VII. Cartas

La puerta de madera se entró después de que le fuera concedida la autorización, encontrando al hombre adulto detrás del escritorio mientras terminaba de ver algunos papeles que tenía entre sus manos.

Su presencia lo hizo dejar la carpeta a su lado y centrar sus ojos oscuros en el recién llegado, quien dio un par de pasos hasta estar al otro lado del escritorio.

―¿Quería verme, General?

Magath lo observó durante unos segundos, fijándose en el aspecto mejorado que veía en Porco Galliard. Cuando una semana atrás había acudido a él para renunciar a su puesto de elite, parecía tan perturbado, con los ojos turbulentos. Pero en esa ocasión, se veía tranquilo, como si aquello que parecía mortificarlo se hubiera resuelto.

―Es sobre lo que dejamos pendiente. ―Magath aún tenía la banda en su cajón. ―El hecho de retirarte de tu puesto es algo muy inconveniente considerando los sucesos recientes.

Estaban con la nueva estructuración de Marley, con los tratados de paz y un sin fin de movimientos gubernamentales. Según el protocolo anterior, si un soldado renunciaba a su puesto, algo que jamás había pasado porque en primero nunca vivían en tiempo suficiente y dos, nadie con sentido común renunciaba a ese puesto de honor, su titán pasaría a alguien más. Pero en esos tiempos de paz no podría tomar esa medida y mucho deshacerse de un soldado tan capaz como Galliard, sus habilidades en combate eran sobresalientes. Por lo que Magath había pensado en otra medida.

―Por lo que tomaremos otras medidas....

Porco levantó una ceja interesado de lo que el general estaba diciendo, sabía que cuando el hombre mayor lo había amenazado no se refería a sacarlo del ejército, sino que lo degradaría de puesto, No quiso saber a qué escuadrón se refería además que era algo indiferente en esos tiempos. No había enfrentamientos armados desde hace unos meses.

―¿Medidas? ―Se aventuró a preguntar, considerando que el mayor parecía esperar que lo hiciera.

Magath se puso de pie, buscando en los archiveros que tenía detrás, rebuscando entre una gran cantidad de carpetas. Hasta que tomó dos, la primera la abrió cuando volvió a sentarse dejando ver una imagen de Galliard, era su expediente como militar. Galliard seguía cada uno de sus movimientos con la mirada verde, hasta que la segunda carpeta se abrió, dejando ver un título en letras grandes y claras.

―¿Qué piensas de las tropas de pioneros?

Porco Galliard se quedó en su sitio, había pensado en tantas posibilidades al ser llamado a la oficina de Theo Magath, pero eso lo había tomado por completo por sorpresa. Levantó una ceja estupefacto ¿estaba hablando serio?

Lo miró fijamente y no percibió ni un ápice de juego, estaba hablando muy en serio.

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Se detuvo súbitamente cuando entró a la sala de reuniones, viendo la figura de espaldas hacia la puerta. Su intromisión lo hizo girar en su lugar, por lo que la imagen que presenció en ese momento era...sorpresiva.

Mikasa abrió los labios pero nada salió de ellos.

Alguien entró detrás de ella, fijándose en la misma figura que ella, pero de forma contraría él sí habló con toda la malicia posible.

―Pero mirate ―Reiner habló fuertemente con una voz juguetona y con cierta burla.― Bien podrías perderte entre los escombros.

Porco estaba ante ellos con un uniforme café, un pantalón debidamente planchado y una camisa café a juego con un cuello alto. Mikasa recordó haberlo visto alguna vez de las juntas especiales con los altos mandos con un uniforme de color similar pero con ligeras variaciones que demostraban el estatus en el que se encontraba. Su anterior traje era café pero dejaba ver la camisa blanca debajo y una corbata negra. El uniforme de los soldados de élite. Pero en ese momento tenía el atuendo que entendía era de un soldado general de Marley.

Galliard fulminó con la mirada a Reiner, en un intento de hacerlo callar, pero eso pareció hacerlo reír más y salir de la habitación. Mikasa se acercó hasta él, sorprendida de verlo ahí.

El conflicto entre ellos se había terminado unas noches atrás, cuando habían ido a tomar una copa. Se habían encontrado un par de ocasiones más, en la ciudad para comprar un par de cosas o caminar sin rumbo aparente. Hablando de cualquier estupidez. Tal parecía que esa discusión de ambos sincerandose había mejorado las cosas entre los dos, permitiendo dejar atrás las asperezas y aquel odio sin justificación que Porco tenía anteriormente.

