La Piedra Eterna - Parte 4
—Él es... ¡el comandante Calamaro! —indicó Cerati horrorizado mientras veía el revólver salir por debajo del brazo del comandante.
—¡A un lado, Cerati! —exclamó Gabriel, empujando a su compañero. El disparo resonó en el santuario y ambos se quedaron quietos.
—C-Creo que me dio, pero no siento nada —Gabriel buscó con sus manos la herida de la bala.
—Ni a mí —Cerati hizo lo mismo.
Se escuchó otro disparo, y otro y otro junto a un sonido de semillas cayendo, aunque sonaba a semillas más suaves.
—S-Son...
—Esos pétalos que JoJo nos contó —terminó Gabriel.
—Pétalos de Obladi-Oblada, un regalo del Gran Maestro —el comandante miró complacido la caída de los pétalos sobre ellos.
—¡Soda Stereo!
El stand de Cerati se manifestó y golpeó el suelo, produciendo que el agua sea expulsada para mojar los pétalos rosados que estaban cayendo.
—Buena jugada, pibes —dijo Calamaro, poniéndose de pie sobre la Piedra Eterna. Movió su cabeza hacía atrás, colocando sus manos sobre su espalda, produciendo un crujido en su columna.
—Cerati —dijo Gabriel—, este sujeto se ve muy tranquilo. Algo tiene entre manos así que debemos tener cuidado.
—Claro —respondió Cerati, mientras Calamaro seguía crujiendo sus huesos al doblar su cuerpo.
Llevó sus dedos a su oreja izquierda, rascándola para luego hacer lo mismo con la otra, quedándose un tiempo en ese lado de su cuerpo.
—¿Qué pretende? —se preguntó Cerati al ver la tranquilidad de su oponente.
Mientras se rascaba la oreja, abrió su boca, soltando un perezoso bostezo. Ágilmente, bajó su mano hasta su muslo. Gabriel pudo notar una pequeña sombra saliendo de sus manos al momento de bajarlas.
—Lanzó algo -indicó Gabriel—. Pero, ¿dónde está?
Un sonido leve de pétalos alertó a ambos. Cuando levantaron la cabeza, vieron los pétalos de Obladi-Oblada sobre sus cabezas.
—¿Cómo es posible? Los pétalos se mojaron —exclamó Cerati enojado mientras sus articulaciones se endurecían al toque de los pétalos rosas.
Calamaro bajó de un salto de la Piedra Eterna, haciendo resonar sus pisadas en el vacío santuario. Cerati pudo ver una silueta oscura detrás de él mientras se acercaba.
—Viene hacia aquí, junto a su stand —dijo Cerati sin poder mover su cuerpo.
—Ya lo v-vi —la boca de Gabriel se entumeció debido a que un pétalo se posó en su labio superior.
Calamaro no mostraba ninguna emoción en su rostro. Sus ojeras y su mirada taciturna perturbaban a Gabriel y a Cerati quienes se encontraban indefensos.
—¡Soda Stereo!
El stand de Cerati se manifestó, pero a los pocos segundos también se entumeció como su usuario.
—No te muevas, Cerati. Esto no te va a doler.
—¡Pará! —exclamó Cerati sin poder moverse.
Calamaro puso su mano sobre la cabeza de Cerati y luego la sacó.
—¿Qué es eso? —se preguntó Gabriel al ver una especie de llave sobre la cabeza de Cerati.
—Mil Horas... —pronunció Calamaro. La llave comenzó a girar en sentido antihorario a una velocidad vertiginosa.
Soda Stereo se desvaneció y el rostro de Cerati también cambió. Pasando a uno con más vitalidad y energía. Se veía más fresco de lo que estaba.
—Suficiente —volvió a decir Calamaro y la llave desapareció. Se colocó un guante y sacó los pétalos de Obladi-Oblada del cuerpo de Cerati.
Este comenzó a respirar tranquilamente, aunque veía con confusión el lugar.
—¿D-Dónde estoy? ¡Ah! Comandante Calamaro, buenos días. ¿o noches?
