I. Privacidad {AbbaBru} +18

Leone Abbacchio no era el tipo de persona que evitara dar la cara, pero había algo en el uso de las videollamadas que le parecía horriblemente intrusivo. Había llegado a la conclusión de que trabajar desde casa era como meter la oficina en un espacio demasiado íntimo de su vida y, aunque no mostrara demasiado más allá de lo que la cámara cubría de su estudio, de todas maneras sentía como si toda la gente de la empresa estuviera metida allí, fisgoneando en su habitación, raspando el dedo por sobre los muebles buscando la más mínima partícula de polvo, juzgando a sus hijos, mirando a su esposa.

Así que, sin mucho ánimo, se encontraba frente al computador, unos minutos antes de que comenzara la reunión. Se suponía que los niños estaban en el patio jugando en una casita club que Leone les armó, y Bruna estaba acostada leyendo, así que no tendría interrupciones.

Al cabo de un rato de estar en reunión, ya se estaba aburriendo. En el trabajo presencial no había cómo aburrirse, porque siempre había algo que hacer en la oficina, pero desde casa... todo era muchísimo más interesante que la pantalla del computador. El mouse-pad con textura distraía su tacto. Los niños cantando afuera eran una invitación a ir a jugar. Y Dios, Bruna en la cama...

Apagó la cámara, apoyó los codos sobre el escritorio y se frotó los ojos para despejarse. Debía concentrarse en el trabajo, pero estaba costándole demasiado. Podría seguir escuchando el asunto a medias y dormir unos cinco minutos, hacerlos creer que estaba conectado y escapar un ratito junto a su esposa y volver. Sólo un par de besos, nada más, un poco de cariño, y una promesa de aprovechar que los niños estaban afuera para hacer algo más, una vez terminada la videollamada... sería algo así como un shot de energía para trabajar con más entusiasmo y sentirse premiado al terminar el contacto con sus colegas.

Leone se sorprendió al sentir movimiento a su derecha, y vio a Bruna entrando al estudio. Estaba bien peinada, su cabello negro y liso perfectamente cuidado. El flequillo cubría sus cejas apenas levemente y si había un rasgo verdaderamente expresivo en su rostro, este eran sus cejas. Con sólo ver la forma en que estas se arqueaban, Leone sabía que Bruna estaba con ganas de pasar un buen rato. Como si fuera poco, llevaba una bata blanca de satín que le sentaba perfecto a su piel bronceada. La cinta que rodeaba su cintura le daba una linda forma curvilínea, el relieve liso de sus caderas hacía que la tela luciera brillante y suave sobre su cuerpo, y la acusaba de no llevar ropa interior. El escote travieso y la caída natural de sus pechos eran otro testimonio de la falta de prendas bajo la bata.

La sonrisa coqueta en sus labios hablaba por sí sola. No llevaba un arreglo exagerado, apenas las pestañas crespas, máscara y un bálsamo labial con un suave tinte coralino. Leone era un experto si se trataba de maquillaje y teoría de color, y la verdad era que se sentía orgulloso cuando escogía tonos para Bruna y ella los usaba. Ese matiz cálido y jugoso en los labios había sido una elección para un verano caliente y Leone estaba pensando en que no hubo mejor día para usarlo que ese.

Los niños estaban jugando a la casita afuera y hasta habían pedido permiso para acampar y dormir en el patio. Bruna se preocupó cuando escuchó esa solicitud, entre tantas aprehensiones de madre: que los mosquitos, que les va a doler la espalda si duermen en el piso, y qué tal si quieren ir al baño, y si les da miedo la noche, y un largo etcétera. Sin embargo, Leone la convenció de que los dejara tener aventuras y que aprendieran a acampar, quizás más adelante podían salir en familia al campo a conectarse con la naturaleza.

La verdad de las cosas era que, tanto Bruna como Leone a esas alturas del año estaban desesperados por echar a los niños un rato. Cuando iban al colegio, y Leone volvía temprano de la oficina, podían tener tiempo para los dos, pero ya era una situación insostenible haber estado acostumbrados a tener una vida sexual regular y de repente tener que reprimirse un montón porque los niños estaban todo el día y todos los días en casa. Mandarlos donde Prosciutto y Risotto era abusivo, ellos ya cargaban con una manada de críos bastante grande y estaban sufriendo los mismos efectos de la cuarentena.

