I.Inacesible

Sus ojos oscuros observaban el mar abriéndose ante el paso de aquel vehículo de metal que partía las olas y avanzaba de forma lenta, aunque sabía que era mucho más rápido de lo que aparentaba. El cielo estaba nublado, con un par de aves surcando el cielo, eran gaviotas, como en alguna ocasión Armin había mencionado con fascinación mientras señalaba a los animales en el cielo.

Su mirada se perdía entre cada ola dividida, aunque su mente estaba mucho más lejos. Si le hubieran dicho un par de años atrás, que lo que conocía como hogar y que representaba toda la humanidad del mundo, era una simple isla, jamás lo hubiera creído. En su perspectiva siempre habían estado en un mundo regido por titanes, criaturas grotescas que encuentras saliendo de las murallas de la única civilización que quedaba de la humanidad. Ella y el resto de los habitantes de Paradise se aferraban a ese hecho.

No tenían porqué dudarlo, considerando que el equipo de reconocimiento, aquellos encargados de salir de las murallas y ver que había más allá, sufrieron grandes bajas cuando se arriesgaban a ir más allá. Atestiguando que había una gran cantidad de titanes por todos lados y no habían encontrado ningún otro asentamiento humano. Era impensable que existiera con aquellas criaturas comiéndose a los humanos como bocadillos, ellos eran su fuente de alimento. Y ese miedo los había mantenido dentro de la muralla, sin oponerse a la decisión. Además que los esfuerzos del equipo de reconocimiento no dejaban nada de qué aferrarse. Cada expedición más que brindar información, resultaba en cuerpos desmembrados y caídas sin retorno.

Y tal realidad se fragmentó hasta destruirse en mil pedazos cuando los primeros titanes pensantes se presentaron. Ese había sido el detonante para que la realidad del mundo les pegara de frente a los habitantes de Paradise. Un mundo extenso y muy diferente a como imaginaban. Donde existían más humanos y que realmente el único lugar donde había titanes era en la isla Paradise, titanes que eran resultados de los eldianos, descendientes de Ymir, el primer titán y gente que el resto del mundo temía y odiaba. Eran rechazados, lo cual había llevado a una hostilidad mundial entre Marley y el resto del mundo. Paradise había sido involucrada al ser en totalidad población eldiana. Eran temidos por todo el mundo y por eso los habían dejado en paz, hasta por la misma Marley, donde tenían un porcentaje importante de eldianos, a pesar del racismo que sufrían, generando odio y enfrentamientos entre ambos.

Debido a esa situación Mikasa estaba ahí, en aquel barco enorme dirigiéndose a Marley.

Un tiempo atrás, luego del ataque colosal del titán bestia y al enterarse del mundo que había fuera de la isla, una mujer se había presentado en la isla. Paradise estaba preparándose para cruzar el océano y dirigir un contraataque contra Marley, en venganza de tanta hostilidad y destrucción dentro de las murallas. Sin embargo, había sido una gran novedad ver aquel barco grande llegar a las orillas de Paradise en son de paz, con un mensaje de la familia gobernante de Marley que resultó fascinante.

Marley quería proclamar un cese de hostilidad y formar una alianza entre ambas naciones.

Eso fue inaudito después del ataque que habían recibido. No obstante, su desconocimiento del mundo exterior y su nulo avance en armamento, llevó a la Reina Historia a considerar aquel acuerdo. A fin de cuentas parte de la población de Marley estaban directamente relacionados. Sin esperar más decidieron cesar el fuego y cualquier plan que pudiera tener para un contraataque.

La portavoz de Willy Tybur, comunicó los detalles de dicha alianza, aunque con el tiempo dejó en claro que tenía intenciones ocultas detrás de ser portavoz. Encontrar a los descendientes de la familia Azumabito que estaban en la isla. La marca en el brazo de Mikasa dejó en claro que ella era a quien estaba buscando. Sin saberlo provenía de un linaje de la realeza del rey Fritz, lo cual la llevó a ser elegida como la representante de Paradise, elegida por Historia bajo la insistencia de Kiyomi Azumabito, para llevar a cabo todo el proceso burocrático.

En ese momento estaba en dirección a Marley con los documentos firmados para un cese al fuego, el primer paso en la alianza que los llevaría a un tratado de paz absoluto. Estaba un poco nerviosa al respecto, no era la mejor hablando y menos aún el encargarse de forma diplomática para lograr una alianza. Se lo había dejado en claro a Historia, pero la soberana de Paradise seguía insistiendo.

