Livin' la vida loca - Parte 1
—Este es un buen lugar.
—Veo que sí —respondió Vicentico ante el comentario de su esposa Vilma Palma, quien se acostaba sobre unas cajas levantando la parte baja de su túnica y mostrando sus largas piernas—. Estar en esa maldita oficina todo el día revisando todos esos decretos aburren y me estresan. Además, conseguí ese libro erótico del tal Marqués de Sade y he visto que hay cosas muy interesantes que podríamos hacer.
—Sí pero no puedo esperar más... —dijo Vilma soltando un leve gemido.
Soltó una coqueta sonrisa, desabotonando el pecho de su túnica, dejando ver su brasier púrpura a su esposo.
—Ya sabes cómo me gusta —mencionó Vicentico con una sonrisa perversa y acostándose sobre ella.
—Oh, sí. No lo repitas —recogió las mangas de sus brazos para llenar de vellos toda su piel. Incluso sus piernas y pecho.
Vicentico tomó el brazo de Vilma y pasó su lengua por toda la extremidad, saboreando los vellos de su esposa mientras que algunos se pegaban a su lengua.
—Ahmm... Me encanta lamer tus suaves vellos. Me excitan cuando raspan mi lengua y hacen ese sonido cuando el cabello se mueve —continuó lamiendo y chupando su brazo velludo mientras que su esposa bajaba su mano hasta la entrepierna de Vicentico.
Abrió sus velludas piernas, dejando a Vicentico en medio de ellas.
—Cof, cof... No es un buen momento para hacer ese tipo de cosas, ¿no creen? —interrumpió Rick Martin con una túnica igual de blanca que la de sus compañeros.
Vicentico y Vilma se detuvieron para mirar al apuesto joven.
—¿No te quieres unir, Rick? —dijo Vilma mordiéndose los labios mientras que su esposo acariciaba uno de sus senos.
—No gracias. No me gustan las mujeres velludas ni los hombres comprometidos.
Vilma desactivó la habilidad de su stand y su piel volvió a ser lampiña. Movió ligeramente sus piernas, dejando ver sus muslos desnudos.
—¿Ahora qué dices?
—Me gustaría, pero por ahora mi mente está enfocada en encontrar al grupo de JoJo y la estrella. Si su mente no está enfocada en ellos, se lo comunicaré al Gran Maestro y el sabrá que hacer.
—¡Parad! Solo echábamos un poco de pasión —reclamó Vilma Palma sentándose mientras que su esposo acomodaba su vestimenta.
—¿Qué dirían los ciudadanos de Buenos Aires si ven al presidente y a su esposa en este estado? —insinuó Rick.
—No me importa lo que diga esa gente —respondió Vicentico. Vilma cruzó las piernas y soltó una carcajada irónica.
—No nos importa en lo absoluto.
—Me parece bien. Después de todo, ustedes son los privilegiados —concluyó Rick.
—Pensé que irías por la mañana con Cars y Doppio, ¿cambiaste de planes? —preguntó Vicentico.
—No —respondió secamente. Sus manos entraron a sus bolsillos y sus dedos comenzaron a menearse—. Solo quiero reunir pistas para encontrarlos rápidamente. Recuerden que el tiempo es valioso y ya no hay mucho tiempo para la Piedra Eterna.
Vicentico dobló su boca en señal de aburrimiento.
—Dhu está calles más abajo. Yo buscaré a tres calles al norte. Ustedes revisen este vecindario, ¿de acuerdo? —Rick se despidió con la mano levantada y sin mirarlos. La oscuridad de la noche lo cubrió cuando salió del estrecho callejón.
—Tipos como ese y Cars son tan raritos —comentó Vilma soltando una corta risita ácida.
—Ni lo digas, fue Cars quien lo crió —dijo Vicentico. Volteó a ver a su esposa y la acostó sobre las cajas donde estaba anteriormente—. Haz eso que me gusta.
Vilma sonrió y al levantar sus brazos y piernas, las mangas de su túnica se deslizaron hacia abajo, dejando ver la desnudez de su cuerpo. En tan solo segundos, su piel lampiña pasó a tener vellos delgados que cubrían todo lo que el ojo podía ver y un poco más.
—¿Te gusta?
—¡Me encanta!
Vilma abrió sus velludas piernas y Vicentico se posicionó en medio de ellas, acariciando cada vello de sus muslos con sus dedos.
El cielo se despejó deslumbrando a la ciudad de Buenos Aires con las constelaciones que iluminaban el oscuro techo celestial. Rick levantó su mirada y vio el brillo de cada piedra estelar que estaban a millones de kilómetros de él. Recordó lo que había escuchado acerca de un grupo de personas junto a un hombre desnudo. Tales rumores apuntaban a una dirección: una cantina de mala muerte muy cerca de donde estaba. Asegurar la veracidad de los rumores requería que uno mismo fuese a verificar las afirmaciones, por lo que Rick salió esa misma noche. Solo para volver a ver a Miranda.
