IV. Alteración

Mikasa salió de la sala de juntas que había en el centro de entrenamiento con los ojos de color de una tormenta feroz, tragó saliva y dejó salir el aire que había contenido en sus pulmones. Se había sentido un poco nerviosa, algo que no se apreciaba en su rostro pero que su interior estaba turbulento, por la reunión que estaba terminando.

Había esperado a que los altos mandos salieran, estrecharan su mano, de la habitación para que ella pudiera salir finalmente y lidiar con los nervios que habían significado la reunión.

―Hey, embajadora de Eldía, que pretencioso.

Mikasa fue consciente de como Porco y Pieck salían de la sala de juntas, Pieck se despidió pero Porco se quedó enfrente suyo, con una ligera e imperceptible sonrisa en sus labios. La Ackerman se sorprendió ante aquel gesto y asintió.

Hace unos días que la desastrosa relación que parecía tener por Porco Galliard había mejorado exponencialmente, confundiendola al principio por el cambio repentino. Desde aquel día donde después de darle una botella de agua, la había acompañado al hotel donde se estaba hospedando. Después de ese día las cosas entre ellos se tornaron...extrañas. O eso es lo primero que había pensado Mikasa.

Aquel cambio de comportamiento súbito la tomó por sorpresa y más considerando que se había dado por vencida en cuando a relacionarse con Galliard, o estaba a nada de hacerlo.

Sin embargo, después de ese día, Porco estaba...particularmente atento. O lo que podría decirse atento considerando su actitud. Se había sentado a comer con ella, cuando antes huía de estar con ella en la misma habitación, además de dirigirle la palabra cuando el resto de los titanes estaban presentes, algo que los confundió tanto como ella.

Al inicio Mikasa pensó que Reiner había cumplido con su promesa de ayudarle con Porco y que tuvieran una relación más llevadera. Debía reconocer que podría ser un factor determinante aunque el Braun no había mencionado nada al respecto luego de ese día. Por lo que había pensado que no había hecho nada por ella o que tal vez lo hizo y no surtió efecto, por la personalidad complicada del Galliard.

Por esa razón se inclinaba a pensar que posiblemente Porco simplemente se había dado cuenta que sus intenciones de relacionarse con él eran sinceras y había cedido ante esa personalidad difícil.

Acoger tal idea la hizo relajarse ante el comportamiento amable del portador del titán mandíbula y la ayudó a soltarse un poco con él, dejando a un lado los nervios que aquellos ojos verdes ejercían en ella, debido a lo abrumante de su personalidad.

Por eso mismo sabía que cuando Porco había dicho aquello como un cumplido, esa era su forma ruda de relacionarse. Y eso la hizo relajarse ante lo que estaba sucediendo.

Que había sido nombrada embajadora del día por Willy Tybur, siendo la representante en todos lados de los eldianos y velar por el bienestar y seguridad de los descendientes de Ymir. Un cargo honorable y con un gran peso en sus hombros, sus decisiones definirían el estilo de vida y el destino de muchísimas personas, tenía que estar a la altura.

Y ver la sonrisa de Porco la hizo olvidar por un momento toda esa responsabilidad.

―Actualmente no solo los portadores de los titanes son reconocidos. ―Mikasa se aventuró a hablar con un tono pretencioso, para seguirle el juego a Galliard.

―Vamos por una copa, hoy invito. ―Porco se adelantó, con un tono divertido en la voz.

La Ackerman sonrió en respuesta mientras caminaba rápidamente hasta llegar a un lado de Porco, dirigiéndose a un bar de la ciudad que estaba cerca de su hotel y que era el sitio que Galliard solía frecuentar con varios soldados y sus amigos titanes. Era un bar oscuro y servía más que nada de paso, pero era excelente para pasar el rato.

Mikasa tomó un par de tragos, no era muy partidaria de tomar alcohol, nunca había tenido el tiempo y disposición suficiente para hacerlo en el pasado. Aunque con ambas naciones a nada de ser aliadas y dejando de lado el factor guerra, contaba con el tiempo suficiente para poder relajarse y familiarizarse con el alcohol, aunque no sabía demasiado del tema.

