III. Eslabón más debil
Sus ojos oscuros siguieron el movimiento de las extremidades de su enemigo visualizando sus pasos futuros. Escuchando su propia respiración tranquila. Dando privilegio a su contrincante.
Pieck se adelantó hasta ella, con la intención de tomarla con sus brazos. Mikasa reaccionó con rapidez agachándose y lanzando una patada en el suelo, haciendo que la portadora del titán carguero perdiera el equilibrio pero logrando reaccionar antes de caer al suelo, al interponer una mano. Giró sobre su propio cuerpo y lanzó una patada para Mikasa que apenas estaba incorporándose.
La Ackerman reaccionó a tiempo realizando una pirueta con sus manos y retrocediendo, para eventualmente regresar sobre sus pasos al ver a Pieck de pie y atacarla con puños limpios. La Finger esquivó los golpes que se dirigieron a su rostro, hasta que Mikasa logró acertar uno en su estomago, sacándole todo el aire.
Mikasa sonrió satisfecha al haber acertado pero un golpe logró alcanzar su rostro ante los rápidos reflejos de Pieck. Intentó darle uno más pero Mikasa esquivó cada uno de sus ataques y propinó un poco más. Ambas lograron tomarse de la parte delantera de su ropa con fuerza, en una batalla de tira y afloja, hasta que Mikasa soltó aquel agarre tomando distancia. Pieck no le permitió alejarse, por lo que se aproximó rápidamente, lanzando una patada alta que su contrincante logró contener y desatando un mar de golpes y patadas por ambas partes. Hasta que la la habitante de Paradise le dio una patada en el rostro a la portadora del titán carguero, haciéndola retroceder.
Pieck volvió a arremeter contra ella lanzando un golpe primero a su rostro, pero desvió a su estómago. En ese momento la Ackerman atrapó el puño de su contrincante, tomando su brazo con precisión y realizando una llave en el cuerpo de la Finger, alzándola y lanzandola con fuerza al suelo.
Pieck soltó un sonido de queja mientras cerraba los ojos y respiraba agitadamente. Sus párpados se abrieron en el justo momento cuando vio a Mikasa Ackerman acercándose hasta donde estaba, con un cuchillo enfundado e inclinándose hacía ella.
―Ha sido excelente. ―Mikasa le estiró una mano.
Pieck sonrió tomando la mano que le ofrecían y poniéndose de pie. Debía reconocer que la Ackerman era bastante buena en el combate cuerpo a cuerpo. Ella jamás había sido tan sobresaliente como Marcel o Porco, era más analítica, un punto de apoyo. Razón por la que se le fue confiado el titán carguero. De haber nacido en Marley, hubiera sido la candidata ideal para obtener un titán.
― Fue una buena experiencia enfrentarse con un Ackerman.―Mencionó una vez de pie.
Mikasa sonrió ante el comentario, su relación con Pieck de alguna manera se había estrechado al grado de quedar para entrenar mientras ella estaba en Marley. Aprovecharon al entrenar en el centro de entrenamiento de los titanes, con Reiner, Zeke y Porco de espectadores. Aunque para ser honesta, Porco había presenciado la pelea a regañadientes, mirando de vez en cuando, con los brazos cruzados. Para finalmente desviar la mirada cuando ambas mujeres se acercaron con el resto de los titanes, que estaban debajo de un árbol.
―Un buen espectáculo ―Reiner se adelantó colocando su mano en el hombro de Mikasa. ―¿No lo crees, Porco? ―Y el portador del titán acorazado se arriesgó.
Mikasa observó al rubio que estaba apoyado en el tronco del árbol, mirando hacía la derecha, a la edificación del centro de entrenamiento. La voz de Reiner lo hizo voltear mirando primero al titán acorazado y luego a Pieck, para finalizar con Mikasa. Ambos ojos se encontraron.
La habitante de Paradise se sintió nerviosa ante la firme y dura mirada de Galliard, esperando pacientemente. Pero finalmente Porco torció la boca y le dedicó una mirada de desprecio.
―No me prestaré a sus estupendos espectáculos.
Y sin más se alejó del sitio donde estaba hasta que solo su espalda pudo verse a la distancia.
―Porco siendo tan...Porco. ―Pieck sonrió en forma de disculpa.
―Tal parece que nada lo hará cambiar, siento ese comportamiento, Mikasa, no pienses que tienes la culpa. ―Zeke se acomodó los lentes en el puente de su nariz. ―Si me disculpan.
El portador de titán bestia desapareció rápidamente, al tener unos asuntos que hablar con la armada de Marley.