Cualquier puerta que se cerraba para la pareja, era una ventana que se podía abrir con otras opciones. Una reunión aburrida e innecesaria, los niños afuera distraídos, la cama esperándolos, era el escenario perfecto. Pero Leone no se precipitaría, no. Lo haría lento, negaría sus propios deseos, castigaría a Bruna con besos fantasmas que no llegaban a su boca, no se quitaría la ropa por completo, un par de dedos adentro hasta llevarla al borde del clímax y luego eliminar todo roce, hacerla rabiar de caliente. También se desprendería de algunos apetitos, por ejemplo, no le pediría una mamada, a menos que ella quisiera. Se mojaría únicamente frotándose entre sus más íntimos labios, tortuoso, entando sólo con la punta, pero retrocediendo al último segundo.

¿Tendrían tiempo para demorar sus ganas así? No lo sabía, ni lo creía. Pero siempre era exquisito fantasear con que tenían todas las horas del mundo para desesperarse y desearse aún más fervientemente.

Bruna se acercó y pasó un brazo por sobre los hombros de Abbacchio. Lo acarició con ternura, con una mano paseando suavemente por su rostro, hasta detener ambas manos sobre los hombros de Leone y hacerle un masaje breve.

-¿Te falta mucho?

-No tanto... bueno, hace unos minutos que no he prestado atención para nada...

-Concéntrate Leone- lo regañó jugueteando. Su tono, autoritario pero coqueto, era una señal para Leone de que realmente no hablaba en serio.

-No se puede así. Ven acá

Invitó a Bruna a su costado, y tras observarla de pies a cabeza, la hizo sentarse en su pierna, sólo con una de sus nalgas encima, la otra pierna estaba estirada. En esa posición ella se veía más grande, magnífica, y divina cuando lo miraba hacia abajo.

-¿Tienes la cámara apagada?¿El mic?

-Claro, hace un rato ya

-El empleado del año...

-Todos flojean en esta mierda de llamada

-Hmm... es cierto

Leone se acercó a su cuello y comenzó a besar la delicada piel con hambre. Viajó hasta su oreja, dando mordiscos y lamidas, y finalmente amerizó en sus labios. Mientras la besaba, bajaba con sus manos por su cintura, acariciando sus muslos y caderas, y, con una mano, abandonó toda prudencia y la metió bajo la bata hasta alcanzar uno de sus pechos. No era ninguna sorpresa encontrarla sin brassier, sus pezones visibles aún con la bata puesta, acusaron su look relajado y libre, no bien Leone la vio entrar por la puerta.

Como por un temor a estar siendo observado, Leone miró al computador, y sin cambiar ninguno de sus planes, descubrió el seno que tenía en su mano y lo apreció, con deseo y también un infinito amor a cada centímetro de la piel de Bruna. Adoraba como su carne se hacía más acaramelada en la areola, y sus pezones oscuros y firmes se erguían bajo sus dedos, como acostumbrados a sus demostraciones de adoración.

Miró a Bruna a los ojos, como pidiendo permiso, y cuando ella le devolvió la misma mirada lasciva, Leone se quitó el pelo largo que amenazaba con entrometerse en su cometido y se lo escondió tras la oreja. Comenzó por besar tiernamente toda la mama, hasta finalmente atrapar el duro pezón entre sus labios y acariciarlo con la lengua, superficialmente. Bruna se sentía estremecerse sobre su muslo, juntando las piernas, apretando los puños, suspirando, y respirando cada vez más agitada.

La persecución tenía a Leone nervioso, y volvió a mirar el computador. Todo se veía bastante normal, la pantalla de su conversación estaba en negro. Sus colegas parecían estar atentos a la reunión, o eso pensaba, no podía escucharlos (ni quería). Se atrevió a chupar el pezón sin más preocupaciones. Puso las mejillas vacías mientras jugueteaba con el botoncito sobre su lengua, y cuando lo dejó libre una vez más, lo hizo con un sonido mojado y caliente.

-Habitación, ahora

-Sí, Leone- ella respondió débil, y se levantó, volviendo a cubrir su seno. Leone cerró la laptop sin despedirse de nadie y siguió a Bruna hasta el cuarto, aferrado a su culo, sin dejar de amasarlo, mientras ella cantaba victoria tras conseguir distraer a su esposo más de lo que esperaba.

Días después, Leone tuvo que ir a la oficina por unos documentos. El conserje lo saludó amablemente, pues no lo veía hacía meses, y una vez en el piso correspondiente, encontró a varios de sus compañeros recuperando papeles que necesitaban.