No sabía que encontraría al otro lado de aquel mar interminable y cómo debería actuar. Intentó mantenerse tranquila, no estaba sola. Kiyomi había aceptado acompañarla al inicio pero Mikasa sabía que en algún punto estaría sola y era su deber el hacerlo correctamente. En el viaje Kiyomi la puso al tanto de situaciones que podrían tomarla por sorpresa. Por lo que una vez que llegó a la orilla sabía que era lo que se encontraría. Hostilidad por parte de los marleanos, a pesar de que su líder, Willy Tyber, había dejado en claro que no deberían odiar al rey Fritz ni a sus descendientes, sino agradecerles ya que gracias él se habían liberado.

Ese era un avance o quería verlo de esa forma, por lo que respiró profundamente una vez que el barco alcanzó la orilla, con los soldados recibiéndola y algunas miradas cargadas de miedo o desprecio. No era de sorprender que aún seguían viéndola como un demonio procedente de la isla maldita. Su deber era borrar poco a poco esas ideas, que vieran que era una persona normal, como todos ellos.

Se trasladaron hasta alcanzar el cuartel general. Mikasa se mantenía serena mientras miraba las instalaciones interiores de aquel cuartel. Siendo guiada por los guardias que iban enfrente de ella y de Kiyomi, la mujer no era demasiado conversadora, a pesar de que en su primer encuentro se veía realmente entusiasmada de ver a un miembro de los Azumabito. Lo cual de alguna manera agradeció, al no verse obligada a seguir una línea de conversación.

Unas amplias puertas se abrieron paso enfrente de ellas, eran de roble. Los soldados que las habían guiado hasta ahí se retiraron una vez que las puertas se abrieron. Mikasa parpadeó al observar el interior. Había esperado una apariencia más oscura al conocer que Marley estaba en constante guerra con el resto del mundo al ser una potencia que varios países estaban buscando derrocar. Sin embargo parecía una habitación sencilla, bien iluminada, con una gran mesa en el centro. Y en las sillas estaban ocho personas más, que posaron sus ojos encima suya.

Mikasa sintió un cierto escalofrío en la columna al sentir dichas miradas, unas llenas de desprecio, otras de curiosidad, unas de desconfianza y otras más que parecían analizar cualquier movimiento que hiciera. A pesar de eso, la representante de Paradise se mantuvo erguida, con el rostro inexpresivo, sin demostrar la menor vacilación. No iba a mostrar debilidad.

―Veo que ya han llegado, bienvenidas sean.― Mikasa escuchó una voz detrás suyo y giró sobre sus pies, observando al hombre rubio detrás suyo, con una sonrisa en los labios. ―Pasen y tomen asiento.

Kiyomi y la representante de Paradise tomaron la invitación, tomando asiento al otro lado de la mesa, y una vez que Willy alcanzó la silla que encabezaba la mesa, las conversaciones iniciaron. No hubo mucho que decir más, ella estaba ahí porque la decisión había sido tomada. Un cese al fuego para una alianza entre ambas naciones. Por lo que luego de una introducción por parte del Tybur sobre la descendencia de ambos y los beneficios de dicha alianza, Mikasa dejó el papel sobre la mesa donde estaba firmada por Historia y enfrente de todos los altos mandos de Marley, Willy Tybur, firmó junto a la firma de la reina de Paradise, convirtiendo esa promesa como un hecho.

La guerra entre ambas naciones estaba detenida y el siguiente paso sería el desarrollo del tratado de paz.

―Le pido a los caballeros y a la señora que me acompañen fuera un momento, para hablar sobre los puntos para el tratado de paz. ―Tybur se levantó de su lugar, dedicándole una sonrisa cordial a las cuatro personas, dejando de lado a Mikasa, que estaban sentadas. ―Espero que se lleven bien, ahora somos aliados.

Y sin más los ancianos que entendía eran altos mandos del ejército y Kiyomi, salieron de la habitación. El silencio dominó la estancia y Mikasa observó a cada uno de los presentes. Conocía a algunos, por supuesto. No olvidaría el rostro del hombre que durante tiempo llamó compañero en las filas del ejército de Marley, Reiner. Estaba sentado del lado derecho, con ojeras debajo de los ojos y una apariencia más demacrada de lo que recordaba. A su lado estaba el responsable del último ataque a Paradise, Zeke. El titán bestia, el que era el líder de los titanes en Paradise. Su mirada era más analítica y curiosa.

