Memorias de un recuerdo
Entre el polvo y los escombros, una hormiga caminaba junto a una cucaracha. A unos metros, un grupo de escarabajos movían sus patitas lo más rápido posible al igual que las arañas de diferentes colores.
Cuando el polvo disminuyó, el movimiento de hormigas más grandes de lo normal asustaron a un pequeño ratón que escapaba del estruendo de los disparos. Movió sus bigotitos para oler a las hormigas que estaban reunidas formando una figura alargada.
—Pequeño ratón —dijo Vicentico, tomando al ratón con su mano—. Dicen que nos parecemos mucho. Pienso que sí.
Vicentico miró a los ojos de la rata quien no entendía nada y solo quería escapar.
—Ambos sobrevivimos con lo que podemos, pero a diferencia de ti, puedo usar tu comida en mi beneficio.
Los escarabajos caminaron hasta el rostro de Vicentico y se transformaron en tejidos para sanar la abertura que se hizo cuando cayó con la torre. Dicha abertura iba desde la ceja hasta la boca y dejaba ver parte de su cráneo. Luego las arañas hicieron lo mismo en su brazo y estómago. Otros insectos como abejas, avispas, cucarachas y hormigas comunes se convirtieron en tejido, cerrando las heridas de Vicentico.
—Creo que ya puedo moverme.
Comenzó a arrastrarse hasta el rebaño de hormigas, movió su muslo y lo pegó a esa forma alargada. Rápidamente, las hormigas se transformaron en la pierna que le faltaba al presidente.
—Fue una suerte haber convertido mi pierna en hormigas africanas —dijo mientras se ponía de pie—. Lo bueno de esas hormigas es que lamen a las hormigas heridas con un factor de curación muy bueno. De esta manera, mi pierna está como nueva.
—Señor presidente, ¿está bien? —preguntó un soldado quien venía a defender a Vicentico.
—Claro que estoy bien, zoquete —contestó—. Estoy mejor que nunca... —un aura naranja lo rodeó sin que el soldado se dé cuenta.
—¡Auch! —exclamó el soldado al sentir una mordida en su cuello—. ¿Qué es esto? —exclamó al ver que se trataba de una viuda negra.
—Esas son los beneficios de tener a Mal Bicho de mi lado —sonrió el presidente mientras lanzaba el ratón muerto sobre el soldado que agonizaba.
La viuda negra saltó hasta la mano de Vicentico y se transformó en el dedo pulgar que le faltaba.
—¿Es ahí?
—¡Sí! —exclamó Cerati señalando una cruz al lado de la orilla del río.
—Livin' la vida loca... —Rick ordenó a su stand moverse hasta el punto indicado por Cerati.
Cuando el tronco llegó a la altura de las nubes, ellos saltaron y el tronco estalló producto de la presión del agua, pero antes que sigan cayendo, Livin' la vida loca los atrapó a todos en el aire, impidiendo que sean vistos.
—¿Qué sigue Cerati? Seguimos cayendo —indicó Rick sosteniéndose de un pliegue de su stand al igual que el resto.
—Usaremos el viento a nuestro favor. Ahora mismo está yendo hacia el norte —explicó Cerati.
—Lamento arruinarles su charla, pero seguimos cayendo —puntualizó Gabriel quien extendía sus brazos sobre el stand.
—Forma un caparazón holgado sobre nosotros —indicó Cerati.
—¿Un caparazón? —preguntaron JoJo y Miranda.
—No un caparazón sino como un sombrero. Un gorro holgado. Como si fuera una bolsa de tela, pero con tu stand.
—Hmmm... —Rick meditó unos segundos.
—¡Apresúrense! —exclamó Gabriel—. Calculo que estamos a 300 metros sobre el suelo.
Livin' la vida loca tomó la forma de una gorra extensa, estirando sus brazos y formando una plataforma para que los demás no se caigan. De esta manera, continuaron cayendo pero lentamente.
—¿Cómo se te ocurrió esto, Cerati? —preguntó JoJo con curiosidad.
—Mi padre y yo solíamos jugar con un corcho atado a una tela con la forma que tiene el stand de Rick. Lanzábamos el pedazo de corcho al cielo y este caía lentamente gracias a que la tela impedía que cayera de manera abrupta —contó Cerati con un tono de nostalgia—. Y estamos yendo a ese lugar.
Moviendo su stand a favor del viento, Rick se preguntó cómo caerían en el lugar indicado por Cerati. Pero como tardó en hacer la pregunta, cayeron sobre la orilla, recibiendo el impacto de la caída.
—Ay... Por lo menos seguimos vivos —indicó Miranda poniéndose de pie.
El agua corría tan fresca por el río y el sol iluminó el paisaje después de un repentino cielo nublado.