—Es un gusto verlo, cabo Cerati —dijo Calamaro sonriendo.
«¿Qué es lo que hizo?» —pensó Gabriel, tratando de comprender lo que pasaba con Cerati.
—¿Quién es este hombre? —señaló Cerati—. ¿Por qué no se mueve?
—Ah. Es una nueva forma de apresar criminales. Sin dañar sus muñecas ni brazos. Así los mantenemos sanos hasta llevarlos a prisión. Sin embargo, este sujeto es especial ya que es un monstruoso criminal que merece ser ejecutado aquí.
Le tendió el revólver a Cerati y este lo recibió.
—No. Sherati, shoy yo, Gabrrriel. Te eshtá utilishando —reclamó Gabriel, forzando sus labios para hablar.
—Ejecútalo, cabo Cerati. Es una orden.
Cerati vio el arma y luego a Gabriel, viendo su rostro lleno de preocupación. Calamaro se acercó a Cerati y le increpó.
—¿Acaso quiere que lo mande a una junta disciplinaria? Ejecute a ese hombrecillo de una vez. Es una orden, cabo Cerati. ¿O quiere que el capitán Dio este sobre usted durante varias semanas?
—C-Claro que no, comandante —respondió Cerati, muy nervioso. Tomó el mango del revólver y apuntó a Gabriel—. ¿Debo decir sus crímenes?
—¿Qué?
—Cuando se ejecuta a un criminal de manera extrajudicial, se le debe recitar sus crímenes. Es la ley.
—¡Dispara de una vez!
Torre de Babel apareció, pero no pudo moverse. Calamaro pudo verlo, pero Cerati no se dio cuenta de ello.
—Señor, aunque usted sea mi comandante, debo ceñirme a lo que dictamina la ley —Cerati bajó el arma y se lo devolvió a Calamaro—. No lo haré señor. A menos que recite los crímenes que este sujeto cometió.
«Si tan solo pudiera escribir sobre ese tipo...» —Gabriel trataba de que Torre de Babel se acerque a Calamaro, pero estaba muy lejos para tocarlo.
No fue hasta que un oscuro brazo cogió la mano de Torre de Babel y lo presionó con fuerza, haciendo que Gabriel suelte un grito de dolor.
—¿Qué es lo que pasa con él? —preguntó Cerati—. Creo que le duele algo, comandante.
—Trae eso para acá —Calamaro cogió el revólver con rapidez y apuntó a la cabeza de Gabriel.
«Está cerca, pero Torre de Babel no puede acercarse» —pensó Gabriel, preocupado.
—Comandante, debe recitar los crímenes que ha cometido este hombre. De otro modo tendré que informarlo a la junta disciplinaria.
Calamaro lo vio con desdén.
—Sí, Cerati. Recitaré sus crímenes, sin embargo, no lo escucharás.
Apuntó al hombro de Cerati y disparó.
—¡Agh! —Cerati cayó al suelo, presionando la herida abierta que expulsaba la sangre, manchando el suelo.
—C-Comandante... ¿Por qué lo hizo?
—Cerati, tienes que aprender que cada uno tiene su lugar en el mundo —apuntó a Gabriel nuevamente—. Y este hombre no tiene lugar aquí.
Jaló el gatillo y la bala perforó el pecho de Gabriel. Cayó al suelo, sintiendo mucho dolor en el centro del pecho y sacudiéndose los pétalos de Obladi-Oblada.
Calamaro comenzó a acercarse a Cerati, esta vez manifestando a su stand. El cual medía su misma altura solo que no tenía ojos y su cuerpo estaba lleno de llaves de cuerda de un color ámbar, contrastando con su piel gris platino.
—Mil Horas...
La llave colocada sobre la cabeza de Cerati comenzó a girar un par de segundos. La herida de bala desapareció del hombro de Cerati y se puso de pie, viendo alrededor tratando de identificar su ubicación.
—C-Comandante Calamaro, ¿en dónde estoy?