Unas risas disimuladas se hicieron presentes apenas entró. Sus colegas se acercaron a saludarlo, obligatoriamente distantes en lo físico, pero cálidos en sus palabras. Leone sólo podía verles los ojos sobre el cubre-bocas, y el gesto de bienvenida y nostalgia se leía en la mirada de sus compañeros.

Algunos volvieron a lo suyo, pero uno se quedó allí con él con más ánimo de conversar.

-Leone, hey... ¿estuviste en la reunión del lunes? ¿Por teams?

-Claro, bueno, no al cien por ciento. Odio las putas reuniones por teams, lo sabes, y sé que tú también, Squalo

-Amigo, he escuchado unas cosas sobre ese día, es que no puedo creer que sea cierto, yo sé que Diavolo te cae mal pero, te pasaste, no era para humillarlo así mientras hablaba

Leone sintió su interior ser estrujado y estirado. Creyó que vomitaría sobre el alfombrado gris aburrido de la sala, quizás así le daría un toque más personal antes de arrojarse por la ventana.

-¿Qué es?- preguntó, inseguro de si es que realmente quería saber de qué iba esa conversación

-Le chupaste una teta a tu esposa en la reunión... eres el rostro de los memes en el grupo de whatsapp, hombre

Leone palideció, aún más descolorido de lo que normalmente era su complexión. Estaba seguro de haber apagado la cámara, ¿qué mierda había pasado? ¿Lo habían visto todos, así tal cual fue? ¿Expuso a Bruna de esa manera? Quería morir. Leone no era el tipo de persona que llorara por desesperación, pero estaba cerca de arrojarse al suelo y patalear como uno de sus hijos.

Suponía que era absurdo negarlo, si todos ya hasta habían sacado capturas.

-Pues se me antojó su teta- respondió altanero

-Leone... por último apaga la cámara

-¿Quieres explicaciones? Obviamente creí que estaba apagada, la puta madre

-Dios, ¿qué vas a hacer?

-Me mataría si no tuviera familia ¡La puta concha de-!

-Bueno, hablando de conchas, lo bueno es que sólo fue una teta-

-¿Quieres callarte? Ayúdame a redactar una carta de renuncia

-¡No puedes irte!

-¿Y tener que verles la cara a todos estos hijos de puta que están festinando con esta mierda? ¿Tener que verle la cara a Diavolo y seguir sus órdenes otra vez? Ni en mis pesadillas. Me voy, no me faltará trabajo en otro lado

-Las cosas no están como para renunciar, estos tiempos...

Cuando Squalo se disponía a aconsejar a su amigo, Diavolo apareció en la puerta. Los miró a ambos, y al encontrar a Abbacchio, su gesto se endureció.

-Abbacchio, acompáñame por acá

-Va a despedirme- Leone susurró, antes de despedirse de su amigo con una mirada algo trágica, pero disimulada. No lo pensó más, y caminó tras Diavolo, como cordero al matadero.

Efectivamente, Diavolo lo despidió por faltar a la moral y por además actuar en forma despreciativa para con el plantel de la empresa. Leone le dio más la razón cuando salió de la oficina de su ex jefe no sin antes dedicarle un rosario completo de puteadas.

Llegó a casa, cabizbajo, sin los documentos que buscaba, pero con un sobre en la mano. Se acercó a la cama matrimonial, y allí estaba Bruna, jugando a las muñecas con Narancia, el hijo del medio (y secretamente el más mimado). Él estaba cobijado al lado de su madre, y Leone simplemente gateó sobre la cama hasta el otro costado de Bruna y se refugió en su abrazo. Narancia lo invitó a unirse al juego, y Leone se quedó allí, dispuesto a jugar, no sin dejar de inhalar profundamente el perfume dulce que Bruna siempre ponía entre sus pechos.

No culparía ni al perfume, ni a Bruna, ni a sus tetas, ni a los niños jugando afuera, ni tampoco a su calentura. Pero ese computador hijo de puta no se volvería a usar en la vida.



Por alguna razón shippeo mucho a estos dos como matrimonio wn, y eso que no es para nada una meta en mi vida ni considero que casarse y tener hijos sea coronar el amor de pareja, pero weeeehhhh xD hay algo en el BruAbba que me fascina que sean "la familia feliz" xDDD

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