—Digamos que se bajó unos centímetros —dijo Gabriel a JoJo.
—Toma aire, esto te dolerá.
Gabriel se mordió los labios y miró a un lado. Sui Generis se manifestó y tomó el brazo de Gabriel, haciendo un "crac" al ponerlo en su sitio.
—Are you ok? —preguntó JoJo.
—Yes... —dijo Gabriel desinflándose por el dolor.
Cerati y Miranda notaron el acento de JoJo. Gabriel notó aquello y recuperó su porte.
—Será raro lo que diré, pero qué no lo ha sido estos últimos días —carraspeó su garganta antes de hablar—. Les presento a Jonathan B. Joestar. El último de su linaje.
—¿Jonathan Joestar? —preguntó Cerati—. ¿No era aquel hijo de ese hombre que escribió el libro que tenés?
—Exactamente.
—Pero, ¿cómo es posible? —cuestionó Miranda sin creer lo que Gabriel decía.
—Explicarlo tomará tiempo, pero calza con lo que pasaba mientras el Gran Maestro buscaba las estrellas. El mencionó a JoJo como si fuera el mismo Jonathan Joestar. JoJo. Jonathan Joestar. ¿Entienden?
Rick, Miranda y Cerati seguían sin entender.
—Es por el apodo —interrumpió JoJo—. Mi padre me solía decir JoJo por las iniciales de mi nombre.
—¡Ja, ja, ja, ja! —Miranda comenzó a reírse. Esto puso nerviosos a Cerati y Rick quienes estaban cerca de ella.
—¿Sucede algo, Miranda? —preguntó JoJo.
—Es que era muy obvio —explicó—. Debimos darnos cuenta de eso, pero sigo sin entender. ¿No moriste en aquel incendio hace cuarenta años?
—Lo mismo me pregunté. ¿Qué haces tan lejos de Inglaterra? —preguntó Gabriel con escepticismo.
—¿El Gran Maestro tuvo algo que ver? —interrumpió Rick.
—Sí —contestó JoJo—. Su habilidad consiste en fragmentar el tiempo donde puede ver los diez segundos anteriores y posteriores a la activación de su habilidad. Como la habilidad de Sui Generis es cruzar cualquier umbral de diferentes tamaños, podría decirse que puedo cruzar umbrales dimensionales. Esto lo digo porque la diferencia de altura y ancho explica una dimensión. Teniendo en cuenta esto, Sui Generis pudo llevarme hasta el mundo de los espejos, sin embargo, quedé atrapado por el limbo tempo-espacial la cual me trajo hasta aquí.
—... —Cerati, Miranda, Rick y Gabriel se perdieron en las últimas palabras.
—Incluso ni yo entendí —dijo Gabriel.
—Bueno, sea lo que sea que haya pasado, ¿cómo llegaste justamente hasta aquí? —preguntó Cerati.
JoJo tomó aire y continuó.
—Tal vez sea el destino o la estrella sintió a sus otras hermanas y por eso llegué aquí. Sigo sin entenderlo ya que estaba inconsciente aquella vez.
»Lo que recuerdo ahora es que sentí un golpe en mi cuerpo. Pudo ser que el limbo me haya soltado a una altura prudente, pero aunque haya estado despierto, recuerdo cosas muy vagas. Solo me puse de pie y caminé. Tenía algunas heridas en mi cuerpo y me sentía agotado. Además que hacía calor, tanto en la tierra como en el viento y es ahí donde te encontré, Cerati.
—Oh... No... ¡Oye, vos!
»Al escuchar la voz de alguien, atiné a caminar a donde se producía aquella voz. Quería agua y dormir, pero a la vez quería seguir caminando. Tampoco podía ver mucho ya que mi cabello ocultaba mis ojos, pero aún así seguía caminando, en búsqueda de algo que detenga mi ansiedad.
—¡Detente!
»Tan solo escuchar esa palabra, mi cuerpo se detuvo. Fue algo inconsciente o tal vez algo que estaba en mi mente, debido a que estuve en prisión por muchos años.
—¿Sos español o bandido? ¿Qué es lo que buscás en Buenos Aires, muchachón?
»¿Qué era? ¿Qué quería? No lo sabía. Mi cabeza era una colmena de abejas salvajes que no dejaban de zumbar y de confundirme. ¿A dónde iba? No lo sabía. Y creo que tampoco quería seguir. Solo buscaba seguir caminando.
—Dale, ¡dime quién sos, pelotudo!
»Era una pregunta muy importante. ¿Quién soy? Los recuerdos que tenía se desvanecían cuando quería recordarlos, pero se esfumaban como el humo. Solo una palabra estaba presente. Aquel nombre que odié por muchos años estaba en mi boca. Lo único que quedaba de mi padre y de aquel pasado que se arruinó por eventualidades del destino. Ese nombre era todo lo que tenía y no sabía porqué en ese entonces y solo lo dije:
—S-Soy... JoJo.