Solo eran ellos dos, dejando atrás sus orígenes y permitiendo conocerse.

Esas tardes le habían permitido a Mikasa hablar con fluidez con el portador del titán mandíbula, dejando ver que debajo de esa faceta petulante había una persona amable. Lo había visto comportarse con Gabi y Falco como un hermano mayor, enseñándoles a perfeccionar su defensa.

Había una confianza más tangible entre ellos, por lo que verlo ahí, cuando no le había dicho que iría la había tomado por sorpresa. Él le había contado que en realidad sí había renunciado a su puesto de élite, pero que su caso estaba detenido. ¿Había tenido noticias al respecto? El verlo con ese uniforme lo confirmaba pero ¿porque no le había contado? A fin de cuentas ella se sentía culpable de que él tomara esa decisión estúpida. No se arrepentía de haber dicho lo que dijo pero tal vez se pudieron ahorrar disgustos si hubieran dialogado mejor.

―¿Qué haces aquí?―Mikasa se acercó hasta él, que veía a través de la ventana a Gabi y Falco practicando.

―He venido a despedirme. ―En ningún momento el titán mandíbula desvió su atención del panorama exterior.

Sin embargo, Mikasa giró su rostro violentamente cuando escuchó esas palabras, incapaz de asimilar lo que estaba diciendo.

―¿A qué te refieres?

―He recibido un mensaje de Magath ayer y hoy he sido reasignado. ―Él fijó sus orbes verdes en ella. ―Estoy en las tropas pioneras y partiremos en un par de horas y pensé que...―Su voz se extinguió.

Mikasa sonrió ligeramente a adivinar lo que había querido decir y no había podido formular. Porco era un hombre rudo y brusco, por lo que expresar sus sentimientos no era algo sencillo. Había ido a despedirse de los titanes y tal vez...de ella. La idea originó un calor en su pecho, al pensar cómo había cambiado su relación en un par de días.

―¿Te irás mucho tiempo?

―Puede ser unas semanas, hay mucho trabajo que hacer. ―Metió las manos en sus bolsillos mirando sus zapatos con fijación. ―Dejaremos pendiente el ir por un trago cuando venga, estaré jodidamente cansado.

Mikasa reprimió una sonrisa, esa era la manera tan despreocupada en que Galliard hacía planes con ella, para tomar algo o hacer cualquier cosa juntos. Por alguna razón se habían hecho cercanos en pocos días.

―Esperaré ansiosa. ―Mikasa respondió, causando una sonrisa en el masculino.

La mirada penetrante de Porco era tan fija que rompió el contacto visual, observando nuevamente hacía afuera, con aire ausente.

Tenía un poco de conocimiento de las tropas pioneras y el trabajo que hacían en las fronteras de Marley, limpiando el área donde hubo guerras, construyendo puentes para facilitar la conexión, destruyendo trincheras y un sin fin de trabajos físicos. O eso es lo que había escuchado en todo el tiempo que llevaba en Marley. Todo eso era en base a jornadas laborales largas, por lo que entendía la queja de Porco sobre estar cansado.

Se preguntó porque simplemente no se había retractado de su renuncia, eso pudo ser más fácil, pero la respuesta vino a su cabeza pronto. Porco no retrocedía a sus palabras, al menos no con facilidad. Además que algo le decía que la armada no se tomaba las renuncias a la ligera.

Aún así la idea de no tenerlo cerca cuando parecía ir bien su amistad con el portador del mandibula le inquietaba. No quería perder toda conexión con él.

―Y... ¿podremos estar en contacto? ―Mikasa se aventuró a preguntar, avergonzada, forzándose a mirar hacía el librero que tenía a un lado.

La habitación se quedó en silencio, sin ninguna respuesta. Tal vez Galliard no era del tipo de personas que se tomaría el tiempo de escribir cartas.

―Haz lo que quieras. ―La respuesta brusca e indiferente de Galliard llegó.

En vez de ofenderla por el tono de voz empleado, ella no pudo evitar sonreír, esa era su manera de afirmar esa petición. Porco sacó las manos de su pantalón.

―Es hora de irme. ―Miró como el sol iba descendiendo lentamente por el cielo.

Dio media vuelta y Mikasa lo siguió hasta que alcanzaron la puerta, fue ahí que la Ackerman recordó algo.

―Pieck y Zeke están en ala norte del complejo. ―Él había dicho que quería despedirse.

Galliard tomó el pomo de la puerta, se quedó quieto unos segundos, como si pensara algo detenidamente. Posteriormente giró antes el pomo.