Metió sus manos dentro de sus bolsillos y las hizo menear, sintiendo la tela que apretaba y envolvía su mano. Era una manía que aprendió de niño y desde entonces lo hacía cada vez que se sentía incómodo o aburrido, o ambas cosas a la vez.
Caminó un buen trecho hasta girar a la izquierda, unos metros más y llegó a la puerta de una cantina. Unos hombres totalmente colorados salieron abrazados y cantando.
Rick bajó su capucha y tiró la túnica a un lado. No quería despertar sospechas ni llamar la atención. Al entrar, sintió el humo del cigarro y los olores de los ebrios en su nariz. La luz no era muy fuerte pero era la suficiente para llegar a la barra, donde el cantinero servía cerveza en un vaso enorme para un hombre con un saco sucio y roto. Rick se sentó a unos metros a la derecha y eligió la bebida.
—Señor cantinero, deme esa botella verde. Parece que tiene un sabor a jarabe de miel.
—Ehhh... —el cantinero mostró un rostro contrariado—. Claro.
Cogió la botella del estante y se la puso frente a él sin el corcho que tapaba el orificio. Rick apoyó su cabeza sobre la barra, viendo la botella a su misma altura.
—Sabe, señor cantinero. He recibido rumores de que aquí están los fugitivos que el gobierno está buscando.
El cantinero se tensionó.
—No sé de qué habla.
Rick sonrió.
—Obviamente, un rumor solo es un rumor hasta que se verifique tal hecho.
—Tiene razón.
—Por lo que debo comprobarlo yo mismo. Si se opone sabré que oculta algo.
Una gota de sudor cayó por la sien del cantinero. Rick siguió sonriendo y se irguió, cogió la botella y con ayuda de su stand, hizo un hoyo en la parte baja de la botella por la cual bebió.
—No hay nada que buscar aquí. —El cantinero metió su mano debajo de la barra donde estaba guardado un revólver—. Así que mejor váyase.
Rick dejó la botella sobre la barra y resopló por la frescura de la bebida.
—Entonces tendré que usar la fuerza bruta.
En un parpadeo, cogió la botella para romperla a la mitad y dirigirla hacia el cuello del cantinero, pero él fue más rápido al disparar en la cabeza a Rick. Los clientes al escuchar el sonido de los disparos decidieron salir a toda prisa.
—Muy bien hecho, pero fui más rápido que tú.
El cantinero se asustó al escuchar la voz de Rick, sin embargo, el cuerpo sin vida de él estaba en el suelo.
—La realidad suele mentirnos algunas veces. Es como un espejismo y de eso se trata mi habilidad: Livin' la vida loca.
El entorno del cantinero comenzó a derretirse lentamente, para dejar paso a la cantina llena de clientes que seguían bebiendo y riendo. ¡Todo seguía normal!
—¿Qué acaba de suceder? —se preguntó el cantinero. Sus reflejos no le permitieron moverse rápido cuando Rick presionó una punta de vidrio en su yugular.
—Llévame con ellos o cortaré tu cuello. Una vez que lo haga nada te salvará.
—Pero yo te maté —repuso el cantinero.
—No fue a mí a quien mataste, solo fue a un yo de la simulación. Además, darte explicaciones no llevará a nada. Dime dónde están escondidos y te dejaré. Te aseguro que no les haré daño y cuando termine de hablar con ellos, me iré sin hacer nada más. ¿Trato hecho?
—Tr-Trato hecho —respondió el cantinero pasando saliva.
—Entonces... dime.
—Por más aceite que le pongas a esa cosa, sigo teniendo frío —repuso Cerati, cubriéndose con una gruesa sábana.
—Pues yo no te obligué que te desnudes en público —reclamó Gabriel, echando más aceite en la lámpara para que el calor de la luz los caliente más.
—¿Crees que eso es una desgracia? ¡Mira mi brazo! —reclamó Miranda, mostrando sus brazos llenos de mordidas—. Me gusta que me muerdan, pero no de ese modo.
—Me desnudé para que mi mente no caiga tan rápidamente en la habilidad de ese demente —siguió explicando Cerati—. Además, no fui yo quien sobó su cara en la entrepierna de JoJo.
JoJo se sonrojó mientras que Cerati reía.
—¡Estaba bajo el efecto de Spinetta! Además, no era su entrepierna —exclamó Gabriel.
—Un poco más y le besa el... —comentó Sergi quien estaba al lado de Cerati, pero fue interrumpido por el mayor García con un "shhh".
—¿Alguien viene? —preguntó JoJo.
—Sí —respondió el mayor seriamente.
—Oh, sí. Más comida —dijo Sergi muy contento.