»Luego todo se hizo oscuro y desperté en la casa de Cerati, comiendo carne asada.
—Deduzco que recuperaste tu memoria cuando te encontraste con el Gran Maestro —dijo Rick.
—Exacto.
—Si ambos están involucrados, debes saber de él. ¿Lo recuerdas? —preguntó Rick ansioso.
—No lo conozco tanto. Solo nos vimos un par de veces. Además que fue repentino su ataque a mi padre. Parece que sabía sobre las estrellas y buscaba la que tenía mi padre.
—La pregunta es: ¿cómo se enteró? —analizó Gabriel.
—Yo tengo la respuesta —dijo Rick adelantándose—. El nombre del Gran Maestro es Enrique, hijo bastardo de Alecto Bunbury.
—¡¿Alecto Bunbury?! —exclamó JoJo.
—Así es. Encontré ese dato por mera casualidad en una carta hallada en un libro de la biblioteca de Oxford. Fue como si el destino hubiera querido que lo supiera.
—No sabía que Alecto Bunbury había tenido un hijo —dijo Gabriel—. Pero...
—¡El señor Bunbury nunca tuvo hijos! —exclamó JoJo—. Sin embargo, cuando salí de prisión escuché la noticia de que él y su esposa habían sido asesinados. También escuché que al lado del cadáver de su esposa estaba una pequeña bebé.
—Esperá, ¿estuviste en prisión? —preguntó Miranda con curiosidad.
—El maldito las mató sin piedad —dijo Cerati, indignado.
—Aparte de megalomaníaco, también es psicópata. Maravilloso —comentó Gabriel.
—Pero eso no es todo —acotó Rick, sacando un papel de su bolsillo—. He aquí la carta de Mike Jagger, el sirviente de Alecto Bunbury.
—Ambos perseguimos pistas diferentes y aquí estamos, compartiendo información —sonrió Gabriel al terminar.
—¿Qué es lo que dice esa carta? —preguntó JoJo.
—Esta carta fue escrita el 2 de septiembre, un día antes que dieran por desaparecido a Alecto Bunbury —recalcó Rick—. Esto nos dice que Enrique Bunbury se percató de que Mike escribía una carta y lo mató a él y a su esposa, pero la carta sobrevivió de alguna manera.
—Es espantoso —comentó Miranda.
—Ahora, procederé a leer la carta. Es un poco larga, pero tal vez nos aclare las cosas sobre lo que pasó hace cuarenta años. Esto es lo que escribió Mike Jagger:
»Estimado señor Joestar, escribo esta carta con la mano temblorosa debido al miedo que me causa la repugnante criatura que su amigo Alecto Bunbury ha engendrado. Hace años, me dio a su hijo para que lo críe hasta que el niño tenga los cinco años y luego, que él lo mate con sus propias manos. Debí haber rechazado tal cosa, no por el aberrante acto de matar a un niño, sino por el hecho de que Bunbury me confesara que su semilla era estéril y que ese niño es producto de una copulación con una mujer que encontró en el bosque. No me dijo nada sobre aquella mujer, pero podía sentir el asco que sentía por ella cuando hablaba. No le di importancia a esas señales, ya que lo que me nubló la mente fue el dinero mensual que me daría por criar a la criatura por esos años así que acepté.
»Al pasar los años, la criatura creció como cualquier niño. Me ayudaba en el muelle y en el campo. Era un niño tan obediente y silencioso que no me causaba problemas. Aparte que no gastábamos tanto en él, por lo que mi mujer se encariñó con la criatura. Lo único que me daba mala espina, eran sus ojos inexpresivos. Cada vez que lo veía, sentía escalofríos. Habían noches en que no podía dormir.
»Los años pasaron y llegó el día en que Bunbury terminaría con él. Antes de ejecutarlo, me dio una bolsa de monedas de oro para que no confiese el crimen a nadie, por lo que acepté. Por fin me desharía de esa criatura, pero no pasó. Casi al anochecer, el señor Bunbury volvió con su hijo. ¡No lo había matado!
»Ante esa situación no me quedó pedir más dinero a cambio de criarlo. Ese fue mi error. Debí convencerlo de acabar con la criatura. Aunque sea un crimen aberrante matar a un niño, tenía que matar a ese monstruo. No me di cuenta de la naturaleza de esa criatura ni de los actos que le ayudaba a cometer. Pero cuando cumplió 10 años, las cosas cambiaron para mal.