―Hablaré con ellos después. ―Y sin más salió de la habitación, alejándose sin mirar hacía atrás.

Por su parte la Ackerman se asomó viendo la espalda masculina alejándose ¿no se suponía que había ido a despedirse de sus antiguos compañeros antes de partir por un tiempo indefinido? Eso era lo que había dicho, dejando de lado a Reiner, tenía una buena relación con Pieck y con Zeke, era extraño que no se tomará el tiempo para ir a decirles algo.

Posiblemente ya no tenía demasiado tiempo, aunque, una idea no dejó de rondar su cabeza con fuerza. Haciéndola sonreír a pesar de que se recordaba a cada momento que no debía entusiasmarse demasiado, podían ser ideas suyas, pero tal idea no dejó de venir a ella en todo el día.

―¡Mikasa!―La voz de la Finger la trajo a la realidad.

La Ackerman reaccionó tomando la taza de té que le estaba ofreciendo, se había quedado más de la cuenta en el centro de entrenamiento pero quería estar un tiempo con Pieck. Su estancia en Marley no solo la había hecho cercana a Porco, había encontrado una amiga en la portadora de la titán carguero. Al inicio había pensado que era extraña al verla arrastrarse por los pisos de vez en cuando.

Con el tiempo ahí comprendió que era un vestigio de sus largas transformaciones y que en realidad era amable y empatía. Había acudido con ella cuando todo lo de Porco había transcurrido, ese suceso había sido lo que las había unido aún más. Al final Pieck simplemente había dicho: "Idiota" dándole la razón a la Ackerman. No había nadie más cercano a Porco que Pieck y hasta ella dejaba en claro que el portador del titán mandíbula podía ser un completo imbécil, con esa actitud arrogante.

Esa platica las había acercado más y cada día, cuando no quedaba con Porco de salir, se quedaba ahí, hablando de cualquier cosa con Pieck. Era algo extraño, en toda su vida Mikasa había sido solitaria. Hasta que fue adoptada por la familia Jaeger, encontrando un amigo en Eren y posteriormente en Armin. Ellos habían sido los únicos amigos que había tenido.

Hasta que llegó Pieck, la primera amiga que tenía, era tan extraño poder hablar con mayor naturalidad de todo tipo de temas con una mujer, se sentía más en confianza.

―Lo siento, estaba pensando en algo. ―Se excusó.

Su cabeza estaba en la espalda de Porco alejados y preguntándose cuando sería la próxima vez que lo vería.

―Justo iba a preguntarte ¿has visto a Porco? Me he enterado que se ha ido y pensé que vendría a despedirse.

Mikasa en vez de responder se llevó su taza a los labios, en un intento de reprimir una sonrisa. Porque eso confirmaba que Porco no había ido al ala norte a despedirse.

Un secreto sentimiento de satisfacción la invadió al considerar que tal vez y solo tal vez.... Porco había ido solamente ahí a despedirse especialmente de ella.

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La primera carta que llegó sorpresivamente fue de Porco hacía Mikasa, una semana exactamente después de que él había partido a las fronteras.

Mikasa había llegado al hotel luego de un entrenamiento con Reiner, el titán acorazado en versión humana no había mejorado demasiado desde su estadía en el ejército de Paradise. O al menos no era lo suficiente bueno para ganarle. Ese día había llegado en la noche al hotel, pasando de largo por la recepción como siempre.

―Señorita Ackerman. ―La recepcionista la detuvo antes de que subiera por las escaleras.

Mikasa regresó sobre sus pasos, extrañada de ese cambio en su rutina.

―¿Sucede algo? ―Tal vez le habían dejado un mensaje, Kiyomi solía hacerlo cuando visitaba Marley por razones militares.

―Ha llegado esto para usted. ―La recepcionista le ofreció el sobre.

Mikasa observó el papel ante ella unos segundos antes de tomarlo y observar el remitente. No era un lugar conocido que recordara. Cuando las cartas de Armin o Eren llegaban se las entregaban en el centro de entrenamiento, ya que algunos soldados que frecuentaban la isla eran encargados de entregárselo.

Por lo que aún con la duda subió hasta su habitación, con el sobre en manos, una vez que se recostó en su cama abrió el sobre, leyendo las primeras líneas:

"Ackerman, el calor es aún más jodido que el trabajo excesivo"

Y esa simple frase fue suficiente para que su corazón diera un brinco fuerte y levantarse súbitamente de la cama. Intentando mantener la calma mientras leía todo el contenido de la carta y sonreír ante las últimas palabras.

