La Piedra Eterna - Parte 3

—Rick... —soltó el Gran Maestro, como si hubiera tocado algo que no debía.

—Esto se ve grave —comenzó a decir Vicentico, pero el Gran Maestro lo ignoraba.

—Rick... Rick se puso de su lado...

—Creo que iré por Nito, para ubicarlo en un lugar más seguro...

—JoJo vino solo, sin Cerati ni Gabriel... ¡Y Rick estaba de su lado! —estalló el Gran Maestro en un grito atronador. Vicentico giró para huir, pero la áspera mano del anciano se posó sobre su hombro, presionando su clavícula con fuerza. De reojo, pudo ver la sombría y enojada cara del Gran Maestro.

—¿S-Sí, Gran Maestro? —sonrió Vicentico, nervioso y escondiendo su mano donde le faltaba el pulgar. Dedo que usó para liberar a JoJo.

—Lleva a Nito a la mansión de Cars. Vayan de una vez y ayuden a los dos vigías a que nadie obtenga la Piedra Eterna, ¿entendido?

—E-Entendido.

—Ahora... ¡iré por JoJo! —exclamó, desapareciendo junto a su stand.

Saltando a diez segundos antes del punto actual, llegando 10 segundos antes de lo que hubiera demorado en bajar las escaleras. Su sorpresa fue al ver la puerta abierta y ver que JoJo había fugado sin haber activado las máquinas. El Gran Maestro entró a examinar y vio a la mariquita azul y una araña, cerca al lugar donde van los pies.

—¡Vicentico! ¡Maldito mentiroso!

Su gruesa bota aplastó a los dos insectos, provocando un sonido húmedo con un crujido parecido al pan recién horneado.

—Ja, ja, ja, ja... Viejo estúpido —dijo Vicentico, bajando las escaleras con prisa—. Mientras está distraído con JoJo, me iré lo más lejos posible. No podrá alcanzar...

Antes de bajar el último escalón, una bala perforó su tobillo, haciendo que caiga de cara al suelo.

—¿Q-Qué? —titubeó al ver a la enardecida multitud apuntándolo con escopetas y armas.

—¡Ahí está! ¡Atrápenlo!

—Pensé que era él. ¡Mal Bicho!

Antes que los subversivos disparen, el cuerpo entero de Vicentico, junto a su ropa, se transformó en cientos de langostas que volaron violentamente hacia la gente.

—¡Es brujería!

—¡Corran!

—¡Corraaaaan!

El zumbido del aleteo de las langostas hizo que las personas huyan de la entrada principal. Aprovechando las alas, formó un enjambre que se movía en el aire hasta salir expulsado con fuerza.

«¡Bien! Ahora nadie podrá alcanzarme. Porque como dijo mi abuela: ¡el que no corre, vuela! —pensó Vicentico en el grupo de langostas que correspondía a su cabeza»

Una antorcha sobrevoló al enjambre, pero no le tomó importancia hasta que una bola de fuego dio de lleno en el grupo de langostas que eran sus piernas.

«¡Nooooo!»

Las langostas se transformaron en el cuerpo de Vicentico por la conmoción recibida. La caída de casi diez metros fracturó el brazo y algunas costillas de Vicentico que se arrastraba por el miedo.

—¡Maldita sea! No puedo acabar así... No, no, no, no, no... D-Debo...

—¡Maten al monstruo!

—¡Despedácenlo!

Mientras corrían hacia Vicentico, algunos arrastraban hachas y machetes y otros sostenían trinches y antorchas. Por la iluminación del fuego, se podía ver la furia en sus rostros.

—¡P-Por favor! ¡Les daré lo que quieran! —exclamó Vicentico, pero no pudo detener al hombre que dejó caer el filo del hacha sobre su cadera, provocándole un horrible dolor—. ¡Aaaahhhh!

Los demás lo siguieron, clavando sus cuchillos, machetes y trinches. Antes de perder el conocimiento, Vicentico se puso en posición fetal para ocultar su rostro.

—¡Mal Bicho!

La gente reunida alrededor de Vicentico dio un salto atrás cuando escorpiones saltaron sobre ellos, picando sus ojos y bocas.

—¡Quítenmelo! ¡Quítenmelo!

Los aguijones se clavaban en la piel, provocando sangrados. Algunos cayeron desmayados por el veneno y la conmoción. Otros trataban de quitarse a los insectos de los ojos. Mientras eso pasaba, un grupo de 30 hormigas caminaban sigilosamente lo más lejos posible de ese lugar.