La realidad era que Mikasa sabía que a los ojos de Porco si tenía culpa, su sola presencia parecía enfermarle. Dejando en claro en el primer momento desde que estaba ahí el repudio que le tenía. Sus ojos duros y filosos atravesándola, los gestos que hacía y su voz...todo dejaba en claro de que no había nada que pudiera hacer al respecto para llevarse bien con el titán mandíbula.
De no ser necesario hubiera abandonado la idea de llevarse bien con todos los soldados de elite, pero no tenía opción. Se lo habían dejado en claro en Paradise, la reputación y opinión que muchos eldianos y parte de marleanos tenían sobre los titanes era elemental. Los eldianos los veían con orgullo, admiración y respeto, como si estuvieran dispuestos a hacer cualquier cosa que los portadores de los titanes hicieran o dijeran. Un porcentaje de los marleanos los respetaban lo suficiente para verlos casi a su altura, sin despreciarlos y hasta se portaban amables.
Ese tipo de influencia en la población era vital para ganar ese porcentaje de aceptación de los eldianos de la isla, para que el tratado de paz fuera aceptado por gran parte de la población de Marley. Seguirán lo que los titanes aprobarán, y aceptarían a los habitantes de Paradise si veían una buena relación entre ellos. Si los titanes aprobaban el tratado de paz, los habitantes de Marley lo harían.
Recordó a Armin hablándole al respecto: "Una nación es tan fuerte como su eslabón más débil"
Y si hubiera una sola debilidad en aquella alianza todo se vendría abajo. Podría conformarse con llevarse bien con tres de los cuatros titanes, sin embargo, de igual forma Armin se lo había explicado en sus cartas. Si había un solo punto débil en todo eso, la opinión de los eldianos y peor aún, su postura lo cual llevaría a la fragmentación de la nación entre los que creían en la alianza y los que que seguían viéndolos como demonios,
Mikasa se había esforzado lo suficiente para que ese objetivo se logrará... todo parecía ir bastante bien, su relación con Reiner y Pieck era más estrecha, al ser más llevaderos. La relación con Zeke era de cordialidad y respeto, compartiendo los mismos intereses, él había sacado la carta del tratado a los habitantes de Paradise. Sin embargo, si del portador del titán mandíbula hablaba, era algo completamente diferente...Galliard estaba totalmente recio a cruzar palabra con ella, ignorando su presencia y cuando era forzado a mirarla, dejaba en claro con una mirada filosa lo que opinaba de ella.
Tal hecho no había mejorado en el mes que llevaba en Marley, esforzándose para hablar con Galliard y fracasando en cada intento sin porcentaje de éxito.
Mikasa dejó salir un suspiro silencioso mientras veía la espalda amplia de Porco desaparecer, con una idea clara en su cabeza...era una misión imposible, una batalla que no podría ganar, su primera derrota como soldado.
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Reiner sonrió ligeramente mientras miraba por la ventana, con los brazos cruzados, dentro de la sala de reuniones del centro de entrenamiento. Zeke había hablado con el resto para informar sobre el avance del cese al fuego y demás asuntos menores.
Una vez que terminaron Zeke se esfumó, Pieck lo siguió de cerca y Galliard se levantó listo para irse a su habitación, siendo seguido por Reiner al andar por los pasillos. No eran los mejores amigos aunque durmieran en la misma habitación. Galliard lo evitaba en lo mejor de lo posible, solo hablándole directamente cuando era necesario, para desacreditar algún plan que el portador del acorazado tuviera.
Porco miró hacía atrás, con un deje fastidioso, el ver a Reiner ahí le hacía recordar la buena relación inicial que había tenido con la Ackerman y como todos parecían olvidar todo lo que había hecho y que un mes atrás eran enemigos. ¿Olvidarían todo el sufrimiento que habían tenido por los demonios de la isla? ¿Cuál había sido su vida y el verse obligados a alistarse a la armada para ser reconocidos como personas en vez de alimañas? Tal parecía que olvidaran todo eso y la muerte de Marcel...
Suspiró frustrado al sentir la presencia de Reiner atrás suyo, frunciendo el ceño y sus labios conteniendo la ira. Todo su gesto se relajó al ver a Theo Magath llegando enfrente suyo.
―General ―Porco se inclinó en señal de respeto.―¿Qué lo trae por aquí?
Galliard no recordaba ninguna reunión que tuvieran todo el elemento de los portadores y ver al general en esa área era extraño.
―Tú me traes por aquí, Galliard. ―Su gesto duro lo sorprendió, de reprimenda y el más puro enojo. ―¿Qué demonios se supone que estás haciendo?
Tal tono de voz le hizo entender que estaba en problemas pero la verdadera pregunta era ¿por qué? Desde el último enfrentamiento que había sido un éxito contra los enemigos, por lo que no habría razones para su enojo.
―¿Disculpe general?
