Fabuloso Cadillac - Parte 2

—Si nos hubiéramos quedado más tiempo, estaríamos muertos.

—Ya, cállate —dijo Dio, mientras permanecía en el pequeño retazo de madera que flotaba en el mar.

—Lo bueno es que pudimos escapar al océano y nadar en esta madera —dijo Charles García, el hijo del mayor García.

—También pudimos haber matado a algunos soldados más —dijo Dio con sorna, mientras le daba la espalda a Charles.

—Sí, pero también nos hubiéramos quedado sin cabeza o manos.

El mar los llevaba lentamente a una costa rocosa, donde las olas chocaban fuertemente contra las enormes piedras que estaban en toda la orilla. Las gaviotas sobrevolaban la improvisada barca y el calor aumentaba.

—Che, al menos estamos vivos —dijo Charles—, podré ver a mi padre de nuevo.

—No festejes mucho —empezó Dio—, solo estaremos un día en Buenos Aires. Luego tendremos que volver.

—Lo sé.

Charles miró al cielo y cerró los ojos, descansando su visión después de haber visto a mucha gente morir en la batalla.

Dio, miraba la orilla del mar, deseaba llegar lo más antes posible, pero estaba agotado por lo que decidió no remar. Sin embargo, en un punto de la orilla rocosa, en medio de unas grandes rocas, había algo que brillaba de manera intermitente. El brillo aparecía cuando la ola bajaba y desaparecía cuando el mar golpeaba la roca.

—Parece que hay algo en esas rocas —dijo Dio.

El interés y la curiosidad fue tanta para Dio, que se olvidó del cansancio y empezó a remar con el palo que estaba a su alcance. Charles miró el punto en donde indicó Dio y empezó a remar con otro palo de un barco destrozado.

—¿Y si es un tesoro? Seremos ricos —dijo Charles entusiasmado.

—Sí... ricos... —dijo Dio en un susurro apenas audible.

Después de diez minutos remando, llegaron a las rocas húmedas y que tenían algas que las coloreaban de un verde oscuro.

Dio saltó a una de las rocas, trató de mantener el equilibrio, pero resbaló y cayó al agua. Para su suerte, no impactó con otra roca.

Charles saltó a la misma roca y pudo mantener el equilibrio.

—Mira Dio, ven, dame la mano —dijo Charles, extendiendo su mano para ayudar a su amigo, quien no soportaba ser humillado.

Cuando ambos estuvieron en la roca, pudieron ver un cofre adornado con espejos que reflejaban la luz del sol.

—¿E-Es posible? —dijo Charles.

—Parece que estabas en lo correcto, Charles —dijo Dio con una gris sonrisa.

Ambos rieron y sacaron el cofre de entre las rocas.

Luego de nadar unos minutos, llegaron a la orilla llena de piedras que les dejaron los pies lastimados. Sin embargo, la emoción por el tesoro, les hacía olvidar el dolor por lo que pudieron pasar todas las piedras sin quejarse.

—¡Ahí! —dijo Dio y puso el cofre sobre la arenisca que se encontraba en medio de las piedras. Charles dio un largo y profundo suspiro cuando sintió aliviado sus pies y sus brazos.

—Ahora, abrámoslo —dijo Charles y de una patada, abrió el cofre.

Ambos soldados sobrevivientes se sorprendieron al ver el interior el cofre. Sus ambiciosos ojos se ahogaron como sus demás compañeros al ver que un libro grueso estaba dentro del cofre. No había oro ni gemas. Solo ese libro que se encontraba seco, al igual que el resto del interior.

—Un libro... ¡Solo un libro! —dijo Dio, pateando el cofre, lo que ocasionó que rodará unos centímetros al costado.

—¿Qué tal si es un mapa de algún tesoro? —cuestionó Charles, quien sacando el libro del cofre, le enseñó las páginas a Dio.

—Hay una posibilidad —respondió este.

Sin embargo, luego de leer exhaustivamente las páginas, se dieron cuenta que no hablaba de ningún tesoro. Sino más bien, de cosas que los dejaron helados.

—N-No puede ser cierto —dijo Charles—, sir Cars... Sir Cars es descendiente de esta gente.