―Bien, tienes que tomarlo de golpe. ―Levantó su copa y la ingirió sin titubear. ―Y luego ―Se llevó un limón a la boca, succionando.

Mikasa observó la experiencia de Porco con la bebida, en Marley podrías iniciar con la bebida desde temprana edad y más aún si pertenecías al ejército. Anteriormente utilizaban a los eldianos de carne de cañón y era normal que luego de librarse con vida de un enfrentamiento acudiera al bar para sacar el estrés de estar enfrente de titanes y herramientas armamentistas avanzadas.

Mikasa imitó las acciones de Porco, primero sintiendo lo amargo del alcohol en su garganta, quemandole mientras pasaba y para amortiguar la sensación chupó un limón con fuerza, entumeciendo sus labios con lo ácido. Se sintió un poco fuera de lugar cuando dejó el limón en la mesa.

―Vuelvo ahora. ―Se dirigió al baño sin mirar atrás.

Por su parte los labios de Galliard se deformaron, transformando la sonrisa amable de su rostro en una mueca de fastidio y repulsión.

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Había sido una verdadera sorpresa para Reiner el salir de la sala de juntas y encontrar a Porco hablando tan despreocupadamente con Mikasa fuera de la habitación.

No había evitado sonreír mientras se alejaba detrás de Pieck, sintiendo una clara satisfacción de salirse con la suya,

Por supuesto que no le había mencionado a Mikasa la razón del cambio de actitud de Porco, no era el tipo de personas que iba por la vida presumiendo sus victorias. Al menos no por el ámbito y más en esa ocasión cuando el hacerlo no tenía la más mínima relevancia. El objetivo había sido alcanzado, que Porco detuviera esa actitud mezquina y llevará una relación amable con Mikasa.

Confiaba que una vez que Porco dejará de lado esa actitud arrogante, podría descubrir que Mikasa ni nadie de la isla de Paradise eran criaturas o demonios como les habían dicho desde niños. Que eran simples personas, como ellos, que buscaban una igualdad y tranquilidad en el mundo. Algo que la misma Pieck había notado y que tenía una relación amena con Mikasa.

Aunque Reiner sabía que para que Porco cediera a tal punto de permitir dejar los prejuicios detrás y abrirse a una posibilidad diferente de sus ideales y dejar de lado el odio por la muerte de Marcel, necesitaba un empujón o una razón de fuerza mayor. Y ahí entraba Theo Magath.

El Braun se había tomado la molestia de acudir con Theo para "informar" del comportamiento mezquino y vergonzoso, dando una imagen deplorable a Marley, que el portador del titán mandíbula le estaba ofreciendo a la invitada de Paradise. Sabía que Theo a pesar de no querer demasiado a los eldianos, siempre había sido un poco más compasivo con ellos en comparación con los restos de los militares. Además de ser lo suficiente profesional para apoyar las órdenes y planes de Tyber sobre el futuro de los eldianos, haciendo respetar tal idea aunque utilice la fuerza en sus soldados.

Aún recordaba el gesto severo de Magath al saber lo que estaba sucediendo, por lo que Reiner esperó pacientemente durante un par de días a que el general hiciera acto de presencia y le pusiera un alto a Porco sobre su comportamiento. Había utilizado toda su fuerza de voluntad para no reírse en la cara de Galliard una vez que vio a Magath gritándole y hablándole con impotencia, mientras él huía antes de que resultara sospechoso.

Cualquier sospecharía si se quedaba ahí escuchando todo lo que estaban hablando.

Además que no se creía capaz de no reírse más abiertamente, a fin de cuentas se ganaría aún más el odio de Galliard si se reía en su cara y aún más si se enteraba que todo eso había sido su culpa. El hecho de haberlo acusado con Magath era un golpe bajo y hasta podría considerarse una traición. Se suponía que todos los portadores de los titanes tenían una confianza que no tenían con el resto de los soldados. Sentir el peso de tener a un titán bajo su dominio.

Sería visto como un traidor si se enteraban de lo que había hecho.