El comandante le volvió a ofrecer el revólver a Cerati y este lo tomó con cuidado.
—Ejecuta a ese hombre. Ha comido un veneno y no tiene cura. Ejecútalo y dale una muerte pacífica -señaló a Gabriel quien seguía perdiendo sangre.
—Sí, comandante.
Cerati tomó el revólver con fuerza y apuntó a Gabriel.
—Con la esperanza de que tu alma descanse en paz, te ejecutaré aquí mismo.
Una luz extraña llamó la atención de Cerati. Al agachar la mirada vio su bota izquierda envuelta en llamas.
—¡Aaahhh! ¿Cómo pasó?
El stand de Calamaro se manifestó e hizo a un lado a Cerati para lanzar un golpe hacia Gabriel.
—¡Pufff! Ya puedo mover mi boca —dijo, aún con el pecho adolorido—. ¡Torre de Babel!
El pequeño stand apareció, intercediendo entre su usuario y Mil Horas quien se acercaba amenazante. Escribió sobre el suelo, convirtiéndolo esa área en una superficie gelatinosa. Aprovechó la textura del suelo y dio un brinco con su cuerpo para ser lanzado a unos metros del stand de Calamaro.
—¿Q-Qué pasa con el suelo? —preguntó Cerati al ver la forma del suelo alrededor de Gabriel—. ¿Cómo lo hizo?
—Ese hombre está usando magia oscura...
—¡No le creas, Cerati! —interrumpió Gabriel a Calamaro—. ¿No ves a Torre de Babel y su stand? Él te está controlando.
—Ejecútalo antes que active su habilidad.
Cerati, quien había apagado el fuego con un poco de tierra, se puso de pie y apuntó a Gabriel con el revólver.
—Te puso algo sobre la cabeza, Cerati —reclamó Gabriel, apenas moviéndose debido a que todavía tenía pétalos sobre su cuerpo—. Toca tu cabeza y si no encuentras nada, puedes dispararme.
—Dispara, cabo Cerati. Te lo ordeno. Si lo haces, te ascenderé a sargento y si tienes suerte, ascenderás a capitán. De esa manera, Dio ya no te podrá dar órdenes y las chicas te seguirán como a él lo siguen. ¿No quieres eso, Cerati?
—Yo creo... —comenzó Cerati. Vio a ambos hombres y levantó su mano hasta su cabeza, tocando la llave que estaba en medio de su cabeza—. ¿Y esto que es?
—Pelotudo de mierda —exclamó Calamaro enojado—. ¡Mil Horas!
—¡Cuidado Cerati! —exclamó Gabriel.
Pese a la advertencia, Cerati no pudo frenar el puño de Mil Horas que impactó en medio de su cara, provocando un sangrado nasal. El golpe fue tan fuerte que lo lanzó hasta la pared y luego cayó al suelo.
—Tendré que hacerlo con mis propias manos.
Su aterrador stand se preparaba para matar a Gabriel, sin embargo...
Aún con la respiración agitada, JoJo se sorprendió al ver un ferrocarril de dos vagones en el enorme túnel. A unos metros estaban un par de caballos, subió rápidamente al más cercano y cabalgó al lado de los rieles.
El Gran Maestro lo vio alejarse y subió al vagón de control. Al encender la locomotora, el vagón soltó un pitido que JoJo pudo escucharlo a pesar de estar cien metros de distancia.
—Si tan solo hubiera estudiado a los ferrocarriles hace cuarenta años... —JoJo se resignó, pero no impidió que siguiera cabalgando.
Las ruedas del ferrocarril comenzaron a girar, moviendo el armatoste que parecía cubrir la abertura del túnel. El Gran Maestro controlaba la presión del vapor que impulsaba los pistones de la locomotora que movían el vehículo. Cada segundo adquiría más velocidad, pues era necesaria para cruzar los dos kilómetros hasta el santuario.
—¡Vamos! —exclamó JoJo al sentir la vibración producida por el ferrocarril.
El Gran Maestro lo veía, esperando el momento para acercarse.