Dio seguía mirando a la nada, asimilando todo lo que estaba en el libro.

—Creo que debemos quemar este libro —dijo Charles.

—No —respondió fríamente Dio—, yo sé qué hacer con este libro.

La mirada de Dio se había transformado. Ahora mostraba una seguridad y confianza inalcanzable. Tomó el libro y lo guardó.

—¿Qué planeas hacer? —preguntó Charles.

—Algo que nos hará muy ricos, Charles... muy ricos.

[Presente de la historia - 8:20 am]

—¡Inútil! ¡Inútil! ¡Inútil! ¡Inútil! ¡Inútil! ¡Inútil! ¡Inútil! ¡Inútil! ¡Inútil! ¡Inútil! ¡Inútil! ¡Inútil! ¡Inútil! ¡Inútil! ¡Inútil! ¡Inútil! ¡Inútil! ¡Inútil! ¡Inútil! ¡Inútil! ¡Inútil! ¡Inútil! ¡Inútil! ¡Inútil! ¡Inútil! ¡Inútil! ¡Inútil! ¡Inútil! ¡Inútil! ¡Inútil! ¡Inútil! ¡Inútil! ¡Inútil! ¡Inútil! ¡Inútil!

—¡Ora! ¡Ora! ¡Ora! ¡Ora! ¡Ora! ¡Ora! ¡Ora! ¡Ora! ¡Ora! ¡Ora! ¡Ora! ¡Ora! ¡Ora! ¡Ora! ¡Ora! ¡Ora! ¡Ora! ¡Ora! ¡Ora! ¡Ora! ¡Ora! ¡Ora! ¡Ora! ¡Ora! ¡Ora! ¡Ora! ¡Ora! ¡Ora! ¡Ora! ¡Ora! ¡Ora! ¡Ora! ¡Ora! ¡Ora! ¡Ora! ¡Ora! ¡Ora! ¡Ora! ¡Ora! ¡Ora!

La ráfaga de golpes de ambos stands seguía mientras que sus usuarios se miraban el uno al otro.

—¡Ríndete, JoJo! —exclamó Dio.

—¡Noooo! ¡Sui Generis! ¡A su pierna!

El stand de JoJo lanzó una patada a la pierna de Fabuloso Cadillac, pero este la atajó antes que impacte. Pero no se dio cuenta del puño derecho de Sui Generis y le cayó en toda la sien izquierda, lo que afectó también a Dio por unos segundos. Pero luego, Fabuloso Cadillac hizo un movimiento con las piernas, golpeando los muslos de Sui Generis. Este resistió los impactos mientras se defendía el rostro por un posible ataque del stand de Dio. Sin embargo, todos los impactos en los muslos hizo que uno de los brazos de Sui Generis se aparte un poco, dejando un espacio hacia el rostro del stand de JoJo.

¡Fabuloso Cadillac! —exclamó Dio.

El stand del rubio, aprovechando esa abertura de algunos segundos, plantó su puño negro hasta golpear de lleno en el rostro de Sui Generis, haciendo que la nariz de JoJo comience a sangrar.

—Kghh... —gruñó JoJo.

Sui Generis apretó con ambos brazos el puño de Fabuloso Cadillac. Dio sonrió al ver la ingenua estrategia de JoJo, pero al sentir la fuerte presión en su muñeca, se dio cuenta que estaba apresado.

—¡Ora!

Exclamó Sui Generis, impactando su rodilla en la axila de Fabuloso Cadillac. Dio sintió como su clavícula y su cartílago se rompía de a pocos.

—¡M-Maldito! —exclamó Dio con una voz sedienta de sangre.

Sui Generis estaba por continuar dando rodillazos a la axila del Stand del rubio, pero este bloqueó el ataque con su rodilla.

Los dos Stands enemigos se miraron y comenzaron una ráfaga de rodillazos. Cada impacto sonaba como un martillo golpeando el metal.

Dio y JoJo sentían el dolor de los impactos, pero hacían el esfuerzo para no caer. Sabían que el primero que caiga, sería el perdedor de la contienda.

—¡Fabuloso Cadillac!

