como una pelota de béisbol en la cabeza.

―Maldición.

Había cagado las cosas, realmente lo había hecho, se había dejado llevar demasiado, olvidando por completo que Mikasa estaba ebria. El no verla ahí dejaba en claro que todo se había ido a la mierda, aquella relación extraña que ambos tenían. Se levantó de prisa, vistiéndose con agilidad, buscando alrededor su chaqueta ¿donde demonios estaba? Ellos se habían acostado ahí, no había manera que terminara en otro lado. Dispuesto a darla por perdida, se acercó a la puerta y justo cuando estaba por tomar el pomo de la puerta abrió, revelando a Mikasa con dos charolas de comida, una playera blanca larga y con su chaqueta puesta.

Porco perplejo la observó, como si hubiera visto a un fantasma, Mikasa se acercó dejando las charolas en la mesa y vio retroceder al portador del titán mandíbula hasta sentarse en el sillón y ocultar el rostro entre sus manos. Mikasa extrañada por tal comportamiento lo siguió hasta sentarse a su lado.

―¿Estás bien?

―Lo siento, es solo que pensé que no estabas y....

Mikasa extendió su mano, para acariciar los mechones de cabellos revueltos de Galliard, en una caricia suave. Porco dejó que ella lo tocara.

―¿Tú recuerdas lo que sucedió ayer? ―Se aventuró a responder, al tenerla ante él y no verla huir como la vez anterior.

Mikasa sonrió con cierta complicidad, alejando su mano y mirando sus rodillas.

―Sí y a decir verdad....―Dudó un instante. ―Recuerdo lo que sucedió hace un tiempo, la noche de aquella salida y que terminé besándote. ―Su voz se fue extinguiendo.

Porco giró para observar un instante antes de soltar una carcajada ante esa confesión. Ella había fingido que no lo recordaba. Él se había sentido hasta decepcionado de que no lo recordaba y se había obligado a fingir lo mismo. Levantó su mano y con el dedo la obligó a mirarlo.

―Es bueno saberlo, de no ser así me hubiera comprometido a repetirlo y me aseguraría de que esta vez no lo olvidarás.

Mikasa tragó saliva al escuchar esas palabras y se avergonzó aún más al ver la mirada verde profunda sobre ella. Se preguntó si hubiera sido una mejor idea el fingir que lo había olvidado. Pero en su tiempo en el hospital, viéndolo inconsciente y sin dar señales de que terminaría reaccionando, Mikasa le habló mucho y reflexionó al respecto. Si ella hubiera sido honesta en ese momento las cosas pudieron ser diferentes. No sentiría esa culpa de no haber dicho aquellos sentimientos que la estaban consumiendo.

Por eso se prometió a sí misma que si despertaba, ella sería lo más honesta posible con lo que sentía y pensaba con respecto a él. Podría equivocarse de muchas maneras pero jamás volvería a arrepentirme de decir o hacer algo.

―Me prometí no volver a fingir contigo, no después de que casi te he perdido, no dejaría ir ninguna oportunidad y yo....―Mikasa fue interrumpida al sentir unos labios sobre los suyos.

Porco se alejó sonriendo de aquella forma sagaz, mirándola con gran intensidad en un intento de transmitir lo que sentía.

―Lo único que necesito es que te quedes conmigo. ―Estiró la mano y sujetó la femenina en un apretón gentil.

Mikasa sintió su corazón estremecerse y sin poder evitarlo, sonrió en respuesta.

―Siempre.

Mikasa se inclinó a besarlo, se levantó por las bandejas de comida y justo en ese momento recordó algo importante.

―Tomé tu chaqueta, lo siento. ―Intentó quitársela, en la mañana tenía frío y había tomado lo primero que vio.

Porco negó con la cabeza mientras la veía fijamente desde su posición en el sillón, con una sonrisa ligera y los orbes verdes destellando. Estiró la mano para entrelazar su mano con la femenina y en un gesto rápido y ligero besó su mano. Cualquiera que conociera a Porco en primera instancia no pensaría que fuera tan atento y cariñoso. Era un secreto que Mikasa guardaría muy bien.

―Quedatela, te queda mejor.

Mikasa sonrió mientras hundió la nariz en el rostro, captando el olor impregnado masculino, otra de las razones que la habían llevado a usarla esa mañana. Pero ante las palabras de Porco ella jamás volvería a quitarsela, de esa forma siempre tendría una parte de Porco Galliard a su lado.

Galliard siempre se había preguntado si aquellos sentimientos por Mikasa habían iniciado cuando fue lanzado al piso por la fémina con aquella fuerza abrumadora. Que ella le había dado era lo que lo había atrapado, si eso era así lo convertían en un masoquista. Pero la realidad era que le encantaba la personalidad intensa y fuerte de Mikasa, lo cual la hacía única.

Por su lado Galliard disfrutó de ver a Mikasa con su chaqueta en todos lados, dejando en claro que ambos estaban juntos. De esa forma ningún otro hombre se acercaría a ella, aún seguía pensando aquella situación desagradable en el festival. No podía negar el encanto que Mikasa tenía y agradeció que fuera lo suficientemente cerrada para no permitir que ningún hombre se acercara a ella. No tendría que preocuparse demasiado por sus ausencias en Marley.

Pero era bueno dejar las cosas en claro, a pesar de las burlas de Pieck y Reiner sobre cómo el odio los había llevado a estar juntos, a pesar de que ambos no se soportaban al inicio y eran enemigos naturales. Nadie podía verse venir una unión como esa.

A fin de cuentas quién pensaría que el orgulloso Porco Galliard terminaría amando con locura a Mikasa Ackerman.

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¡Y con esto termino el compartir con esta comisión! Los votos y comentarios son bienvenidos. Si te interesa alguna comisión de alguna pareja o historia, pueden mandarme un mensaje privado.


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