Pese a la velocidad del caballo, no era suficiente pues el tren estaba a unos metros detrás de él.
—¡Maldición! —exclamó JoJo al sentir el calor de la locomotora en su espalda.
Bitter Sweet Symphony apareció, lanzando un ataque a JoJo. Sui Generis se manifestó, defendiendo a su usuario. Pero eso hizo que JoJo pierda la concentración, por lo que el tren estaba junto a él.
—¡Dame la estrella, JoJo! —exclamó el Gran Maestro desde el vagón de control.
Bitter Sweet Symphony golpeó a Sui Generis en el rostro, siendo JoJo el afectado, pero luego Sui Generis contraatacó, golpeando la locomotora.
Otro Bitter Sweet Symphony apareció unos metros sobre la locomotora, deteniendo a JoJo. Esta vez el Gran Maestro estaba de pie sobre la máquina, viéndolo desde una posición superior. El otro Bitter Sweet Symphony desapareció, dejando al nuevo Bitter Sweet Symphony con la ventaja de atacar a JoJo, pero lanzó el ataque al caballo.
—¡Sui Generis!
El stand de JoJo bloqueó el ataque, pero fue un Bitter Sweet Symphony que apareció unos metros consecutivos adelante que lanzó una placa de metal, partiendo las piernas del caballo. Sui Generis reaccionó a tiempo, impidiendo que JoJo caiga debajo del tren, pero no pudo evitar que se fracture algunas partes de su cuerpo.
—De algún modo, esa estrella volverá a mí, pero la Piedra Eterna nunca estará en tu poder, Jonathan Joestar -exclamó el Gran Maestro mientras el tren se alejaba rápidamente.
JoJo se puso de pie rápidamente y colocándose en medio de la vía, Sui Generis se manifestó con mucho vigor.
—¡Overdrive Punch! ¡Ora! ¡Ora! ¡Ora! ¡Ora! ¡Ora! ¡Ora! ¡Ora! ¡Ora! ¡Ora! ¡Ora! ¡Ora! ¡Ora! ¡Ora! ¡Ora! ¡Ora! ¡Ora! ¡Ora! ¡Ora! ¡Ora! ¡Ora! ¡Ora! ¡Ora! ¡Ora! ¡Ora! ¡Ora! ¡Ora! ¡Ora! ¡Ora! ¡Ora! ¡Ora! ¡Ora! ¡Ora! ¡Ora! ¡Ora! ¡Ora! ¡Ora! ¡Ora! ¡Ora! ¡Ora! ¡Ora! ¡Ora! ¡Ora!
Los golpes trituraban el metal de las vías hasta que pudo romperlas con un último golpe.
—¿Acaso...? -dijo el Gran Maestro horrorizado.
Sui Generis cogió ambas vías de metal y las levantó como si fueran soga.
—¡Ahora, Sui Generis!
—¡Oraaaaaaa!
Usando la fuerza de sus brazos, batió aquellos metales, remeciendo el riel completo en una onda que descarriló las ruedas del tren en marcha.
—¡Bitter Sweet...! ¡Ah!
El tren se volcó hacia un lado, pero la velocidad con la que iba hizo que siguiera avanzando pese a haberse salido del carril. Al chocar con la pared, la locomotora se abrió, expulsando abundante vapor caliente que inundó el túnel.
El chirrido del tren continuó varios segundos, chocando con la entrada del santuario.
—Tendré que hacerlo con mis propias manos.
Gabriel sintió un temblor en el suelo y Calamaro escuchó el sonido del metal arrastrándose junto a los chirridos metálicos de un tren a toda marcha. La enorme puerta se destrozó, dejando ver al tren echado a un lado con dirección a Calamaro, quien no pudo esquivar a tiempo y fue arrastrado por el tren hasta la pared cercana. El rebote con la pared hizo que salte sobre Cerati, hasta que finalmente quedó volcado y expulsando el vapor restante.