―¿Qué crees que estás haciendo Galliard? ―Torció el gesto. ―El verme obligado a venir a hablar con uno de los soldados de élite, por su deplorable comportamiento con la persona enviada de Paradise para el tratado de paz ¡es vergonzoso verme implicado!
Galliard abrió los labios asombrado ¿cómo diablos eso había llegado a Magath? Justo en ese momento Reiner pasó a un lado de él y Magath reprimió una sonrisa. Porco cerró los labios y presionó la mandíbula enojado, realmente no era una maldita sorpresa que el desgraciado de Reiner estuviera implicado en eso ¿qué era lo que había dicho? Aunque tal vez solo se estaba burlando de la situación, no era un secreto su repudio por la Ackerman, había dejado en claro su odio con cada soldado cuando el tema del tratado entraba en la plática.
Pero el hecho de que el acorazado estuviera burlándose...se lo cobraría caro.
―Señor...
Porco vio la espalda de Reiner perderse al girar en el pasillo.
―¡Nada de señor! No me obligues a quitarte tu puesto de élite si no terminas con este...berrinche. ―Dio un paso hacía él con apariencia dura. ―Compórtate, es la única vez que te lo diré antes de tomar medidas.
Theo Magath se alejó, sin mirar atrás y dejando a un Porco emanando el odio y enojo por todo su ser ¡¿iban a quitarle su puesto de elite por el que tanto había trabajado por...por esa maldita Ackerman?! Dejó salir un quejido enojado mientras convertía sus manos en puños y golpeaba la pared con fuerza. Su puño sangró pero aún así el enojo seguía ahí, en su interior, incrementando.
¡Todos habían perdido la cabeza por esa maldita!
Y ahora él debía tragarse todo ese odio y enojo... le había entregado toda su adolescencia al ejército de Marley y no perdería todo ese esfuerzo y lo tiraría a la basura.
Tendría que tomar medidas desesperadas.
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Mikasa se dejó caer en el sillón que estaba en el área de descanso del cuartel de los titanes, dejando salir un suspiro en un intento de relajar su cuerpo.
Luego de que los portadores de los titanes la dejaran sola en el exterior, la Ackerman practicó un poco más a solas, con un cuchillo de mano. A pesar de que en ese momento la paz estuviera a punto de instaurarse y no era necesario los enfrentamientos, el tiempo libre en Marley más que para reuniones ocasionales, no le gustaba quedarse de manos cruzadas, necesitaba utilizar su tiempo en algo.
Se había unido a la armada en Paradise, junto con Armin, por seguir a Eren. Sin embargo, con el tiempo fue evidente su facilidad en los enfrentamientos y peleas aéreas contra los titanes. Reforzar eso mantenía su mente ocupada, la relajaba de maneras que no entendía, dejando fluir todo su cuerpo y la adrenalina corriendo por sus venas.
Se limpió el sudor con un pañuelo y dejó caer la cabeza en el respaldo del sillón, descansaría un momento antes de irse al hotel donde se estaba hospedando. Se preguntó qué estarían haciendo en Paradise y cuánto tiempo más estaría ahí, ya no era tan incómodo como antes porque podía hablar con fluidez a la mayoría de los titanes, pero eso no haría que dejara de extrañar su hogar.
La puerta de la zona de descanso se abrió regresandola a la realidad, incorporó la cabeza y observó quien había entrado, tal vez podría ir con Reiner a...
La sorpresa fue grande al ver al Porco Galliard en la entrada.
Mikasa se quedó observándolo, suponiendo que en cualquier momento daría media vuelta al sentir su presencia y saldría de ahí como en cada ocasión. Abrió los labios sorprendida cuando lo vio acercarse y se sentó en el sillón que estaba a un lado ¿Acaso él...?
Porco le lanzó algo, Mikasa lo tomó por inercia, totalmente absorta de lo que estaba sucediendo. Sus ojos oscuros observaron el objeto en su mano, era una botella de agua.
―¿Esto...? ―Mikasa habló sin ser capaz de terminar.
―¿Has estado entrenando no? No olvides hidratarte.―Porco la observó al hablar y finalmente desvió su atención, hacia la ventana del lugar.
Mikasa sintió el aire atorarse en su garganta ¿Porco, el portador del titán mandíbula que la había rechazado desde el primer momento le estaba dando esto? Contempló la botella en sus manos y luego observó al hombre que estaba en el sillón de junto, con la cabeza recostada en el respaldo. Observó la chaqueta verde que solía usar que estaba abierta y dejaba ver la camisa blanca que tenía debajo, los pantalones color café claros que usaba y las botas oscuras, aquella apariencia dura y varonil.
Galliard levantó su rostro y sus miradas se encontraron un segundo.