«Tengo que encontrar más insectos. Puedo perder la consciencia si solo sobrevivo en este rebaño de hormigas —pensó Vicentico»

—¡Aaaahhh! ¡Aaaahhh! ¡Aaaahhh! —exclamaba un hombre con la cara llena de escorpiones que picoteaban sus ojos y nariz. La antorcha que sostenía se cayó de sus manos cuando el veneno empezó a afectar sus articulaciones. El fuego cayó sobre el grupo de hormigas donde la mente de Vicentico sobrevivía, pero no pudo hacer mucho. Del rebaño de 30 hormigas, solo sobrevivió uno quien se encontraba lo suficientemente lejos del caos.

«¡Aaahhh! ¿Por qué me sucedió esto? Mi mente desaparecerá en esta hormiga... ¿Eso que huelo es azúcar?... Trrrr... ¡No! Debo resistir y encontrar una colonia de hormigas para adherirlas a mi cuerpo... Trrrr... Trrr... Es azúcar. Un brillante y dulce cristal de azúcar... Trrrrr... Trrrr... Trrr... D-Debo resistir el impulso... Trrrr... Trrrr... Trrrr... Azúcar, solo quiero azúcar... Trrr... Trrr... No, no, no. Quiero el oro... Trrr... No, el azúcar... Trrrr... Trrrr... Trrrr... Trrrr... Trrrr....»

Las pequeñas patitas cogieron el diminuto cristal de azúcar y lo puso sobre su cabeza para correr hacia un pequeño agujero. La hormiga que antes había sido Vicentico, ahora se ocultaba del tumulto en un orificio diminuto, devorando el dulce que había conseguido sin sentir otra necesidad más que conseguir azúcar para siempre.

Un enfurecido Gran Maestro buscó a Vicentico por todos lados, pero no lo encontró. Fue hasta el despacho de Nito y lo obligó a huir.

—G-G-Gran M-M-Maestro, ¿qué debo hacer?

—Ve a la mansión de Cars, nuestros enemigos están ahí y tarde o temprano saldrán. Debemos atraparlos por ambos lados.

—S-S-Sí, Gran Maestro —respondió Nito, poniéndose de pie. Mientras se daba la vuelta, el Gran Maestro pudo ver como se formaban algunos bultos en la espalda de Nito, moviéndose y vibrando hasta desaparecer.

Las explosiones volvieron. La multitud había entrado a la Casa Rosada y estaba haciendo destrozos. El Gran Maestro usaba su habilidad para esquivarlos y llegar hasta la fuente de agua del patio.

—Ninguno de ellos pondrá un dedo en la Piedra Eterna —decía mientras la fuente se hacía a un lado, dejando a la vista unas escaleras que se hundían en la oscuridad de un túnel subterráneo.

—Un momento...

Bitter Sweet Symphony apareció a su lado, pero no pudo evitar que la explosión de una bola de cañón lance por los aires al Gran Maestro.

Dio aparecía gallardo sobre su caballo, con una sonrisa victoriosa y su cabello hondeando por el viento.

—¿Así que esa era la entrada? Debí haberlo adivinado.

—¿Ahora trabajas junto a JoJo? ¿Esto era parte del plan? —cuestionó el Gran Maestro, ahora de pie y con la túnica sucia por el polvo.

—¿JoJo? No sé nada de ese sujeto, solo sé que también está buscando la Piedra Eterna, por lo tanto, también le diste la ubicación del santuario.

Los ojos del Gran Maestro se abrieron al llegar a la misma conclusión que Dio.

JoJo, apoyado detrás de una viga, escuchaba atentamente lo que pasaba.

—De cualquier manera, ninguno de los dos llegará a la Piedra Eterna —señaló el Gran Maestro, con su stand al lado.

—Ya veremos, Enrique —soltó Dio, dando un salto en su caballo y cayendo a la orilla de la entrada.

Bitter Sweet Symphony se adelantó, llevando a su usuario ante los espejos, pero se dieron cuenta que estaban muy lejos de Dio como para atacarlo.

—La única forma de ganar es...

Cruzó el umbral de un espejo, colocándose a siete metros de Dio quien apenas se ponía de pie para dar el salto. Bitter Sweet Symphony volvió a activar su habilidad, pero esta vez, un par de segundos al futuro, estando a dos metros de Dio, quien estaba en el aire.

—¡Bitter Sweet Symphony!

El stand lanzó un golpe que fue bloqueado por el puño de Fabuloso Cadillac con su usuario sobre el suelo.