»Como deseo de cumpleaños, me pidió que lo llevase a casa de su padre. Supuse que él ya sabía sobre su estado de bastardo del señor Bunbury, por lo que lo ayudé. En ese entonces no sabía que Bunbury estaba de viaje con usted. No debí ayudarlo. Me dijo que quería darle una sorpresa a su amigo y que entraría sigilosamente. Ese día. ¡Maldición! ¡Ese día el silencioso niño se convirtió en la criatura que con tanto temor relato ahora! Luego de un par de horas esperando tras los arbustos del jardín de la mansión, la criatura salió con una mirada diferente. Era agria y dura. Vi esa mirada en hombres que perdieron la fe. El camino. No había esperanza en ese rostro. Y además tenía un libro en su mano. Cuando le pregunté por el libro, me respondió que era un regalo de su padre y que lo devolvería cuando lo termine de leer.
»Noté que ese libro era tan importante para él ya que lo leía día y noche. Nunca vi lo que contenía, pero parece que lo ayudó en los actos que cometió después. Cierto día, cuando llevaba el heno para los caballos, lo vi flotar en el aire y luego desapareció para aparecer detrás mío con una mirada acusadora y ojos llenos de odio. Me preguntó "¿qué haces aquí?". El tono que uso me pareció desafiante y descortés, pero no me detuvo para castigarlo y lo mandé a limpiar los establos durante toda la noche.
»Luego de un par de semanas, no volvía a verlo con ese libro. Ni tampoco leer nada parecido. Siempre lo encontraba mirando el cielo. Un día me preguntó si Dios me había hablado y yo le contesté que no. Solo me miró y supe que su mente estaba en otro sitio.
»Varios días después me preguntó sobre usted. Los Joestars eran un tema de interés para él. Desde aquel entonces tenía desapariciones durante el día. Cada vez que lo llamaba, no se presentaba por lo que lo castigaba severamente cuando volvía. Le preguntaba dónde había estado y no me respondía.
»Mientras más pasaban los años, solía desaparecer días. Incluso semanas. Un día comenzaron a haber desapariciones en la villa donde vivíamos y lugares de alrededor. Era preocupante porque nadie sabía sobre el paradero de los desaparecidos. Mi mujer se preocupó por la criatura por lo que me pidió que siga a Enrique y ver que no le pasara nada. Me negué en un primer momento, pero luego acepté al ver que el rostro de mi mujer se entristecía. Tomé mi escopeta y lo seguí de cerca sin que lo sepa mientras este caminaba por el bosque. En mi corazón latía un mal presentimiento de lo que vería. No fue hasta que la criatura desapareció de pronto ante mis ojos. Lo busqué alrededor de varios minutos pero no lo hallé. Al ver que la noche se volvía más oscura, decidí regresar, pero un murmullo siniestro y un fulgor amarillo a lo lejos llamó mi atención. Caminé sigilosamente para ver lo que sucedía y supe inmediatamente porqué el señor Bunbury quería matar a su bastardo: varias personas con túnicas grises hacían un círculo alrededor de una fogata y en una pila de piedra estaba la criatura, con los brazos levantados. "¡Por Astaroth! ¡Por Astaroth!" gritaban y se bañaban con la sangre de cadáveres que cada uno tenía al frente. Se lo pasaban por el rostro y lo bebían, algunos devoraban las carne de esas pobres almas. ¿Eran los desaparecidos? Seguramente. Luego de ese sangriento espectáculo. Los seguidores de la criatura comenzaron a desvestirse, incluido él, y comenzaron a copular entre ellos. Eran hombres y mujeres que fornicaban como animales. Una escena aberrante y asquerosa. Quería vomitar en ese momento. ¿Qué clase de ser era ese tal Astaroth? ¿Cómo conoció la criatura a ese ser? No lo sé, pero continué viendo hasta que la criatura también copulaba con esas personas con la piel mojada con sangre. Hombres y mujeres. No había nada que no fornicara hasta que lanzó su semilla sobre ellos y estos, en vez de enojarse, se mostraban más alegres y excitados que antes.
»Por mi rostro corría sudor frío y mis manos temblaban. Tomé mi escopeta y salí corriendo de ahí. Corrí tan rápido como mis piernas me lo permitían hasta que llegué a casa. Varios días no pude dormir. Esas aberrantes imágenes no salían de mi cabeza. Hasta que la criatura llegó una tarde. Vestía con un traje oscuro pero elegante. Mi mujer le invitó comida y este aceptó. Yo solo quería vomitar, pero la criatura me pidió que comiera con él. Mi estómago solo daba vueltas al escucharlo pero no me negué. Mientras comíamos no dejaba de mirarme. ¡Sabía que lo seguí aquella vez! Ese pensamiento me perturbó y dejé de comer. La criatura solo sonrió y terminó de comer. Estuvo hasta la noche y al finalizar, dijo que estaría fuera de casa por varios días, incluso meses ya que tenía 16 años y era todo un hombre. Mi mujer sollozó al escucharlo y se despidió con un abrazo. Me pidió hablar conmigo para despedirme. Sus ojos me obligaban a hacerlo. Era un peligro no obedecerlo. Salimos y este, con voz calmada, me pidió que no dijera nada o los próximos sacrificios seríamos mi mujer y yo. Eran las palabras que temía escuchar, pero me forcé a mantener mi imagen autoritaria. Aún así, la criatura sabía que era una pantomima. Se despidió sin decir nada más.