—¡Sui Generis!

El Stand de Dio continuaba bloqueando los rodillazos del Stand de JoJo, mientras trataba de sacar su brazo del agarre de su oponente, daba fuertes puñetazos en los brazos de Sui Generis con su brazo libre. Por otro lado, Sui Generis daba más fuerza a la llave para no liberar el brazo de Fabuloso Cadillac, mantenía la velocidad de los rodillazos pese al bloqueo del stand enemigo y soportaba los puñetazos que caían sobre sus muñecas y sus brazos.

Todo iba a una velocidad alarmante. Los residentes que veían a un rubio vestido de capitán y a un hombre semidesnudo, huían despavoridos de sus hogares. Toda la ciudad estaba casi desierta pues la mayoría estaban frente al Palacio de Gobierno de Argentina, esperando las palabras del presidente.

—¡Inútil! ¡Eres un inútil, JoJo! ¡Ríndete! —exclamaba Dio mientras seguía su resistencia y ataque.

—¡Cállate! ¡No perdonaré que hayas matado a un niño, Diiioooo!

Sui Generis seguía soportando los golpes de Fabuloso Cadillac, aprisionando su brazo izquierdo pero lo que no tuvo en cuenta es que la mano del brazo atrapado estaba cerrada.

Dio sonrió y su Stand abrió su mano atrapando la nariz de Sui Generis.

—¡Ah! ¡Sui Gener...!

¡Fabuloso Cadillac! ¡Acábalo!

En la fracción de segundo que Sui Generis se detuvo, el Stand de Dio lanzó una feroz lluvia de puñetazos sobre el stand de JoJo.

—¡Inútil! ¡Inútil! ¡Inútil! ¡Inútil! ¡Inútil! ¡Inútil! ¡Inútil! ¡Inútil! ¡Inútil! ¡Inútil! ¡Inútil! ¡Inútil! ¡Inútil! ¡Inútil! ¡Inútil! ¡Inútil! ¡Inútil! ¡Inútil! ¡Inútil! ¡Inútil! ¡Inútil! ¡Inútil! ¡Inútil! ¡Inútil! ¡Inútil! ¡Inútil! ¡Inútil! ¡Inútil! ¡Inútil! ¡Inútil! ¡Inútil! ¡Inútil! ¡Inútil! ¡Inútil! ¡Inútil!

El cuerpo del stand y de JoJo estaban siendo golpeados en todas partes. JoJo soportaba tal dolor, pero no podía defenderse. Hasta que un gancho del fuerte puño de Fabuloso Cadillac hizo que Sui Generis y JoJo salgan volando hasta diez metros.

Dio se acercó al moribundo JoJo, quien sangraba en todo su cuerpo. Su stand se había desactivado por lo que estaba indefenso.

—Acabaré con tu inútil vida, JoJo —dijo Dio con un tono seco—, has causado mucho revuelo en estos dos últimos días. Pensé que podías ser un buen aliado, pero veo que no es posible.

—¿Q-Qué? —preguntó JoJo con una ceja reventada y la sangre cayendo por su mejilla.

—Muere... ¡JooooJooooo!

Fabuloso Cadillac se activó y cuando estaba por dar la última estocada a JoJo se detuvo, pues su usuario, Dio, estaba teniendo fuerte dolores en todo el cuerpo.

—¿Q-Qué diablos es esto? —dijo Dio al ver como se habían producido aberturas en toda su piel.

—Lamentó no presentarme —dijo Miranda con  una sonrisa en los labios—, pero no doy treguas a quienes golpean a mis amigos.

—¡¿Quién eres tú, perra?! —exclamó Dio.

—¡Mariposa Tecknicolor! —exclamó Miranda. Su stand apareció al lado de ella, haciendo que el oxígeno de la sangre de Dio salga de manera profusa, ocasionando que Dio pierda el conocimiento poco a poco.

—Ahora estamos a mano, Shosho. ¡Ah! No es cierto, aún te debo una —dijo Miranda mientras se acomodaba la ropa y el cabello, haciendo una fabulosa pose.

Próximo capítulo: Fabuloso Cadillac - Parte 3

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