VI. Disputa
Reiner bostezó fuertemente y disimulaba la expresión de su boca con su palma abierta, mientras caminaba hacia su habitación. Había estado con Zeke hablando de un sin fin de cosas. Él prefería actuar antes que hablar o planeación.
Por eso estos últimos tiempos eran complicados, porque las peleas habían cedido. Todo estaba en una paz inquietante, al menos por el resto de las naciones que los tenía fichados como peligrosos. Una paz que agradecían en Marley al facilitar la reestructuración de Marley y la firma del tratado de paz. Y todo eso eran muchos papeleos, estructuración y planeación.
Quería llegar a su habitación y tomar una siesta. Esperaba que Porco no estuviera ahí, para no lidiar con su malhumor. Aunque el día anterior, luego de la reunión que tuvieron, no se apareció de nuevo. Y no había visto que llegará en la noche, solo vio un bulto debajo de las sabanas cuando salió de la habitación.
¿Acaso algo había pasado con Mikasa?
Se preguntó si tal vez Porco se enteró de que él había sido el responsable de que Magath acudiera a reprenderlo. Pero si eso hubiera sido así, lo hubiera golpeado a él ¿no? A menos de que pensara que había sido Mikasa.
Tendría que preguntarle a la Ackerman cuando la viera, aunque su ausencia había brillado ese día. Según Zeke estaba arreglando algunas cosas con los altos mandos con referencia a los eldianos y no se le vería esa semana por ahí. La espera lo mantendría intranquilo, sería una larga semana.
Aunque si quería una respuesta pronto aún tenía a Porco durmiendo en su habitación, tal vez podía presionarlo lo suficiente para sacarle información. Era extremadamente sencillo presionar los botones específicos en Porco para que perdiera los estribos.
Abrió la puerta de su habitación y se detuvo en la entrada cuando vio la maleta cerrándose y una mirada verde encontrándose con la suya.
―¿Qué estás haciendo?
Reiner vio a Porco alejarse de su maleta, tomar su representativa chaqueta de la silla y colocarla con lentitud, para después regresar por la maleta, tomándola y dirigiéndose a la salida.
―Porco ¿que significa esto? ―Reiner no se movió de la entrada, lo cual imposibilitaba que el portador del mandíbulas saliera.
Galliard torció la boca en un gesto enojado y lo fulminó con la mirada.
―¿Acaso no lo estás viendo? Me largo de aquí.
―¿A qué te refieres con esto? Los soldados de élite tenemos que estar...―Fue interrumpido.
―Tú lo has dicho, los soldados de élite. ―Porco avanzó un paso más, quedando lo suficientemente cerca para leer las próximas palabras de Galliard. ―Yo ya no soy un guerrero de élite.
Avanzó un par de pasos más y empujó al portador del acorazado, para desbloquear su camino. Salió de la habitación sin mirar atrás, con la maleta en manos, dejando a Reiner en su sitio totalmente confundido.
Entró a la habitación revisando el closet que le correspondía a Porco y el escritorio, no había nada ahí. Realmente se había ido, había abandonado las fuerzas especiales.
Reiner se dejó caer en la cama ¿qué demonios estaba sucediendo?
.
.
.
Mikasa suspiró mientras se dejaba caer en su cama del hotel, había estado tan ocupada estos últimos días, yendo y viniendo a varios sitios, arreglando los papeles que pronto llevaría a Paradise, además de velar por los derechos que estaban siendo establecidos para los eldianos de Marley.
Era una responsabilidad monumental, por lo que su mente había estado suficientemente ocupada, además de mantenerse alejada del centro de entrenamientos, todo había jugado a su favor.
Ese día por fin había terminado con sus pendientes, lo cual era algo bueno....pero a la vez liberaba a su mente de todo y le daba la oportunidad a los pensamientos que había estado bloqueando todo este tiempo.
La última vez que acudió al centro de entrenamiento había actuado con la madurez suficiente para demostrar que nada de lo que había pasado una noche anterior le había afectado. Ignorando completamente a Porco, a fin de cuentas agradeció que no fuera necesario el hablar directamente con él. Además que resultó beneficioso que tuviera otros asuntos que resolver. Todo pareció jugarle a favor.
Cuando la realidad era que aquel suceso, aquellas palabras, seguían clavándose en su pecho como espinas.
Había sido completamente humillada.
Realmente avergonzada enfrente de otros soldados de Marley. Escuchar a Porco hablar de esa manera, mientras los recuerdos de sus pláticas o encuentros en el complejo donde los titanes vivían había sido un golpe tal que le había drenado el aire de los pulmones. Ella...había sido lo suficientemente ilusa al respecto.