—¿Q-Qué? ¡Ahhhh! —exclamó Cerati al ver las ruedas del tren dobladas a su costado. Se puso de pie y fue hasta Gabriel, quien estaba en el suelo—. ¿Estás bien? ¿Qué fue lo que pasó?
—Nada importante. Él ya está aquí, debemos sacar la Piedra Eterna.
—¿Te dispararon? —preguntó Cerati al ver la herida de Gabriel.
—¿Esto? Para nada —metió su mano por debajo de su camisa y sacó la placa metálica junto a unas cerezas aplastadas—. Solo un poco de dramatismo -sonrió.
Una vez de pie, ambos fueron hacia la Piedra Eterna. Gabriel tomó un momento para observarla.
—Tantos años esperando verlo personalmente, ha valido la pena esta travesía.
—Lo sé, Gabriel. Ahora saquemos las cuerdas.
—Espera.
Gabriel escuchó unos pasos acercándose en medio de la bruma del vapor. Observaron a aquella sombra entrar al santuario, para luego darse cuenta que se trataba de JoJo.
—H-Hola, chicos.
—¡JoJo!
Fueron hasta JoJo y lo ayudaron a mantenerse de pie, pues su cuerpo estaba malherido y tenía algunas quemaduras debido al calor.
—El Gran Maestro está aquí, deben llevarse la Piedra Eterna ahora mismo.
—Pero... —dijo Cerati.
—¡Háganlo! Deben cumplir con el plan, aunque eso requiera de mi sacrificio.
Unas palmadas interrumpieron el momento.
—Qué valiosas palabras dices, JoJo.
El Gran Maestro tenía algunas heridas y quemaduras no tan graves en su cuerpo, pero se mantenía vigoroso después de todo.
—¡Huyan de una vez! —exclamó JoJo, parándose firmemente y con Sui Generis listo para atacar.
—¡Bravo! ¡Bravo! —exclamó el Gran Maestro sarcásticamente—. No irán tan lejos con la Piedra Eterna, por más que quieran romperla, no podrán siquiera hacerle un rasguño pequeño.
El vapor se disipó. El santuario estaba casi destruido, pero JoJo fijó su atención en Dio quien entraba cargando a Miranda en sus brazos.
—Parece que llegué justo a tiempo —comentó Dio, dejando a Miranda arrodillada en el suelo para luego jalar su cabello y levantar su cabeza. Miranda soltó un jadeo de dolor.
—Está listo —dijo Gabriel, terminando de atar nudos alrededor de la Piedra Eterna—. Hay que llevarlo hasta el caballo.
—Hazte a un lado, JoJo —dijo el Gran Maestro seriamente—. Y yo no impediré que vayas por Miranda. Tu bloqueas el paso hacia lo que deseo y yo hago lo mismo. Es una tregua para obtener lo que queremos en este mundo, ¿verdad?
—Yo solo quiero la estrella o, de otro modo, cortaré la cabeza de Miranda —Fabuloso Cadillac apareció, reafirmando las palabras de Dio.
—Sin ataque alguno, solo caminar como caballeros y salvar lo que anhelamos. Decide de una vez, JoJo. Déjame pasar y haré lo mismo.
JoJo veía a sus amigos, pero también sabía que Miranda estaba en riesgo. Vio a aquella mujer que lo salvó, pero era la vida de Cerati y Gabriel la que estaban en juego, aparte de la Piedra Eterna.
—Entonces es un no —dijo el Gran Maestro.
—Aún no he decidido.
—Sin estrella, no hay cabeza —advirtió Dio.
—Pese a sus diferencias pudieron aliarse —indicó JoJo enfurecido.
—Solo aprovecho las oportunidades —comentó el Gran Maestro con una sonrisa.
JoJo seguía indeciso. Cerati y Gabriel ya habían asegurado la Piedra Eterna, por lo que pronto partirían.
—Está bien. Sin ataques, ni golpes bajos.
—Tienes mi palabra, Jonathan Joestar.