En su defensa todo había sido por una buena causa, la manera en que parecían llevarse Mikasa y Galliard lo tranquilizaba y más al ver a Mikasa sin aquella expresión frustrada y abatida de su rostro. ¡Hasta el portador del titán mandíbula la había invitado a tomar una copa! No recordaba cuándo fue la última vez que Porco lo había invitado a él, aunque realmente jamás lo había hecho.

Sabía que no era el favorito de Galliard y tampoco le interesaba ir más allá que una relación superficial y cordial, es todo lo que pedía. Y lo único que ambos tenían.

Reiner dio un trago a la botella de agua que tenía, confiando en que todo iría bien a partir de ahora.

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Porco escupió al suelo una vez que la espalda de Mikasa se perdió entre la gente que transitaba en la ciudad, mientras un desazón se potencializaba en su interior, la repugnancia y odio de estar en esa estúpida situación.

Todo ese espectáculo de mentiras donde tenía que fingir enfrente de la Ackerman para poder permanecer con su puesto de Elite. Si se tratara de algún otro castigo o situación se hubiera negado y había mandado a volar a Magath sobre la amenaza. Pero estaban hablando de aquel título que le tomó tanto tiempo conseguir, que le había dado honor a su familia. Que era todo lo que había querido, no podía verse privado de ese privilegio. Del título que le había costado sangre y hasta la vida de su propio hermano...

Y todo por esa maldita eldiana de la isla demoníaca...

Presionó las manos hasta convertirlas en puños mientras controlaba unas ganas asesinas de terminar con toda esta farsa del hombre bien portado que fingía llevarse con la Ackerman. Verla hablar tan amable, con esos ojos brillantes esperanzados y siendo tan despreocupada cuando sus manos estaban manchadas de sangre, sangre de Marcel.

No sabía cómo podía caminar por las calles de Marley con total confianza, despreocupadamente, sin considerar que muchas familias habían perdido a alguien que les interesaba por su existencia o que eran señalados por el resto del mundo por su culpa.

Toda esa situación le enfermaba a niveles impensables, que las náuseas por la ira no lo abandonaban.

Dio media vuelta para regresar al centro de entrenamiento, cruzándose con Reiner en la sala de descanso. Giró los ojos, lo que menos quería era alguien que le recordara lo que estaba siendo obligado a hacer. Reiner era bastante amigo de Mikasa y el hecho de verlo reírse cuando Magath lo reprendió era algo que aún no le perdonaba. No sería la burla de nadie si él pudiera evitarlo.

Por lo que se dirigió hasta su habitación, que curiosamente compartía con Braun pero estaba seguro que no se pasaría por ahí en un tiempo, parecía bastante ocupado. Se dejó caer en la cama, cubriendo sus ojos con su brazo en un intento de deshacerse del enojo permanente que lo perseguía. Necesitaba dejar de pensar en los eldianos, Mikasa y la estúpida idea de darle más poder ¿Estaban jodiendole las pelotas? ¿Cómo mierda alguien como ella podía ser embajadora de los eldianos?

¡Debía ser una maldita broma!

Tal parecía que las cosas no podían empeorar, dando más privilegios e importancia a los demonios de la isla y tener tan cerca a una a quien no podía tocar. Desde el enfrentamiento que había visto entre Pieck y Mikasa tenía ganas de demostrarle a la Ackerman que ese día solo había corrido con suerte, que Pieck seguramente había sido suficientemente amable, porque nadie de la isla podría ganarles. Y más aún que una simple humana le ganara a un portador de algún titán.

Escuchó la puerta abriéndose pero aun así no cambió de posición, tal vez si lo veían de esa forma lo dejarían en paz y se terminarían yendo, dejándolo solo.

―¿Ha sido divertida la salida con Mikasa?

La voz femenina lo hizo apartar su mano, encontrando a la portadora del titán carguero.

―Lo divertido que puede ser ir por una copa. ―Decidió no aclarar demasiado y solo dar una respuesta general que podría interpretarse de diferentes formas.

―Entiendo.

Pieck se dejó caer en la cama de Reiner, sentándose y moviendo sus piernas, aquellas que en ocasiones olvidaba cómo usar en su versión humana. Apartó su cabello despeinado de su rostro. Por su parte, Porco se quedó en su sitio, viendo el techo.