Debió suponer que algo estaba verdaderamente mal cuando Porco se acercó súbitamente un día para hablarle y acompañarla a su hotel. Equívocamente había pensado que fue por la intervención de Reiner o porque se hubiera dado cuenta que ella tenía buenas intenciones. Que ilusa había sido.
La forma en la cual se había expresado de ella, llamándola demonio, dejando en claro que le causaba repugnancia y burlándose de su pueblo...que algo era de que hablaran mal de ella, algo con lo que estaba familiarizada en el pasado. Sin embargo, el que hablara de Paradise de esa forma... en ese momento le enfureció a niveles impensables. Pero en el momento donde todo eso había pasado, se había quedado paralizada, nublada por el dolor punzante de su pecho al descubrir la realidad de las cosas.
Se había quedado de pie, unos minutos en un intento de procesar lo que estaba escuchando y comprobar que realmente estaban hablando de ella. Pero su nombre seguía apareciendo en cada diálogo, no podía seguir fingiendo que esto no estaba sucediendo. Y al darse cuenta de eso, elevó un telón de rabia ante sus ojos, dándole el valor que necesitaba para confrontarlo.
Sin embargo, cuando habló lo hizo por el único objetivo de dejar en claro que lo había escuchado, en un intento de que se avergonzara de lo que pensaba. Y con esa tela de ira que la consumía salió de ahí, no quería seguir en ese lugar, comenzaba a sentirse claustrofóbica. Si se quedaba más tiempo no podría contenerse más y actuaría físicamente.
Su sorpresa había sido grande cuando él la siguió, escuchando los pasos pesados de fondo.
Podía adivinar que su principal motivación para hacerlo no había sido porque estaba avergonzado, como cualquier persona normal haría, sino por miedo a que ella actuara o lo acusara con Magath, el general del que habían hablado y le quitaran el puesto que tanto idolatraba.
No se arrepentía de nada de lo que había hecho, por lo que habló sin pensar demasiado, guiada por la ira, y lo que más le había enfurecido eran sus vagos y torpes intentos de arreglar las cosas. Su actitud arrogante y altanero jamás le habían permitido en el pasado arrepentirse o disculparse.
Verlo sin poder hablar, de pie ante ella la hizo franquear, algo que se reprendió mentalmente. No debió mostrar ni una especie de debilidad ante él. Su justificación es que estaba suficiente sensible, todo había pasado tan rápido y la había tomado por sorpresa. Por lo que no permitiría que él la siguiera viendo vulnerable, por eso decidió irse.
Y eso había sido suficiente para Porco para hacer relucir esa personalidad altanera y petulante, culpándola a ella y a Paradise de lo que había pasado por su vida.
Reiner se lo había dicho antes, el rencor de Porco estaba directamente relacionado al hecho de que los culpaba de la muerte de Marcel. Pero por un momento pensó que habían superado eso, que él entendía que ellos no eran culpables, que todo esto era una guerra, un evento desafortunado.
Pero Galliard solo había estado fingiendo, reprimiendo su odio con ella para conservar su puesto.
El que aquel hombre lanzará al eldiano afuera había sido un golpe de suerte, suficiente para que Mikasa tuviera algún apoyo para demostrar que ellos no eran los verdaderos malos del cuento. Eran victimas, todos los eldianos lo eran. No tenían culpa de ser descendientes de Ymir, ellos no lo habían elegido.
Habían sido condenados a estar en ese mundo donde todas las naciones les temían por sus genes.
Solo que en Marley la discriminación, sometimiento y clasismo era algo de todos los días. Mikasa le había dicho tantas cosas a Porco dirigida por el enojo y hasta ¡le había hecho una llave! No había soportado que él la tocara luego de decir cosas tan horribles de su persona. El verlo en el piso...Mikasa debía aceptar que sintió gran satisfacción y se regocijaba internamente. Sabía el orgullo que Porco tenía con respecto a su fuerza y habilidades, eso lo había dañado lo suficiente. Un consuelo para su actitud despreciable con los otros soldados.
No había derramado ni una lágrima, pero el dolor punzante en su pecho no se había ido. Se había incrementado, añorando terriblemente a Paradise, quería regresar. Necesitaba ver a Eren y Armin, creerse por un momento que tenía una vida normal y que ellos jamás habían salido de las murallas. Quería regresar a la burbuja de utopía de Paradise.