»Cada cierto tiempo volvía a casa, trayendo regalos para mi mujer y para mí. Solo mostraba una adusta sonrisa, sabiendo de las monstruosidades que era capaz de hacer si no seguía el juego. Las desapariciones continuaban, ahora eran bebés y niños. Fueron años oscuros para salir de noche ya que no se sabía si volveríamos con vida. Sin embargo, yo lo hacía como si nada, ya que conocía al monstruo detrás de esas desapariciones.
»Hace un par de semanas volvió nuevamente. Se veía más ansioso. Tenía un interés por los Joestars. Parecía buscar algo. Sabía que no era algo bueno, por lo que quise advertirlo, pero no lo encontré así que busqué al señor Bunbury para decirle sobre las atrocidades que estaba cometiendo la criatura. Este tenía una mirada perdida y un semblante decaído. Había perdido la razón desde hace un tiempo. Cuidaba una gran roca como si fuera su propia vida. Es ahí donde vi que había tenido una bebé, sin embargo, algo en la mirada de esa niña me inquietó. No dije más y salí de ahí lo más rápido que pude. Ahora que le había dicho sobre la criatura a alguien, sabía que habría represalias. Por lo que me dispuse a escribir esta carta para que lo leyera cuando llegara de sus viajes. Su amigo ha engendrado un monstruo y ha alcanzado poderes incomprensibles para mí. Hasta hoy recuerdo una vez que me dijo que quería convertirse en Dios. Es algo que escribo ahora que lo recuerdo. Sea como sea, Enrique, bastardo de Bunbury, es un peligro para usted y su hijo. Tome las medidas correspondientes.
—¿Dios? Eso es espeluznante —comentó Gabriel.
—Qué aberrante hombre —dijo Cerati.
—¿Qué clase de rituales son esos? —preguntó Miranda.
—También sentí lo mismo cuando lo leí. Ahora que estamos uniendo piezas, puedo deducir que ese libro que se menciona es el diario de Bunbury. Aquel libro que le abrió la mente y desató su verdadera naturaleza —explicó Rick—. En ese momento, supe que Enrique Bunbury era un hombre peligroso y con la Piedra Eterna tendrá poderes ilimitados.
—Como el Bizarre Love Triangle —acotó JoJo.
—¿Cómo el qué? —preguntó Gabriel—. ¿Qué es eso?
—Dio lo mencionó. Dijo que lo leyó en el libro de Bunbury.
—¿En serio? No hay nada de eso en el diario de tu padre.
Todos se miraron a la vez en un silencio extraño. JoJo volteó a ver a Rick y Gabriel con una mirada sombría.
—¿Ustedes dos como saben sobre mí y Bunbury? —se acercó a Gabriel de forma amenazante—. Contesta, Gabriel.
—N-No es lo que piensas, JoJo —dijo nerviosamente.
—Decime —dijo Cerati a Rick—, ¿cómo estas tan enterado?
—Él... —titubeó Miranda pero Gabriel la interrumpió.
—¡Espera, JoJo! —exclamó—. Enterarme de todo esto fue algo fortuito. No soy tu enemigo ni tampoco quiero serlo.
—Entonces cómo sabes lo del diario de mi padre. ¿Qué te trajo hasta aquí? ¿Cómo sabes hablar el español si eres francés? —cuestionó JoJo.
—Aprendí el español leyendo el Quijote por varios meses. Es un método muy práctico. Diez veces al día y puedes manejar el idioma de Cervantes.
—Eso no lo sabía —dijo Rick.
—Y a la primera pregunta, la respuesta que daré tiene un contexto muy extenso —chasqueó los dedos—. El culpable es mi espíritu de aventura.
»Cuando era joven...
—¿Joven? Pero si pareces un niño —interrumpió Miranda—. ¿Cuántos años tenés?
—Tengo 31 —respondió Gabriel sin ánimos de decirlo.
—Oh...
—Como decía...
»Hace años, cuando era joven, me aburría de la vida de la aristocracia francesa. No me gustaba estar vestido con trajes tan apretados ni nada de eso. Por ello, salí de casa con un poco de dinero a darle la vuelta al mundo. Sin embargo, cuando caminaba por París me encontré con una linda chica. Mientras veíamos la torre Eiffel nos enamoramos y ese mismo día fui a su habitación. Lo que no sabía era que el padre de esa chica era un importante canciller francés, por lo que no aceptó que un chico como yo haya mancillado la pureza de su hija.