La Ackerman se avergonzó al ser atrapada mirándolo y bajó la mirada hacía sus manos, donde abrió la botella que tenía en sus manos y bebió el líquido que contenía. El cansancio que había sentido momentos antes se había esfumado, realmente se sentía...extraña.
Era totalmente extraño estar en la misma habitación que Porco sin que él hubiera huido en el primer momento o le dedicara el desprecio más puro con una sola mirada. Por eso mismo no sabía qué decir o hacer. Jugueteó con sus dedos ¿qué debería decir?
―Mañana hay una junta de consejo ¿irás? ―Mikasa dijo lo primero que se le ocurrió.
―Por supuesto, Zeke ha solicitado la presencia de todos, lo has escuchado.
Mikasa se sintió tonta en ese momento, claro, Zeke lo había mencionado antes del enfrentamiento con Pieck. Cuando todos estaban reunidos, por lo que era absurdo que sacara ese tema a colación. Apartó la mirada, la situación era incómoda y sentía la necesidad de salir de ahí.
Por lo que se levantó de su lugar, era momento de recluirse en el hotel. Caminó a la puerta y se detuvo con cierta duda unos segundos.
―Nos vemos...―Soltó algo insegura, sin saber si estaba alucinando.
―Espera.
Porco se levantó de su asiento, caminando detrás de ella, haciendo que la Ackerman se detuviera al atravesar la puerta.
―¿Sucede algo? ―Mencionó confusa.
―Iré contigo. ―Porco se detuvo cuando estuvo a su lado. ―Tengo unas cosas que hacer en la misma dirección.
Mikasa se atragantó con el agua que había ingerido, sintiendo su pecho agitarse y sin ser capaz de decir nada asintió mientras retomaba su camino junto con Porco, hasta que salieron de la edificación. Avanzaron sin decir demasiado, ambos mirando sus caminos. La Ackerman observaba sus pies avanzando con fascinación.
Era un cambio de eventos que no se veía venir, por lo que no sabía cómo comportarse o que era pertinente decir. Porco por alguna razón estaba siendo agradable ¿y si ella decía algo que lo hacía molestar? Sabía lo explosivo que podría ser, por lo que no quería arruinar el gran avance que de alguna manera había tenido con su relación con el titán mandíbula.
Pero ¿qué era lo que había cambiado?
Ella no había hecho nada diferente, de hecho ese día no se había esforzado en hablarle y en la mañana él parecía recio a hablarle, aunque tal vez...una idea vino a su cabeza. Reiner Braun.
Él le había dicho días atrás que la ayudaría con Galliard, ella al inicio pensó que estaba jugando pero esto ¿acaso realmente lo había hecho? Se pre5guntó qué había hecho o cómo había convencido al hombre más terco que conocía a tratarla con decencia, pero si esto seguía de esta forma, si la nula relación que se vio venir con Galliard realmente existía, su objetivo sería cumplido.
Mikasa vio el hotel a la distancia y miró al rubio a su lado. Galliard se detuvo, contemplando el hotel como si fuera lo más interesante del área o como si jamás lo hubiera visto. Hasta que finalmente la observó detenidamente.
―Nos vemos. ―Mikasa lo vio regresar por donde había venido, extrañándose.
―¿No tenías nada que hacer por aquí?
La voz femenina lo hizo detenerse y girar para observar. Estaba haciendo las cosas más difíciles para él, realmente estaba reprimiendo todos los sentimientos negativos que nunca en su vida había hecho. Se había forzado a sí mismo a ir a la sala de descanso donde sabía que ella estaba y si aquello no fuera prueba suficiente de su autocontrol la había acompañado hasta su hotel.
Esperaba que todo esto sirviera para mantener a Magath conforme y lograr que lo dejaran tranquilo. Había arriesgado su vida innumerables veces por el bien de Marley, ganándose su sitio en la élite, no permitiría que por culpa de alguien como ella lo perdiera...haría lo que fuera necesario, hasta contenerse con ella, fin de cuentas era un buen mentiroso.
―Olvidé que ya lo había resuelto. ―Sonrió tan ligeramente que Mikasa pensó que lo estaba alucinando.
Tal respuesta la confundió y más aún cuando vio la sonrisa imperceptible de Galliard ¿eso que se suponía que significaba? Si ya lo había resuelto ¿porque había ido hasta ahí, a su lado? ¿Lo había recordado en ese momento quizá? No tenía sentido, no veía a Porco como alguien que fuera distraído u olvidara algo importante. Y si ese era el caso, solo había una opción viable. Sonrió cuando la idea se hizo más fuerte, respondiendo el gesto gentil que el masculino le ofrecía.
¿Acaso Porco Galliard solo fue ahí...por ella?
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