Sus pláticas con Kiyomi la llevaron a reconocer a las otras dos personas en la sala. Una mujer de baja estatura con cabello negro despeinado, con los parpados entrecerrados, como si acababa de despertarse. Ella era el titán carguero, o el portador elegido para tenerlo. Recordaba ese titán del ataque a Paradise, su apariencia que era digna de su nombre. Era extraño que una mujer estuviera detrás de ese titán. La otra usuaria de titanes era Annie y su titán en sí era bastante femenino. Era...distinto pero no le importaba. A su lado había un hombre con el cabello perfectamente peinado hacia atrás y con la mirada mezquina.

Sabía que había un quinto titán, solo que no se había presentado a la reunión. El titán martillo, que según Kiyomi, pertenecía a la familia de Willy Tyber. Aquel titán se había mantenido fuera de cualquier conflicto y de la misma guerra. Podía ver que en sí la familia Tyber estaba al margen, por su posición social distinguida. Mantenían al titán martillo por simple precaución aunque su fin no era usarlo para medios egoístas o de dominación. Nadie sabía si Willy era el portador o había alguien más detrás del poder de uno de los 9 titanes.

Armin poseía el titán colosal que antes había sido de Bertolt. Annie, el titán hembra, aún seguía en Paradise y Eren tenía dos titanes. Con eso eran los nueve titanes pensantes descendientes directos de Ymir. Le hubiera gustado que sus amigos se encontrarán a su lado en esa travesía, pero tenía asuntos más importantes que recibir. Además que traer a los titanes del bando enemigo en un cese al fuego podría traer incertidumbre. Ahora su prioridad era entablar una relación amena entre el resto de los titanes que estaban en Marley.

¿Podría llevarse bien con los soldados que estaban dispuestos, y lo habían hecho, a destruir su hogar? Reiner junto con Bertolt habían sido los responsables de la muerte de Carla Jaeger, la madre de Eren y su madre adoptiva. Un golpe duro que ambos presenciaron a su corta edad, él como era devorada enfrente suyo. Sin embargo, Mikasa dejó correr todos esos pensamientos negativos.

Cuando había aceptado el ser la representante de Paradise ella sabía perfectamente a lo que se estaba metiendo. Tenía que dejar cualquier resentimiento atrás por el bien del resto de la gente en Paradise, sus sentimientos no se interpondrán en ese trabajo. Aún más, su deber era llevarse bien con los guerreros de Marley y toda la gente posible. Aunque no era buena socialmente, estaba dispuesta a intentarlo.

―Ha sido un giro de acontecimientos interesante.―Era lo primero que se le ocurrió decir.

―Coincido, no es demasiado grato el ver un Ackerman.

Mikasa reprimió una sonrisa satisfecha al escuchar a Zeke y recordar que Levi casi lo mataba.

―Cada quien ha hecho lo que era mejor para su nación. ―Era una verdad irrefutable.

Sus palabras hicieron sonreír a Zeke quien asintió para darle la razón, sabía que él era el líder de los titanes de Marley y que había tenido mucho que ver con la alianza que estaba desarrollándose.

―Es bueno volver a verte Mikasa. ―Reiner mencionó, atrayendo los ojos oscuros hacía él. ―Dejemos el pasado atrás e intentemos llevarnos bien.

La mirada de Reiner era la más amable entre todos los titanes. Tal vez por el hecho de que habían convivido como compañeros durante varios años y él mejor que nadie podría entenderla, había vivido dentro de las murallas. Era realmente irónico que la persona cercana a esa sala con ella era el titán que había destruido su vida.

―Si te comportas, lo haré.

Reiner asintió, aún un poco inseguro sobre cómo debería tomar las palabras de Ackerman con aquella expresión tan fría. Siempre era de esa forma, cuidando las apariencias sin dejar entrever lo que estaba pensando. Había sido uno de los soldados de Paradise más despiadados.

―Terminemos este momento incómodo ―Zeke se levantó de su asiento, ajustando sus lentes. ―Será agradable tenerte por aquí, Mikasa, espero que nos veamos pronto. ―Rodeo la mesa hasta quedar enfrente de la recién llegada.― Si necesitas algo puedes acudir con nosotros.

Mikasa se levantó de su asiento imitando, manteniéndose erguida en su sitio.