"Espero una respuesta, a fin de cuentas eres la que quería hacer esta tontería"

Mikasa se quedó sentada en la cama leyendo una vez más la carta, con más calma, detallando la caligrafía del titán mandíbula. Algo que no había hecho antes y de alguna manera, el leer esas simples palabras en papel la hicieron sentir tan cerca de Porco que casi podía escuchar su voz en sus orejas. Y al mismo tiempo lo sintió tan lejos, a tantos kilómetros de distancia, dejando ver una verdad indudable.

Que extrañaba totalmente al Porco Galliard.

Esa noche se aseguró de escribir una respuesta apropiada, mandando la correspondencia a la mañana siguiente a la dirección que Porco le había proporcionado en su sobre. De esa manera empezó aquella correspondencia curiosa entre ambos, con días de diferencia, poniéndose al tanto de todas las cosas que hacían o de las cosas tan curiosas que Porco solía decirle:

 "Toma una buen tarro de cerveza por mi" "Asegurate de disfrutar de aquellos bollos que tanto me encantan".

 Mikasa no mentiría al decir que no esperaba ansiosa cada carta y al instante en que ésta caía en sus manos sonreía.Hasta que una carta llegó, un mes después, con una sola frase en respuesta a la carta de dos hojas que ella había enviado.

"Te invito una copa el jueves en la noche"

Esa simple frase había agitado fuertemente el pecho de Mikasa al entender este corto mensaje: Porco regresaría a Marley en cuestión de días. Mikasa deseó que el tiempo pasara con rapidez, manteniéndose un poco inquieta siguiendo con sus responsabilidades, hasta que el día esperado llegó.

―Te ves particularmente animada hoy ¿sucederá algo?―Reiner la trajo a la realidad mientras estaban en el área de descanso.

Mikasa desvió la atención del libro que tenía hacía el titán acorazado a la par que la risa de Pieck resonaba de fondo.

―Si, es realmente curioso.

Mikasa giró a ver a la Finger que estaba en el suelo, revisando algunos papeles que Zeke le había proporcionado. Parecía ausente a su entorno pero había logrado hacer un comentario que incomodó a la Ackerman ¿era tan evidente? Pensó que Reiner solo la estaba molestando.

Porco no había especificado donde se encontrarían, por lo que terminó con sus pendientes de ahí y salió más temprano de lo acostumbrado del centro de entrenamiento. Podría intentar ir al bar donde solían ir o tal vez podría ir a Líbano....sus pensamientos se detuvieron cuando vio a una figura masculina recargada en la pared exterior del pasillo.

Sus pies se paralizaron cuando la mirada verde se encontró con la suya y vio aquella sonrisa torcida que tanto había evocado en su mente durante todo ese tiempo.

―Hey, sales temprano.

Mikasa sintió su pecho agitarse con violencia cuando escuchó la voz profunda dirigiéndose hacía ella. Desvió la mirada un instante cuando sintió las mejillas sonrojadas, se forzó a caminar hasta llegar a su lado.

― He terminado antes. ―Mintió, no debía enterarse de su apuro, tampoco es que lo hubiera hecho porque necesitaba verlo, simplemente tomó precauciones en caso de no encontrarlo con facilidad y no dejarlo plantado.

―El trabajo es una mierda. ―Porco secundó su idea mientras ambos caminaron fuera del terreno del área militar.

―Demasiado trabajo ¿no?

―Jornadas largas, pero es mejor que estar aquí con el culo en el sillón ¿no? ―Porco hizo ademanes de fastidio, como si estuviera harto.

―O que cualquier asunto de relaciones públicas. ―Ejemplificó lo que ella hacía.

―Exacto, que maldito dolor de cabeza.―Pero finalmente sonrió. ―Pero al fin tengo un par de días libres. ¿A donde quieres ir?

Mikasa se sorprendió ante esa idea, porque él había dejado en claro que quería ir a tomar una copa, era un buen bebedor. No sabía si era por el titán que portaba o por simple aguante, Porco podía tomar grandes cantidades de alcohol y permanecer lo suficiente consciente. Tal vez él simplemente estaba atento.

―Cualquier lugar está bien para mí.―Logró decir luego de unos segundos.

Porco la observó detenidamente durante unos segundos con aquella mirada penetrante, hasta que finalmente dejó salir un suspiro de alivio.

―Esperaba que dijeras eso, muero por un poco de cerveza, la del campamento era asquerosa. ―Hizo una señal de asco antes de encaminarse al centro de la ciudad.

En ese momento Mikasa no había mentido, la realidad era que no importaba a qué sitio fueran, si era junto a Galliard, estaría más que bien.


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