Ambos hombres caminaron, uno hacia el otro, viéndose a los ojos. Cuando estuvieron cerca, prepararon su defensa. Aunque habían acordado no atacarse, ninguno confiaba en el otro. Continuaron caminando hasta estar uno junto al otro. Fue una vista fugaz de reojo, luego de tantos años estaban cerca y sin atacarse. Siguieron su camino, pero el Gran Maestro saltó con ayuda de su stand hacia Cerati y Gabriel.
—Hola, Cerati —dijo otro Gran Maestro al lado de Cerati.
—¡Soda Stereo! —el stand golpeó el suelo, pero se encontró a Gabriel boca arriba.
—Pude saber que ibas a hacer algo así.
—Yo también —Cerati abrió su mano y dejó escapar las pequeñas piedras tocadas por su stand, las cuales se propulsaron como balas hacia el Gran Maestro. Este hizo que su stand ataje los proyectiles, sin evitar que Cerati y Gabriel suban al caballo y cabalguen rápidamente.
Mientras tanto, JoJo estaba a unos metros de Dio y Miranda.
—La estrella, JoJo, o Miranda perderá la cabeza. ¿No creo que te sea útil solamente su cabeza, verdad?
—Si te lo doy, nos matarás a ambos.
—Bien, si me lo das. Les daré cinco segundos para escapar de mí, de otro modo, los mataré cuando active a Holy Diver, ¿de acuerdo?
JoJo sacó la estrella plateada y se lo lanzó a Dio. Este lo cogió en el aire y soltó el cabello de Miranda, haciendo que esta se recueste sobre sus piernas.
—Después de tantos días, volveré a tener a Holy Diver. El stand que me hará obtener el mundo.
Sin embargo, Miranda sonrió.
—¡Mariposa Tecknicolor!
El stand de Miranda activó su habilidad sobre Dio y sobre ella, lanzando sus burbujas hacia el rubio, recibiendo los suaves impactos.
JoJo tomó a Miranda de los brazos y la ayudó a ponerse de pie.
—¡Ahhh! ¡Maldita perra! Ahora la pagarás, no tienen salvación cuando tengo a Holy...
Cuando se clavó la estrella que le entregó JoJo, en vez de ser asimilada por su cuerpo, abrió una enorme herida de donde escapó una gran cantidad de sangre.
—Esto... ¡esto es falso!
—Caíste en la trampa, Dio Brando -dijo Miranda.
JoJo sonrió junto a Miranda.
—Hace dos días me encontré con JoJo y los demás —explicó Miranda—. Planeamos esto con mucho cuidado, por eso es que pude saber que estabas en la fuente ya que sabía a dónde irías. Además, fundimos una estrella plateada con mucho cuidado para que se parezca a la original. Todo esto para deshacernos de ti.
—M-Malditos... ¡inútiles!
Fabuloso Cadillac lanzó la estrella y Sui Generis apartó a ambos de la trayectoria de la estrella.
—¡Ja, ja, ja, ja! Sabía que harías eso, por eso estás aquí —señaló Miranda mientras ella y JoJo salían corriendo.
La estrella impactó con una de las vigas, además, produjo una fuerte explosión que remeció ambos túneles y el santuario.
—¡JoJo y Miranda! —exclamó Dio corriendo hacia ellos mientras que el techo del santuario estaba cayéndose a pedazos—. ¡Los mataré!
Mientras el santuario entero se desplomaba, Cerati y Gabriel seguían cabalgando, viendo al Gran Maestro corriendo pero a una corta distancia.
—Ya estamos cerca, no podrá alcanzarnos —dijo Gabriel emocionado.
—Lo sé, mientras esas cuerdas aguanten podemos... ¿qué hace aquí?
Cerati señaló a un herido Calamaro quien se sostenía de la Piedra Eterna con ambos brazos.
—Es increíble que haya sobrevivido al choque —comentó Gabriel bastante asustado.
El stand de Calamaro se manifestó y comenzó a golpear las cuerdas.
—Si lo rompe, la Piedra Eterna permanecerá aquí.