Se preguntó qué estaría haciendo Eren en ese momento, ¿estaría entrenando? A pesar de ya no existir una guerra como tal, sabía que toda la cuestión de entrenamiento y el papel del cuartel de reconocimiento era algo que siempre le había apasionado a su hermano adoptivo. Pero su condición jamás había sido suficiente, lo cual había llevado a Mikasa a adentrarse junto a él en el equipo de reconocimiento. Y ese mismo pensamiento había llevado a Armin a unirse, por lealtad. Aunque Armin era el que menor condición tenía de los tres. El rubio estaba más interesado en descubrir que era lo que había detrás de las murallas.
Recordó aquella promesa que los tres se habían hecho antes de que ella partiera como emisaria a Marley, de que una vez que todo esto terminara, que el tratado de paz y los disturbios post-guerra terminarán, viajarán juntos, para descubrir el mundo que había más allá de las murallas.
A pesar de que la mayoría de las personas en Marley la habían tratado con propiedad y amabilidad, sabía que no pertenecía ahí. Se sentía fuera de lugar en ocasiones y el incidente con Porco había acrecentado tal sentimiento. Pero sabía que debía cumplir con su cometido.
Su deber por relacionarse con los titanes de Marley le había confirmado que todos eran buenas personas, que solo habían obedecido órdenes y por eso habían atacado a Marley. Excepto Galliard, él era un completo idiota. Lo había sido desde el primer momento. Él era la única excepción entre los eldianos.
Y a pesar del constante malestar al sentir su presencia al día siguiente, de la cólera que cargaba contra su persona, decidió simplemente ignorarlo y dejar el tema por la paz. Que conservara su estúpido puesto si eso era lo que quería. Ella no había ido a Marley a fastidiarlo. No iba a rogarle atención ni que se llevaran bien, estaba ahí para hacer su trabajo y se enfocaría por eso.
Tenía el suficiente apoyo por parte de Pieck, Zeke y Reiner, además de la portadora del titán Martillo, que veía de vez en cuando cuando Willy Tyber estaba ante ella. Un titán más o un titán menos no hacía una diferencia monumental.
Lo había hecho durante esos días pero ¿cómo podía seguir sintiendo ese desazón en su estómago? No tenía idea de cómo deshacerse de esa sensación y esa no era la cuestión más preocupante.
Mañana tendría que ir al centro de entrenamiento y ver a Porco Galliard a la cara.
.
.
.
Mikasa observó de reojo como Reiner se dejó caer a su lado del sillón de la sala de descansos. Aún así siguió con la lectura de su libro, su tiempo libre le permitía relajarse y leer un poco. Aunque esperaba poder entrenar en esos días, necesitaba ejercitar y desestresar sus músculos.
―¿Es interesante? ―Reiner habló en un intento de llamar su atención.
La fémina simplemente asintió, sin voltear a verlo, con suma tranquilidad, en un intento de hundirse entre las letras e ideas que tenía entre sus manos.
―Esta actitud tuya significa que ¿sabías lo de Galliard?―Reiner no recibió una respuesta puntual, lo cual lo llevó a fruncir el ceño. ―Podrías haberme avisado al respecto, me he quedado pasmado al verlo salir con su maleta de la habitación.
Mikasa siguió leyendo el libro, intentando dividir su atención entre el libro y lo que el portador del titán acorazado estaba balbuceando. Había ido ahí por un poco de paz, agradeciendo que específicamente ese día al parecer Porco no estaba en el complejo porque no se había aparecido por las reuniones. Había sido un descanso para su mente, permitiéndole evitar verlo.
―¿De qué estás hablando, Reiner?―Sus ojos seguían las palabras escritas entre las hojas.
―De Galliard, que ha dejado su puesto, tomado sus cosas y se ha largado de aquí.
Mikasa se detuvo a mitad de una frase, levantó su mirada y observó el rostro frustrado de Reiner que estaba a su lado. ¿Qué era lo que había dicho?
―¿Que Galliard hizo qué?
―Ha renunciado a su puesto de elite....―Reiner logró susurrar mientras evaluaba el rostro sorprendido de la fémina. ―Pensé que lo sabías, parecías demasiado tranquila.
La Ackerman cerró el libro entre sus manos, mientras procesaba lo que acababa de escuchar.
―¿Cuándo ha pasado eso?
―¿Qué cosa?
―¡¿Cuando se ha ido Galliard?! ―Habló con fuerza, estaba frustrada de que Reiner no estuviera siguiendo el hilo de la conversación considerando que él la había iniciado.
―Hace un par de días, no ha dado explicaciones. ―Reiner se rascó la parte trasera de su cabeza. ―Lo encontré cuando salía de la habitación con su maleta. Pensé que algo malo había sucedido pero Zeke me ha informado que ha renunciado a su puesto de élite y...