—Tengo todo fríamente calculado, anciano —soltó Dio, sacando un filoso cuchillo de su bolsillo.

El Gran Maestro se sobresaltó, retrocedió pero Dio le lanzó el cuchillo al rostro. A tan solo 2 centímetros, pudo activar su habilidad y salvar su rostro de ser atravesado por el cuchillo, sin embargo, no se había percatado de otro cuchillo que se había clavado en su hombro.

—¿Cómo pasó? —tomó el cuchillo y lo sacó para luego saltar dos segundos antes del primer salto. Esta vez, estando fuera de la vista de Dio, le lanzó el cuchillo sin que se de cuenta y evitó que caiga de pie. Sin embargo, Dio tenía dos cuchillos más en la mano que el Gran Maestro no veía y lo lanzó hacía él.

—¿De dónde rayos sacas esos cuchillos tan grandes? —exclamó, evadiendo un cuchillo, pero el segundo dio de lleno al lado de su costilla, generando un sangrado que manchó un lado de su túnica.

—Pensé que eras más atemorizante —dijo Dio, jadeando por el cansancio—. Pero veo que eres muy anciano para seguir haciendo estas cosas. Agradece que no activé la habilidad de Fabuloso Cadillac en esos cuchillos o tus entrañas hubieran manchado todo este lindo patio.

Mientras hablaban, JoJo salió de su escondite y corrió atléticamente hacia la entrada del túnel.

—¡Es JoJo! —exclamaron Dio y el Gran Maestro.

JoJo se impulsó con un salto y, antes de descender hacia el fondo, los miró a ambos.

—¡Goodbye, assholes!

—¡JoooooJoooooo! ¡Bitter Sweet Symphony!

A pesar de acercarse a penas, no pudo evitar que JoJo entre al túnel por lo que desapareció para perseguirlo, dejando a Dio aún con la impresión.

—Todo fue muy rápido —mencionó Dio.

A su tras, el sonido de una escopeta recargándose llamó su atención.

—¿Por qué tanta prisa, rubio? —los labios de Miranda se movieron enfatizando la labiabilidad de la "b".

—Miranda Lafourcade, pensé que estabas muerta —dijo Dio.

—No, pero es bueno saber que tú aún no lo estas.

Miranda llevaba un sombrero que ocultaba sus ojos con una sombra, producto de la oscuridad de la noche.

—Haz sido tan estúpido para no darte cuenta que estaba infiltrada en ese mar de gente que estaba contigo. El sombrero fue de mucha ayuda.

—Eso fue lo más inteligente que haz hecho, Miranda —dijo Dio, escondiendo sus molestias, pero Miranda pudo notarlas.

—¿JoJo te hizo eso? —preguntó de manera cínica.

—¿Hmm? —cuestionó Dio, pero se le ocurrió algo mejor—. S-Sí, él y el Gran Maestro entraron a ese hoyo que ves ahí. Están tras la Piedra Eterna.

—Entonces lo que decía Gabriel era cierto.

—¿Qué es lo que harás?

—Eso no te importa, pelotudo. Hazte a un lado y no trates de lanzarme nada o volaré la tapa de tu cabeza, ¿entendés?

—Como digas —dijo Dio levantando sus manos y alejándose de la entrada junto a su caballo.

Miranda avanzó, apuntando a Dio para evitar cualquier ataque.

—Qué obediente —dijo Miranda al llegar a los primeros escalones de la escalera.

Dio sacó un cuchillo y abrió una herida en el lomo de su caballo. Este al sentir el dolor, se puso en dos patas, soltando un alarido para luego correr de manera desesperada hacia Miranda, empujándola por las escaleras.

Miranda no pudo con la fuerza del caballo y cayó abruptamente por los escalones hasta llegar al suelo. Dio descendió tranquilamente y levantó el cuerpo de Miranda. Sintió su respiración y su latido, por lo que todavía podía usarla a su favor.

—No tengo otra cosa más que usar mi cabeza —señaló Cerati, golpeando un par de cuadros con su frente.

—¡Torre de Babel!

El pequeño stand apareció al lado de Gabriel, moviendo sus dedos sobre uno de los cuadros para convertir el marco de madera en hule. Gabriel cogió los laterales del cuadro y los dobló con fuerza, quebrando los brazos y piernas que se introdujeron nuevamente al interior del lienzo.

—¿Puedes hacer lo mismo con los demás? —preguntó Cerati, golpeando a los cuadros con su cabeza y con los codos de su stand. Las piernas de Soda Stereo se estiraban, pateando a los cuadros, pero algunos de ellos se adherían a sus extremidades, haciendo imposible atacarlos con fuerza.