―¿Qué es lo que estás planeando con Mikasa?

Aquella pregunta lo sacó de todo balance, haciéndolo incorporarse hasta quedar sentado en su cama.

―¿Qué es esto? ¿Acaso eres más leal a esa mujer que a....mi?

Pieck lo observó fijamente durante unos segundos, como si estuviera evaluándolo.

―No he dicho eso, solo que tu cambio repentino es....desconcertante.

Podría decirse que el portador con el que tenía una relación más estrecha era Pieck. Zeke era su líder, por lo que no podía verlo como un igual, por la autoridad que tenía. Además que no siempre lo veían. Al otro lado estaba Reiner que a pesar de dormir juntos, solo convivía con él de ser necesario. Con Pieck lograba entenderse tanto en combate como en compartir su tiempo libre sin mucho que decir o hacer, solo estando ambos solos, acompañándose. Además que habían vivido juntos varios enfrentamientos y podían complementarse.

―No estoy planeando nada. ―Mintió dejándose caer de nuevo en la cama, con aire despreocupado para no dejar dudar de lo que acababa de decir.―Simplemente acepté su presencia en Marley, a fin de cuentas es la embajadora ¿no?

Pieck lo observó detenidamente un poco más hasta que asintió. Se levantó de la cama de Reiner, dirigiéndose hacia la puerta. Giró el pomo de la puerta y antes de salir se detuvo.

―No estoy de parte de nadie, solo....ten cuidado.

Y sin más Pieck Finger salió de la habitación dejando a un Galliard pensativo.

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―¡Hey, Porco!

El mencionado se detuvo en su sitio con incomodidad a la par que frunció el ceño y maldijo interiormente al reconocer la voz que le habló en ese momento. Cerró los ojos mientras escuchaba los pasos acercándose hasta su posición, respirando profundamente antes de borrar cualquier gesto de molestia en su rostro.

―Ackerman. ―Era incapaz de llamarla por su nombre de pila.

Aunque de alguna manera ella se había sentido con el derecho de llamarlo con el suyo, lo cual lo hacía sentir tan enfermo de que su nombre saliera de esa boca.

―Vamos por el mismo camino.

Porco se había despertado en la mañana para ir por algunas cosas a las tiendas que había en la ciudad, demorándose más de la cuenta. Estaba por regresar al centro de entrenamiento cuando escuchó aquella voz que tanto odiaba a sus espaldas ¿De todos los días tenía que encontrársela ese día en específico en la ciudad? Tal parecía que el destino o la vida lo odiaba.

―Claro. ―Respondió secamente, con desgano.

Caminaron con tranquilidad y en silencio hacía el área destinada a la fuerza militar. Galliard no tenía demasiadas ganas de hacer algún tema de conversación. Esperaba que con un poco de suerte Theo lo viera llegar con Mikasa y eso calmaría la perspectiva, dejando de lado aquella absurda idea de quitarle su puesto de Elite. Eso sería benéfico para dejar las dudas atrás y relajar todo el asunto con la eldiana.

Visualizó la entrada del recinto mientras mordió un panecillo que tenía y había comprado en la ciudad, había sido una oferta de varios panes por unas monedas, el beneficio de ser un militar de elite. Una vez que lo terminó le ofreció el paquete a Mikasa, mientras cruzaban las rejas del lugar.

―¿Estás seguro? ―Mikasa habló dudando al ver el paquete extendido hacia ella.

―Vamos, toma uno.

La Ackerman lo observó durante un segundo más antes de estirar la mano, coger un panecillo y llevárselo a la boca. Era sumamente suave y con el dulzor adecuado, por lo que lo degustó con efusividad.

―Gracias. ―Mencionó una vez que le dio una tercera mordida.

Porco simplemente lo miró sin decir más mientras sentía en respuesta al agradecimiento. Los orbes verdes y negros se encontraron un momento antes de ingresar a la sala de descanso donde estaba el resto de los titanes.

Solo debía soportar lo suficiente y se libraría de todo este infierno.