Impulsada por la turbación de la noticia, la fémina se puso de pie, dejando el libro detrás y saliendo de la habitación, hasta alcanzar el jardín delantero, donde se detuvo.
¿Qué era lo que se suponía que pensaba hacer?
No estaba pensando con claridad, pero la noticia la había tomado por sorpresa, despertando la sensación de que debía hacer algo al respecto. Sin embargo, nada vino a su cabeza por lo que caminó, rodeando el edificio hasta encontrar una banca y sentarse de nuevo.
¿Porco había renunciado su puesto de elite? ¿Realmente lo había hecho? Nadie pareció sorprendido de no verlo en la junta, como si todos supieran, menos ella. Eventualmente todos pudieron pensar que ella estaba al tanto de tal decisión, pero la realidad de las cosas era un secreto entre el titán mandíbula y ella. Esa información le había caído como un balde de agua fría encima, incapaz de entender porqué había tomado esa decisión.
Cuando en el pasado se había esforzado tanto, al grado de fingir amabilidad y relacionarse con ella, para conservar dicho puesto ¿cuál era la razón que lo había obligado a hacer eso? No había estado en contacto con ninguno de ellos en esos días cuando estuvo ocupada,pero el desconcierto de Reiner dejaba en claro que esa situación había sido de improvisto y que no había sucedido ni un tipo de percance donde su puesto se viera involucrado.
Además que Reiner dijo que Porco había renunciado, por decisión propia, entonces ¿porque....? una idea se encendió en su cabeza pero era demasiado absurda para considerarla válida. Él único suceso en todo esto era la pelea que habían tenido en la ciudad, donde ella le había tirado en cara las cosas. ¿Acaso, el petulante y arrogante Porco Galliard se había sentido lo suficiente mal por lo que había hecho que había renunciado a su puesto? ¿Había sido por la vergüenza de ser golpeado por una eldiana? Eso era imposible.
Galliard solo pensaba en él mismo y el beneficio que las cosas traerán a su persona.
Sin embargo, mientras más meditaba, con el aire frío acariciando su rostro, regresaba a esa misma idea. Que él se había avergonzado tanto que terminó renunciando.
Presionó sus labios con fuerza, si ese era el caso, lejos de sentirse halagada o satisfecha por haber actuado correctamente...Mikasa estaba decepcionada. De que tales acciones lo habían orillado a actuar de forma tan cobarde, en vez de hablar con ella y reconocer su error, llevando al extremo las cosas.
Mikasa no lo había denunciado cuando todo esto sucedió, porque no quería ser la culpable de que él perdiera su puesto, sabiendo lo mucho que le importaba pero ¿él iba y lo desechaba con tanta facilidad por esa situación? Parecía un crío haciendo berrinche.
Bien, si él quería comportarse de esa manera tan inmadura, en vez de enfrentar los problemas, ella no intervendría, por ella Porco podría tirarse del edificio más alto.
.
.
.
El sol se ocultaba lentamente por el cielo, dejando entrever destellos de luz naranjas, morados y celestes, siendo un festival de colores, con algunas aves atravesando los cielos.
Se balanceó en sus talones y dejó salir un suspiro profundo. A pesar de que había repetido una y otra vez que le importaba poco las motivaciones de Porco en sus decisiones y que arruinaría su futuro por un momento de inmadurez, ahí estaba. Luego de dos días sumida entre sus pensamientos ocupados por que había orillado a Galliard a abandonar su puesto. Sabía que tal vez se arrepentiría por estar ahí si las cosas salían peor de lo que imaginaba, sin embargo, estaba segura que se arrepentiría aún más si no hubiera ido a verlo. Mikasa se armó de valor y tocó la puerta dos veces.
Esperó pacientemente, intentando recordar qué era lo que la había impulsado a ir a Líbano, una de las colonias donde los eldianos eran recluidos, algo que estaba siendo cambiado, y más específicamente tocando la puerta de la vivienda del titán mandíbula.
Estaba por tocar una vez más cuando la puerta se abrió dejando al masculino con aquella cabellera rubia que siempre tenía debidamente peinada hacia atrás, despeinada, los ojos verdes que dejaban en claro la sorpresa absoluta y una playera blanca.
―¿Mikasa?
Galliard estaba por quedarse dormido en el sillón cuando escuchó el sonido de la puerta. Por lo que el ver a la fémina de pie ante él le hizo pensar por un momento que estaba soñando. Estaba tan absorto entre ver si eso era real o un sueño, que la había llamado por su nombre por primera vez, algo que no pasó desapercibida la Ackerman.
―¿Puedes decirme por qué has renunciado a tu puesto?