—Diría que sí, pero no puedo —contestó Gabriel agitando el hule en el aire—. Sin embargo, solo queda una cosa por hacer.

—¿Qué cosa?

—¿Recuerdas que te dije que quemar los cuadros no era factible?

—Sí, ¿por qué lo decís?

—Porque... ¡hay que ardeeeeer!

Torre de Babel escribió letras sobre la ropa de ambos y rápidamente se prendió fuego. Los cuadros que estaban cerca se dispersaron, solo algunos tuvieron contacto con el fuego y se encendieron en llamas.

—Ese pigmento que contienen es inflamable, para nosotros es peligroso pero es útil para deshacernos de los que tienen patas y manos.

—P-Pero Gabriel, nuestra ropa está en llamas.

—¡Vamos hacia la fuente de agua!

—¡Ja, ja, ja, ja! Idiotas, ahora están más propensos a perder su cuerpo. Si el fuego consume los cuadros que están absorbiéndolos...

—Nos afectará —concluyó Gabriel—. ¡Así que no hay tiempo!

—¡Sííí!

Gabriel y Cerati huyeron rápidamente del lugar, con dirección a la fuente de agua.

—¡Síganlos! —indicó el usuario y los cuadros se prendieron fuego para seguir a ambos hombres.

—El fuego está por quemar mi piel —indicó Cerati mientras doblaban por un pasadizo.

Torre de Babel ha determinado que se mantenga en la ropa, pero si continúa, el fuego se extenderá hasta nuestros cuerpos —aclaró Gabriel, corriendo a toda prisa. Sentía una gota de sudor descender por su mejilla y la respiración agitada se hacía más notoria en ambos.

Las luces del fuego de los cuadros se acercaban a ellos por todos lados. No tenían más opción que salir por la ventana más cercana, la cual estaba a 5 metros y una luz incandescente estaba aproximándose.

—¡Vamos, Cerati! Saltemos por la ventana.

—¡Huir es una opción que no tienen! —exclamó el usuario, acercándose con su grupo de cuadros en llamas.

—¡Ya casi! —indicó Cerati, corriendo hacia la ventana, pero un cuadro de dos metros de largo lo hizo tropezar junto a Gabriel.

Los cuadros en llamas se abalanzaron sobre ellos y el fuego se extendió rápidamente.

—Ahora no habrá manera en que recuperen las partes de su cuerpo absorbidas ja, ja, ja, ja.

Los cuadros que absorbían a Gabriel y los brazos de Soda Stereo se encendieron y el fuego consumía la madera y poco a poco el lienzo junto al inflamable pigmento.

—Si no hay agua cerca, no queda de otra... ¡Haz que Soda Stereo acerque uno de sus brazos!

Soda Stereo removió algunos cuadros para acercar su extremidad absorbida hasta el hombro hacia Gabriel, quien bajaba su mano hasta su cintura.

—¡Reza que tenga suficiente fuerza para impulsarlo! —exclamó Gabriel.

—¡¿Cómo querés que rece, pelot...?! Esperá, ¿no me digas que...?

—Aaaaahhhhhh...

En medio de ellos se formó un arco de orina que Gabriel impulsaba con su vejiga hacia el brazo de Soda Stereo.

—¡Saca el brazo de tu stand!

—¡Noooooo! —exclamó el usuario de Luna de Miel—. ¡Debí prevenir algo así!

Soda Stereo sacó su brazo completo, pues el agua disolvía el pigmento que absorbía el brazo. Aunque tenía algunas manchas rojas, azules y verdes, no se tomó el tiempo de pensarlo y golpeó el suelo con fuerza. El piso tembló un par de segundos para luego expulsar agua en grandes cantidades que inundaron la casa.

La pintura del lienzo se disolvió y el fuego se apagó. Gabriel y Cerati estaban a salvo por lo que rompieron la ventana para salir al patio.

Junto a ellos salió el agua y algunos cuadros inanimados.

—De haberme dicho que ibas a usar tu orina, te hubiera ayudado —dijo Cerati, secando sus párpados.

—Tenía que liberarlo de algún modo.

Gabriel sonrió a pesar de que la ropa de ambos estaba chamuscada.

—Ahí está. Esa es la entrada al santuario —dijo Gabriel, señalando la fuente de agua.

Ambos se pusieron de pie y caminaron sobre la baldosa de piedra.