»Mi familia me dio la espalda y dejaron que el canciller me encierre en las catacumbas de la prisión de la Abadía Saint-Germaindes-Prés. En esos calabozos muy pocas veces entra la luz del sol por lo que entré en una profunda depresión al ver que no cumpliría mis sueños. Creo que pasaron meses estando encerrado y no veía final a esa condena. Sin embargo, un murmullo debajo del suelo llamó mi atención. Al ver que es lo que era, me di de lleno con una cabeza calva. Era un hombre viejo con la barba tan larga como una serpiente. Su cuerpo era casi un cadáver por lo que me sorprendió que haya cavado.
»Ayudé a ese hombre salir del agujero y revisé lo que había hecho. Eran túneles que terminaban en los calabozos. Parecía que buscaba la salida desde hace años, incluso no comía ya que lo habían olvidado. Le di mi ración de comida y traté de mantenerlo con vida. Si estaba cavando desde hace años, quiere decir que encontró una salida. Pasó un largo tiempo hasta que el viejo reaccionó.
»Su nombre era Paul Lennon. Solo eso me dijo cuando recuperó el conocimiento, luego durmió por varias horas. Continué alimentándolo para que me diga la manera de escapar. Calculo que fue hasta dos semanas después en que el viejo recobró parte de su vitalidad y me tomó confianza. Aunque en ese momento pensé que estaba loco ya que me dijo que si escuchaba su historia, me diría la ubicación de su tesoro.
—Ja, ja, ja, ja —reí al escucharlo. Yo solo quería escapar, no escuchar la historia de un orate. Justo cuando le iba a preguntar sobre el escape, me interrumpió.
—Escucha insolente —dijo él—, lo que te contaré podría volver loco a cualquier hombre así que si escuchas este relato por completo, tu recompensa será el tesoro que guardé para mí. Lo disfrutarás siempre y cuando, el espíritu de aventura no te tiente a seguir la senda que los hombres de mi relato siguieron.
»No me opuse. Después de todo estaba muy aburrido estar encerrado así que un cuento no caería mal.
—De acuerdo —contesté—, cuéntamelo y luego me dirás la manera de escapar y también sobre ese tesoro.
»Su relato se situaba en 1823, en aquel entonces se hizo amigo del emperador de Japón que tenía un nombre raro que no recuerdo. Al ser el amigo del emperador, este tenía las mayores comodidades como las tendría el emperador. Incluso tenía un grupo de guardias que lo cuidaban. Ese detalle era obstáculo para dos hombres: George Joestar y Enrique Bunbury. ¿Por qué buscaban a Lennon? Pues este tenía en su poder la estrella de cinco puntas. En esos años, Joestar y Bunbury seguían la pista de los asesinos de sus padres y Lennon era uno de ellos.
»El viejo continuó contando: en aquellos años, existía un clan de asesinos que era muy requerida por el emperador de Japón. El clan Kira estaba conformado por sicarios sigilosos y mortales, pero entre ellos estaba un hombre que tenía una hija muy enferma y necesitaba medicamentos para salvarla. De alguna manera, George y Alecto lo encontraron y negociaron con él para que este asesino de nombre Yoshikazu, mate a Lennon. Yoshikazu aceptó y fue a matar a Lennon sin que el resto del clan lo sepa.
»Pero el plan falló y Lennon dio aviso al emperador. Cuando este se enteró se enfureció tanto que consideró el ataque como una afrenta de parte del clan Kira así que mandó a exterminarlos a todos, sin embargo, Yoshikazu pudo escapar junto a sus hijos. ¿Cómo sé eso? Pues un tiempo después fui a buscar a Yoshikazu para tener una mejor fuente de aquellos sucesos, pero solo encontré al hijo de Yoshikazu, Yoshimiru Kira. Yoshikazu había escapado con sus hijos y se escondió en una pequeña villa de pescadores llamada Morioh, muriendo de viejo en ese lugar.
»Volviendo al viejo. Luego de uno año del exterminio del clan, Lennon fue encontrado por el emperador copulando con su hija. Esto enfureció al emperador y lo mandó a matar, pero Lennon fue rápido y pudo escapar. Sin embargo, fue George Joestar quien lo atrapó y le quitó la estrella para luego encerrarlo en la Abadía, justo donde yo estaba y ahí ha estado desde aquel entonces.
—¿Y te dijo cómo escapar? —preguntó JoJo.