Zeke estiró la mano con la palma abierta, en un gesto cordial. Serían compañeros a partir de ese momento o algo así al menos. Mikasa estaría un largo rato en Marley mientras terminaba de afinar los detalles del tratado de paz. Por lo que estrechó la mano del titán bestia y lo vio salir. De cerca lo seguía la que era el titán carguero, Pieck, quien estrechó su mano sin decir mucho y salió de la sala. En seguida Reiner estaba ante ella, estrechando su mano y dedicándole una sonrisa cálida.

Hasta que finalmente, el hombre con el cabello peinado hacia atrás estuvo enfrente suyo. Mikasa tenía la mano levantada al estrechar la mano de los otros titanes, por lo que esperó que él estrechara su mano. En su lugar, el rubio miró su mano alzada con gran desdén y una mueca de repugnancia en su rostro.

―Mantente alejada de mí. ―Habló fulminándola con la mirada y una voz cargada de desprecio puro.

La miró desde arriba, o lo más que podía considerando que no tenían una diferencia de estatura marcada. Y finalmente salió de la sala, dejando por sí sola a Mikasa, quien no podía dejar de pensar en la actitud mezquina del titán mandíbula.

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Caminó por los pasillos del centro general de la armada de Marley, lugar al cual ya se había acostumbrado por su tiempo en la nación.

Posterior al primer encuentro de los titanes de Marley con Mikasa, siguieron encontrándose en el cuartel general por diversos aspectos a resolver. Más que nada por pláticas, demasiadas pláticas para afinar acuerdos con Paradise y definir los acuerdos que serían redactados.

En cada ocasión Mikasa, fuera de su actitud normal, intentó cruzar un par de palabras con los elementos clave en la guerra de Marley contra el mundo. Podía hablar de forma amena con Zeke, al ser el mayor y siempre estar abierto ante cualquier situación, listo para ayudarte a resolverlo. Pero no podía mentir al decir que la persona con la cual se sentía más cercana era Reiner. De alguna manera, a pesar de ser un maldito infiltrado mentiroso, podía hablar de Paradise con tranquilidad con él, de diferentes cosas al respecto. Tampoco es como que hablaban demasiado, pero se sentía cómoda a su lado.

Reiner no era un mal sujeto, sólo había obedecido órdenes debido a la guerra que había afuera. Había hecho lo que hizo por su nación. La misma Mikasa había matado a titanes y estaba dispuesta a ir a Marley para asesinar a todos por lo que Paradise había sufrido. No podía culparlo por cuidar lo que más le importaba. Como había dicho, cada quien tenía sus razones y ella misma hubiera hecho lo mismo.

Pieck era demasiado...curiosa. Solían hablar de vez en cuando, pequeñas frases o cosas sin importancia cuando estaban una junto a la otra, aunque en varias ocasiones la encontraba durmiendo o en más de una vez la vio moverse por el piso arrastrándose, con las manos al igual que las piernas.

La primera vez que la había visto, había brincado de la impresión al casi caer al suelo al tropezar con el cuerpo femenino ahí, recostado. Sus rápidos reflejos le permitieron evitar caer encima suyo. La mujer apoyaba su mejilla en el piso, como si hubiera estado durmiendo.

―¿Pero qué? ―Era lo único que Mikasa había logrado decir, moviéndose para evitar pisar su mano.

―Lo siento, he estado transformada tanto tiempo, que olvido como usar las piernas correctamente.

Pieck se había levantado con lentitud para después dedicarle una ligera sonrisa con los ojos entrecerrados y la vio alejarse para tomar una siesta en uno de las salas de descanso que había en el cuartel general. Mikasa no quiso saber más. Era tan excéntrica pero era amable cuando hablaban y compartían un par de frases.

No obstante, sus relaciones con el resto de los titanes estaba avanzando, lento y superficialmente, pero podía ver un avance positivo. O eso era lo que pensaba, buscaba aferrarse a esa idea lo mejor que pudiera.

Hasta que sus ojos oscuros se encontraron con los ojos claros quien desvió la mirada con rapidez y torcía la boca en un gesto malhumorado. A pesar de pasar más de un par de semanas en Marley y entablar una especie de relación amena con el resto de los titanes, había uno con el que no había cruzado palabras más que su primer encuentro. Sus miradas resentidas y de odio dejaban en claro que debía mantenerse alejada, como le había pedido. Su desprecio era evidente y Mikasa entendió luego de intentarlo un par de veces, siendo rechazada tajantemente.

Porco Galliard, el titán mandíbula, era una persona totalmente inaccesible.


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