—Sus cadáveres también quedarán sepultados bajo los escombros —dijo Calamaro, rompiendo una de las cuerdas que jalaba a la Piedra Eterna. Cerati manifestó a su stand, quien fue a atacar a Mil Horas, pero este lanzó las llaves hacia el techo, haciendo que escombros pesados caigan frente al caballo.
Esto hizo que la Piedra rebote por las rocas, debilitando los nudos que hizo Gabriel.
—Ya veo las escaleras, si subimos con él, evitará que fuguemos con la Piedra.
—En eso estoy —dijo Cerati. Soda Stereo lanzaba golpes a Mil Horas, pero este los bloqueaba y devolvía los golpes.
—¡Ajá! Vamos, che. ¿Crees que podés contra mí?
Mil Horas atajó un golpe, para luego golpear el vientre de Soda Stereo con su rodilla y rodear su cuello con sus fuertes manos.
—¡Aghh! —jadeó Cerati al sentir su respiración interrumpida.
-Nunca debiste meterte en asuntos de verdaderos hombres, Cerati. Quien te haya metido en todo esto, te ha condenado para siempre.
—¿H-Hablas de JoJo, pelotudo? —dijo Cerati enojado y esforzándose por hablar—. Esta semana ha sido muy intensa, pero es la mejor que he tenido en mi vida. Realmente, yo pensaba que había muerto desde hace tiempo, pero JoJo hizo que toda esta aventura... ¡me haga sentir vivo otra vez!
Tomó a Gabriel y saltaron del caballo hacia Calamaro. En el trayecto, Torre de Babel cortó la única cuerda que el caballo sostenía, haciendo que este suba las escaleras sin ellos ni la Piedra.
—¿Qué hicieron? ¿Saben que van a morir, verdad? —dijo Calamaro, viendo las escaleras y la salida sobre él.
—¡Lo dudo! —exclamaron Cerati y Gabriel. Ambos chocaron con Calamaro, Cerati lo golpeó con el codo mientras que Gabriel usaba su stand para escribir sobre su ropa.
El golpe hizo que Mil Horas deje a Soda Stereo y vaya por Cerati, pero Soda Stereo aprovechó la oportunidad y lanzó una lluvia de golpes en el suelo.
—¡Dega! ¡Dega! ¡Dega! ¡Dega! ¡Dega! ¡Dega! ¡Dega! ¡Dega! ¡Dega! ¡Dega! ¡Dega! ¡Dega! ¡Dega! ¡Dega! ¡Dega! ¡Dega! ¡Dega! ¡Dega! ¡Dega! ¡Dega! ¡Dega!
Calamaro vio con sorpresa que el suelo debajo de ellos empezaba a contornearse, hasta que reventó y los expulsó con un chorro de agua hasta fuera de la entrada.
Sobre el chorro de agua, Cerati y Gabriel tomaron la Piedra Eterna y Soda Stereo pateó a Calamaro lejos de ellos. Este no podía defenderse ya que su ropa había rodeado su cuerpo, pero Mil Horas fue el que se acercó.
Soda Stereo se adelantó y chocó su puño con Mil Horas sobre el aire.
—Pensé que sentirías algo... —dijo Cerati.
—¿A qué te refieres? —preguntó Calamaro.
—¡A esto!
Cerati lanzó varias llaves de cuerda que había sacado de Mil Horas, pero esas se propulsaron con chorros de agua, llevándolas a una velocidad similar a las balas. Las llaves atravesaron a Mil Horas en varias partes de su cuerpo, siendo Calamaro el más afectado pues de las heridas, la sangre comenzó a borbotear antes de caer al suelo.
El sonido seco de la caída daban cuenta del desenlace de Calamaro y Mil Horas se desvaneció. La caída de Cerati y Gabriel también fue dolorosa.
—Por poco y esta piedra me cae encima —dijo Gabriel sobándose la cadera.
—Descuida, Soda Stereo pudo haberlo evitado —comentó Cerati sonriendo.
—Oigan, ¿ustedes son de Opus?
—¿Hmmm? —Cerati y Gabriel vieron al menudo hombre que estaba al lado de ellos.