—Sí. Y lo del tesoro también era cierto, por lo que ahora soy rico. Pero, el viejo dijo una cosa muy curiosa que llamó toda mi atención e hizo que emprenda esta aventura: esa estrella otorgaba poderes. Al ver que era cierto sobre el tesoro, consideré que lo de la estrella era cierto así que busqué a George Joestar por Francia y luego fui a Inglaterra, enterándome sobre su trágica muerte y sobre su legado maldito.
—Si nunca tuviste contacto con una estrella, ¿cómo obtuviste tu stand? —preguntó JoJo sin dejar su mirada sombría.
—No lo sé. Según mis indagaciones, un ancestro mío tuvo contacto con la estrella y fui yo quien heredó ese don. Sigo sin saberlo ya que un día desperté y tenía a Torre de Babel.
—Hmmm...
—¡Créeme!
—Te creo, Gabriel —contestó JoJo.
—Ufff...
—¿Y vos? —preguntó Cerati a Rick.
Rick estuvo en silencio unos segundos y luego contestó firmemente.
—Fui criado por Enrique Bunbury. Sin embargo, me opongo a él y a sus aberrantes ideales.
Aquellas palabras impresionaron a JoJo y al resto.
—Comencé este camino para que la Corona Británica pueda vencer a Bunbury, pero me doy cuenta que ustedes podrán hacerlo. Busqué pistas para desentrañar el misterio del Gran Maestro y lo he hecho. Tienen lo suficiente para derrotarlo antes que obtenga el poder de las estrellas, pero yo no me meteré en eso.
—¿Por qué? ¿Tienes miedo? —preguntó JoJo.
—Viví varios años con él. Es como un padre. Un mal padre, claro. Matarlo no es mi opción. Dentro de unos días llegarán los Agentes de Londres. Están encargados de supervisar los países influenciados por Reino Unido. Cuando sepan sobre el Gran Maestro y las estrellas, darán aviso a la reina Victoria y esta querrá apoderarse de las estrellas para poder tomar al mundo. Es igual de siniestro que los planes del Gran Maestro, pero sigue sin enterarse. Así que su misión es derrotar a Bunbury antes que los agentes lleguen y desaparecer todo rastro de la Piedra Eterna y de las estrellas.
—No lo veía de esa forma —acotó Gabriel.
—Sea lo que sea el Bizarre Love Triangle, deben eliminarlo antes que suceda.
—Hmmm —Gabriel se rascó la barbilla, analizando la situación.
—Si ellos saben sobre el Gran Maestro, eso quiere decir que negociaste para salvarte —preguntó JoJo a Rick.
—Sí.
—¿Cuántas personas más entran en ese trato?
—¿Qué quieres decir? —repuso Rick.
—Llévate a Miranda y a Cerati a Inglaterra. Llévalos lejos de todo esto.
—P-Pero... —repuso Miranda.
—No, Miranda. Prometiste ayudarme a recuperar mi memoria y ya lo he recuperado, por lo que sí cumpliste. Pero es mejor que te vayas.
—JoJo... —intervino Cerati.
—Los aprecio mucho para que me sigan en este camino lleno de sangre y locura. No podré resistir si alguien de ustedes muere como el mayor García. No lo soportaría. Además, la relación entre Bunbury y yo es muy estrecha, por lo que solo yo debo darle fin a su vida.
Miranda tenía los ojos acuosos, mientras que Cerati sintió pesar al escuchar a JoJo igual de afectado que él por la pérdida del Gran Maestro.
—Gracias por ayudarme —se acercó a ellos y los abrazó con sus fuertes brazos.
—J-JoJo... —dijeron Cerati y Miranda, abrazando a su gigante amigo.
—Eso me hace recordar... —dijo Gabriel, sacando un pedazo de tela de su bolsillo—. Torre de Babel dibujó esto cuando desayunamos ayer antes que aparezca Spinetta.
Gabriel abrió el paño y la imagen hizo que JoJo, Cerati y Miranda suelten lágrimas. Era un dibujo de ellos, comiendo en el comedor de la casa de Gabriel. Junto a ellos estaba el mayor García. Sonreían y comían. Una fotografía hecha a mano.
—Oh, Gabriel —exclamó Miranda.
—Tengo la estrella en mi poder —comentó Cerati afligido—. Debí usarlo para revivirlo.
—Creo que no funciona dos veces —respondió JoJo—. Ya fue usado una vez en el mayor, por lo que era inexacto un resultado favorable usarlo una segunda vez. Esas estrellas son muy caprichosas.
—Maldición, no puedo irme sin vengar al mayor García —reclamó Cerati—. Lo siento JoJo, me quedaré aquí a pelear.
—¿Lo dices en serio, Cerati?
—¡Sí! —exclamó convencido y limpiando sus ojos.
—Eso está bien. Además el trato solo era con una persona aparte de mí.
JoJo vio a Miranda quien se mostraba apenada.