—Qué extraños gustos tenía Cars —indicó Cerati, viendo el suelo—. Nunca antes había visto este tipo de baldosas.

—Uhmmm... Ni yo, a menos que... ¡Nah! No lo creo.

—¡Yo sí lo creo!

—¿Es él? —preguntó Cerati viendo a ambos lados.

—Algo me dice que... ¡Nos hundimos!

Los pies de Gabriel y Cerati se hundían en las baldosas, las cuales tenían un color rojo, azul y verde a la vez.

Un rostro salió frente a ellos. Era el usuario de Luna de Miel quien mostraba un perturbadora sonrisa.

—Ahora no podrán huir.

—¡Soda Stereo!

El stand lanzó golpes a las baldosas, pero estas absorbieron sus brazos, hundiéndolos junto al stand y el usuario.

—Gabriel, ¿tienes más orina?

—No. Expulsé todo lo que tenía —contestó preocupado.

Su cuerpo seguía hundiéndose hasta la cintura. Las manos de las demás baldosas los alcanzaron, jalando sus extremidades y cabello.

—Entraron en mi propia red —dijo el usuario—. Los colores del cuadro principal pueden invadir otros lienzos o superficies con contornos definidos como son los cuadros o estas mismas baldosas. ¡Prácticamente están en mis manos!

Soda Stereo tenía ambas manos cubiertas por el pigmento sin posibilidad de sacarlas. Cerati vio a su alrededor tratando de encontrar una manera de escapar de ese lío.

—Ya no podemos usar el fuego pues la pintura está alrededor nuestro. Moriremos al instante —aclaró Gabriel.

Por más que intentaban forcejear, no impidieron que su cuerpo se hunda hasta el cuello. Levantaron sus mentones para que sus bocas no sean absorbidas.

—De saber que moriría así, hubiera buscado a mi exnovia —dijo Cerati con mucho pesar.

—¿Por qué? —preguntó Gabriel.

—Vos sabés. ¿Para qué otra cosa buscaría a mi exnovia? —dijo Cerati soltando una risa burlona.

—N-No es momento para ponerse caliente... Caliente,  eso esshhhh...

El rostro de ambos se disolvió en la pintura mientras que la mano de Gabriel seguía extendida.

—¡Ganéééé! ¡Maté a dos de estas sabandijas! ¡El Gran Maestro me premiará muy bien por acabar con ellos! —exclamó de alegría, batiendo sus brazos en el aire.

Del brazo de Gabriel se extendió el brazo de Torre de Babel y movió sus dedos sobre los bordes de la baldosa más cercana, garabateando palabras lo más rápido que podía.

—Sea lo que sea que haya escrito, ¡no funcionará!

El usuario se extendió hacia el brazo de Gabriel, lo cogió con sus manos de colores y lo empujó hacia el fondo. La curiosidad le picó en alguna parte de su alma, así que revisó lo que había escrito Gabriel.

—¿Por qué dibujó a un hombre sentado mirando hacia abajo?

De pronto, una brisa helada permeó en los pigmentos que estaba compuesto y comenzaba a congelarse, junto a las demás baldosas de colores.

—¿Q-Qué significa esto? —preguntó el usuario horrorizado al ver que la pintura se helaba y formaba cristales del agua que estaba compuesta. Trató de moverse, pero cada vez se hacía más tangible el hielo.

El brazo de Gabriel se apoyó de los bordes helados de una baldosa y Torre de Babel comenzó a escribir nuevamente.

—¡N-No escribirás jamáááás! —exclamó el usuario tratando de extenderse, pero lo que hizo fue romperse por la mitad.

Ahora era un brisa cálida que comenzaba a evaporar la pintura congelada.

Los brazos de Gabriel y Cerati salieron, luego sus cabezas y después el resto de su cuerpo.

—Bien, ya que estamos libres... —dijo Cerati, activando a Soda Stereo quien pateó el pedazo de hielo donde estaba el usuario hacia el interior de la fuente de agua.

—¡Sáquenme de aquí! ¡Les diré todo lo que deben saber sobre el Gran Maestro!

—Mala hora para negociar, amigo —dijo Gabriel mostrando su blanca dentadura de manera cínica—. ¡Torre de Babel!

El stand de Gabriel se aproximó a la fuente de agua y en el borde interior escribió "700°". Rápidamente, la temperatura del mármol empezó a elevarse, calentando el agua y haciéndola hervir. El usuario se disolvió en el agua, soltando un alarido de desesperación. Tan pronto como se disolvió, el agua comenzó a evaporarse en segundos, hasta que no quedó ni una gota dentro de la fuente. Esta se rompió en varios pedazos por la exagerada temperatura y dejando a la vista la entrada al santuario.