—N-No lo son. No lo son —repitió Nito atemorizado.
—Es uno de los ministros —indicó Gabriel.
—¡Nito, no los dejes escapar! —exclamó el Gran Maestro a su tras.
—¡Ha llegado! —exclamó Cerati, activando a Soda Stereo.
—¡Bitter Sweet Symphony!
—¡Dega!
El fuerte puño de Soda Stereo se plantó debajo de la Piedra Eterna y la explosión del chorro los propulsó hacia la calle.
—¡Esto si va a doleeeeer! —exclamó Gabriel en los aires.
Pero grande fue su sorpresa al caer en un coche en marcha.
—Justo a tiempo —dijeron Fito y Páez al verlos—. Perdón por no detenernos, pero esta cosa está funcionando en base a vapor y no hay manera de detenerlo.
Gabriel suspiró.
—¿Cómo sabías que el coche estaba afuera? —preguntó Gabriel.
—N-No lo sé. Simplemente tuve fe —respondió Cerati algo nervioso.
El coche siguió su rumbo lo más rápido posible.
—P-P-P-Perdóneme, Gran Maestro. Perdóneme por no detenerlos —Nito se arrodilló ante él y rodeó sus piernas para llorar sobre ellas.
—No —respondió el Gran Maestro con enojo.
A su tras, JoJo y Miranda subían las escaleras y se alejaban, evitando algún ataque de Dio.
—Esto es lo que querías, JoJo —reclamó el Gran Maestro—. Destruiste todo lo que me esforcé en construir. Tantos años para que en cuestión de días desaparezca por completo.
—JoooooJooooo —dijo Dio enfurecido y posando al salir de las escaleras—. ¡Wrrryyyyyyyyyy! —exclamó, tirando su espalda hacia atrás.
Mariposa Tecknicolor y Sui Generis se manifestaron de inmediato.
—No me queda otra alternativa. Si van a destruir todo, pues todo será destruido —dijo el Gran Maestro—. Agua. Llave. Metal. Cielo. Sol...
—¿Qué está diciendo? —preguntó Miranda. Dio también prestó atención a las palabras del Gran Maestro.
—... Lluvia. Estrella. 33. Alpha. 21...
—Ese tipo... —indicó JoJo. Miranda también lo notó—. Algo pasa con el sujeto que está debajo de él.
Los ojos de Nito se oscurecieron y se puso de pie, pero con movimientos erráticos.
—...12. Abecedario. Bebé. Trompeta. Biblia. Sangre. Óxido...
La ropa de Nito comenzaba a mostrar bultos que se movían de un lado a otro. Sobre su pecho, brazos y espalda. Parecían animales que estaban corriendo alrededor de su cuerpo.
—... Vaca. 89. Luz. Piedra.
Nito rasgó su chaqueta y camisa con fuerza.
—¿Q-Qué diablos son esas cosas? —preguntó JoJo. Miranda se tapó la boca evitando el vómito.
El cuerpo de Nito se encontraba abierto, con cavernas rojizas y húmedas donde unos pequeños seres verdes se movían de un lado a otro. Se veían viscosos y se movían como gusanos que carcomían los tejidos, pero los órganos estaban a plena vista y se veían saludables. Un aura verde rodeó a Nito y esos pequeños seres, comenzaron a moverse rápidamente y a multiplicarse más y más.
—Todo sea por usted, Gran Maestro —dijo Nito en un tono neutro y sin vida, mientras que de su cuello y de sus ojos salían más de esos seres—. ¡Enanitos Verdes!
Su cuerpo entero se llenó de estos pequeños stands que se multiplicaron en millones en un segundo, hasta que se expandieron como una onda expansiva, carcomiendo a Nito por completo.
Próximo capítulo: Enanitos Verdes - Parte 1
1. Comandante Calamaro: el nombre del comandante hace referencia al cantarte argentino Andrés Calamaro.
2. Mil Horas: el stand de Calamaro hace referencia a la canción del mismo nombre.
https://youtu.be/O4uBSbkxoik
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