Tal cuestionamiento sacó de todo balance a Galliard, que estaba cayendo en cuenta de realmente la Ackerman estaba ante él. Frunció el ceño.
―Solo lo he hecho y ya, no debería importarte. ―Dejó relucir su actitud altanera.
―¿Podrías darme una respuesta clara? Creo que es lo menos que merezco ―No terminó la frase porque ambos sabían a qué se refería. ―¿Ha sido por lo que ha pasado? ¿De verdad fue por algo tan absurdo?
Porco sintió la frustración y enojo subir por su columna ¿de verdad estaba desacreditando sus acciones? ¡Él lo había hecho porque sintió que era lo indicado luego de lo que había hecho! Además que por un momento pensó que era algo que ella misma hubiera querido, como venganza ante sus acciones. Pero tal parecía por el tono acusatorio de su voz y la mirada feroz en su rostro que era todo lo contrario, estaba recriminándole por actuar de esa forma.
Estaba realmente confundido ¿qué era lo que ella esperaba que hiciera luego de eso?
―¿Qué más quieres de mí? — gruño en voz baja clavando su verde mirada en ella — No tienes que preocuparte más por dar una buena imagen o llevarte bien, ya no estoy ahí para que veas mi cara de culo todo el día y arruinar tu trabajo. ―Elevó dos octavos su voz, impulsado por el enojo y la confusión.
Tal hecho pareció irritar a Mikasa quien miró alrededor en un intento de buscar alguna manera de lidiar con esa personalidad narcisista del portador del titán mandíbula.
―Dios — dijo irritada — ¿desde cuándo esto se convirtió en una competencia por ver quién se iba primero? Nunca se ha tratado de esto, ni por un segundo.
Ambos se habían golpeado, él de forma sentimental y ella lastimando su orgullo de forma física, ambos habían actuado mal, pero ella había actuado en consecuencia de las acciones de él, el masculino había arruinado las cosas.
―¡Entonces dime qué es lo que quieres de mi!―Galliard le exigió, adelantándose un paso fuera de la casa.
Se había mantenido de brazos cruzados, recargándose en la puerta, pero eso estaba superándolo. Por su parte Mikasa no retrocedió ante ese acercamiento, se quedó en su sitio y se atrevió a dar un paso más, encarando al titán mandíbula.
―Es tan difícil aceptar que puedo ser, no lo sé ¿Tú amiga?―Habló fuertemente, para que no quedara dudas de lo que había querido todo ese tiempo, mirándolo fijamente a esos orbes verdes.
Él parpadeó un par de veces procesando su declaración, por segunda vez Mikasa lo había dejado callado.
¿Por qué estaba aquí? Le había hecho saber desde el principio que no la quería y a pesar de que había hecho de su estancia en su país un verdadero dolor de cabeza desde el comienzo, ella todavía parecía dispuesta a recibirlo con los brazos abiertos y aún más, a perdonarlo después de escuchar la manera tan mezquina con la que se había referido a ella. Ella de entre todos los que habitaban esa isla debería ser la que menos intenciones de disculparlo tendría y aún así, ella está ahí ofreciendo una mano amiga.
Porco simplemente no podía creerlo.
Avergonzado y arrepentido en partes iguales, no fue suficientemente valiente para sostener la mirada de aquellos ojos color tormenta. Tímidamente, se rasco la nuca sin saber qué hacer ni qué debería decir en ese momento ¿Cómo debería actuar? Jamás había estado en una situación como esa, la mayoría de las veces que trataba a la gente como mierda, ellos lo evitaban. Sabía que no era una persona fácil de tratar. Esos días en Líbano le habían permitido pensar al respecto y dar por terminada la relación extraña que tenía con la Ackerman, por lo que verla ahí lo había sacado de todo balance y aún más, el que a pesar de todo ella siguiera con la idea de que fueran amigos.
Mikasa notó su resistencia e incomodidad, viéndolo mirar algún punto inexistente. Ese hecho la llevó a pensar en el peso de sus palabras y se sintió ligeramente acalorada, tal vez fue demasiado intensa. Pero no había podido reprimirse, solo había dicho lo que tanto había pensado. Se quedó callada y desvió sus ojos hacia otro lado, pensando si debía irse o debía quedarse. No tenía idea de cómo debería actuar.
Fueron minutos de largo mutismo antes de que el silencio se rompiera con el sonido de su voz femenina, sabía que todo dependía de ella en ese punto.
— ¿Por qué no me invitas un trago? — Ofreció tentativamente cambiando su peso de un pie a otro — noté que eres bueno bebiendo.
La mirada verde chocó con aquella tormentosa y él no pudo reprimir la sonrisa torcida que salió de sus labios.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top