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Mikasa observó el techo de su habitación de hotel, era un cuarto sencillo o al menos eso es lo que le había dicho a Armin y Eren en sus cartas. El ser la embajadora de Eldía le había otorgado una mejor habitación para estar a la par de su puesto honorable, aunque desde que llegó Kiyomi se había encargado de encontrarle un cuarto adecuado para sus necesidades de acuerdo a su linaje.

Había sido demasiado al verlo, pero la Azumabito había insistido. La misma mujer se quedaría en el hotel algunos días antes de partir a su tierra, con la promesa de Mikasa que después de terminar con todo lo de los tratados de paz, pudiera ir a visitarla a la que por genes era su tierra.

Había regresado del centro de entrenamiento luego de pasar la tarde ahí, era el único punto de diversión que había encontrado en Marley. Y con diversión se refería a entrenar adecuadamente y mantenerse ocupada, lejos de las pocas responsabilidades en torno a ser embajadora. Pronto tendría que volver a Paradise para llevar los papeles que estaban siendo redactor y atender demás asuntos al respecto, además de pasar un reporte a Historia.

Aquel día en específico se sentía inquieta, no tenía demasiadas ganas de dormir a pesar de que pasaban las ocho de la noche. Debería dedicar al día siguiente a entrenar para drenar toda esa energía y mantenerse en forma. Una idea vino a su cabeza, algo que despertó su curiosidad ¿y si le pedía a Galliard que le ayudara a entrenar al día siguiente? Estaba emocionada del hecho que después de varias semanas ahí, por fin había logrado convivir amablemente con Porco. Fuera de sus actitudes o palabras rudas, le agradaba el poder hablar tranquilamente con él, estar en la misma habitación o poder caminar a su lado, como si realmente se llevaran bien.

La curiosidad de como pelearía Porco se despertó y sonrió emocionada de que el día siguiente llegara de prisa. Podía imaginar que sería un rudo contrincante.

Se incorporó de la cama grande que tenía la habitación, observándose en el espejo del tocador que estaba a unos cuantos pasos. Peinó su corto cabello con los dedos, algo que solo hacía como rutina en recordatorio de su largo cabello.

No quería estar en el hotel, quería dar una vuelta.

Tal vez después de caminar podría calmar su cabeza despierta y dormir adecuadamente. Salió de la habitación con la llave en su bolsillo, hasta alcanzar la calle que estaba enfrente. La noche era fría, por lo que se cubrió adecuadamente con la bufanda roja y caminó un poco, viendo algunos negocios aún abiertos, más específicamente bares y restaurantes.

Todo el lugar parecía tan tranquilo y la gente alrededor del hotel se había acostumbrado a su presencia. Aún había algunas personas que la miraban con cierto miedo, pero el verla alrededor de los titanes y su reciente título había aligerado la situación. Todo parecía ir perfectamente.

Unas luces encima de un local revivieron recuerdos en su cabeza y sin más se adentró al lugar, al bar donde Porco la había llevado días atrás para degustar una copa. Había sido un día extraño pero había disfrutado ese pequeño momento junto a Porco. Y ese recuerdo ameno la llevó a convencerla de entrar y tomar algo, tal vez con un poco de alcohol podría adormecer sus sentidos y serviría para dormir.

Vio la barra al fondo, por lo que se encaminó sin dudar, pensando en que sería adecuado consumir cuando una vislumbró una chaqueta que conocía perfectamente al verlo alejarla tantas veces de sus intentos fallidos por hablar con él. Era Porco Galliard.

Una sonrisa salió de sus labios ante la coincidencia de encontrarlo ahí, por lo que se apresuró más para alcanzarlo, viéndolo reír junto a un par de soldados más que estaban a su alrededor, lo supuso por los uniformes que vestían.

Pensó en regresar para no interrumpir pero desechó la idea, podría acompañarlos un rato. Una risa estalló, Mikasa estaba a un par de metros, cuando aquella voz profunda de Galliard llamó su atención.

―Te lo juro, aquella Ackerman es una patada en el culo, estoy harto de soportarla.

Mikasa se detuvo incapaz de seguir mientras un golpe profundo llenó todo su pecho.


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