—No, mi amigo no tiene mucha comida y apenas alcanzó para nosotros —empezó a explicar el mayor—. Tampoco vendría sin avisar. Lo conozco ya que yo le ayudé a construir esta cantina cuando éramos jóvenes. El que viene no es él.
Las pisadas en los escalones de madera resonaban en todo el sótano. Cada vez se acercaba al suelo. El grupo frunció el ceño al presentir el peligro.
Gabriel apagó la lámpara, dejándolos en la total oscuridad. Los pasos se acercaron a ellos hasta que se detuvieron a una corta distancia.
—¡Ultraviolento! ¡Zura! ¡Zura! ¡Zura! ¡Zura! ¡Zuraaaaa!
El último golpe cayó sobre el rostro de Rick quien se desmayó en un instante. La lámpara fue encendida nuevamente para que el grupo pueda ver el rostro de su perseguidor.
—E-Es Rick... —dijo Miranda en un susurro, tapando su boca con sus manos.
—¿Rick? —preguntó Cerati. JoJo sabía quién era.
—Sin luz, los ojos no pueden ver la realidad.
El entorno próximo del grupo comenzó a derretirse, y tal como había pasado con la barra y el cantinero, el sótano real y el Rick real seguían intactos. El entorno se derritió, convirtiéndose en una masa blanca en el suelo hasta disolverse.
—¡Es un usuario de stand! —exclamó Gabriel.
—Por favor, paren. No quiero pelear.
Rick metió sus manos en sus bolsillos con un semblante calmado, sin embargo, JoJo y los demás estaban tensos.
—¿Eres un sirviente del Gran Maestro? —interrogó JoJo. Miranda estaba sin palabras y muy nerviosa.
—¿Sirviente? No. Él no tiene sirvientes, solo gente que lo sigue por poder o por cubrirse con su poder. Por lo tanto, no hay sirvientes.
Los cuatro hombres estaban confundidos, mientras que Sergi veía de lejos y sin molestarse. Pero Miranda estaba nerviosa, ya que no esperaba ver a Rick.
—Antes que lo pregunten, vine aquí para hablar con Miranda. El tiempo que tengo para hacerlo es corto así que déjenme hablar con ella a solas.
—No —se opuso JoJo—. No te dejaré.
—Ni yo —se unió Cerati.
—Ya sabés mi respuesta, muchachón —replicó el mayor.
—La mía también —apoyó Gabriel, moviendo su sombrero bombín.
—Apártense —Miranda hizo a un lado a sus compañeros y se dirigió a Rick. JoJo la tomó del brazo antes que se acerque.
—No lo hagas, puede ser peligroso.
—Estimado JoJo —interrumpió Rick—, mi tiempo es valioso por lo que necesito hablar con ella urgentemente.
—JoJo... —dijo Miranda sin terminar sus palabras. Era la primera vez que JoJo veía a Miranda de esa forma.
—Puede ser una trampa, cómo sabemos que él puede ser el mismo Gran Maestro. No hemos visto su rostro ni sabemos su nombre, tal vez sea él.
Rick miró a JoJo con una sonrisa. Sin embargo, se notaba su incomodidad.
—No dejaremos que te acerques a ella, Rick —Cerati se adelantó junto a JoJo y Miranda. El mayor y Gabriel hicieron lo mismo.
—El tiempo se ha terminado. No puedo estar más tiempo acá —concluyó Rick—. Miranda, si deseas hablar conmigo, te esperaré en la esquina de la calle Tornasol. Contestaré todas las preguntas que tengas, incluso sobre la ubicación de la Piedra Eterna.
—¡¿Qué?! —exclamaron JoJo, Cerati, Gabriel y el mayor.
—También sobre nuestro pasado y te diré la manera de salir de esta ciudad. Solo podremos hablar por veinte minutos. Ve puntual ya que cada minuto que perdamos nos pondrá en riesgo. También no vayas acompañada. Si dos o más usuarios de stand se juntan en un solo punto, la ley de atracción de usuarios se hace más intensa, por lo que otro usuario no deseado puede ubicarlos.
Rick dio brincos hasta la escalera. JoJo avanzó hacia él.
—¿Dónde está el Gran Maestro?
—No te acerques, JoJo. Ellos están cerca y podrían llegar hasta aquí y encontrarlos. Miranda, te espero a las 9 de la mañana en el lugar que te indiqué. Recuerda, solo veinte minutos. Tu y yo. Y tu vida podrá salvarse.
Guiño un ojo frente a JoJo y así como vino, se fue.
—Espera...
Miranda quiso subir las escaleras, pero se detuvo. JoJo la observó sin acercarse.
—Lo que dice tiene razón —comenzó Gabriel—, esa ley de atracción ha hecho que nos encontremos con ellos rápidamente.
—¿Ellos pueden sentirnos? —preguntó Cerati.