—Ve, Miranda. Para ti es mucho más riesgoso quedarte aquí.
—Lo sé —contestó Miranda resignada.
—Hay un barco que nos esperará esta noche. Esperaremos en una cabaña segura cerca al mar —agregó Rick.
—Gracias, Miranda. Sin ti ya estuviera muerto desde hace días —dijo JoJo.
Miranda se acercó a él e hizo que Mariposa Tecknicolor la levante para poder alcanzar su rostro, dándole un suave beso en sus labios.
—Adiós, Shosho —susurró, exagerando la pronunciación de su nombre.
Rick miró al suelo, resignándose.
—Se feliz, Miranda —fueron las últimas palabras que dijo JoJo. Miranda sonrió y siguió a Rick por un sendero, hasta que desaparecieron entre los árboles.
—¿Esperaremos aquí? —preguntó JoJo, rompiendo el silencio de la despedida.
—Sí —respondió Cerati—. Hasta que llegue el atardecer. Si Fito y Páez no vienen, nos iremos. Por cierto, ¿cómo quieres que te llame? ¿Jonathan o JoJo?
—Solo dime... JoJo —contestó con una pose, afirmando su identidad y su pasado.
El santuario del Gran Maestro se encontraba repleto de sus seguidores. Hablaban creando olas de murmullos que chocaban en las paredes del salón.
El Gran Maestro se encontraba en su asiento, presionando con fuerza el posabrazos y mirando a la nada.
—Silencio, por favor —exclamó Vicentico—. Agh, no sirvo para esto —dijo enojado.
—¿Dónde están los demás? —preguntó Nito.
—Qué lento que eres. Murieron. Fueron asesinados.
El Gran Maestro parecía no reaccionar a ningún estímulo. Continuaba en su trance, mirando a la nada.
Un hombre encapuchado se arrodilló ante él.
—Oh, Gran Maestro. Tengo una información muy importante.
El Gran Maestro ni lo miró.
—¿Gran Maestro?
—Gran Maestro —intervino Vicentico—. ¿Se encuentra bien?
¿Gran Maestro?
¿Gran Maestro?
Gran Maestro
¡Gran Maestro!
Se acabó
Está acabado
Será mejor irnos antes que todo se vaya a la mierda.
¿Gran Maestro?
Shooting Stars
¡Enriqueeee!
Holy Diver
Yo activaré el Bizarre Love Triangle
Eres un monstruo. ¡Soy tu padre!
¿Gran Maestro?
—¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHH! —exclamó el Gran Maestro arrodillándose sobre el suelo. Explotando su enojo y frustración en ese grito desesperado. Pero luego, sorprendió a sus seguidores quienes callaron—. ¡JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA!
Terminó con una risa siniestra, viendo el techo del santuario. Sus seguidores se paralizaron ante tal acto y solo se quedaron viendo.
—¿Saben algo? —preguntó el Gran Maestro, poniéndose de pie—. Yo estuve consciente cuando mi madre me paría. Aún recuerdo esa luz lunar que vi por primera vez cuando salí de las entrañas de mi madre. Sigo escuchando sus quejidos y sollozos mientras me pujaba de su interior. Sigo sintiendo sus manos agarrando mi cuerpo cuando salí y ese abrigo que me envolvió para evitar el frío. Eso es lo que recuerdo de mi madre.
Sus seguidores escuchaban sus palabras, pero estaban impactados y extrañados.
—¿Saben lo que recuerdo de mi padre cuando era bebé? Su voz diciendo que era una abominación. Un monstruo. Y que me mataría cuando sea un niño. Ni un solo abrazo. Nada de afecto. En realidad, ninguno de los dos me lo dio. Pero el punto es que... soy alguien excepcional. Nadie más les dirá algo parecido a lo que les he dicho. Soy único. El flujo del universo me lanzó a un linaje con trascendencia en la historia de la humanidad. Tengo el deber de usar eso a mi favor y concretar el Nuevo Orden. ¡Una nueva humanidad nacerá! ¡El Nuevo Orden se aproxima!
—¡Nuevo Orden! ¡Nuevo Orden!
—Gran Maestro —intervino Vicentico—, este hombre me dio una información muy importante.
—¿Sobre qué es? —preguntó el Gran Maestro.
—Es sobre Rick.
El Gran Maestro sonrió satisfecho.
1. El stand de Vicentico hace referencia a la canción de los Fabulosos Cadillacs, Mal bicho.
https://youtu.be/P_6V-JTGn_M
2. Paul Lennon: el nombre de este personaje hace referencia a Paul McCartney y John Lennon, integrantes de The Beatles.
3. Mike Jagger: el nombre de este personaje hace referencia al nombre del vocalista de The Rolling Stones, Mick Jagger.
Próximo capítulo: La despedida de Miranda
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