—Primero usted —dijo Cerati, extendiendo su mano.

—No, pase usted —continuó Gabriel.

—Entonces a la vez... Uno, dos, ¡tres!

Cerati y Gabriel saltaron hacia la oscura entrada y tropezaron con los escalones hasta llegar al suelo.

—Ay, debí adivinar que habría una escalera.

Gabriel se puso de pie y ayudó a Cerati a levantarse. Ambos vieron el largo túnel que se perdía en el fondo en una luz pequeñísima.

—Subamos a esos caballos —señaló Cerati, subiendo sobre un caballo blanco.

—Súbeme al tuyo porque no alcanzo al otro —pidió Gabriel sonrojado. Soda Stereo lo levantó y lo puso detrás de Cerati.

—Agarráte —dijo Cerati y Gabriel rodeó su cintura con sus brazos.

Cruzaron el túnel de piedra como un relámpago. Los pasos del caballo resonaban en el corto espacio en donde iban, señalando su cercanía a su destino.

—¡Ahí está!

El caballo frenó a tiempo para contemplar la entrada al santuario del Gran Maestro. Cerati descendió y luego ayudó a Gabriel a bajar.

—¡Soda Stereo!

El stand rompió la puerta con una sola patada.

—¿Qué haces, Cerati? —preguntó Gabriel alarmado.

—No tengo tiempo para esperar, el Gran Maestro y sus cómplices pueden aparecer en cualquier momento.

—Bueno, sí.

Corrieron hacia el centro del santuario, viendo el vacío del salón. Les llamó la atención el elegante trono y la monstruosa máquina que estaba a un lado.

—Estoy seguro que con esto hacían sus sacrificios —dedujo Gabriel.

De pronto, un sonido grave de piedras arrastrándose se empezó a escuchar cerca a ellos.

—¡Mira! —señaló Gabriel.

El espacio del trono comenzaba a girar y en su lugar, aparecía unas enormes puertas de mármol gris. Al dejar de girar, estás se abrieron de manera repentina, dejando ver a un menudo hombre sentado sobre un montículo rocoso con las piernas dobladas a los costados y viendo al suelo.

—Esa es...

—¡La Piedra Eterna! —terminó Gabriel, abriendo sus ojos al ver aquel objeto que había estado buscando desde hace años.

—Hasta que al fin llegaron —dijo el hombre con una voz dormida y grave—. Hace tiempo que estoy sentado sobre esta piedra y estoy muy impaciente.

Por debajo de su brazo sacó un revólver y jaló el gatillo.


Próximo capítulo: La Piedra Eterna - Parte 4

Nombre del usuario: Vicentico

Nombre del Stand: Mal Bicho

Stats

Poder destructivo: D

Durabilidad: C

Velocidad: D

Precisión: D

Rango: B

Potencial de aprendizaje: C

Habilidades

Permite convertir el cuerpo del usuario en conjuntos de insectos de diferentes tamaños y tipos. Puede desmembrar su cuerpo y volverlo a unir en forma de insectos tantas veces como quiera. Sin embargo, la parte desmembrada convertida en insectos debe regresar al cuerpo en menos de 30 segundos o los insectos tomarían libertad para existir, sin posibilidad de retornar a ser parte del cuerpo del usuario. Además, puede anexar insectos a su cuerpo para curar heridas o cerrar tejidos.

Nombre del usuario: Desconocido

Nombre del Stand: Luna de Miel

Stats

Poder destructivo: C

Durabilidad: B

Velocidad: B

Precisión: C

Rango: D

Potencial de aprendizaje: D

Habilidades

El stand Luna de Miel hace que el alma de su usuario permanezca en el lienzo que estaba pintando. Basándose en el sistema RGB (rojo, verde y azul en inglés) permanece en este lienzo, haciendo que crezcan extremidades para realizar ataques físicos. Además actúa como un virus, pues los pigmentos de la pintura pueden invadir otros cuadros o figuras con contornos definidos (en específico, en figuras cuadradas o rectangulares) y anexarlas dentro de la habilidad, pudiendo formar un pequeño grupo controlado de cuadros con extremidades. También puede absorber seres vivos, haciendo que el cuerpo de estos sean absorbidos por el pigmento del lienzo. La única manera de inhabilitar la absorción es usando agua, aplicando en la zona que está siendo absorbida.

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