—No es como una especie de fuerza que sientes, es un juego de la casualidad. Ahora lo veo muy claro. Pongamos de ejemplo a Cars: imaginen que este tiene una canica y mientras la hace girar en su mano, esta cae y rueda cayendo por un hoyo la cual termina dentro de este sótano. Como esa canica es muy preciada por Cars, él entrará a este sótano y nos encontrará. ¿Cuál es la razón de que justamente esa canica caiga en ese hoyo? Simplemente es una casualidad.
—Entonces, ¿debemos separarnos? —preguntó el mayor.
—No, pero si las cosas se agravan debemos hacerlo —contestó Gabriel.
—Él dijo que sabía dónde estaba la Piedra Eterna —dijo Cerati.
—Si él lo sabe, no será necesario ir a esos dos lugares que tenía en mente.
—Iba a decirnos dónde estaba el Gran Maestro —dijo Miranda volviendo en sí.
—¡Bien! —comenzó Gabriel—. Con lo poco que dijo Sergi, pude deducir dos lugares en específico. Cuando llegué a esta ciudad, busqué los planos de las edificaciones más importantes de la ciudad para buscar una pista acerca del santuario del Gran Maestro ya que estos masones acostumbran dejar sus huellas en monumentos o cosas parecidas.
»Cuando me enteré que Cars estaba involucrado con el Gran Maestro, soborné a uno de sus siervos para que hiciera un plano sobre la mansión. El plano me sirvió para completar una duda que me surgió al ver una parte del palacio de Gobierno. Tanto la mansión de Cars y el palacio tenían un jardín con una pileta. Ambas están en una distancia, tamaño y proporción idénticas. Tales piletas no se repiten ni en la Catedral ni el manicomio ni en ningún otro sitio que haya en Buenos Aires. Y con las palabras de Sergi, pude llegar a la conclusión de que ambas piletas nos pueden llevar hasta el escondite del Gran Maestro. Sin embargo, tal parece que Rick sabe de ellos y si nos da esa información, evitaríamos desperdiciar tiempo a comprobar mi hipótesis en estos dos lugares. Pero, ¿podemos confiar en él?
Se quedaron en silencio por varios segundos. Sergi prestaba atención en silencio mientras calentaba sus manos en la lámpara.
—Iré —dijo Miranda firmemente.
—Pero... —repuso JoJo.
—Está bien —Gabriel asintió—. Nos aseguraremos que tu reunión sea segura. Estaremos separados por varios metros a la redonda, atentos a cualquier movimiento que haga o que alguien más haga.
—Le sacaré toda la información posible —Miranda tenía una determinación que centelleaba en sus ojos.
—¿Él quién es? —preguntó Cerati con curiosidad.
—Es un antiguo novio.
—Hmmm... Ya veo —Cerati volteó a ver a JoJo quien tenía una expresión sombría.
—¡Ya tengo sueño! —exclamó Sergi.
—¡Noooo! —exclamaron los demás.
—¿No, qué?
—¡Torre de Babel! —Los ágiles dedos del stand de Gabriel se movieron sobre algunos barriles de cerveza. Estos se despedazaron y formaron un círculo alrededor de Sergi.
—¡Soda Stereo! —El stand de Cerati tomó una sábanas sucias del suelo y las manchó con el aceite de las frituras. Luego, las puso sobre las maderas, creando un domo sobre Sergi.
—Si Mosca Tse-Tse intenta escapar, se quedará pegado en una de esas sábanas con aceite. Es como en Holanda hacen para evitar a las moscas. Después de todo, ese stand es una mosca -concluyó Gabriel.
—Hay que dormir en diferentes puntos alejados del sótano, para evitar que la ley de atracción se intensifique —opinó Cerati.
—Estoy de acuerdo —apoyó el mayor.
Miranda seguía en silencio. JoJo también. Pero ambos asintieron.
—¡Excelente! —exclamó Gabriel—. Descansemos que mañana tendremos un día agitado.
Nombre del usuario: Rick Martin
Nombre del Stand: Livin' la vida loca
Stats
Poder destructivo: E
Durabilidad: D
Velocidad: D
Precisión: C
Rango: C
Potencial de aprendizaje: D
Habilidades
Atrapa al objetivo dentro de una esfera mediana que emula el entorno real. Lo que el objetivo haga dentro de esta esfera, no afecta al escenario real. Cuando la habilidad es desactivada, la esfera se disuelve, mostrando la realidad sin ningún tipo de impacto. Sonidos, gritos, olores y otras cosas más quedan atrapados dentro de la esfera por lo que personas externas no pueden percibirlas.
1. Livin' la vida loca: el stand de Rick Martin hace referencia a la canción del mismo nombre, interpretada por Ricky Martin.
https://youtu.be/p47fEXGabaY
Próximo capítulo: Livin' la vida loca - Parte 2
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